Tres economistas del Sur de Europa viviendo en los Países Bajos escriben sobre las consecuencias de la austeridad y la especulación de la deuda en sus países, advirtiendo como la crisis se expanderá al Norte de Europa. João Romão (Portugal), Sol Trumbo Vila (España), Dimitris Pavlopoulos (Grecia)
Somos testigos de una crisis aparentemente infinita. Lo que empezó hace tres años en el mercado de hipotecas subprime en Estados Unidos se ha extendido hasta tal punto que la unidad de Europa como entidad económica y política está en entredicho. Incluso la continuidad de la Eurozona y la existencia del Euro como moneda común está en juego. La deuda de los países se ha convertido en el tema económico más caliente, ensombreciendo anteriores temas estrella como el precio del petróleo.
Actualmente los medios intensifican la urgencia de tomar importantes decisiones dentro de la Eurozona. Los Eurobonos y el rol del Banco Central Europeo están en discusión. Los políticos europeos están pidiendo ayuda al FMI para que apoye el Fondo Europeo de Estabilidad (EFSF por sus siglas en inglés), el cual en si mismo no es más que una enorme cantidad de dinero con la única finalidad de asegurar el pago de la insostenible deuda soberana de algunos países Europeos. Toda la atención de la UE se centra en la capacidad de los países de Sur de Europa para pagar sus obligaciones con los acreedores internacionales. Se presenta la crisis de la deuda soberana como resultado de una mala gestión de las cuentas públicas, corrupción, baja productividad, el excesivamente grande sector público y el extremadamente generoso estado de bienestar de los países Sur Europeos. Los medios afirman repetidamente que los Sur Europeos deben aplicar duras medidas de austeridad porque están viviendo por encima de sus posibilidades. Afirman que: «la fiesta se ha acabado», tienen que seguir las demandas de los gobiernos del Norte de Europa, el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea para poder recibir su «ayuda» en forma de nuevos préstamos que les permitirán refinanciar su deuda.
Pero, ¿es cierto que los Sur Europeos están viviendo por encima de sus posibilidades? ¿Disfrutan de mejores beneficios sociales que sus vecinos del norte? Un simple vistazo a las estadísticas oficiales de la OCDE revela que en 2010 los Griegos trabajaron de media 2109 horas al año, los Portugueses 1714 horas y los Españoles 1663, mientras que los Alemanes 1419 y los Holandeses 1377 horas. Los varones griegos se retiran de media a la edad de 61.9 años, los españoles a los 61.4 y los Portugueses a los 63.5, mientras que los holandeses a los 62.1. El gasto social como porcentaje del PIB es del 25% en Grecia, 23% en Portugal y 21% en España, mientras que la media de la UE-15 es el 27%. Estos datos muestran una imagen muy diferente de la que se afirma en los medios. Demuestra que el problema de las economías de los países Sur Europeos no es un sistema de bienestar demasiado generoso. Al contrario, es posible que el débil e incompleto sistema de bienestar de las economías de los países Sur Europeos sea una de las razones de su actual estancamiento económico.
Mirando las consecuencias de la aplicación de medidas de austeridad en dichos países podemos evaluar si estas medidas ha contribuido a superar la actual crisis. La primera medida que fue aplicada por los gobiernos fue la inyección de cientos de miles de millones de Euros en sus bancos domésticos. El siguiente paso del gobierno Griego y más tarde del gobierno Portugués y Español fue la aplicación del tradicional paquete de austeridad diseñado por el FMI, apoyado por el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.
En los países del Sur de Europa, decenas de miles de funcionarios públicos están siendo despedidos y los que permanecen en sus puestos ven como sus salarios son severamente recortados. Beneficios y programas sociales incluyendo pensiones son abolidos o también recortados. En grandes empresas públicas clave como distribución de agua, sanidad y educación públicas ya han comenzado grandes privatizaciones de precios muy por debajo de lo que sería reconocido como «precios de mercado». Todas estas medidas se aplican en países con un ya muy bajo nivel de gasto público comparado con sus contrapartes del Norte de Europa. Impuestos indirectos al consumo incluyendo energía y alimentos se han incrementado dramáticamente sin ningún tipo de progresividad en relación a los ingresos.
