El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, apoyó abiertamente este lunes la reelección de su homólogo venezolano Hugo Chávez, en plena recta final de la campaña para los comicios presidenciales del 3 de diciembre. Ambos gobernantes inauguraron el puente Orinoquia, el segundo sobre el río Orinoco, unos 500 kilómetros al sudeste de Caracas […]
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, apoyó abiertamente este lunes la reelección de su homólogo venezolano Hugo Chávez, en plena recta final de la campaña para los comicios presidenciales del 3 de diciembre.
Ambos gobernantes inauguraron el puente Orinoquia, el segundo sobre el río Orinoco, unos 500 kilómetros al sudeste de Caracas e igual distancia de la frontera norte de Brasil, construido en cinco años por la firma brasileña Odebrecht, a un costo de más de 1.000 millones de dólares.
Lula no pudo participar en Brasil en actos de este tipo –preferidos por mandatarios en tren reeleccionista– mientras duró la campaña en la que buscó su segundo mandato consecutivo, concretado el 29 de octubre, y con visible alegría acompañó a Chávez a inaugurar el puente de 3.156 metros.
A la hora de los discursos, Lula improvisó un rosario de elogios: «No tengo dudas de que en Venezuela hace muchos y muchos años que no había un gobierno que se preocupase por los pobres como tú te preocupas», afirmó.
Miles de seguidores del mandatario presentes en el acto, la mayoría vestidos con camisas rojas, el color del chavismo, gritaron entonces «¡Lula, Lula, Lula!» tras su acostumbrado estribillo «¡Uh, ah, Chávez no se va!».
«El mismo pueblo que me eligió a mí, que eligió a (Néstor) Kirchner en Argentina, a Daniel Ortega (en Nicaragua) y a Evo Morales (en Bolivia), sin duda te va a elegir presidente de Venezuela», dijo Lula bajo una lluvia de vivas y aplausos.
El discurso se convirtió en todo un acto de campaña, transmitido en cadena nacional de radio y televisión a todo el país, la que además mostró a Chávez y sus colaboradores enfundados en casacas rojas mientras paseaban sobre el puente, de pie o a bordo de un jeep del ejército, junto a Lula y su canciller Celso Amorim vestidos de camisa blanca y chaquetilla beige.
Chávez gobierna desde 1999, y no tiene oposición en el parlamento desde diciembre de 2005, cuando los principales partidos opositores decidieron no avalar con su presencia comicios que consideraban viciados.
El mandatario compite con Manuel Rosales –abanderado de decenas de grupos opositores–, y según las encuestas conocidas hasta ahora, cuenta con preferencias de entre 55 y 60 por ciento de votantes, aunque el opositor ha descontado ventaja, pues recoge entre 35 y 40 por ciento de intenciones de voto, y apuesta por una sorpresa ajustada.
Timoteo Zambrano, responsable de asuntos internacionales en el comando de Rosales, dijo a IPS «no comprender por qué el presidente brasileño inaugura una obra de una empresa privada, sobre todo en vísperas de las elecciones en Venezuela, cuando su visita es manipulada electoralmente por el gobierno».
Lula dijo saber que habrá elecciones en Venezuela, «y como no soy venezolano, no puedo opinar en la política venezolana». Y sin embargo opinó: «Voy a decir que en este país ocurre exactamente lo mismo que ocurre en Brasil».
«Conozco el tipo de críticas que te hacen, son las mismas que me hacen a mí», dijo Lula a Chávez. «En 2003 visité Venezuela y regresé a Brasil diciéndome que jamás había visto un comportamiento de ciertos medios de comunicación agrediendo a un presidente de la república como tú fuiste agredido».
«Tampoco imaginé que lo mismo pudiese ocurrir en Brasil, y ocurrió exactamente lo mismo, querido compañero», dijo Lula, para quien «nuestra garantía es que los trabajadores, los estudiantes y los empresarios serios de cada país saben que hace muchos años no tenían un gobierno con las políticas sociales que nosotros hacemos».
Sin embargo, «el pueblo que te elegirá será más exigente contigo en tu segundo mandato, como lo será con nosotros» en Brasil, acotó Lula.
Chávez dijo en un encuentro la semana pasada con corresponsales extranjeros que entre él y Lula «hay una amistad perfecta, somos personas que nos alegramos cuando nos vemos».
La propaganda oficial insistió en mostrar a Lula como «presidente reelecto de Brasil», y Chávez, al corresponder a los elogios de su huésped dijo que su primera visita al exterior, una vez triunfante, será el 7 de diciembre a Brasilia.
Inmediatamente después se realizará en Cochabamba, Bolivia, la cumbre de mandatarios sudamericanos, y para entonces estará completamente redefinido el mapa político-electoral del continente, que sólo aguarda por los desenlaces de Ecuador y Venezuela.
Chávez dijo junto al puente que «la victoria bolivariana (así se han llamado sus partidarios) en las elecciones va a ser contundente. Estamos ayudándonos en la unión de Sudamérica, esto no es campaña, esto es integración, esto es estrategia, esto es el futuro de nuestro pueblo».
Los mandatarios inscribieron el puente en el conjunto de obras que requiere la integración sudamericana. «Obras así queremos realizar con Perú, Bolivia y Paraguay», dijo Lula.
El puente Orinoquia es el segundo sobre el río después de uno estrenado en 1967 unos 100 kilómetros al oeste, frente a Ciudad Bolívar, la capital regional pero no la más importante urbe, que es Ciudad Guayana, emporio de industrias mineras y básicas, entre ellas la represa Guri, que suministra electricidad al extremo norte de Brasil.
Vecino de Ciudad Guayana, el Orinoquia está diseñado para contener una vía férrea en el futuro, que enlazaría con un tramo ferroviario también proyectado, de 400 kilómetros, hasta un puerto en el mar Caribe.
El patrón se repetirá en un tercer puente, que debería construirse en cuatro años más al oeste, para enlazar los llanos centrales del país con el sureste guayanés.
Todos estos proyectos fueron confiados a la trasnacional brasileña Odebrecht, que además participa en otras construcciones viales en Venezuela.
Pero la relación privilegiada entre los dos gobiernos se extendió una vez más al petróleo, pues Lula y Chávez presidieron la perforación de un pozo destinado a cuantificar y certificar las reservas del campo Carabobo, uno de los 27 de la Faja Petrolífera del Orinoco, quizá el mayor depósito de crudos en el planeta.
La Faja, de unos 55.000 kilómetros cuadrados inmediatamente al norte del río, contendría más de un billón de barriles de crudos, principalmente pesados, de los cuales Venezuela aspira certificar como recuperables más de 300.000 millones.
En el Carabobo, que explotaría el consorcio estatal brasileño Petrobras en sociedad con la también estatal venezolana Pdvsa, se estimaba la existencia de 3.000 millones de barriles recuperables, pero Chávez dijo que podría ser el triple.
«¿Es venezolano ese petróleo? Sí. ¿Es sólo para Venezuela? No. ¿Es para alimentar la voracidad imperialista? No. Es para la integración de Sudamérica», dijo el presidente al despedir a Lula al cabo de 20 horas de visita.