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¡Menos Facebook y más trabajo de base!

Fuentes: Medelu

Traducido para Rebelión por Susana Merino

El lunes 10 de febrero, en el recinto del gimnasio Nilson Nelson de Brasilia, se iniciaron las sesiones del decimosexto congreso nacional del Movimiento de Trabajadores sin Tierra (MST). Su finalización estuvo prevista para el 14 de febrero y reunió a 16.000 delegados y delegadas procedentes de los 23 estados brasileños.

Concurrieron también 250 delegados y delegadas internacionales, representantes de movimientos sociales, sindicatos campesinos y obreros, de asociaciones y partidos de 27 países procedentes de América Latina y el Caribe, América del Norte, Europa, África y el Medio Oriente.

El MST cuenta actualmente con más de un millón de personas organizadas en 1.000 ciudades del país. Cuatrocientas familias viven en los asentamientos (tierras recuperadas con títulos de propiedad legalizados por el Estado) que constituyen las unidades de producción agroecológica del Movimiento. Otros cien mil ocupan campamentos, tierras en reivindicación de su propiedad colectiva, enfrentados a la represión de las milicias contratadas por los propietarios tradicionales, a las fuerzas locales del orden y a la justicia brasileña. Sin mencionar las campañas de criminalización promovidas por los medios dominantes.

Este Congreso ha celebrado el trigésimo aniversario del Movimiento, ha clausurado un ciclo de debates internos iniciado hace dos años sobre sus orientaciones estratégicas y ha definido también la hoja de ruta para su futuro accionar. Esta última podría resumirse en el lema del congreso: «Luchar, construir una reforma agraria popular». El MST considera en efecto que la situación de la agricultura campesina no ha mejorado en estos últimos años, puesto que el gobierno ha favorecido el desarrollo desenfrenado de la agroindustria y de sus actores surgidos del capital financiero internacional : Monsanto, BASF, Cargill, Nestlé, Bayer, etc.

Para João Pedro Stédile, figura publica del movimiento, «el mandato de Dilma Rousseff no ha aportado ningún cambio». Según él «los intereses de la agroindustria son dominantes en el Gobierno y en realidad representan la ofensiva del capital financiero en América Latina.» Como señaló en su primera intervención, el tema agrícola no concierne solo a los agricultores. Constituye uno de los núcleos de la confrontación de la sociedad con el capitalismo. «El capital impone la agroindustria como forma de reproducción». La captación y la concentración de la tierra en el subcontinente, para convertirla en industria del monocultivo exportador, tiende «a relanzar la acumulación de capital a escala internacional por parte de las multinacionales y de los mercados financieros». Desde este punto de vista, el tema de la reforma agraria y de la democratización de la tierra es la clave del combate contra el modelo de producción, de consumo y de acumulación del sistema capitalista.

El MST desea igualmente actualizar su forma de organizarse y de intervenir en el espacio público. En la primera mesa redonda del congreso titulada «Un balance crítico» se identificaron muchos desafíos que fueron tema de discusión más profunda en los días subsiguientes. Entre tales desafíos, Edgard Koling, miembro de la dirección nacional del Movimiento, apunta la necesidad que tiene el MST de profundizar el conocimiento y el análisis de la complejidad de las interacciones del modelo agroindustrial brasileño y del capital financiero internacional. Se trata también de que los Sin Tierra, consideren su articulación con los nuevos movimientos sociales surgidos de las movilizaciones de 2013, el mantenimiento de su unidad y su autonomía política, sobre todo en los períodos electorales que se avecinan.

Y Edgard Koling termina su mensaje con humor e incitando a la reflexión: «Un movimiento revolucionario no debe olvidar que para ganar con permanencia es necesario menos Facebook y más trabajo de base con la gente».

Fuente: http://www.medelu.org/Moins-de-Facebook-plus-de-travail