Estás políticas a las que se les ha dado eufemísticamente el nombre de «ajuste» o «austeridad» no son sólo injustas porque afectan los miembros más débiles de la sociedad que no han tenido ninguna implicación en la creación del actual desastre económico; estas medidas son simplemente incapaces de mitigar los efectos de la crisis. Durante una recesión económica, cuando la actividad económica y el consumo son bajos, el gobierno en vez de aumentar, reduce los gastos e inversiones públicas. Esto crea una espiral de efectos negativos en el crecimiento económico. Estos resultados ya son visibles: como consecuencia de estas políticas el PIB en Portugal disminuirá en un 3% en 2011 mientras que el desempleo está alcanzando el 14%. La contracción del PIB en Grecia fue del 3.5% en 2010 y se espera que sea de al menos el 5.5% en 2011. En 2010 el PIB en España disminuyó en un 0.2%, aunque se espera que crezca un 0.7% en 2011 este incremento es claramente insuficiente para reducir el desempleo que alcanzará el 23%, el más alto de toda la UE. Además, el nuevo gobierno elegido en las últimas elecciones españolas ya ha prometido que aplicará las medidas de austeridad más Draconianas, la situación sólo empeorará tal y como los casos de Grecia y Portugal han demostrado.
Por si no fuera suficiente que estás medidas de austeridad son injustas e inefectivas, estas han sido siempre aplicadas en contra de la voluntad de la población. Ha habido un mensaje constante por parte de los políticos: «Tenemos que calmar a los mercados», demostrando que todas las medidas económicas están diseñadas para satisfacer no las necesidades de la población, sino las necesidades de los mercados e inversores internacionales y especialmente aquellos que han invertidos en deuda Griega, Portuguesa y Española.
Estas medidas de austeridad están concentrando todavía más la riqueza entre ese extremadamente rico 1% que se beneficia de las operaciones financieras especulativas y las privatizaciones. Por otro lado las medidas de austeridad están creando pobreza y miseria en el Sur de Europa y es solo cuestión de tiempo hasta que la población de los países Norte Europeos experimente las mismas consecuencias. Las crecientes inequidades en la sociedad holandesa (el coeficiente de Gini calculado por el Eurostat muestra un incremento del 26 en 1999 al 27,2 en 2009) así como el nivel de desempleo y el empleo precario entre los jóvenes holandeses son muestras claras de esta tendencia: el desempleo de la población por debajo de los 25 se incrementó del 5% en 2001 al 83.7% en 2010 de acuerdo al Eurostat (este es el nivel más bajo de la UE pero todavía representa un incremento muy relevante); por otro lado, trabajadores a tiempo parcial eran el 42,2% del total en 2001 y ahora en 2010 el 48,9% (de lejos, el nivel más alto de la UE) , trabajadores con contratos temporales pasaron del 14,3% en 2001 a 18,5% en 2010 (en la UE sólo Polonia con 27,3% y Portugal con 23% tienen valores más altos). El empleo precario afecta especialmente a la población joven, la cual está extremadamente expuesta a las consecuencias negativas de una posible recesión económica.
Además, los hogares holandeses son los más endeudados de la Eurozona. Su deuda se eleva a más del 240% de sus ingresos disponibles mientras que en Portugal es el 128,6% y la media de la Eurozona «sólo» el 98,5%. Esto demuestra la débil situación de los aparentemente ricos hogares holandeses y como un aumento en el desempleo o en los tipos de interés puede rápidamente hacer descarrilar la economía. Los incipientes efectos de la crisis en los Países Bajos son sólo el principio de lo que seguirá si las actuales medidas de austeridad no son abandonadas. Recaudar más dinero de los trabajadores Norte Europeos para crear un «Súper Fondo de Estabilidad» no es la solución ya que sólo beneficia a los especuladores. En este tema, un claro conflicto de intereses surge entre aquella minoría que se beneficia enormemente de la crisis y al mismo tiempo posee el poder político, y la vasta mayoría de la población que se le requiere otorgar sus derechos para preservar el status quo político y económico. El resultado de este conflicto determinará el futuro de nuestra sociedad.
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