Los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Venezuela, Hugo Chávez, han mantenido un encuentro en la ciudad brasileña de Manaos, en el corazón del Amazonas. Un encuentro que el Gobierno brasileño habría cancelado y retomado a última hora y que los medios locales no se interesaron en divulgar. Al contrario de […]
Los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Venezuela, Hugo Chávez, han mantenido un encuentro en la ciudad brasileña de Manaos, en el corazón del Amazonas. Un encuentro que el Gobierno brasileño habría cancelado y retomado a última hora y que los medios locales no se interesaron en divulgar. Al contrario de la actitud que han demostrado los venezolanos que vienen anunciando la visita de Chávez a Brasil desde el mes de julio, mucho antes del referendo que ratificó al mandatario venezolano en el cargo hasta el 2007.
El lunes pasado, a solo dos días de la llegada de Chávez a Brasil, medios privados extranjeros llagaron a divulgar que Ana María Matos, asesora de la Secretaría de Prensa y Divulgación de la Presidencia brasileña negaba la reunión entre ambos mandatarios y que el encuentro era y calificó el encuentro como una posibilidad. Al mismo tiempo afirmaba que «no tenía información de futuras reuniones entre los dos presidentes», lo que provocó desorientación en los medios.
La confirmación de que Lula viajaría a Manaos y se encontraría con Chávez, sólo se conoció en Brasil un día antes del evento, cuando fue dada a conocer la agenda del presidente. Por el lado venezolano, fue el ministro de Comunicación e Información de Venezuela, Andrés Izarra, quien tuvo que salir a dar testimonio del encuentro para que no quedaran más dudas.
Lula muestra cada vez más desinterés en mantener contacto con Chávez, porque pretende afirmarse como un líder internacional y no quiere verse asociado al «radicalismo» del presidente venezolano. Por lo que habría rehusado de participar del encuentro de empresarios en Manaos y mandado cancelar el viaje.
Al saber de la declinación de Lula, Chávez accionó la cancillería venezolana que presionó al Itamaraty (la cancillería brasileña) para que el encuentro se mantuviera. Avisado del incidente diplomático, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, entró en escena y convenció a Lula para que desistiera de su idea, ya que su presencia en Manaos estaba anunciada hacía más de un mes.
Con todo este vaivén de desinformaciones, y casi un desencuentro entre Lula y Chávez, ¿estaría el Gobierno brasileño revelando lo que plantea el sociólogo y periodista argentino Atílo Borón, cuando dice que las presiones de Washington sobre Brasilia ayudan a entender el poco entusiasmo de Lula por la política de Hugo Chávez?
Para Borón, Secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), Chávez busca una vinculación política, económica y cultural más sólida con Brasil, pero no logra obtener una respuesta muy entusiasta de su vecino debido a las enormes presiones que el Gobierno de Lula debe sufrir por parte de EE.UU. en el sentido de impedir la creación del eje político Brasilia-Caracas-Buenos Aires, tan proclamado por Chávez.
A pesar de todo, el encuentro se llevó a cabo y Lula elogió a Chávez y lo trató de «amigo». Y haciendo un «mea culpa», aprovechó la oportunidad para «con un poco de retraso para felicitar al pueblo de Venezuela, y al propio presidente Chávez, por el la consolidación de la democracia en ese país tras el referendo», enfatizando que el resultado de la consulta no deja la más mínima duda «en ningún lugar del mundo» de la transparencia del resultado. Chávez agradeció las palabras de Lula y el apoyo «público y a veces no tan público» que recibiera del líder brasileño.
Sin embargo, en el transcurso de su disertación, Lula no hizo ninguna alusión a los planes que traía y había dado a conocer a la prensa el presidente venezolano. Como es el caso del eventual surgimiento de un Banco sudamericano y la creación de un Fondo de Garantías para la región sur, propuestas surgidas en anteriores encuentros entre Chávez y el presidente argentino, Néstor Kirchner, durante reuniones de negocios entre esos países.
Otra de las ideas que traía el mandatario venezolano es la creación de Petrosul, una petrolera interamericana para una integración energética regional, además de la red de televisión del Sur, un medio para fomentar el intercambio cultural e informativo en los países de América del Sur, propuestas también ya discutidas con el presidente argentino anteriormente.
Pese al entusiasmo con que Chávez presenta sus proyectos, Lula no da a conocer su opinión, en público por lo menos. No es la primera vez que el presidente brasileño adopta esa actitud con su par venezolano. En marzo de este año, después de asistir a la Cumbre de los países No Alineados (G-15) en Caracas, Lula volvió a Brasilia sorpresivamente un día antes, con el pretexto de tener que visitar al vicepresidente que sufriera una operación.
Pero más parecía que los abrazos efusivos del presidente Chávez y las fotografías en que lo mostraban junto al anfitrión y al presidente Kirchner, formando un triunvirato latino, lo ponían incómodo.
Tal vez ahora, como en aquella ocasión, no quería quedar «pegado» a una figura como Chávez, que es la principal piedra en el zapato de Estados Unidos en la región.
16 de septiembre 2004