Traducción de Mar Rodríguez
1. La teoría dominante se encuentra en crisis
En la actualidad, después de años de atrofia, está haciéndose oír un nuevo espíritu, y a la ciencia económica le toca mostrar una respuesta a la altura. La crisis global que está teniendo lugar marca un punto de inflexión de capital importancia. Como han señalado ya gran número de personas, en la crisis actual están cayendo las teorías económicas dominantes y el fundamentalismo de laissez-faire (dejar hacer) que extraía su legitimidad y vitalidad de ellas; teorías que no habían comprendido la fragilidad del sistema de acumulación sin control. Estas teorías desempeñaron su función en la construcción del sistema, promoviendo la transición a una economía dominada por las finanzas, a la liberación de los mercados financieros, a la reducción de la defensa y el control de la mano de obra, con un drástico empeoramiento en la distribución de los ingresos y el agravamiento de los problemas de la demanda. Así, también desempeñaron su parte en la venida del estado de crisis y ahora es necesario restaurar la economía a los cimientos éticos que subyacían el pensamiento de los economistas clásicos.
2. Necesidad urgente de una nueva serie de debates en el debate económico
Es necesario volver a abrir de forma urgente el debate sobre los cimientos de los diversos enfoques teóricos en el campo de la economía. Es hora de abandonar la idea de que existe únicamente una verdad sin alternativa alguna en las ciencias económicas, independientemente de su conveniencia como justificación para los economistas y los comentaristas económicos mayoritarios. Realmente es hora de dejar algo de espacio a las teorías alternativas (keynesianas, clásicas, institucionalistas, evolucionistas e históricas), con la amplia diversidad de sus variantes, tanto en la enseñanza como en la investigación. Debemos adaptar nuestras herramientas al momento en que vivimos e incluir el análisis de género en nuestros estudios. También debemos prestar la atención que se merece cada nueva idea en el campo de la economía, en nombre de la libertad y del libre intercambio. Debemos oponernos con vigor a las concentraciones de poder (en las universidades, los centros de investigación nacionales e internacionales, las instituciones económicas nacionales e internacionales y los medios de comunicación) como las que han derivado en el reciente clima de aceptación sin cuestionamiento del neofundamentalismo del laissez-faire.
3. La economía al servicio de las personas
Las ciencias económicas deben concebirse en el sentido amplio del término, sin definiciones unilaterales ni prohibiciones contra el intercambio con las demás ciencias sociales. El objetivo de la investigación debe ser la comprensión de las realidades sociales que nos rodean, como condición previa para escoger las políticas que pretenden mejorar la calidad general de vida y estar a favor del bien común.
4. Un método que ya no sea un fin en sí mismo.
Con este fin, deben utilizarse las técnicas de que se dispone, desde los análisis historiográficos a econométricos, desde el análisis de las instituciones a la elaboración de modelos matemáticos, sin prohibición de ninguna técnica pero, al mismo tiempo, sin que el refinamiento de la técnica analítica se convierta en un objetivo autorreferenciado, una fuente de conformismo y de pala niveladora de la educación de las jóvenes generaciones de economistas. Con este fin, debe fomentarse la confrontación crítica entre estos diversos enfoques y análisis.
5. Un nuevo orden del día
Se sugieren cinco temas que creemos de especial importancia en la etapa en la que nos encontramos y que merecen la promoción de estudios y proyectos:
a. Mercado, estado y sociedad. Tras décadas de observación de cómo el mercado y su supuesta «mano invisible» invadían en gran medida diversas áreas de acción pública y relaciones sociales, es hora de contemplar nuevas maneras de integrar el mercado, el estado y la sociedad, prestando la atención debida a los problemas de democracia, justicia y ética, y en términos de sostenibilidad medioambiental en el desarrollo.
b. Globalización del rostro humano. Después de la globalización de los mercados, sin regular e impulsados por las finanzas, es hora de mirar hacia una integración internacional de los pueblos que tenga un gobierno democrático, que impulse los flujos de conocimiento y experiencia y, además, de personas, junto con los flujos de bienes, y promueva la cooperación social en lugar de la competencia mundial sin piedad.
c. Un nuevo humanismo del trabajo. Se necesita un nuevo modo de pensar sobre la función del trabajo en las sociedades modernas, como fuente de ingresos decentes o aceptables para todos, de conocimiento y de relaciones sociales, y como medio de desarrollo social y emancipación civil de los ciudadanos.
d. Reducción de la desigualdad. Las diferencias en ingresos y poder entre países y, dentro de éstos, entre los grupos sociales y las personas, han aumentado hasta un punto inaceptable y, por lo tanto, resulta necesario elaborar un modelo organizativo de relaciones diseñado de forma eficaz para reducir las desigualdades a nivel social y territorial, entre hombres y mujeres, y entre las diversas personas. También es esto una condición esencial para una salida creíble de la crisis, que clama por una revitalización del consumo colectivo e individual así como por inversiones públicas y por la estimulación de demanda nueva por parte de países y grupos que habían permanecido hasta el momento en las fronteras del desarrollo y del bienestar social. Sin tales cambios, existe un verdadero riesgo de restauración del régimen neo-laissez-faire de acumulación basado en la especulación financiera, abriendo con ello el camino para crisis posteriores incluso más graves que la actual.
e. Un mayor equilibrio en el desarrollo. Necesitamos avanzar desde un crecimiento ilimitado cuantitativo hacia un desarrollo más equilibrado basado en la calidad. Debe prestarse atención a la elaboración de índices alternativos al producto nacional bruto, que puede resultar equívoco, puesto que no representa el rango completo de actividades económicas, el coste en cuanto al medio ambiente y el bienestar real de las personas.
Associazione Paolo Sylos Labini: