La investigadora Monique Alonso, impulsora de la Fundación Antonio Machado de Collioure, rememora los últimos días del poeta en el pequeño pueblo francés en el que murió hace 81 años tras dejar con gran pena una España que caía en las garras del fascismo.
El ataúd de Antonio Machad poco antes de ser trasladado al cementerio de Collioure.
El 22 de febrero de 1939, a las tres y media de la tarde, Antonio Machado fallecía en la localidad francesa de Collioure. Tenía tan solo 64 años de edad. A pesar de que el certificado de defunción confirmaba que el poeta había fallecido por neumonía, la investigadora Monique Alonso, impulsora de la Fundación Antonio Machado de Collioure, quien ha dedicado gran parte de su vida a investigar el legado del poeta español, afirma a Público en el 81 aniversario de su muerte que Machado «moría de pena y por un deterioro físico y moral» que no le permitió rehacer su vida en el exilio, a pesar de todos los proyectos que tenía en mente.
Las interminables esperas en la frontera, el frío y la derrota republicana precipitaron la muerte de Machado, sostiene Monique Alonso. «Murió de pena, de cansancio, pero murió también por problemas de salud que fue arrastrando desde que partió hacia el exilio. Él arrastraba problemas físicos y se le agravaron con los últimos días en los que iba andando con su familia apenas con lo puesto». A pesar de todo, la investigadora afirma que dentro de la cabeza del poeta rondaban «muchos proyectos que quería llevar a cabo y se quedaron a las puertas».
«Machado tenía entre sus proyectos marcharse a la URSS con su familia y estar allí cerca de sus sobrinas», afirma la investigadora. Alonso se refiere a las tres hijas de su hermano José Machado y su cuñada Matea, con quienes partió rumbo a Francia junto a su madre. «Sus sobrinas Eulalia, Mari y Carmen fueron embarcadas a la URSS para ser protegidas de la guerra y Antonio tenía la idea de ganarse la vida en el país soviético donde tuvo varias ofertas de asociaciones de escritores», afirma. Pero la infección que había sufrido en los pulmones y bronquios lo llevó a postrarse en cama y morir prematuramente. Su madre Ana Ruiz moría tan solo tres días más tarde en la habitación contigua del hotel Bougnol Quintana de Collioure (Francia).
La llegada al exilio apenas con lo puesto
Con lo puesto y malviviendo con el poco dinero que le podía dar una República ya derrotada, Antonio Machado llegó a Collioure a las cinco y media de la tarde del 28 de enero de 1939. Él y su familia habían llegado a Francia por el paso fronterizo de Els Balitres. La expedición era breve: Antonio, su madre Ana Ruiz, su hermano José y la esposa de éste, Matea Monedero.
Se bajaron por recomendación de Corpus Barga en la estación de Collioure, un pueblo costero a veinte kilómetros de la frontera con España. En aquel mes que pasaron en Collioure, la familia Machado estuvo arropada por Madame Quintana, dueña del hotel Bougnol Quintana, por Madame Figueras, dueña de una tienda cercana a la plaza donde Antonio daba sus paseos, y por Jacques Baills, el amigo ferroviario que nunca olvidó sus entrañables y últimos días junto al poeta.
Monique Alonso conoció a cada uno de ellos en vida. Fallecieron hace muchos años pero cada una de sus anécdotas las ha ido atesorando como uno de los relatos más fiables de los últimos días de Machado en aquel exilio forzoso: «Sus paseos con su hermano José por la plaza, hasta la tienda, las tardes de sol en Collioure» y las cartas que el poeta escribía sin descanso a amigos que no conocían su paradero. «Pocos saben que en aquel último mes Machado escribiría muchas cartas para buscar un futuro y avisar a amigos y escritores de cual era su nuevo paradero», rememora Alonso, quien añade que Machado tenía como idea «marchar a París y de ahí buscar un destino. No era alguien que quisiera darse por vencido».
Una oferta de la Universidad de Cambridge
El mismo día que murió Antonio Machado, su hermano José recibió una carta dirigida al poeta ofreciéndole un puesto de trabajo en la universidad de Cambridge, en concreto un puesto de lectorado en su Departamento de Español. La carta estaba firmada por John Brande Trend, un conocido hispanista de la época que trabajaba como profesor en la facultad británica.
