Si usted fuera Presidente de la República, ¿enviaría al Congreso un presupuesto de egresos que pidiera para el rubro «desarrollo económico» una reducción de 12 por ciento? No hay que pensarlo mucho, ¿verdad? El país se encuentra en un proceso de marcado deterioro desde hace dos décadas y los rubros en ese capítulo son esenciales. […]
Si usted fuera Presidente de la República, ¿enviaría al Congreso un presupuesto de egresos que pidiera para el rubro «desarrollo económico» una reducción de 12 por ciento? No hay que pensarlo mucho, ¿verdad? El país se encuentra en un proceso de marcado deterioro desde hace dos décadas y los rubros en ese capítulo son esenciales. Nadie reduciría el monto de recursos para esos ramos.
Pero Vicente Fox y su gabinete no están de acuerdo. En ese capítulo, su proyecto de presupuesto pedía reducciones de 30 por ciento para comunicaciones y transportes, 11 por ciento para desarrollo agropecuario y forestal, y 11 por ciento para energía. En ciencia y tecnología el proyecto de presupuesto solicitaba un «aumento» de 0.1 por ciento. Y mientras el director del Conacyt proclamaba que el gobierno de Fox tenía una verdadera «política de Estado en ciencia y tecnología», el proyecto de presupuesto proponía una caída de 14 por ciento para el propio consejo y los centros SEP-Conacyt. Realmente se trataba de una declaración de guerra al país entero.
¿Pediría usted en el mismo proyecto reducciones para los rubros de vivienda, agua potable y alcantarillado de 18 por ciento y 14 por ciento, respectivamente? Conociendo el déficit de vivienda en el país y el problema crónico de manejo y conservación de agua en México, cualquier persona que tuviese poder de decisión aumentaría la asignación para esos rubros.
Todas estas cifras traducen las prioridades de Fox y su gabinete. Mientras el gasto programable propuesto sufría una caída de 6 por ciento, el proyecto contemplaba un aumento de 5.5 por ciento para cubrir el costo financiero de la deuda pública presupuestaria. Para el Ramo 34 de IPAB se solicitaban 37 mil 773 millones de pesos.
En resumen, el proyecto de presupuesto mantenía la tendencia de recortar el gasto en rubros centrales para el desarrollo (o mantenerlo en niveles de subsistencia), con el fin de generar un superávit primario equivalente a 2.7 por ciento del PIB. ¿Para qué serviría el superávit primario? Para pagar el costo financiero de la deuda pública presupuestaria y las erogaciones para los programas de apoyo a los bancos. Ese costo representa 2.9 por ciento del PIB. Y una vez que se usa el superávit primario serviría para cubrirlo, tenemos un déficit económico de 0.2 por ciento del PIB. Ese déficit es lo que proponía el proyecto para mantener una «política fiscal responsable».
Los cambios que introdujeron los diputados no cambian sustancialmente este panorama. No representan un incremento significativo en el gasto público (apenas se modificaron partidas que equivalen a 2 por ciento del propuesto por Fox). En total, se aprobó un aumento en el gasto de 74 mil millones de pesos, que se explica por incrementos en los rubros de comunicaciones y transportes, agricultura, educación, salud y medio ambiente. Para cubrir estos incrementos hay modificaciones en el precio estimado del barril de petróleo y reducciones en varias secretarías de Estado y en el rubro de adeudos de ejercicios fiscales anteriores (Adefas). La asignación que se autoriza para el IPAB-Fobaproa se redujo en unos 6 mil millones de pesos. Pero los números macroeconómicos no se modifican, manteniéndose el déficit económico en un nivel cercano a 0.2 por ciento. Hasta los funcionarios de la Bolsa de Valores afirman que no hay problema con esos números.
El Congreso aprobó en la ley de ingresos una reducción al impuesto sobre la renta para colocar en 30 por ciento la tasa máxima el próximo año, 29 por ciento para 2006 y 28 por ciento para 2007. Esa medida busca hacer «más competitiva», es decir, para atraer inversión extranjera directa. Pero esa medida privilegia a los estratos de mayores ingresos y es parte del paradigma neoliberal.
Entonces, ¿por qué la rabieta de Fox? Una interpretación es que el gesto de la Cámara de Diputados anuncia que va modificando gradualmente la percepción de que no hay espacio para una política económica alternativa al modelo neoliberal. Pero eso, a decir verdad, es dar mucho crédito al señor Fox. No, yo creo que la explicación es más simple.
Vicente Fox fue muy claro en la Convención de la Asociación de Banqueros de México en Acapulco, en marzo de 2000. Prometió asumir y pagar la deuda del rescate bancario, «hasta sus últimas consecuencias». La frase enviaba un mensaje definitivo, que no dejara lugar a dudas. Como el mensaje del capitán de un barco que se hunde.
Vicente Fox ha mostrado que está comprometido con esa sentencia. Hace un año se movilizaba para interponer un amparo o un recurso de controversia constitucional en contra de las pretensiones de la Auditoría Superior de la Federación porque ese organismo quería llevar a cabo una auditoria al IPAB. Y el resultado habría sido la reducción del costo fiscal del rescate bancario. Eso es intolerable para Fox.
El Presidente escoge el camino de la confrontación porque su Presidencia se encuentra sometida, no al Congreso, que apenas comienza a descubrir sus facultades, sino al poder financiero que mantiene secuestrado al Poder Ejecutivo desde hace más de una década.