Petrobras se muestra firme con el gobierno boliviano para no perder sus inversiones en ese país.
Si el gobierno de Brasil viene resolviendo la crisis generada por la nacionalización del gas boliviano de manera diplomática y con mucha cautela, no ocurre lo mismo en el lado económico del conflicto. La petrolera estatal brasileña, Petrobras, considerada la mayor empresa del país, no está dispuesta a perder dinero en sus negocios en el gasoducto boliviano. «La reacción contenida del gobierno brasileño fue para evaluar mejor la situación y colocarse de forma más clara. Al no atacar directamente al gobierno de Evo Morales, crea espacio para negociaciones que pueden disminuir los efectos de la nacionalización tanto sobre Petrobras como sobre la oferta de gas a Brasil», explicó el economista brasileño José Marcio Camargo. Ya los ejecutivos de Petrobras fueron más firmes. El presidente de la petrolera brasileña, José Gabrielli, anunció que cancelaría todas las inversiones en el país, inclusive la planeada ampliación de 50% del gasoducto entre Bolivia y Brasil. La empresa informó que buscaría nuevas fuentes en otros países. La decisión radical de la empresa llevó al presidente boliviano a abrir conversaciones con Petrobras, que están aún en curso, para buscar una salida viable para ambos lados. Si bien es cierto que Petrobras paga barato por el gas boliviano, es también verdad que la empresa brasileña responde por el 24% del ingreso tributario de Bolivia y consume el 50% del gas boliviano. La empresa tiene contrato firmado con el gobierno boliviano hasta 2019. «Si a corto plazo el gobierno boliviano espera ganar con el rompimiento de los contratos a través de aumentos de impuestos y de precios, a largo plazo la reducción de las empresas petroleras significará menor crecimiento y menor generación de riquezas para el país», explicó Camargo. Según cálculos de los economistas Sergio Conti y Marcelo Cop, de la consultora brasileña Tendencias, en los últimos dos años, los gastos con compras externas de gas natural de Bolivia crecían a una tasa promedio de 38% al año y totalizaron 809,6 millones de dólares en el 2005. Si los impuestos y el valor gastado con las importaciones se mantuviesen a lo largo de 2006, ese crecimiento probablemente mantendría la trayectoria de años anteriores, llegando a 39%. Pero si se incorpora el aumento de 50 a 82% en los impuestos a partir de este mes, ajustando el consumo de abril y mayo a 60% de lo normal para el período por la interrupción parcial de abastecimiento con el rompimiento del «GasBol» el 1º de abril, la previsión es que el valor de las importaciones del producto crezca 56% este año en relación con 2005, llegando a 1,26 mil millones de dólares. Este nivel sería 450 millones de dólares más que el del año pasado. «Si los contratos, con duración prevista hasta 2019, se cumplen y el gobierno boliviano le devuelve a Petrobras las inversiones realizadas, la nacionalización se volverá un tema de política externa entre los países involucrados y el gobierno brasileño ya reconoció el derecho de Bolivia de nacionalizar sus riquezas naturales. Las consecuencias sobre la política interna en Brasil serán poco relevantes», señaló Camargo. La economista Marcela Prada, concuerda en que un eventual aumento del gas importado de Bolivia tendrá poco impacto sobre el consumidor directa o indirectamente. El peso del gas encanado en el IPC es muy bajo, de sólo 0,086%, lo que significa que si se transfiere a los consumidores un aumento de 60%, el impacto en el IPC sería apenas 0,05 punto porcentual. «De hecho, esperamos que el impacto indirecto de una elevación en el precio del gas sea mucho menor que el impacto de una elevación en el precio del petróleo, pues el gas natural representa 10% de nuestra matriz energética, mientras el petróleo responde por 40%», comparó Prada. Camargo considera que si Bolivia se rehúsa a cumplir los contratos firmados con Petrobras, difícilmente el gobierno brasileño mantendrá la posición adoptada. «Habiendo optado por mantener los contratos firmados por gobiernos anteriores, el gobierno [de Brasil] se siente hoy en condiciones de exigirle el mismo comportamiento del gobierno boliviano», resume.