Hace dieciséis años se abrió en Venezuela la senda de la redención de los olvidados de siempre, con el triunfo en la contienda electoral del 6 de diciembre de 1998 del Comandante Hugo Chávez. Aquella victoria de la Revolución Bolivariana supuso la derrota de una forma de hacer política, que sumió al país en la […]
Hace dieciséis años se abrió en Venezuela la senda de la redención de los olvidados de siempre, con el triunfo en la contienda electoral del 6 de diciembre de 1998 del Comandante Hugo Chávez. Aquella victoria de la Revolución Bolivariana supuso la derrota de una forma de hacer política, que sumió al país en la más ingente de las pobrezas. Además, significó la derrota de los intentos por atemorizar y desinformar a un pueblo decidido a transformar, junto al líder bolivariano, aquella realidad.
El pueblo venezolano supo reconquistar aquel año su fe en la democracia, y Chávez supo refundar esta con apego a la voluntad popular. Siempre apeló al Poder Popular, incorporándolo a los diferentes ámbitos de la vida nacional, o si se quiere simplemente a la vida.
El camino nunca estuvo exento de peligros: guarimbas, golpe de Estado, sabotajes petrolero y legislativo, ataques indiscriminados a la institucionalidad del país; son claros ejemplos de hasta donde están dispuestos a llegar quiénes aún anhelan asaltar el poder por cualquier vía para su provecho personal.
Hoy la Patria sigue enfrentando esos peligros, es acechada por los mismos de ayer, que sienten que ha llegado el momento de acabar con el proyecto bolivariano, con el esfuerzo que a costa de su vida Chávez realizó por sacar al país de la fosa en que se encontraba antes del triunfo de la Revolución Bolivariana.
Una nueva contienda electoral se avizora en el horizonte del 2015, y seguro estoy que el pueblo de Bolívar, y de Chávez, sabrá derrotar una vez más los renovados empeños por atemorizarlo y desinformarlo, como pretenden hacerlo desde hace dieciséis años.
Habría que decirles a los deudos de la vieja praxis política respecto a dichos empeños, como escuché tantas veces en el seno de una familia de maestros como la mía, frente a temas que se consideraban suficientemente debatidos y sobre los cuales algún interlocutor insistía reiteradamente, como queriendo imponer una posición no compartida por la inmensa mayoría de los y las participantes de la tertulia; para reafirmar el compromiso del pueblo venezolano con la Revolución Bolivariana y el legado de Chávez: ¡materia vista!
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