El precio del maíz continuará elevándose este año en perjuicio de otros sectores económicos alimenticios, como consecuencia del interés de Estados Unidos en impulsar la producción de etanol. Según las estadísticas oficiales, en un año el bushel (unidad de medida para esta gramínea) se elevó desde 1,89 dólares hasta 3,53, después de permanecer buena parte […]
El precio del maíz continuará elevándose este año en perjuicio de otros sectores económicos alimenticios, como consecuencia del interés de Estados Unidos en impulsar la producción de etanol.
Según las estadísticas oficiales, en un año el bushel (unidad de medida para esta gramínea) se elevó desde 1,89 dólares hasta 3,53, después de permanecer buena parte del período entre 2,03 y 2,22 dólares, y en enero de 2007 rebasó los tres dólares en el mercado interno, según las estadísticas oficiales.
En una revisión del potencial de la cosecha del 2006-2007, el Departamento de Agricultura estadounidense, reveló recientemente la existencia de 267 millones 589 mil 535 toneladas del grano, un cinco por ciento menos que en la campaña anterior.
Junto a esto las estimaciones sobre el consumo de maíz por la industria del etanol en 2007 se espera alcance más de dos mil millones de bushels (una tonelada igual a 39.37 bushel) de la última recolección.
De otra parte, el aumento en el consumo interno de Estados Unidos y sus exportaciones aumentarán según cálculos del Gobierno, por lo que las reservas, al descender significarán un elemento adicional para la escalada de los precios.
Considerados estos datos, es de esperar nuevos aumentos por encima incluso de los cuatro dólares por bushel alcanzado en febrero último.
Desde luego que el etanol seguirá el mismo camino del maíz, lo que representa un aumento de precios y una segura influencia en el índice de inflación y los costos de varios sectores industriales.
En sus reflexiones sobre el tema del etanol, el presidente cubano, Fidel Castro, expresó recientemente que este colosal derroche de cereales para producir combustible, sin incluir las semillas oleaginosas, sólo serviría para ahorrarles a los países ricos menos del 15 por ciento del consumo anual de sus voraces automóviles ¿.
El artículo publicado recientemente en el periódico Granma, el jefe de estado cubano, pregunta ¿ Dónde y quiénes van a producir la soya, las semillas de girasol y colza, cuyos aceites esenciales esos mismos países ricos van a convertir en combustible ?
El encarecimiento del maíz en Estados Unidos será el primer síntoma del afán por convertir producciones agrícolas en bioetanol, aún suponiendo aumentos en la cosecha de la gramínea.
Reducciones de área en otros cultivos para dejar espacio al maíz sumará el aumento de los precios en otros cereales, en una cadena que se extendería, por ejemplo, al mercado de la soja y al de los piensos para la alimentación del ganado.
Las consecuencias de la expansión del etanol a partir del maíz se resumen en la elevación general del valor de otros productos agrícolas, en perjuicio del consumidor estadounidense y de los países importadores de alimentos.
Al comparar el destino del maíz en Estados Unidos en los últimos tres años, se observa un significativo incremento en la oferta a la industria, en especial a la del alcohol combustible, y la reducción en piensos, según el departamento de Agricultura.
Estas tendencias, unidas a las previsiones de menos producción mundial de cereales por los efectos del cambio climático presionarán sobre los precios de los alimentos en general, incluidas las carnes.
La solución para la economía estadounidense, tal como se aprecia en las intenciones del Gobierno con la campaña de establecer un vasto campo de abastecedores de etanol, estaría dirigida a reducir las tensiones con las cosechas de maíz.
Es decir, importar desde Brasil primero, y después de todos los países interesados en el desarrollo de la industria del etanol, cantidades suficientes del biocombustible para la satisfacción de sus necesidades estadounidenses de carburante.
De ese modo la presión sobre su cosecha de maíz se aflojaría, para restablecerse el equilibrio en los destinos internos hacia las industrias de bebidas, productos alimenticios manufacturados y piensos.
En resumen, que los países de la Latinoamérica y el Caribe, destinando áreas a la producción de plantas oleaginosas o a la caña de azúcar, resolverían los problemas originados en la economía interna de Estados Unidos por la mayor demanda de etanol.