La trágica muerte de Eduardo Campos, en medio del comienzo de la campaña presidencial en Brasil, fue sin lugar a dudas la noticia que sacudió el tablero de la elección, a menos de dos meses de la contienda electoral. La confirmación de la candidatura presidencial de Marina Silva por el Partido Socialista de Brasil (PSB), […]
La trágica muerte de Eduardo Campos, en medio del comienzo de la campaña presidencial en Brasil, fue sin lugar a dudas la noticia que sacudió el tablero de la elección, a menos de dos meses de la contienda electoral. La confirmación de la candidatura presidencial de Marina Silva por el Partido Socialista de Brasil (PSB), y el crecimiento exponencial en la proyección de votos de la ex aliada de Lula y Dilma en las encuestas, son un dato novedoso que modifica las proyecciones previas. ¿Cómo cambia la campaña electoral a partir de la muerte de Campos? ¿Cómo ha reaccionado el PT frente a este nuevo momento? ¿Cuáles son las propuestas de Silva? ¿Qué papel jugará Lula en la campaña?
Los primeros sondeos de opinión de la encuestadora Datafolha tras la muerte de Campos -aún antes de la confirmación de la candidatura de Marina Silva- ya eran contundentes: la ex candidata verde se proyectaba en un empate técnico con Aecio Neves -PSDB- por el ingreso al ballotage, superando 21% a 20% al candidato «tucano». Así, en una proyección para una hipotética segunda vuelta, la misma encuestadora daba un nuevo empate técnico, esta vez con la presidenta Dilma Rosseuff, quien buscará la reelección por el gobernante Partido de los Trabajadores (PT).
Un primer dato es especialmente significativo: la trágica muerte de Campos alteró sustancialmente el tablero político a sólo dos meses de las elecciones. Con la confirmación de la candidatura de Silva -quien en 2010 sacó nada menos que 20 millones de votos- en reemplazo del ex gobernador de Pernambuco estas cifras podrían asentarse. Ese es el principal temor de Aecio Neves y la cúpula del PSDB, que visualiza en Marina una potente candidata, quien además cuenta con un fuerte apoyo empresarial para intentar correr al PT de su posible cuarto mandato consecutivo.
¿No tan distintos? Las propuestas económicas de Marina y Aecio
Ahora bien, ¿cuál es el proyecto económico que pretende impulsar Silva, y en qué puntos se contrapone con el modelo impulsado durante los gobiernos de Lula y Dilma? Este es el punto más interesante para esclarecer que hay en juego en la elección: según el economista Eduardo Gianneti da Fonseca, uno de los principales asesores de Marina desde su candidatura presidencial en 2010, la plataforma económica de la ex ministra de Lula es muy similar a la del candidato Aecio Neves.
De acuerdo a Gianetti, el paquete de medidas que se deberían impulsar en la economía brasilera constaría de poner fin a los controles de precios fijados por el gobierno en determinados productos, establecer una «libre flotación cambiaria» sin la intervención del Banco Central, y avanzar en los denominados «agronegocios». Como se ve, toda una política económica de corte ortodoxo, cuyos alcances son largamente conocidos en América Latina. Si bien los primeros elementos llaman la atención por la filiación política previa de Silva, fue la ex candidata verde quien abandonó el gobierno del PT con duras críticas a las supuestas «concesiones» de Lula a las industrias agrícolas y forestales en el Brasil. Por tanto, su repentino cambio en este aspecto es el que más ha llamado la atención a la opinión pública del país: ha pasado de la crítica a la deforestación al pragmatismo económico en el tema -en base a su alta rentabilidad- con sólo una campaña presidencial de por medio.
No sólo eso, su candidato a vicepresidente será nada menos que Luiz Roberto de Albuquerque -«Beto»-, cuyas dos últimas campañas como diputado federal fueron financiadas principalmente por Klabin y Semientes Roos, empresas ligadas al agronegocio, tal como difundió recientemente el periódico Folha de Sao Paulo. Por ende, la no reciente conexión de Albuquerque con dichas industrias demuestra el pragmatismo al cual se ha encomendado Silva, posiblemente envalentonada con las proyecciones electorales que le vaticinan un posible lugar en la segunda vuelta.
El factor Lula
Hay un elemento no menor que ya se puede ver en la campaña que ha lanzado Dilma Rosseuff: un aumento notable en la participación del ex presidente Lula da Silva, como búsqueda de garantizar la continuidad del proyecto político por el emprendido en 2002. Se sabe: Lula da Silva es, por lejos, la figura política con mejor imagen en el país, habiendo abandonado la presidencia en 2010 con una aceptación de 7 de cada 10 brasileros por su gestión. Si bien durante el primer período de gobierno de Rousseuff prefirió una baja exposición pública, concentrándose a su vez en su instituto de investigaciones sociales y políticas -Instituto Lula-, con el cual ha incidido en debates sobre la integración regional, recientemente el PT ha optado por reflotar la participación de Lula en el debate público.
¿Cuál es el objetivo? Que Lula participe en los spots gratuitos, que comenzaron hace pocos días atrás, y a su vez que pueda hacer actos de campaña en el interior del país en apoyo a Rousseuff. «Su disposición para la campaña es total», dijo recientemente Rui Falcao, presidente nacional del PT, admitiendo que harán uso de su carta más fuerte para mantener a Dilma en el Palacio de Planalto. A estas horas, se habla hasta de la posibilidad de que Lula ocupe un lugar más específico en un hipotético próximo periodo de gobierno, a fin de planificar una posible vuelta a Brasilia en 2018. Sin embargo, antes que atender a esos rumores, Rousseuff, Falcao, y el propio Lula deberán cargarse la campaña al hombro, a fin de evitar que Marina Silva siga creciendo en las encuestas y force un ballotage que, inevitablemente, va a polarizar al país entre dos proyectos diferentes.
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