«Estimado señor Don Antonio Machado. No he logrado saber hasta hoy la dirección de usted de Francia, por eso esta carta lleva unos días de retraso». Así arrancaba una misiva en la que Brande Trend detallaba las condiciones de trabajo –las horas de trabajo, cuatro a la semana de clases o conferencias sobre lengua y literatura española— y el sueldo —330 libras esterlinas—.
El ofrecimiento llegó demasiado tarde al hotel Bougnol Quintana. El 24 de febrero de 1939 José Machado respondió a Trend: «Cuando llegó el ofrecimiento de esta célebre Universidad de Cambridge para mi hermano Antonio, en aquel momento acababa de morir».
A medida que pasaban los días, el estado de salud de Antonio iba, poco a poco, empeorando. De hecho, el viernes 17 de febrero fue el último día que pudo salir a dar un paseo. El mismo día 22 se mostró lúcido a primera hora de la mañana pero a mediodía ya perdió el conocimiento. Todos sus allegados estuvieron velando su cuerpo moribundo. «Madame Figueras le mojó horas antes de morir los labios de champagne de una botella que guardaba para cuando su hijo volviera de la mili y que quiso compartir en sus últimas horas con el poeta», recuerda Alonso.
Ni Baills, ni la señora Quintana, ni Figueras olvidaron la devoción con la que el pueblo de Collioure realizó el cortejo fúnebre de Machado en un «modesto féretro de zinc que fue recubierto por otro de madera» y, por encima, la bandera de la II República. Su madre Ana Ruiz, fue enterrada en la fosa municipal en el mismo cementerio en el que reposaba su hijo. José Machado y Matea Monedero tardaron más de una década en reencontrarse con sus hijas en Chile.
El papel de su hermano Manuel
En esta historia falta por aparecer otro hermano Machado. Manuel Machado, quien a muy a su pesar acabaría siendo considerado casi como un poeta semioficial del régimen de Franco, conoció la noticia de la muerte de su hermano en Burgos, la capital del bando franquista. «A pesar de sus fuertes creencias republicanas, Manuel se quedó en Burgos donde vivía una cuñada suya que era monja, aunque hizo intentos de regresar a Madrid y por ello fue llevado dos días al calabozo», explica Alonso.
En un viaje de incógnito, Manuel y su mujer Eulalia se presentaron en Collioure desde París, pero no llegaron a tiempo: «No vieron a Antonio con vida ni a su madre Ana Ruiz. Estuvieron allí y no se tiene constancia de que volvieran a visitar su tumba», explica Alonso. Tampoco hay registro de su hospedaje en el hotel Bougnol Quintana.
Cortejo fúnebre de Antonio Machado.
Alonso relata en su libro Antonio Machado. El largo peregrinar hacia la mar (editorial Octaedro) como «José Machado le entregó el último poema inacabado de Antonio Estos días azules y este sol de la infancia a Manuel, además del pasaporte y el famoso bastón que portó hasta el último momento».
Monique Alonso ha mantenido el contacto con las sobrinas de Machado y destaca como el bastón se encuentra ochenta y un años después en poder de sus descendientes. Sin embargo, no hay rastro de aquel verso que tanto se ha investigado. ¿Hablaría Machado del sol de su Sevilla o era un recuerdo en sus últimos días de vida en Collioure? Nunca se ha podido desvelar la incógnita de aquel último verso escrito en el papel.
La familia Machado nunca quiso inhumar el cuerpo del poeta para trasladarlo a un panteón más amplio dentro del propio cementerio de Collioure. Alonso destaca que su hermano Francisco quiso traerlo a España pero la suscripción popular realizada en 1958 por intelectuales y allegados del poeta no fructificó en nada concreto. Machado sigue enterrado junto a su madre en un pequeña tumba de un pueblecito costero del sur de Francia donde llegó apenas con lo puesto: «Ni Machado ni los muchos exiliados de aquellos días cerca de Collioure murieron por nada; murieron luchando por su patria, su verdadera patria, la España libre. Machado sigue siendo el símbolo dramático del terrible exilio republicano«.