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Metas del Milenio, cada vez más lejos

Fuentes: Rebelión

Si en el 2000 parecía difícil que los gobiernos cumplieran con las metas del Milenio aprobadas ese año por la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), ahora, tras el aumento del precio de los alimentos, del desempleo y de la actual crisis financiera mundial, ese fin se ha convertido en un imposible para muchos países […]

Si en el 2000 parecía difícil que los gobiernos cumplieran con las metas del Milenio aprobadas ese año por la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), ahora, tras el aumento del precio de los alimentos, del desempleo y de la actual crisis financiera mundial, ese fin se ha convertido en un imposible para muchos países

La ONU adoptó en aquella ocasión ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio que debían cumplirse en 2015 en aras de buscarles soluciones plausibles a los graves problemas económicos y sociales que estaban padeciendo millones de personas en el mundo.

Entre estos figuran reducir a la mitad el porcentaje de hambrientos y de quienes solo tengan ingresos de un dólar al día; disminuir en dos tercios la mortalidad de menores de cinco años y en tres cuartas partes la materna en relación con las de 1990 y que todos los niños del orbe puedan concluir la enseñanza primaria.

Los restantes proyectos planteados consistían en detener y reducir la propagación del VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades graves; bajar a la mitad el porcentaje de personas que carecen de agua potable; garantizar el medio ambiente; mejorar la vida de millones de seres que viven en tugurios; adoptar políticas de desarrollo sostenible y fomentar la asociación mundial para el desarrollo.

Ya antes de dejar el cargo de secretario general de la ONU, Kofi Annan planteaba en noviembre de 2005 con palabras llenas de amargura y pesimismo: «aún estamos muy lejos de donde debemos. Hemos establecido los fundamentos para el desarrollo, pero nada más que eso, pues ninguna zona del mundo está hoy en camino de alcanzar todas las Metas del Milenio».

La actual explosión de la profunda crisis del sistema capitalista que afecta a numerosos países y abarca las finanzas, economías, inversiones, inmobiliarias y las ramas alimenticia y ambiental, resulta un freno (al parecer definitivo) para que en forma global se alcancen esos objetivos.

Las políticas neoliberales, de privatizaciones masivas y de globalización irracional impuestas a muchos países por las naciones desarrolladas mediante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), han provocado una fuerte concentración de capitales en manos de unas cuantas personas en detrimento de la mayoría. Un documento de ONU informa que 1 % de los más ricos del planeta posee 40% de la riqueza global, mientras que la mitad más pobre solo es dueña de 1%.

Esto ha motivado que alrededor de 1 100 millones de personas en el planeta sobrevivan con menos de un dólar al día (no pueden disponer de un techo, agua potable ni alimentación), y otros 2 700 millones con menos de dos dólares diarios, mientras 11 millones de niños y niñas mueren cada año a causa de enfermedades completamente prevenibles, como malaria, diarrea o neumonía.

Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la riqueza está concentrada en Norteamérica, Europa y la parte asiática del Pacífico, mientras una de cada tres personas que viven en condiciones de pobreza extrema se hallan en África subsahariana, y de mantenerse esa tendencia, para 2015 la proporción se elevará a 50%.

En América Latina, aunque en los últimos años la situación no ha empeorado, el PNUD señala que 45 % de la población, o lo que es igual, unos 230 millones, viven bajo la línea de pobreza y son pocos los países de la región que pudieron escapar de las políticas neoliberales impuestas en las décadas de 1980 y 1990.

En la recién concluida Conferencia de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo, en Doha, Qatar, las naciones del Sur exigieron a los países ricos del Norte que cumplan sus compromisos de ayuda económica a pesar de la crisis financiera.

Los afectados recordaron al Primer Mundo el acuerdo tomado en Monterrey (México) en 2002, cuando se estableció que 0,7 % de su Producto Interior Bruto (PIB) debía ser destinado al Tercer Mundo.

Por el contrario, los países desarrollados han disminuido la cifra a 0,1 %, y el mayor incumplidor ha sido Estados Unidos. En las últimas semanas estas naciones han empleado ese fondo para tratar de rescatar a sus principales entidades financieras en quiebra.

Indudablemente, el anuncio de la entrada en recesión de Estados Unidos, Alemania, Japón y Gran Bretaña, agravará más la situación pues amparados en sus dificultades económicas continuarán disminuyendo las ayudas para las naciones en desarrollo.

En tiempos tormentosos las malas noticias se aceleran, y en declaraciones a un diario chileno, el director general de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somavía, advirtió que el desempleo mundial podría llegar a 210 millones de personas en 2009 debido a la actual crisis económica.

Para Somavía, el desempleo podría crecer en unos 20 millones de personas en el mundo hacia fines de 2009 (respecto de 2007) y llegaría a 210 millones.

La cadena se alarga pues si se reducen los puestos de trabajo, más núcleos poblacionales no podrán mantener a sus familiares y engrosarán la ya abultada cifra de pobres.

En este lamentable contexto mundial, han surgido en los últimos años en la región latinoamericana gobiernos que han adoptado posiciones progresistas y de reivindicaciones sociales en aras de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.

Varios se alejaron de las recetas del FMI y del BM, rechazaron las pretensiones estadounidenses de crear el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) que prácticamente fue enterrado en la IV Cumbre de las Américas efectuada en Argentina y otros se han sumado a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), al MERCOSUR, UNASUR, PETROCARIBE, asociaciones que les permiten desarrollar políticas económicas y sociales más independientes.

Y, como es lógico, esa será la fórmula principal para que las naciones en desarrollo puedan alcanzar las Metas del Milenio.