También firmará acuerdos comerciales y profundizará las relaciones bilaterales. El mandatario pone énfasis en la bioenergía como nunca lo hizo con otros proyectos de integración regional. En un acción que tiene como principal objetivo consolidar la producción de agrocombustibles en el continente, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva inició este domingo una gira […]
También firmará acuerdos comerciales y profundizará las relaciones bilaterales. El mandatario pone énfasis en la bioenergía como nunca lo hizo con otros proyectos de integración regional.
En un acción que tiene como principal objetivo consolidar la producción de agrocombustibles en el continente, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva inició este domingo una gira por México, Centroamérica y el Caribe. Además de la nación azteca, el mandatario sudamericano visitará Honduras, Nicaragua, Jamaica y Panamá.
Resulta al menos sugestivo que mientras los grandes proyectos de integración regional como el Banco del Sur y el Gasoducto del Sur han quedo en el limbo de la burocracia y en los espejismos de la retórica, Da Silva actúe con tanta avidez para concretizar el proyecto ideado por George Bush, de producir energía para automóviles con las materias primas alimenticias que son la base de la dieta de la población latinoamericana.
Si las propuestas de integración del venezolano Hugo Chávez todavía están lejos de llevarse a cabo y el anillo del etanol cada vez se fortalece más, qué tan lejos de la verdad se encuentran aquellos que piensan que Da Silva enfría el Mercado Común del Sur (Mercosur) y calienta el Mercoetanol.
Puedes ser que Da Silva esté convencido de que los agrocombustibles son un «arma ideal para combatir el calentamiento global y también la miseria en los países más pobres», pero por qué no escucha, por ejemplo, la voz de João Pedro Stédile, líder del Movimiento de los trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) cuando advierte que se trata de un propósito «diabólico».
Según fuentes oficiales, la sucesivas visitas responden a invitaciones de los presidentes Felipe Calderón (México), Manuel Zelaya (Honduras), Daniel Ortega (Nicaragua), Martín Torrijos (Panamá) y de la primera ministra Portia Simpson Miller (Jamaica). Falta saber si los gobernantes han hecho el pedido por motus propio o presionados por los productores agrícolas nacionales, que ven en los agrocombustibles un negocio redondo.
El itinerario de Da Silva comienza hoy con el arribo a la nación azteca y concluye el viernes con su estadía en Panamá. Según Itamaraty (cancillería brasileña) la ronda de encuentros ocurre en una «coyuntura de ampliación y profundización de las relaciones de Brasil con esos cinco países».
Si bien aún no hay confirmaciones, las conversaciones en ese país girarán en torno a los agrocombustibles: Brasil le garantizará a México que no competirán en la materia sino que, más tarde o más temprano, serán aliados estratégicos.
En contraste con la postura del mandatario argentino Néstor Kirchner, la delegación brasileña no tiene ningún interés de que México ingrese en el Mercosur.
Sin embargo, el Gobierno brasileño se encargó de destacar el peso de México en la región y la necesidad de reforzar «el interés recíproco permanente que caracteriza la relación bilateral». Ambos países tuvieron un intercambio comercial de 5 mil millones de dólares, con un saldo positivo de 3 mil millones para Brasil.
Con respecto a Honduras, la diplomacia luso parlante recordó que «la centenaria relación bilateral ha avanzado en diferentes campos, en especial en lo referente a los biocombustibles, defensa, medicina y cooperación empresarial».
Por otra parte, esta será la primera visita de Estado de un presidente brasileño a Nicaragua, aunque para Da Silva será la quinta ocasión en pisar ese territorio. Recientes contactos de alto nivel han evidenciado la disposición del país amazónico de intensificar el diálogo con la otra vez nación sandinista.
Da Silva visitó por primera vez Nicaragua en julio de 1980, para participar en las actividades del primer aniversario de la revolución en nombre de Augusto César Sandino. Luego regresó en 1990, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) perdió el poder a manos de Violeta Chamorro, quien después de apoyar al Frente, le jugó en Contra. Posteriormente, el fundador del Partido de los Trabajadores (PT) fue en dos ocasiones para participar del Foro de San Pablo.
La semana pasada, la embajadora de Brasil en Nicaragua, Vitoria Alice Cleaver, adelantó que Da Silva arribará a Nicaragua acompañado de treinta influyentes empresarios que tienen «muchas expectativa de invertir».
Según la funcionaria, la delegación empresarial que viajará junto a Da Silva procede de los más importantes sectores económicos de Brasil como la construcción, la banca, el textil, y el energético.
Además, Cleaver no descartó que Da Silva y Ortega decidan «establecer un esquema de cooperación y comercio en campos como biocombustibles y agronegocios».
En tanto, con Jamaica, Brasil tiene un intercambio comercial de 180 millones de dólares. Además, el gigante sudamericano ha hecho suculentas inversiones en la patria de Bob Marley. Una vez allí, Da Silva se propone inaugurar una fábrica de etanol.
Asimismo, en Panamá, Da Silva responderá a la visita realizada este año por Torrijos a Brasil. El ex líder sindical aprovechará su estancia en el país del canal interoceánico para confirmar la expansión de la corriente comercial, del turismo bilateral y la participación de empresas brasileñas en obras de infraestructura.
Si bien Brasil viene desarrollando hace mucho tiempo la producción del agrocombustible etanol -alcohol combustible a partir de la caña de azúcar-, ahora se trata de querer expandirlo en América porque Estados Unidos lo demandará en el futuro. Es decir, lo que fue una iniciativa soberana brasileña, Da Silva quiere multiplicarla pero en su versión de dependencia.