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¿México en venta?

Fuentes: La Jornada

Echemos un vistazo a lo más sobresaliente en la actual situación de la economía en México. Comencemos con quienes manejan de diversas formas el dinero. Me refiero a los bancos. Después de un proceso de estatalización, reprivatización con nuevos y sagaces dueños, éstos han vendido los bancos a instituciones, principalmente estadunidenses, españolas y de otras […]

Echemos un vistazo a lo más sobresaliente en la actual situación de la economía en México. Comencemos con quienes manejan de diversas formas el dinero. Me refiero a los bancos. Después de un proceso de estatalización, reprivatización con nuevos y sagaces dueños, éstos han vendido los bancos a instituciones, principalmente estadunidenses, españolas y de otras procedencias como, para dar un solo ejemplo, el muy anunciado HSBC. Fuera de Banorte y de la banca estatal, bastante reducida, casi todo está en manos extranjeras. Los medios informan con relativa frecuencia acerca de las espectaculares ganancias que obtiene la banca. Todos esos millones se van fuera de México y, ¿aquí qué nos queda? Dirá alguien que se han abierto fuentes de trabajo. A esto hay que responder que son plazas de trabajo mal pagadas.

Pasemos a lo que concierne a la alimentación. Son innumerables las corporaciones, en particular estadunidenses, que manufacturan o importan alimentos. Las cadenas de restaurantes, sobre todo los de «comida chatarra» o algo semejante, todas o casi son propiedad o son subsidiarias de corporaciones estadunidenses. Ejemplos son Mc Donald’s, Kentucky Fried Chicken, Burger King… En lo que toca a establecimientos hoteleros, la inmensa mayoría está «encadenada» a cadenas de sello estadunidense y español: Sheraton, Marriot, Meliá y otras más. La industria editorial ha ido quedado absorbida por sellos extranjeros, estadunidenses, españoles, franceses y aun italianos.

Sigamos. ¿Qué decir de los aeropuertos, ferrocarriles y no pocas líneas aéreas? Buen número de todo esto pertenece a empresas extranjeras. Se habla actualmente de vender Aeroméxico y Mexicana. ¿Quién las comprará? En el campo de los energéticos -en especial electricidad e hidrocarburos- poco a poco y, como a escondidas, se van abriendo las puertas a las inversiones procedentes de afuera.

La industria automotriz está también en manos extranjeras. Es verdad que México exporta cientos de miles de coches y camiones, pero todos han sido producidos por empresas extranjeras. El TLC ha facilitado las transacciones económicas para las empresas trasnacionales, ya que se han reducido los aranceles de exportación e importación. La industria automotriz, como los bancos, maneja miles de millones de dólares y tiene también grandes ganancias. ¿De todo eso qué nos queda? Alguien volverá a responder que se han abierto plazas de trabajo. Y habrá que añadir sí, pero mal pagadas.

Han sido tantas las ventas de un sinfín de cosas, que uno puede preguntarse, ¿qué queda a los mexicanos? Diré al menos que hay unos pocos como Carlos Slim que ha invertido mucho en México y es dueño, desde Telmex, Imbursa, Condumex y Sears, hasta Sanborns, La Balance y otras muchas cosas.

Se ciernen ahora dos amenazas más. Una es la de las cadenas de tiendas de autoservicio. Ya se han instalado Auchan, Carrefour y Wal-Mart. Pero siendo esto de tomarse en cuenta, hay algo más. Wal-Mart pretende instalar una de sus tiendas nada menos que en el contexto de la zona arqueológica de Teotihuacán. Si lo logra, y parece que sí, esa instalación podrá llamarse «templo de la inicua y grande profanación» que, según entiendo, no tenía una divinidad protectora en Mesoamérica.

Pero aún hay más. Continúa existiendo la amenaza en torno a las islas Coronado, frente a las costas septentrionales de Baja California. La empresa petrolera Chevron-Texaco se propone construir en sus inmediaciones una planta de procesamiento de gas licuado para llevarlo luego a Estados Unidos. ¿Lo ha autorizado la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales? Greenpeace y otros grupos ecologistas han señalado los muchos riesgos que se corren: daños irreparables a la fauna marina y a la flora de las islas, peligros para los habitantes de Tijuana y Ensenada y otras muchas amenazas, entre ellas, convertir a la región en blanco atractivo para los terroristas que tanto preocupan al señor Bush y su camarilla.

No hace falta mencionar a las maquiladoras. En ellas se vende barata la mano de obra mexicana. Y algo parecido ocurre con los millones de mexicanos que se marchan al otro lado. Venden allí su trabajo, su esfuerzo, su sudor y a veces también su sangre y sus vidas. Lo hacen para escapar de la pobreza y la miseria.

La lista de lo que se ha vendido podría alargarse. Una pregunta clave debemos formularnos: ¿qué ha quedado para México? ¿Con todo lo que se ha vendido se ha pagado la enorme deuda externa? ¿Tiene ya México una buena infraestructura industrial? ¿Dónde están los miles de millones de las ventas?

Que tal si un día nos enteramos de que hay una oferta extranjera para comprar la Basílica de Guadalupe con todo y la imagen de Nuestra Madre Tonantzin. El adquiriente podrá hacer sus cálculos. Paseará la imagen por Los Angeles, Chicago y otros lugares donde viven paisanos nuestros y podrá amortizar en poco tiempo su inversión.

En el siglo XIX dizque Estados Unidos nos pagó unos cuantos millones de dólares a cambio de la mitad de nuestro territorio y luego entregó unos pocos más para comprar la Mesilla, que hoy forma parte de Arizona y Nuevo México. ¿Seguiremos vendiendo a México? ¿Qué es lo que nos queda por vender? ¿Es que México está en venta?