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Madoff apuntilla el peor año de la Bolsa

Fuentes: Diagonal

Quiebras masivas, estafas financieras y el hundimiento general de los mercados golpean el corazón del sistema: los bancos y las altas finanzas.

Decir que la Bolsa es cosa de unos pocos ricos en un país donde Telefónica tiene 1,48 millones de accionistas y el capital del banco Santander se reparte entre un millón de españoles y 1,8 millones de británicos es sinónimo de no entender su capacidad para despertar el afán de lucro entre las clases medias ahorradoras y el alcance de la metástasis del sistema.

2008, el peor año para las bolsas de todo el mundo desde la Gran Depresión -Wall Street se dejó un 35% y la Bolsa española un 40%- y la constatación del desinfle de la burbuja inmobiliaria, no marca el principio del fin del ‘capitalismo popular’, pero ha despertado a muchos las dudas sobre su continuidad.

El desprestigio de los bancos y las cajas -cargados ambos de pisos sin vender o en construcción- y de la banca de inversión -la que maneja las altas finanzas, timada y hundida-, está por todo lo alto.

La codicia condujo a la banca a prestarle dinero a quien sabía que no podría devolvérselo y llegaron las bancarrotas en EE UU: Bearn Stearns, Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman Brothers, AIG, Merry Lynch, Wachovia, Washington Mutual, todos gigantes de las finanzas.

En Europa, han caído desde Northern Rock, Fortis, Hypo Real State, Bradford & Bingley… hasta la gran víctima del ladrillo español: Martinsa -comprada por lotes por el Santander, BBVA y Caixa Galicia-, Colonial, Nózar, Hábitat, Astroc… Lo vieron venir los inversores profesionales -los que gestionan el patrimonio de los millonarios- que sacaron el dinero de la Bolsa a primeros de año en busca de refugio: renta fija, oro, seguros de vida de Luxemburgo, fondos colectivos, bolsas emergentes, edificios de saldo en Alemania y el Reino Unido…

En otoño, la Bolsa era ya pasto sólo de los inversores institucionales -grandes accionistas de empresas que no pueden deshacerse de sus participaciones fácilmente-, de los especuladores del día a día y, finalmente, de los menos pudientes, familias de bien que delegan la gestión de sus finanzas en sus sucursales bancarias de toda la vida y gente de confianza, hasta ahora.

En diciembre, el affair Madoff -el timo global de 50.000 millones de dólares, el mayor de la historia, que ha desvalijado a miles de grandes patrimonios de todo el mundo- ha puesto la puntilla al clima de desconfianza en el sistema financiero.

¿Imposible estar prevenido?

La estafa escándalo ha pillado de pleno a muchos millonarios y a los gestores de fondos y sicavs -fondos de inversión propiedad de grandes patrimonios- retirando sus dineros de circulación. Su reputación está por los suelos y los abogados de los ricos pidiéndoles responsabilidades.

Basta un ejemplo para entender la agilidad de quienes saben jugar al Monopoly. Alicia Koplowitz, quizá la inversora con más seguidores en España, había dado órdenes de venta de sus inversiones contaminadas por fondos gestionados por Madoff en su firma de inversión grupal Laredo días antes de que saltara el escándalo. Aún así, podría perder el rastro hasta de diez millones de euros.

Madoff ha pillado con las manos en la masa a cientos de ricos españoles agrupados en 224 entidades de inversión. En la Bolsa su retirada ha sido casi masiva. A primeros de año, Koplowitz se había desecho de sus posiciones más volátiles. No es la única, las sicavs de otros millonarios llevaban meses poniendo a buen recaudo -ladrillo y letras del tesoro- cientos de millones ante la que se veía venir.