El secretario general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales dice que no hay divisiones en la izquierda de la región
Los análisis del secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) se han convertido en lectura obligada para aproximarse a los cambios que se están produciendo en el continente. Brasileño (1943) de sangre libanesa, Sader acaba de visitar España para presentar su nuevo ensayo político: El nuevo topo.
Brasil ha asumido el liderazgo regional. ¿Existe consenso para que pueda ejercerlo?
Creo que en la práctica ha asumido ese liderazgo. En mi opinión, este papel le ha llegado casi sin planteárselo y como consecuencia de una política interna y externa muy correcta.
Hay quien apunta a que el rival de Lula es Hugo Chávez. ¿Cómo son las relaciones entre ambos líderes?
Muy buenas. Hay gran reciprocidad y confianza entre ambos países dentro de un marco respetuoso de dos modelos distintos. Tienen las mismas prioridades, es decir, la integración regional en lugar de los tratados de libre comercio (TLC) y el desarrollo de una política social en lugar del ajuste fiscal. Tanto Lula como Chávez se fortalecen de estas políticas. Todos son conscientes de que, si se pelean, pierden los dos.
¿Cuáles son las diferencias entre el modelo venezolano y el brasileño?
Chávez tiene muy claro que el enemigo es el imperialismo estadounidense. Lula, en cambio, trata a EEUU como si fuera su primo rico. No es un tipo radical. Su posición es ampliar los espacios de poder internacional ya existentes, como el G-20, el Consejo de Seguridad de la ONU, etc. Chávez es más partidario de buscar alternativas propias donde plasmar que otro mundo es posible.
¿Representa Lula a la izquierda latinoamericana buena, como dicen en EEUU y Europa?
La línea divisoria en América Latina no es entre izquierda buena y mala. Quien acuña esta clasificación es la derecha. La división es entre quienes trabajan por una política de integración y quienes lo hacen por los TLC. Dentro del primer grupo, hay países que quieren avanzar rápido, como es el caso de Venezuela.
Lula es respetado por la izquierda y por la derecha.
Hay una condescendencia con Lula que incluso no se corresponde con la realidad del país más desigual del continente en términos de riqueza.
¿Cuál es la obra de Lula?
En primer lugar, es el primer presidente que ha logrado disminuir la desigualdad en Brasil. Ha reforzado la confianza en la identidad de los brasileños. Su actuación en la crisis económica fue correcta. Aumentó los microcréditos, mantuvo los sueldos por encima de la inflación, fomentó el empleo formal, diversificó el comercio internacional y potenció el interregional.
Otros países hicieron todo lo contrario y están sufriendo.
Un ejemplo es México que, en mi opinión, se ha suicidado. Con el TLC, el 90% de su comercio externo es con EEUU. Esto ha producido una disminución del 7% del PIB en el primer semestre del año y ha sido golpeado duro por el Fondo Monetario (FMI), mientras que Brasil presta dinero a este organismo. Los países del TLC son los que se mueven peor en esta crisis global. Pero lo que me preocupa es México, la única frontera del mundo entre el Primer y el Tercer Mundo.
¿Tan grave es la situación?
Es el corredor natural hacia el primer mercado consumidor del mundo. Esto se combina con una herencia de corrupción gravísima de los gobiernos del PRI y la violencia tremenda que ahora ejercen las fuerzas de seguridad del Estado. México vive una situación casi incontrolable, de descomposición social.
¿Lula ha recompuesto la base social brasileña?
Lula ha evitado que, por primera vez, la crisis fuera pagada por los pobres. Y le salió bien. Esto le ha granjeado una popularidad estratosférica, casi del 80%, pese a tener a toda la prensa del país en su contra.
¿Por qué no intentó cambiar la Constitución para optar a la reelección?
Porque Lula avanza en espacios donde encuentra poca resistencia. Esa es su estrategia. No quiere reventar las estructuras de poder existentes sino democratizarlas. Su reelección provocaría un enfrentamiento con los poderes mediáticos en Brasil.
Su candidata, Dilma Roussef, no tiene su carisma. ¿Teme que si es derrotada pueda frenarse el cambio político en Latinoamérica?
Lo que está en juego es la consolidación de una transformación continental postneoliberal. Mi impresión es que Roussef ganará gracias al apoyo de Lula, cuyo discurso desarma a la oposición. La derecha carece de un proyecto propio para Latinoamérica, pero tiene poder de veto por su hegemonía en el capital financiero y por el control de los medios de comunicación. ¿Es esta prensa privada sinónimo de prensa libre? Aclararlo es un asunto clave para el desarrollo regional.
Fuente: http://www.publico.es/internacional/269183/lula/evitado/crisis/paguen/pobres