Los ministros de Comercio y Relaciones Exteriores de todo el mundo ya están preparando sus valijas y encomendando la redacción de sus discursos para la gran reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que comienza el lunes 30 de noviembre en Ginebra. Esta reunión ministerial es decisiva para culminar las negociaciones de la llamada […]
Los ministros de Comercio y Relaciones Exteriores de todo el mundo ya están preparando sus valijas y encomendando la redacción de sus discursos para la gran reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que comienza el lunes 30 de noviembre en Ginebra. Esta reunión ministerial es decisiva para culminar las negociaciones de la llamada «Ronda del Desarrollo», también conocida como «Ronda de Doha» en homenaje a la capital de Qatar donde se inició hace siete años.
Y como en todas las instancias anteriores, los beneficios de liberalizar el comercio son «demostrados» por números y proyecciones sobre cuánto ganarán los países a cambio de algunas concesiones. La cifra más citada en este momento es la ofrecida por el Instituto Peterson de Economía Internacional, con sede en Washington, que estima entre 300.000 y 700.000 millones de dólares los beneficios de un acuerdo «ambicioso». Y esta suma se repartiría de manera «balanceada» entre países ricos y pobres.
En su autobiografía, publicada en 1907, el escritor y humorista estadounidense Mark Twain atribuye a Benjamín Disraeli la clasificación de las falsedades en tres tipos: «Mentirillas, mentiras y estadísticas». En esta escala, las estadísticas serían las peores mentiras y el South Centre, un centro de investigación al servicio de los países en desarrollo con sede en Ginebra, se pregunta qué ha cambiado desde que en 2005 el Banco Mundial publicara sus propias proyecciones de los beneficios de la Ronda de Doha: 100.000 millones de dólares adicionales de comercio, de los cuales apenas 16.000 millones irían a los países del Sur.
¿Cómo se le escaparon al Banco Mundial entre 150.000 y 300.000 millones?, se pregunta el South Centre.
Para descubrirlo, los investigadores Kevin Gallagher y Timothy Wise, de la Tufts University, analizaron paso a paso el razonamiento de sus colegas en Washington. Las estimaciones del Instituto Peterson suman los resultados de cuatro componentes de las negociaciones de la Ronda de Doha. La reducción de tarifas en agricultura y manufacturas es el primero de ellos y aquí el Banco Mundial y Peterson coinciden a grandes rasgos en estimar un salto inmediato -pero no sostenido- en el comercio mundial si se aprueba la Ronda en los términos considerados más probables: un agregado total de unos 114.000 millones, o sea apenas 0,2 por ciento del producto bruto global. Dos tercios de esta suma son para los países desarrollados, pero el Instituto Peterson argumenta que como los países en desarrollo son más pobres, su desventaja en términos absolutos se vuelve una ventaja en proporción a su ingreso per cápita.
En el área de servicios, el Instituto Peterson encuentra 100.000 millones de dólares en ganancias adicionales, si bien para ello hacen suposiciones que los autores admiten «optimistas». La metodología para calcular resultados comerciales a partir de la desregulación de los servicios está en su infancia y el Banco Mundial reconoció que sus propios resultados eran «altamente especulativos». El Instituto Peterson no explica qué metodología usó para multiplicar por cuatro las especulaciones del Banco Mundial.
El optimismo continúa al estimar resultados beneficiosos para el Sur de la reducción de tarifas en productos químicos, electrónicos y bienes ambientales. Estos cortes en sus tarifas eran hasta ahora voluntarios para los países en desarrollo, pero recientemente Estados Unidos está condicionando sus concesiones a la participación de países clave del Sur, como Brasil e India. Suponiendo que esto resulte así, el Instituto Peterson agrega 104.000 millones de dólares a la cuenta de beneficios, si bien reconoce que la mayoría de las ganancias serían para los países desarrollados.
Por último, los investigadores de Washington «encuentran» 385.000 millones de dólares en beneficios en el área de «facilitación del comercio», o sea una mayor eficiencia en la administración, el transporte y la logística. Ésta es un área de indudable interés para los países en desarrollo, pero la estimación de los beneficios, como reconocen los autores del estudio «es menos rigurosa en su metodología que las demás partes de este estudio». Lo que ya es mucho decir.
Para llegar a este resultado se supone, en efecto, que todos los países en desarrollo mejoran la eficiencia de sus puertos, aduanas y servicios financieros y técnicos. Puede ser muy fácil decirlo, pero si bien las tarifas pueden bajar al día siguiente de un acuerdo, para mejorar los trenes, carreteras, puertos y comunicaciones se precisan inversiones enormes y muchos años de trabajo.
De los cuatro escenarios del Instituto Peterson, sólo el primero es realista, dice el South Centre, que se remite como más confiable al estudio del Banco Mundial. Una ganancia real para los países en desarrollo de apenas 16.000 millones de dólares significa un aumento de su ingreso per cápita de poco más de tres dólares al año. Es menos de un centavo por día por habitante de los países pobres, a quienes se les pide a cambio concesiones importantes en su capacidad de promover su industrialización y desarrollo.
Más grave aún: la mayor parte de estos beneficios son por una sola vez (no se acumulan año a año) y tampoco se distribuyen parejo. La mayor parte del África subsahariana, por ejemplo, quedaría peor después de la Ronda de Doha que antes, según el Banco Mundial.
Entre las propuestas que sí beneficiarían a los países más pobres está la liberalización de la migración de trabajadores temporarios, que resultaría en un ingreso anual adicional de 150.000 millones de dólares para los países en desarrollo. Pero este tema ha sido excluido de las negociaciones por los países más ricos.
En cambio, los cortes en tarifas para productos manufacturados representarán para los gobiernos de los países pobres una pérdida de más de 60.000 millones de dólares en ingresos aduaneros. Esta reducción debería compensarse con un incremento en los impuestos al consumo, que crece al resultar más baratas las importaciones. Sin embargo, la recaudación de estos impuestos no es eficaz en países con alto grado de informalidad y, según estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la informalidad crecerá si la Ronda de Doha es acordada en los términos en los que se la viene negociando.
Para que la Ronda de Doha produzca resultados que realmente sirvan a los países en desarrollo, concluyen Gallagher y Wise en el estudio publicado por el South Centre, «se deben reconocer las asimetrías fundamentales» entre países ricos y pobres, y enfrentarlas a través de un inmediato fin a los subsidios agrícolas por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, el reconocimiento del derecho de los países en desarrollo a proteger «productos especiales» que son la base de sus economías locales y revisar las normas de propiedad intelectual que dificultan la diversificación de las economías menos industrializadas.