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Manifiesto de las nuevas Brigadas Populares

Fuentes: Rebelión

Unidad abierta por una nueva mayoría política y social para el Brasil. Este es el eje estratégico que motiva y conduce la constitución de una organización de carácter nacional, popular y socialista a partir de las Brigadas Populares, Colectivo Autocrítica, Colectivo 21 de Junio (C21J) y del Movimiento Revolucionario Nacionalista – círculos bolivarianos (MORENA – […]

Unidad abierta por una nueva mayoría política y social para el Brasil. Este es el eje estratégico que motiva y conduce la constitución de una organización de carácter nacional, popular y socialista a partir de las Brigadas Populares, Colectivo Autocrítica, Colectivo 21 de Junio (C21J) y del Movimiento Revolucionario Nacionalista – círculos bolivarianos (MORENA – cb) en una única organización para contribuir con la edificación de una patria soberana y socialista. En su sentido amplio significa juntar de forma crítica e innovadora las tradiciones de lucha y experiencias históricas de larga duración de los sectores nacionalistas revolucionarios, comunistas y socialistas de la izquierda brasileña.

Las nuevas Brigadas Populares surgen para contribuir con la recomposición de una alternativa popular de enfrentamiento al capitalismo dependiente y asociado y al Estado capitalista vigente en el país.

Establecemos como fundamentos de las nuevas Brigadas Populares las siguientes bases teóricas y orientaciones estratégicas:

I) SOCIALISMO  

El socialismo es la propuesta de superación de la irracionalidad capitalista y sus desdoblamientos perversos sobre la condición de vida de la clase obrera y del futuro de la humanidad. Se presenta como la aspiración más elevada de las masas populares en su proceso de emancipación. El socialismo en Brasil, por lo tanto, no se confunde con modelos o reglas preestablecidas, con acuerdos teóricos abstractos, apartados y ajenos a las experiencias históricas de la clase obrera en cada país; sino que surge como producto de la extensión de la soberanía popular.  

Consecuencia de las aspiraciones de la mayoría en mediación con la realidad y con las posibilidades de cada tiempo histórico. La originalidad y singularidad necesarias a la emancipación social son requisitos fundamentales de toda revolución. Implica así, en la construcción creativa y realista de una nueva forma de poder. Rompiendo con doctrinarismos teóricos y subjetivismos analíticos que contaminan la comprensión y la acción política.

El Brasil Socialista será obra del pueblo brasileño en sintonía con el movimiento internacional de los trabajadores y trabajadoras. No será repetición o copia de experiencias de otras formaciones sociales y de otros tiempos, posee un registro propio en armonía con los contornos contemporáneos.

La Revolución brasileña es el encuentro de la cuestión social, nacional y democrática. Una vez que la conquista de la soberanía solamente será plena se imbricada al proceso de modificación del modelo actual de civilización, suministrando respuestas a las necesidades y aspiraciones populares. Tales transformaciones requieren la ampliación permanente de los mecanismos de intervención democrática, incorporando las mayorías sociales a la vida pública.

II) NACIONALISMO REVOLUCIONARIO  

El pueblo brasileño es una colectividad humana singular y abierta. Nuestra formación social y cultural siempre estuvo conectada a los movimientos y transformaciones globales con su identidad propia. No como la negación de otras nacionalidades, sino como una afirmación de lo que somos, y, sobre todo, de lo que podemos ser.  

Reivindicamos la Nación Brasileña y defendemos su sentido bajo la perspectiva revolucionaria. Estamos en oposición al nacionalismo burgués, que se utiliza de un discurso patriótico en favor de sus intereses económicos, reforzando la tradición oligárquica del actual arreglo de dominación; y al cuento liberal que afirma que el mercado es el mejor eje articulador de la sociedad, siendo que este desprecia cualquier iniciativa de autodeterminación de los pueblos.

Para nosotros, el país en su dimensión más profunda, es la afirmación de la soberanía popular y la autodeterminación. Corresponde a nosotros, el pueblo brasileño, la responsabilidad de construir nuestro destino de manera independiente, sin supervisión o la imposición de fuerzas extrañas a nuestras conveniencias.

La autodeterminación no es la negación del internacionalismo, sino el requisito para la realización de una real solidaridad y unión de los pueblos. El nacionalismo revolucionario no hace concesiones al chovinismo pequeño burgués, ni al internacionalismo abstracto; si coloca como herramienta de emancipación del pueblo.

III) POR UNA NUEVA MAYORÍA

Definimos como estrategia de la Revolución Brasileña la constitución de una Nueva Mayoría en nuestro país. Eso significa establecer un campo de fuerzas sociales capaces de iniciativa en la lucha política que busque por la hegemonía en todas las dimensiones de la vida social.

