«Renuncia ya», «El paro va», «Chao Hugo», «Se acabó», «Se va ya» o «Pronostican fraude», eran parte de las consignas políticas y partidistas utilizadas como titulares por los medios de comunicación privados para abonar el terreno ante los diversos intentos para derrocar de la presidencia a Hugo Chávez Frías entre los años 2002 y 2004. […]
«Renuncia ya», «El paro va», «Chao Hugo», «Se acabó», «Se va ya» o «Pronostican fraude», eran parte de las consignas políticas y partidistas utilizadas como titulares por los medios de comunicación privados para abonar el terreno ante los diversos intentos para derrocar de la presidencia a Hugo Chávez Frías entre los años 2002 y 2004.
En la coyuntura política que vivió el país hace ocho años el ataque era directo y visible contra el Gobierno Nacional. Cada medio elaboraba su discurso partidista y organizaba sus formas y contenidos como interpretaciones «válidas» de la realidad política, explica Maryclen Stelling, socióloga e investigadora del Observatorio Global de Medios, capítulo Venezuela.
Ante la poca penetración de los partidos en la población, la prensa se impuso creando una atmósfera de confrontación y violencia para desestabilizar a las instituciones del Estado.
Para los impulsores de ese escenario cualquier estrategia era válida, las consecuencias no importaban, o como refiere Earle Herrera, periodista y diputado a la Asamblea Nacional, «había terminado la hora del disimulo. Se acabaron las claves. El llamado era cínicamente manifiesto».
El primer intento
Días previos al golpe de Estado de 2002, los canales privados de televisión presentaban a supuestos militares encapuchados que leían en cámara sus proclamas subversivas y, a su vez, las emisoras privadas de radio las retransmitían.
El día del golpe, el diario opositor El Nuevo País tituló «Los militares tienen la palabra». Por su parte, El Universal desplegó a ocho columnas en su primera plana «Confrontación total». Y El Nacional, con una edición extra, predijo lo que ocurriría aquel jueves 11 de abril al titular «La batalla final será en Miraflores».
Luego de la salida inconstitucional del presidente Chávez, en la edición del jueves 12 de abril de 2002 Tal Cual presentó en su primera página «Chao Hugo» y El Universal tituló «Se acabó».
Por su parte, los medios audiovisuales mostraban continuamente las imágenes de presuntos francotiradores, así como de las personas que fueron asesinadas y heridas durante los hechos de violencia provocados en el centro de Caracas el día anterior.
La autoproclamación de Pedro Carmona Estanga como Jefe de Estado, así como el decreto a través de cual se disolvieron ilegítimamente los poderes públicos también fue celebrada por los medios de comunicación en su rol de partidos políticos de oposición. El periódico El Universal tituló en la edición del sábado 13 de abril «Un paso adelante».
La revista Bohemia, a través de una edición extraordinaria, publicó en su portada la foto de un hombre ensangrentado y la imagen del mandatario nacional Hugo Chávez con una pistola en la mano.
En sus páginas internas presentaron fotografías de los diferentes integrantes del gabinete ministerial de Chávez, así como de los diputados del extinto MVR, el cual se titulaba «Los que no tienen perdón».
En el texto indicaban «estos son los funcionarios del gobierno derrocado que el pueblo jamás perdonará (…) Reconócelos pueblo y no los olvides».
La imposición de la lógica mediática
A pesar del regreso, 48 horas después, de Hugo Chávez Frías a la primera magistratura, tras una acción cívico-militar, la confrontación desde los medios de comunicación privados se mantuvo.
La socióloga Maryclen Stelling explica que durante diciembre de 2002 y hasta el 2 de febrero de 2003, nuevamente se impuso la lógica mediática ante el razonamiento político.
La estrategia y el objetivo final era el mismo al de abril: continuar con los enfrentamientos y sacar del poder al Jefe de Estado. El paro petrolero fue el plan presentado por los adversarios políticos del Gobierno Nacional y fue la nueva trinchera para la prensa opositora.
Titulares como «Hasta que se vaya», «Pdvsa resteada», «Alimentos para siete días», «Petroleros firmes con el paro», auparon la pérdida de más de 20 mil millones de dólares, lo que afectó los indicadores económicos y sociales del país.
La estrategia mediática continuó con el Referendo Revocatorio Presidencial del año 2004 y en las elecciones parlamentarias de 2005.
Páginas enteras y minutos de entrevistas anticipaban un supuesto fraude electoral, en el cual instaban a los electores a no sufragar, mientras que los candidatos anunciaban el retiro de sus postulaciones al parlamento, bajo el cuestionamiento de la auditoría y la idoneidad de las máquinas automatizadas de la empresa Smartmatic.
El resultado de estas técnicas de la derecha venezolana fue el mismo al de los primeros intentos de sacar de Miraflores a Hugo Chávez. Fue otro revés político para los sectores adversos al proceso bolivariano.
Perfeccionar la estrategia
Tras fracasar en los diferentes intentos para forzar la salida antidemocrática de Hugo Chávez del poder, los adversos al Gobierno Nacional perfeccionaron la estrategia. Continuaron con la agresión, pero de manera indirecta e imperceptible, afirma Maryclen Stelling.
«Hay una oposición más sutil, que ya no juega al golpe o el magnicidio ni a las acciones violentas, pero sí juega a horadar dentro de una estrategia seudo democrática, fundamentalmente comunicacional en contra del Gobierno», especifica.
La socióloga explica que en los últimos dos años la cartelización de los medios de comunicación se ha profundizado. Señala que en las primeras planas de la prensa escrita y los medios audiovisuales emprenden acciones subjetivas y menos visibles, que se reflejan en la creación y difusión de discursos cargados de mitos sobre las consecuencias del actual proceso político.
El diario Tal Cual, continuando con la campaña en contra de los poderes especiales otorgados al Jefe de Estado titula «El show de la Habilitante. Por su parte, el portal de noticias web Analítica se refiere al problemas de las lluvias presentando una noticia titulada «Venezuela, un país de damnificados».
Stelling indica que la nueva técnica también está acompañada de los ataques y negaciones de los logros del proyecto bolivariano. Se deslegitiman las acciones del Ejecutivo, además de generar miedo en torno a la palabra comunismo.
Refiere que los medios de comunicación privados afianzan el temor entre los ciudadanos. Por ejemplo, El Universal presenta informaciones como: «Chávez tuvo dinero pero incumplió sus promesas», «Acusan al gobierno de poner la torta» o «Ley de Emergencia facilita la expropiación de inmuebles».
A esta campaña se une el diario 2001 destacando «Este régimen ha sido un fracaso rotundo», mientras que el rotativo La Región le da espacios a informaciones como: «El Presidente quiere imponer el comunismo».
Ante esta situación, Maryclen Stelling considera que un cambio de la estrategia de las formas de informar de los medios de comunicación privados del país está muy lejos de las necesidades de la ciudadanía.
Detalla que la prensa se logró colar como un espacio indispensable para la confrontación de la gestión de gobierno y hay una ausencia de información amplia, oportuna y balanceada, que le permita a la población una orientación para la toma consciente de sus decisiones políticas.