Comunicado de la Junta Rectora de ATTAC Madrid
En estos días se ha vuelto a suscitar la cuestión de la subida de impuestos: A las declaraciones del ministro de Fomento, comentando la posibilidad de imponer esta medida le han seguido inmediatamente las palabras de Elena Salgado afirmando lo contrario, y las manifestaciones del PP, que ha anunciado que incluirá en su programa electoral una reducción de los impuestos.
El debate, por tanto, se ha vuelto a plantear, no falto, como siempre, de manipulaciones y demagogia.
Uno de los mayores avances sociales de la historia se produjo tras la revolución francesa cuando en la Declaración General de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 se estableció la obligación de todos los ciudadanos de contribuir a los gastos comunes. Esta contribución se basaba en tres principios:
- Los tributos se pagan en función de la capacidad económica: pagan más los que más tienen.
- El principio en el que se sustenta es el de la soberanía popular (los ciudadanos eligen a sus representantes y éstos deben dar cuenta de su gestión).
- El dinero recaudado tiene que servir para satisfacer los gastos y necesidades comunes.
Parece un precepto justo, con el que todo el mundo debería estar de acuerdo: los impuestos deben servir para garantizar el derecho a la educación, la salud, viviendas sociales, para promover la economía y crear riqueza, favoreciendo a las empresas con la concesión de créditos, para impulsar proyectos económicos que fomenten el empleo, etc.
Sin embargo, en España el fraude fiscal está a la orden del día. Según los datos del sindicato del Cuerpo Técnico de Funcionarios de Hacienda anualmente se evaden 88.000 millones en impuestos y cuotas de la Seguridad Social, y según la última Encuesta del Instituto de Estudios Fiscales, el 46% de los españoles comprende, tolera y/o justifica, incluso el 34% lo perdona, la evasión de capitales y el fraude fiscal.
La política fiscal del Gobierno de España se ha basado en gravar las rentas del trabajo y en los impuestos indirectos, sin tocar (al revés, los ha rebajado) los impuestos de las grandes fortunas y patrimonios, y el de Sociedades. No ha hecho nada por dotar a los órganos de Hacienda de más medios para combatir el fraude fiscal, permite que los capitales se muevan de un lado a otro sin el menor control (y, por tanto, sin estar sujetos a ninguna tributación) y sólo hace alguna que otra declaración contra los paraísos fiscales, pero sin tomar ninguna medida para eliminarlos (por el contrario, mantiene las SICAV, que son un auténtico paraíso fiscal para las grandes fortunas).
Esta política fiscal (y económica) es la misma que practica la Unión Europea. Como dice Vicenç Navarro:
«Lo que ha ocurrido durante estos últimos años es que las derechas han adquirido mayor peso en Europa (y los gobiernos de centroizquierda han aceptado los dogmas neoliberales promovidos por las derechas). Y ha habido una gran bajada de impuestos de la mayoría de países donde las derechas o las centroizquierdas (de orientación socioliberal) han gobernado, con lo cual, los estados han perdido recursos y/o se han endeudado para poder proveer los servicios. Ahí está la madre del cordero. (…) Y esta mentalidad nos ha llevado donde estamos ahora.«
El dinero recaudado, además, no ha servido para impulsar una economía productiva o para incrementar el gasto social sino para salir al rescate de los grandes bancos, apoyando una economía basada en la especulación y no en la creación de riqueza.
Algunos partidos tratan de ganar clientelismo electoral prometiendo más gasto social y menos impuestos, es decir, un imposible y, por tanto, una mentira.
Esto explica la desafección política de los ciudadanos y ciudadanas que, curados de espanto, ven desfilar casos y casos de corrupción en los poderes públicos o amnistías fiscales para los que han evadido grandes capitales; ello les lleva a pensar que no se puede hacer nada, que lo mejor es que cada cual tire por su lado y se salve el que pueda.
Y esa es la trampa: ese individualismo (fomentado desde todas las esferas del poder) es el combustible imprescindible que este sistema necesita para seguir funcionando.
Los problemas colectivos no pueden tener soluciones individuales. A un problema social hay que darle una solución social, de todos, de la mayoría, de los hombres y mujeres que con su trabajo son los que crean la riqueza.
Todos y todas los que participamos en el movimiento social ATTAC llevamos mucho tiempo denunciando esta realidad y promoviendo movilizaciones sociales para acabar con esta situación.
Si el Gobierno quiere subir los impuestos debe aclarar qué impuestos va subir, debe poner los medios para acabar con el fraude y la evasión fiscal, debe establecer tasas a los movimientos de capitales, luchar decididamente para eliminar los paraísos fiscales, recuperar el Impuesto de Patrimonio de las grandes fortunas, elevar los impuestos a los tramos impositivos más altos, prohibir los movimientos especulativos, aumentar el tipo impositivo a las entidades bancarias, anular la subida del IVA y suprimir las SICAV. Y debe emplear todo lo recaudado en protección social y en fomentar la economía de verdad, favoreciendo los créditos (a través de una Banca pública) a las PYME y autónomos…, es decir, todo lo contrario de lo que está haciendo.
Lo demás son mentiras, demagogia y ganas de confundir.
http://www.attac.es/mas-demagogia-con-los-impuestos/