Manuel Acuña Asenjo

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A nuestro entender, la raíz de los problemas no está en centrar el debate acerca de si hubo o no un eficiente manejo de la situación, tarea que bien se puede encomendar a los técnicos en la materia, sino en develar la naturaleza de la actividad que paralizó por completo a la nación y su significado para la comunidad nacional.

El comercio ambulante o callejero es un fenómeno social que se relaciona con la falta de empleo y oportunidades.

El Gobierno de Boric no ha cambiado la forma de financiamiento establecida para las empresas por la dictadura militar; por el contrario, ha robustecido dicho modo de operar al aceptar que el aumento de la cotización empresarial vaya a las AFP.

¿Qué nos está diciendo la exalcaldesa? ¿Qué nos propone? ¿Poner dinamita en los límites fronterizos? ¿Hacer explotar a los inmigrantes irregulares? ¿Matar a quienes buscan refugio en nuestro país? ¿Es eso lo que se propone?

La frase también se atribuye al Pére Goriot quien habría señalado, al respecto: “El secreto de las grandes fortunas sin causa aparente es un crimen olvidado”.

La existencia del llamado ‘binominal’ (al que no se quiere volver por parte de organizaciones pequeñas) no obedece sino a la forma de actuar que se impuso en Estados Unidos hace más de 40 años, y que se repitió en nuestro país como consecuencia del axioma aquel según el cual las ideas de la clase dominante son las ideas de los sectores dominados.

¿No sería acaso importante dejar, aunque sea, un simple esbozo de esa sociedad que anhelamos y mandar al desván de lo inútil todo intento de resolver electoralmente los problemas más urgentes de la sociedad?

¿Se puede decir, entonces, que en la convocatoria de 26 y 27 de octubre se realizaron ‘elecciones’ democráticas? No parece haber sido así. Es más: creemos que en esas fechas no se realizó acto alguno eleccionario. Tal vez tuvo alguien la intención de bromear al respecto… Tal vez jugar con la comunidad nacional… Pero elecciones, no…

No importa que haya casi 18.000 candidatos; tampoco si a ellos poco o nada les interesa ‘la cosa pública’. Del mismo modo, poco importa que sean solamente ‘clientela electoral’ deseosa de apoderarse de un cargo estatal que les permita jubilarse de mejor manera.

Es cierto que por motivos de fuerza mayor hay quienes no asistirán al llamado a sufragar: se abstendrán. Y al hacerlo eludirán la obligación que al resto de la población se nos impone. Sin embargo, nos queda, en consecuencia, un último acto de rebeldía: anular, acto político que permite deslegitimar el proceso eleccionario. Si el desprestigio de la ‘escena política’ es tal, tanto el voto nulo como el de la abstención deberían ser los únicos ganadores en esa contienda a la que se nos obliga a participar.

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