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Entrevista a Jair Krischke

Lula no quiere investigar las desapariciones

Fuentes: Comcosur

Nacido en Porto Alegre en 1938, Jair Lima Krischke ha sido un activista incansable por los derechos humanos en Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. En 1979 fundó el Movimiento Justicia y Derechos Humanos de Porto Alegre; y gracias a su acción, en los tiempos del Plan Cóndor casi dos mil perseguidos políticos del Cono […]

Nacido en Porto Alegre en 1938, Jair Lima Krischke ha sido un activista incansable por los derechos humanos en Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. En 1979 fundó el Movimiento Justicia y Derechos Humanos de Porto Alegre; y gracias a su acción, en los tiempos del Plan Cóndor casi dos mil perseguidos políticos del Cono Sur lograron ampararse al programa del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados.

Durante la dictadura uruguaya, Krischke instaló en Porto Alegre el Centro de Informaciones sobre Uruguay, el que junto al Colegio de Abogados de Porto Alegre, denunció en 1978 el secuestro en esta ciudad de los uruguayos Lilián Celiberti y Universindo Rodríguez. Esa denuncia derivó en el único juicio que finalizó con una condena a los participantes de un operativo del Plan Cóndor. La cobertura del V Foro Social Mundial fue ocasión propicia para entrevistar a Krischke en su oficina en el centro de Porto Alegre. La primer pregunta no hubo que pensarla demasiado:

– Jair, la impunidad para los violadores de los derechos humanos en los años del Cóndor parece ser una constante en casi todos los países del Cono Sur. ¿Qué ha hecho al respecto el presidente Luis Inacio Da Silva en los dos años que lleva en el gobierno?

– Lamentablemente no avanzamos nada… al ascender Lula al gobierno había una esperanza en que se podría avanzar, especialmente en el tema de los desaparecidos. Acá en Brasil hubo una amnistía en 1979, pero los familiares de los desaparecidos todavía siguen sin saber donde están sus seres queridos ni qué pasó con ellos.

Esa es una deuda que tenemos todos los brasileños. Todos estamos inmersos en ésto, porque no se puede hablar de redemocratización si no logramos superar esto. Necesitamos de una democracia sólida, y si no logramos avanzar en este tema, no vamos a tenerla.

– ¿Y por qué no se avanza?

– En los últimos días de su gobierno, el presidente Fernando Henrique Cardoso emitió un decreto aumentando los plazos necesarios para que los documentos oficiales puedan ser desclasificados. Dejando de lado que dicho decreto es inconstitucional, pues viene a modificar una ley anterior (y un decreto no puede cambiar una ley), lo concreto es que puestas así las cosas, en los hechos los documentos de la dictadura brasileña serán eternamente secretos. Y yo me atrevo a decir que éste decreto fue dictado a pedido de Lula con el fin tener un justificativo para no tocar el tema.

– ¿Tan así?

– Si. Nosotros, que luchamos por el tema de los derechos humanos, dejamos que Lula ascendiera tranquilo, y recién en el mes de abril de 2003 empezamos a tratar el tema. Las primeras reacciones desde Brasilia ya nos indicaron que no se iba a tocar el asunto, que iba a quedar todo tal cual estaba, que por parte de los militares había una decisión firme de que no se abrieran los archivos.

De todas maneras, seguimos luchando y haciendo lo que se podía. En el mes de junio de 2003 la Justicia Federal dictó una sentencia determinando la apertura de los archivos referentes a la guerrilla de Araguaia, llevada adelante hacia fines de la década del sesenta por el Partido Comunista do Brasil, y Lula ordenó al Abogado General de la Nación apelar esta decisión.

– ¿Cómo dice?

– Tal cual. Y yo me pregunto: ¿Cómo puede hacer esa apelaciòn alguien que llegó al poder con el apoyo de toda la izquierda, especialmente de la gente que combatió la dictadura por tantísimos años? ¿Cómo pudo Lula tomar una posición así?

Esto es innominable… la Guerrilla de la Araguaia era un grupo de poco más de 70 personas que logró mantener su territorio liberado durante más de cuatro años debido a la inserción social que habían logrado en la zona, hasta que fueron brutalmente exterminados mediante la aplicación de todo el poderío bélico de las Fuerzas Armadas brasileñas.

Los familiares de 63 de las víctimas todavía siguen luchando para que Lula ordene al ejército que haga públicos los documentos de la masacre. Fijesé que todavía no se sabe ni siquiera donde fueron enterrados los cuerpos.

– ¿Hubo algún sobreviviente de esa guerrilla?

– Sí, por ejemplo José Genoino, el presidente nacional del PT. Pero escuche bien: el 22 de agosto de 2003, el Día del Soldado, Genoino recibió frente al Comando Militar del Ejército de la Nación en Brasilia, la Medalla del Pacificador.

– ¿Y qué es esa medalla?

– La Medalla del Pacificador es la condecoración con la que el ejército premió a todos los torturadores de la larga dictadura brasileña.Y también la recibió el mayor Curió, que fue quien comandó el exterminio de la guerrilla en la que peleaba Genoino…

– Si las cosas están planteadas de esa manera: ¿cómo se podrá salir de este círculo vicioso de impunidad?

– Yo soy un hombre de esperanzas y sigo luchando para que eso pase. Y no estoy sólo en esta lucha, hay muchísima gente acá en Brasil luchando para que quede bien claro quién hizo qué cosa durante la dictadura. Y esto es importante no solamente para la historia reciente de nuestros países, sino que es importante para la democracia. Porque si queremos que no se repitan estos hechos, tenemos que conocerlos claramente.

Hasta ahora, en nuestros países, los militares sólo «desocuparon la plaza». En los hechos siguen jugando un papel importantísimo y siguen teniendo un enorme poder. Las decisiones importantes en nuestros países todavía pasan por los militares, y eso tiene que cambiar.