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Manuel Garrido, una necrológica y dos observaciones

Fuentes: Rebelión

Ninguna actitud corvina sería justa ni admisible. Escribo días después del fallecimiento del profesor, lógico y filósofo Manuel Garrido. Lejos de mi cualquier desconsideración de una obra de la que todos y todas hemos aprendido.   Ignacio Sánchez-Cuenca [ISC], profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid, publicó una necrológica sobre el […]

Ninguna actitud corvina sería justa ni admisible. Escribo días después del fallecimiento del profesor, lógico y filósofo Manuel Garrido. Lejos de mi cualquier desconsideración de una obra de la que todos y todas hemos aprendido.

 

Ignacio Sánchez-Cuenca [ISC], profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid, publicó una necrológica sobre el autor de Lógica simbólica el pasado 23 de febrero de 2015. Sin entrar en otros detalles, dos observaciones sobre su nota.

La primera. Escribe ISC: «Garrido fue el principal introductor en España de la lógica matemática y la filosofía analítica. Son innumerables los jóvenes que se han iniciado en el estudio de la lógica gracias a alguna de las múltiples ediciones de su manual Lógica simbólica (Tecnos). Practicó siempre una filosofía académica de gran rigor intelectual, alejada de la voluntad de estilo, la frase brillante y el originalismo a ultranza».

Sin negar ningún valor a su manual ni a su enseñanza analítica, Manuel Garrido fue, con toda seguridad, uno de los principales introductores en España de la lógica matemática y de la filosofía analítica, no estrictamente el principal. Muchos aprendimos lógica con otros manuales y leímos los primeros textos de filosofía analítica, firmados por W. O. Quine, traducidos por otro de estos grandes introductores, autor también de otro de los manuales de lógica matemática (de hecho, de dos de ellos [1]), editado unos seis años del libro del profesor Garrido. Estoy hablando de Introducción a la lógica y al análisis formal, publicado en la editorial Ariel en 1964.

La segunda observación. «Su actuación universitaria», escribe el profesor ISC, «siempre estuvo rodeada de controversia, entre otras razones porque muchos nunca le perdonaron que en 1962 ganara la cátedra frente a Manuel Sacristán, a pesar de que posteriormente, durante toda la fase final del franquismo, Garrido tuviera una trayectoria académica sobresaliente.» No sé si siempre estuvo rodeada de controversia la que ISC llama «actuación universitaria del profesor Garrido», tiendo a pesar más bien que no fue así siempre y que, además, no se trató de ninguna actuación, pero, sea como fuere, eso de que «muchos nunca le perdonaron que en 1962 ganara la cátedra frente a Manuel Sacristán» no es, en absoluto, una forma ajustada de decir y nadie que yo recuerde discutió la trayectoria académica posterior del excelente conocedor de la filosofía analítica, que entonces, en 1962, en el momento de la oposición a la cátedra, no tenía un currículo destacado ni en ese campo ni en el ámbito de la lógica..

Estas oposiciones a la cátedra de lógica de la Universidad de Valencia celebradas en Madrid fueron, como es sabido, un verdadero atropello contra la equidad y contra el saber y las tareas realizadas durante la oposición por parte de Manuel Sacristán. Salvo error por mi parte, el propio profesor Garrido llegó a reconocerlo posteriormente.

Más allá de las páginas que Gregorio Morán dedicada a la oposición en cuestión (véase su El cura y los mandarines, Akal, Madrid, 2014), José Luis Moreno Pestaña ha escrito informadas y excelentes páginas sobre todo ello (La norma de la filosofía. La configuración del patrón filosófico español tras la Guerra Civil, Madrid, Biblioteca Nueva, 2013) al igual que Christian Martín Rubio en un trabajo imprescindible que merece un mayor reconocimiento: «Mientras la esperanza espera. Materiales en torno a la oposición a la cátedra de lógica de la Universidad de Valencia en 1962» [2].

Dicho sea lo anterior, sin ninguna desconsideración a la obra y al legado del profesor Manuel Garrido quien, posteriormente, tras la obtener la cátedra de lógica en Valencia, ofreció a Sacristán un puesto de profesor ayudante en su cátedra. El autor de Las ideas gnoseológicas de Heidegger y de Panfletos y materiales tuvo menos suerte, su resistencia antifranquista no fue silenciosa. Fue expulsado de la Universidad barcelonesa en 1965: el rector fascista, García Valdecasas, no podía soportar que un «lógico colorao» enseñara lógica y metodología en las aulas de la Universidad franquista como había venido haciendo el que sería traductor de El Capital desde 1956, tras regresar a España y afiliarse al Partido Comunista de España y al PSUC después de sus estudios de postgrado del Instituto de lógica y Fundamentos de la Ciencia de la Universidad de Münster.

Notas:

[1] Su hija Vera Sacristán Adinolfi, publicó en 1995 Lógica elemental, Barcelona, Vicens Vives, con prólogo de Jesús Mosterín, un encargo de la Editorial Labor de 1965 que no publicó finalmente, probablemente por presiones de Carlos Robles Piquer, cuñado de Manuel Fraga, posterior eurodiputado en las filas del PP. A Sacristán, ni agua, parece que señaló.

[2] En Salvador López Arnal, A. Domingo Curto y otros, Donde no habita el olvido. En el 40 aniversario de la publicación de Introducción a la lógica y al análisis formal, Montesinos, Barcelona, 2005, pp. 257-286). Véanse igualmente los excelente trabajos de Luis Vega Reñón y Paula Olmos incluidos en el volumen. De igual modo, las declaraciones de Martín Rubio para los documental de Xavier Juncosa, Integral Sacristán, Barcelona, El Viejo Topo, 2006.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes