Buena parte de la atención mediática de estas semanas está centrada en los aranceles como presunta solución a los déficits comerciales que anotan los Estados Unidos con gran parte del mundo (en lo que ya es una guerra comercial global, mientras la OMC sigue desaparecida). No deja de sorprender que de la otra herramienta de manual para estos casos como es la devaluación de la moneda (en este caso del dólar), salvó a Trump y Vance durante la última campaña electoral, no se escuche hablar a casi nadie. Y aún estos pareciera que han dejado de hacerlo y, al tiempo, de presionar a su Reserva Federal para que reduzca sus tipos de interés para favorecer esa depreciación del dólar. Quizás porque no se puede soplar (depreciar el dólar) y sorber (tener mil millonarios prestamistas externos) al mismo tiempo.
Lo digo porque en vez de esa devaluación, desde el año 2020, por ejemplo respecto del euro se ha ido progresivamente revaluando. De cambiarse a 1,21 está ahora en 1,04 dólares/euro (datos del Banco de España), mientras en dicho período la cotización respecto al yuan se ha mantenido constante en torno a los 7,6 yuanes por euro. Con lo que debiéramos esperar que el tipo de cambio no modificase el comercio exterior de la UE con China, pero si al que mantenemos con el área dólar (y singularmente con Estados Unidos).