Nosotros, revolucionarios brasileños, tenemos como misión la constitución de un poder de disuasión propio y la rotura del cerco impuesto por las fuerzas conservadoras y liberales. Para ello, es necesario ampliar el diálogo con los demás sectores de izquierda y disputar programáticamente el campo popular, la intelectualidad y la juventud.

La política revolucionaria, con la que estamos comprometidos, debe ser receptiva en sus formulaciones, flexible en sus tácticas y coherente en sus objetivos; superando los modelos abstractos, subjetivistas y sectarios que proponen alternativas fuera del horizonte de las grandes mayorías. Nuestra política dialoga con el presente, presenta medidas concretas para el momento actual y abre camino para tareas futuras. Además, es fundamental que las grandes masas y los sectores avanzados de la sociedad tengan en nosotros una referencia teórica, política y práctica de naturaleza realista, sensata y convicta. Por lo tanto, nuestra ortodoxia reside en el método, expresando nuestra capacidad de, a través de la interacción con las masas, encontrar soluciones objetivas, contundentes y profundamente reales.

IV) UNIDAD ABIERTA Y LAS DOS TAREAS ESTRATÉGICAS     

La alternativa está en la unidad. Es urgente la superación de la fragmentación del campo popular y de izquierda en nuestro país, resultado de la crisis teórica, política y organizativa que se abatió bajo los revolucionarios en las últimas décadas. En esta perspectiva urge la recomposición de la perspectiva de unidad abierta, o sea, la convergencia constante y en diferentes niveles en torno a plataformas que acumulen fuerza rumbo al socialismo.

A los revolucionarios caben dos tareas estratégicas y simultáneas: la construcción de una organización política propia, portadora de una propuesta de superación del capitalismo y de un frente político amplio, de naturaleza antiimperialista, antilatifundiaria y antimonopolista que se articule en torno a un programa de liberación nacional.

La primera tarea estratégica objetiva recomponer la capacidad orgánica de los sectores revolucionarios de la izquierda brasileña, restableciendo su iniciativa en la dinámica de la lucha de clases y de la disputa por el poder en el ámbito nacional. Se hace necesario, sin embargo, producir la comprensión ininterrumpida de las diversas coligaciones socialistas nacionales, regionales y sectoriales, que por el aislamiento político o geográfico tiene su acción extremadamente limitada. Entendimiento este que apunte para la necesidad de un instrumento político de ámbito nacional y de naturaleza socialista, en que la constitución de las nuevas Brigadas Populares es una contribución en este camino.

La dirección revolucionaria es fundamentalmente política, producto de la constitución de un pensamiento capaz de convertirse en la referencia y alternativa de superación a las limitaciones de la orden vigente. Siendo así, están superadas las nociones vanguardistas de actuación, productos del subjetivismo y del voluntarismo teórico y práctico. La vanguardia necesaria no es aquella que se aleja del conjunto social por medio de propuestas que solo tienen sentido a los «iluminados» y arrogantes «dueños de la verdad»; de otro modo, es aquella que trabaja de manera más eficaz las posibilidades y contradicciones del momento presente, disputando la preferencia y la referencia de las masas y reafirmando su autoridad política delante de las demás organizaciones.

En lo tocante a segunda tarea estratégica, la constitución del Frente Político es expresión de una unidad en otro nivel programático, en el ámbito de un programa mínimo y de materialización inmediata. No se debe confundir, sin embargo, con coligaciones coyunturales o electorales, y sí con la constitución de un campo de fuerzas capaz de expresarse como una Nueva Mayoría política. Este es el espacio de las organizaciones revolucionarias en unidad con sectores que se han puesto de común acuerdo con una plataforma de liberación nacional.

Unidad, sin embargo, no se confunde con identidad. Es esencialmente una relación entre diferentes. La madurez política asociada es una lectura realista de la situación actual de la lucha de clases fecunda y motiva las posibilidades de congregación de distintas tradiciones políticas en un único campo de fuerzas, amplio en su diversidad y unido en sus objetivos principales.

Por lo tanto, la unidad es un requisito de la revolución brasileña, el camino por el cual la organización revolucionaria se afirmará como hegemonía y como parte de una Nueva Mayoría política. Unidad en ampliación constante, sin aislamientos programáticos o «esencialismos» de ningún tipo.  

V) MILITANTE, POPULAR Y DE MASAS    

Entendemos que la forma de organización debe siempre atender a las necesidades de lucha de clases. No confundiéndose con principios, debe ser constantemente evaluada y actualizada con el objetivo de mejor responder las demandas de cada contexto histórico y político.

