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Lula, encarcelado por el fascismo neoliberal

Fuentes: Cronica Popular

El que fue durante 8 años Presidente de Brasil cumpliendo, entre otras importantes tareas de gobierno, con el Plan Hambre Cero» y «Bolsa de Familia», que contenían las propuestas básicas programáticas del Partido de los Trabajadores para la reducción drástica del hambre que afectaba a decenas de millones de personas humildes y trabajadoras, algo que […]

El que fue durante 8 años Presidente de Brasil cumpliendo, entre otras importantes tareas de gobierno, con el Plan Hambre Cero» y «Bolsa de Familia», que contenían las propuestas básicas programáticas del Partido de los Trabajadores para la reducción drástica del hambre que afectaba a decenas de millones de personas humildes y trabajadoras, algo que la ONU tuvo que reconocer sin ninguna duda, ha sido encarcelado.

El proceso hasta su encarcelamiento ha sido largo, reaccionario y brutal, ciscándose en la más elemental democracia, y ha movilizado a toda la derecha, extrema derecha y media derecha, económica, política, jurídica y de comunicación y pretende liquidar toda una etapa histórica que arranca de la lucha obrera y social por una vida digna y contra la dictadura de los militares golpistas.

Luiz Inácio Lula da Silva, obrero metalúrgico después de haber sido limpiabotas y vendedor ambulante, se convirtió en uno de los principales dirigentes sindicales y políticos de Brasil, de América Latina y del mundo, organizando y dirigiendo huelgas generales y participando en la creación de la Central Única de Trabajadores, CUT, y en la formación unitaria del Partido de los Trabajadores por parte de sindicalistas, intelectuales y cristianos de la Teología de la Liberación, lo cual contribuyó de forma decisiva a la derrota de los militares y las derechas, a la restauración de la democracia y, progresivamente, al triunfo de las izquierdas representadas fundamentalmente por el Partido de los Trabajadores. Un gran partido que marchó unitariamente con el Partido Comunista del Brasil, con el Partido Comunista Brasileño, con el Partido Socialismo y Libertad, al cual pertenecían la recientemente asesinada concejala Mireille Franco y el dirigente comunitario Alexandre Pereira María, asesinado tambien pocos días después por ser testigo del asesinato de Mireille.

Durante el proceso que va de la etapa más socialmente avanzada y democrática de Brasil, los casi 14 años de gobierno del Partido de los Trabajadores y sus aliados, con Lula y Dilma Rousseff de presidentes, hubo un continuado y espectacular crecimiento de la economía y de la riqueza colectiva y un reparto y redistribución de la misma de forma cada vez más masiva y justa. En una país con más de 200 millones de personas, una gran parte de las cuales sin tierra, ni vivienda, ni trabajo estable garantizado, lo conseguido en estos años por el PT y la izquierda real es, a pesar de las contradicciones y errores que aparecen en un proceso complejo como éste, un extraordinario avance social que demuestra sin paliativos de ninguna clase que cuando la izquierda real, honesta y de orientación social revolucionaria gobierna con el pueblo y de acuerdo con el pueblo las condiciones de vida y de trabajo y la dignidad de las personas mejoran y avanza el cambio social.

Algo que los representantes de la mafia empresarial brasileña, corrupta y despiadada con los pobres con tal de aumentar sus privilegios y beneficios, siempre de acuerdo con la mafia internacional del capital, especialmente la de EEUU, no podía consentir. Y como los golpes de Estado clásicos con el tanque y el fusil en la calle ya son muy mal vistos, especialmente después de los habidos durante décadas y de sus catastróficos resultados finales, ponen en marcha los golpes de Estado de nuevo tipo, según las nuevas estrategias neoliberales de «acción no violenta» teorizadas por el norteamericano Gene Sharp.

Esas estrategias, basadas en que la naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado ya que combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas, utilizando la atracción en vez de la coerción», manipula a fondo las instituciones, las leyes, la jurisprudencia, la policía, los medios de comunicación-propaganda y la compra sin más, al precio que siempre acaba sabiéndose al cabo de los años, de las personas que se venden, cambiando y vulnerando leyes ilegalmente, montando campañas contra el enemigo a abatir, creando, en resumen, una realidad ficticia frente a la real. Así se ha hecho en los golpes de Estado en Honduras, Paraguay y Brasil.

En Brasil empezaron la primera parte del ataque final con un golpe de Estado institucional y de la jurisprudencia contra la Presidenta Dilma Rousseff, acusándola nada más y nada menos que de aumentar los gastos del Estado, incumpliendo con ello la meta fiscal, cuando el gobierno presidido por Dilma, en vez de recortar gasto social como pedía la derecha, recondujo partidas de un departamento ministerial a otros sin aumentar el presupuesto que ya había sido aprobado en el parlamento. El resultado fue la destitución de Dilma por la derecha de acuerdo con empresarios y políticos que estaban siendo investigados por corrupción y querían que el gobierno no continuase impulsando la investigación como estaba haciendo. Posteriormente, a Lula lo acusan de algo tan «criminal» como «corrupción pasiva», eso sí sin otra prueba, igual que con Dilma, que las declaraciones de empresarios y políticos realmente implicados en corrupción generalizada.

En Brasil queda meridianamente claro que el capital y sus terminales políticas, jurídicas, mediáticas y policiales corruptas, no está dispuesto a ceder un ápice en la defensa de sus intereses y privilegios y en la liquidación política, social y humana de sus enemigos. No es el único sitio como hemos visto pero es el más importante por el volumen económico, por el dominio geopolítico de un vasto territorio y por afectar a tantos millones de personas y a un gran país que, a pesar de sus enormes retrasos históricos, se había convertido en la quinta potencia económica mundial.

Antes de entrar en la cárcel Lula dijo en un discurso que forma parte de la historia de la razón y de la emoción revolucionarias: «Yo no soy un ser humano más. Yo soy una idea. Y las ideas no se encierran». La muerte de un combatiente no para la revolución».

Acabo este artículo diciendo que siento un gran orgullo de haber compartido mesa con Lula y de haber participado junto a él en las reuniones del Foro de Sao Paulo, en los encuentros con el Partido de los Trabajadores y de otros partidos socialistas y comunistas, analizando la realidad de América Latina y del mundo para trabajar por la unidad de la izquierda europea y latinoamericana. En encuentros sobre economía en Cuba. Le mando un gran abrazo.

Ahora queda el compromiso de luchar por su liberación inmediata, de sacarlo de las garras de los empresarios, políticos, policías y Moros corruptos.

Fuente: https://www.cronicapopular.es/2018/04/lula-encarcelado-por-el-fascismo-neoliberal/