La situación en Iraq parece empeorar como consecuencia de la operación Martillazo Relámpago, lanzada este mes por Estados Unidos al norte de la capital. Una fuerza de 16.000 soldados estadounidenses y también iraquíes dieron inicio el día 13 a esta operación, que tiene como blanco a «insurgentes que huyeron ante la campaña en la ciudad […]
Una fuerza de 16.000 soldados estadounidenses y también iraquíes dieron inicio el día 13 a esta operación, que tiene como blanco a «insurgentes que huyeron ante la campaña en la ciudad rebelde de Baquba», objetivo de una ofensiva lanzada el 18 de junio.
Martillazo Relámpago es parte de una operación de mayor envergadura, Ataque Fantasma, que se propone desbaratar a grupos de la organización terrorista Al Qaeda en Iraq y de insurgentes de la rama chiita del Islam, mayoritaria en este país.
Ambas operaciones incluyen un uso intensivo del poder aéreo. Muchos civiles se refieren con resentimiento a estas acciones militares y al lenguaje utilizado por Estados Unidos para describirlas.
«No es la primera vez que escuchamos hermosas palabras sobre los ataques y que nos aseguren que su objetivo es garantizar nuestra seguridad y prosperidad», dijo a IPS un maestro de Baquba, Kassim Hussein, de 50 años.
«Pero cada vez hay más muertos, bloqueos y pobreza. Es una guerra que nosotros no tuvimos que pelear, pero somos los grandes perdedores cada vez que es reavivada por Estados Unidos», agregó.
Según la información publicada en el sitio oficial de Internet de la fuerza multinacional en Iraq, la operación Ataque Fantasma consiste en acciones simultáneas de persecución de miembros remanentes de Al Qaeda y «elementos extremistas apoyados por Irán», es decir, chiitas.
La ofensiva, agrega el comunicado oficial, «ha liberado a grandes segmentos de la población» de la presencia de Al Qaeda, red en la que predomina la presencia sunita (la otra rama del Islam), y está «mejorando de manera apreciable la vida del pueblo iraquí».
Muchos habitantes, sin embargo, recuerdan que anteriores ofensivas en Faluya (60 kilómetros al oeste de Bagdad), Haditha (240 kilómetros al noroeste), Al-Qa’im (400 kilómetros al noroeste), entre otras, prácticamente destruyeron esas ciudades en su intento de combatir el terrorismo.
«Ya no tengo dónde vivir como consecuencia de esta otra operación fantasma en mi ciudad», dijo a IPS un ex empleado del gobierno que vivía en Faluya. «Ahora debo compartir con mi hermano una pequeña casa aquí en Bagdad. Decenas de miles están en la misma situación. Esto es lo que los fantasmas y la furia estadounidense han hecho por nosotros.»
Según un informe del día 19 sobre las misiones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, un bombardero B-1 destruyó tres edificios en Bagdad y un caza F-16 disparó sus ametralladoras y cohetes guiadas también sobre la capital y 40 kilómetros al sur, en Iskandariyah. Un total de 68 misiones de apoyo aéreo se realizaron ese día.
«La muerte camina junto a los militares», dijo a IPS un ex general del ejército iraquí, Mustafa Hashim. «No existen las operaciones ‘limpias’ y, por lo tanto, es previsible que más civiles mueran, resulten heridos o sean expulsados de sus casas.»
Más de un millón de iraquíes perdieron la vida como consecuencia directa de la invasión del país encabezada por Estados Unidos, según la organización independiente Política Exterior Justa, con sede en Washington.
Esta institución postula reformar la política de Washington para que «sirva los intereses y refleje los valores de la gran mayoría de los estadounidenses».
La cifra citada por Política Exterior Justa se basa sobre la extrapolación de datos publicados por la revista médica británica The Lancet el 11 de octubre de 2006.
«El método del ejército estadounidense cuando ataca una ciudad es emplear un fuego intensivo, sin tomar en cuenta la posible presencia de civiles en el área tomada como blanco», señaló Hashim.
«De hecho, dispararán, incluso, cuando existe la certeza de que hay civiles presentes. Su cultura es la de obtener la victoria a cualquier costo», agregó.
Los iraquíes ponen en duda las declaraciones de las fuerzas de Estados Unidos sobre los éxitos alcanzados en sus últimas operaciones.
«Todo eso tiene que ver con los medios, la política, las elecciones y los conflictos dentro del Congreso legislativo en Washington», dijo a IPS Waleed al-Ubaydi, analista político de la Universidad de Bagdad.
«Ellos saben de antemano que sus ofensivas no van a conseguir mucho, pero tienen que mostrarle a su gente y al mundo que están activos en el terreno», agregó.
«Al Qaeda y otros grupos pusieron sus células ‘a dormir’ por el momento y buscan tomar al ejército estadounidense por sorpresa aquí y allá. Esta es una historia de nunca acabar, salvo que se ocurra un milagro, en tiempos en que los milagros no suceden», dijo al-Ubaydi.
Muchos iraquíes opinan que las fuerzas de ocupación deberían ocuparse de paliar la pésima situación de los civiles.
La responsabilidad de las fuerzas de ocupación es garantizar condiciones de vida digna, en lugar de librar en suelo iraquí y a expensas de sus habitantes la guerra del presidente estadounidense George W. Bush, agregan.
«Bush no tiene nada que perder aquí, excepto su reputación, la cual ya ha perdido de todas formas», señaló a IPS un abogado desempleado de Bagdad, Hamdan Salih.
El gobierno estadounidense «obliga a los iraquíes a combatir entre ellos mientras ataca nuestra ciudades en búsqueda de sus enemigos, que en la mayoría de los casos son nuestros hijos y hermanos», agregó.
Bush, concluyó Salih, «está sacrificando a los peones iraquíes en beneficio del rey petróleo».