La flexibilidad de la organización revolucionaria en sus métodos de funcionamiento está fundamentada en el carácter histórico y dinámico que asumen las formaciones sociales y sus desdoblamientos sobre la vida cotidiana y las formas de manifestación del poder del Bloque Dominante. Por lo tanto, la primera pretensión de los revolucionarios no es crear la organización perfecta, pero la organización necesaria para determinado contexto.

Para ello, establecemos como directrices de la forma organizativa de los revolucionarios para el momento actual su carácter militante, popular y de masas. Nuestro objetivo es formar una militancia revolucionaria caracterizada por su disciplina consciente, compromiso, capacidad de iniciativa y comprensión del análisis materialista, dialéctica e histórica de la realidad. Sin embargo, estas características son metas constantes del programa de formación de la organización y no requisitos para la incorporación de miembros. La actividad orgánica posee también su dimensión pedagógica que debe ser orientada por la inclusión de todos aquellos que están de acuerdo con la disciplina interna y con la plataforma política.

El carácter de masas de la organización revolucionaria es la calidad necesaria para actuar de manera eficaz en el actual momento histórico. Las condiciones de complejidad de la disputa política, asociadas a la exigencia de una actuación amplia en diversos sectores y dimensiones de la vida social conducen los revolucionarios a asumir una organicidad masiva, no necesariamente compuesta por cuadros, pero por militantes de diferentes niveles de compromiso y conciencia, que dentro de las limitaciones y contradicciones existentes contribuyen para el acúmulo de fuerzas en la disputa de hegemonía.

El carácter popular de la organización transcurre del análisis del sujeto de la revolución brasileña. Un sujeto en construcción, síntesis de dos condiciones específicas: las condiciones de trabajador y de pueblo. Nuestra línea de masas parte de la percepción de que no es posible separar la clase obrera de su condición de pueblo en la disputa política. La diferencia entre clase y pueblo se da en una dimensión analítica específica, dentro de un ejercicio de abstracción que privilegia las categorías teóricas e informa la composición y la organización de la sociedad capitalista en general. Sin embargo, en los niveles más concretos de análisis, considerando las formaciones sociales, el pueblo y la clase están imbricados e importan para la construcción de la estrategia revolucionaria, siendo un error político separar el trabajador de su condición de pueblo. El sujeto de la revolución brasileña está en las fábricas, en el campo, en las periferias de los grandes centros, en los presidios y calles. Tomarlo en toda su complejidad es una necesidad irrenunciable de aquellos que buscan establecerse cómo alternativa a la dominación capitalista.

Nuestro estilo de trabajo, por lo tanto, asume la referencia en la dimensión política por la soberanía nacional y por la superación del capitalismo. Sin embargo, no descuida de las condiciones de vida de las masas, de la situación cotidiana de la reproducción de la existencia del pueblo trabajador. La interacción entre luchas económicas y políticas es parte del método de acúmulo de fuerza de los revolucionarios, comprendiendo el registro específico de cada dimensión de la disputa, sin confundirse con el «economicismo» y el «vanguardismo».

Nuestra forma de inserción política tiene como principio, el no proveimiento de los movimientos sociales, estudiantiles, sindicales, etc. Comprendemos que esta práctica efectuada por organizaciones de intenciones revolucionarias ha generado un ciclo vicioso que envuelve la degeneración de los movimientos y la extinción de cualquier posibilidad revolucionaria por parte de estas organizaciones. ¡Lucharemos por la radicalización de la democracia! Este reto se centra en la superación de la lógica liberal que ha prevalecido en los movimientos a través de la reorganización de estos en una forma en que el dinero no esté en el centro de la lucha política y en que haya la reducción drástica de la diferencia entre representantes y representados. Construir una democracia más avanzada presupone una nueva pedagogía política que tenga como punto de partida las necesidades de la mayoría y que garantice el espacio de esta pro ejercicio de su protagonismo político.

VI – CONCLUSIÓN

La Revolución Brasileña no se trata de la disensión colectiva entre trabajadores y patrones. Es la constitución de una mayoría política en la cual los trabajadores se establecen como fuerza dirigente. O sea, la espina dorsal de un nuevo bloque hegemónico. En este sentido, es un proceso que enfrenta el problema de la alteración del régimen político en favor de una democracia real y acumula fuerzas para la superación del patrón «civilizatorio» del capital, rumbo al socialismo.

Enfatizamos el carácter procesal de la transformación revolucionaria, distanciándonos de las visiones de la toma del poder mediante la insurrección, en el sentido restricto. La revolución no es un acto, un golpe, una caída de gobierno, otro conjunto de eventos históricos que reorganizan la sociedad en favor de la clase trabajadora, elevando su estatuto, construyendo una nueva visión de mundo y la forma de producción de la existencia de una determinada colectividad humana.

São Paulo, 18 de setiembre de 2011