El gobierno de Iraq miente cuando da su versión sobre la masacre de cientos de chiitas en un operativo militar el domingo, en plena festividad musulmana de Ashura, según testimonios recogidos por IPS en esta ciudad. Surgieron informes contradictorios sobre las causas y el modo en que estalló la batalla alrededor del pequeño poblado de […]
El gobierno de Iraq miente cuando da su versión sobre la masacre de cientos de chiitas en un operativo militar el domingo, en plena festividad musulmana de Ashura, según testimonios recogidos por IPS en esta ciudad.
Surgieron informes contradictorios sobre las causas y el modo en que estalló la batalla alrededor del pequeño poblado de Zarqa, al noreste de la ciudad de Najaf, sagrada para la comunidad musulmana chiita, 90 kilómetros al sur de Bagdad.
Lo cierto es que cuando el humo se dispersó, más de 200 personas, la mayoría de ellas chiitas naturales del lugar, yacían muertas tras medio día de combates el domingo 28 de febrero.
Un helicóptero estadounidense había sido abatido y murieron dos soldados que viajaban en él. También cayeron 25 miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes.
Los testimonios recogidos entre la población local indican que el choque se originó en un ataque de uniformados iraquíes, apoyados por tropas estadounidenses y británicas.
«Íbamos a celebrar la ceremonia de todos los años cuando fuimos atacados por soldados iraquíes», dijo a IPS Jabbar al-Hatami, dirigente de la tribu chiita árabe Al-Hatami.
«Pensábamos que se trataba de lo habitual en los soldados iraquíes: matar civiles por error. Por lo tanto, fuimos hacia ellos para decirles que habían matado a cinco de los nuestros. Pero nos sorprendieron con más balazos», recordó.
La festividad de Ashura se celebra en honor del imán Hussein, nieto del profeta Mahoma y la figura más reverenciada de la comunidad chiita. Se trata de un rito muy emotivo, en el cual la norma es la autoflagelación en público.
Muchos chiitas del sur, que son de ascendencia árabe y no persa, no siguen la conducción del ayatolá Alí al-Sistani, nacido en Irán, entre ellos los de las tribus Al-Hatami y Al-Jazali. Creen que su liderazgo religioso debe quedar en manos de clérigos árabes.
Los miembros de estas dos tribus creen que el ataque respondió a instrucciones del gobierno iraquí para frenar la creciente unidad política entre la mayoría chiita y la minoría sunita.
«Nuestra procesión rumbo a Najaf estaba cerca de la de Al-Hatami. Fue en ese momento que escuchamos un intenso tiroteo, y corrimos a ayudarlos porque nuestras tribus tienen fuertes vínculos», dijo a IPS un hombre de 45 años de Al-Jazali que se identificó como Ahmed.
«Los de nuestras tribus creemos que los iraníes están provocando una guerra religiosa en Iraq, una guerra que contradice la fe de todos los musulmanes. Por eso, anunciamos una alianza con hermanos sunitas contra cualquier violencia sectaria en el país», agregó Ahmed.
«Eso no alegró a nuestro gobierno dominado desde Irán», concluyó.
Los combates se registraron en la ruta entre Diwaniya y Najaf y se propagaron dentro de las plantaciones de palmeras datileras a las que los peregrinos acudieron en forma de refugio.
«Los helicópteros estadounidenses participaron en la carnicería», dijo a IPS Jassim Abbas, un agricultor de la zona. «Llegaron aquí enseguida para matar a los peregrinos sin vacilar, pero nunca se habían aparecido para ayudarnos.»
Los peregrinos «eran asesinado, un grupo detrás del otro, atrapados en aquellas plantaciones», explicó.
Según testigos, buena parte de la masacre correspondió a disparos desde aviones de guerra estadounidenses y británicos.
Pero autoridades locales, incluidos funcionarios de la oficina del gobernador de Najaf, Asaad Abú Jalil, miembro del proiraní Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq (SCIRI), habían responsabilizado originalmente de la masacre a combatientes sunitas vinculados con la red terrorista Al Qaeda.
Según esta versión, la intención del ataque era perturbar la celebración de Ashura atacando a peregrinos y ayatolás chiitas en Najaf, sede de los principales centros de enseñanza religiosa de esta comunidad en Iraq.
Funcionarios atribuyeron la acción del Comando Escorpión iraquí a información de inteligencia obtenida por las fuerzas de seguridad iraquíes de dos detenidos.
El ministro del Interior Jawad Al-Bolani informó a la prensa a las nueve de la mañana del domingo que Najaf era atacada por Al Qaeda.
Minutos después, el Ministerio de Seguridad Nacional aseguraba que los muertos integraban el grupo chiita extremista Jund al-Sama (Ejército del Paraíso), y que pretendían asesinar a altos clérigos en Najaf, entre ellos el gran ayatolá Alí al-Sistani.
El asesor del Ministerio Muaffaq Al-Rubaii indicó 15 minutos más tarde que cientos de combatientes de países árabes –como Arabia Saudita, Egipto y Yemen– y de Afganistán habían sido muertos, y muchos otros arrestados.
Pero la oficina del gobernador Jalil debió retractarse luego de constatarse que la mayoría de los muertos eran chiitas locales. Ahora, la mayoría de los funcionarios afirman que los muertos son chiitas extremistas apoyados por potencias extranjeras.
El gobierno del primer ministro Nouri Al-Maliki y sus apoyos en Estados Unidos suelen asegurar que luchan contra terroristas. Muchos iraquíes del sur acusan ahora a Bagdad y Washington de considerarlos terroristas sólo porque se rehúsan a colaborar con las autoridades.