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México y la deuda argentina

Fuentes: La Jornada

México y muchos otros países con niveles extremos de deuda externa, y de deuda en general, están recibiendo un apoyo que tal vez no todos vean: la restructuración de la deuda de Argentina. Después de pasar una de las peores experiencias en lo económico, durante la cual se siguieron las recetas tecnocráticas que llevaron al […]

México y muchos otros países con niveles extremos de deuda externa, y de deuda en general, están recibiendo un apoyo que tal vez no todos vean: la restructuración de la deuda de Argentina. Después de pasar una de las peores experiencias en lo económico, durante la cual se siguieron las recetas tecnocráticas que llevaron al país a una virtual quiebra, el actual gobierno dio prioridad a la recuperación económica del país y a recobrar el nivel de vida de los sectores más afectados.

Después de tres años de suspensión de los pagos de deuda, se lanzó una restructuración de la misma, pagando en promedio menos de la mitad de su valor nominal (original). Una parte importante de los acreedores ya han aceptado los términos, y adquirido los nuevos documentos en condiciones compatibles con la economía real del país y, por lo tanto, pagables y cobrables, a diferencia de los antiguos préstamos.

Ha sido importante la posición de Francia. El presidente francés, durante una visita de su homólogo de Argentina, elogió la recuperación económica de este país. «Por eso cada vez que apoyo a Argentina ante los organismos de crédito internacionales y ante mis colegas del G-7 lo hago sin complejos, me sobran argumentos. Así se lo hice saber al anterior director ejecutivo del FMI (Hörst Koehler) y al actual (Rodrigo Rato) y les dije que iba a seguir apoyando a Argentina en el fondo»,

Es muy difícil que la situación en México llegue a los extremos que se vivieron en Argentina, pero la deuda contraída, en su mayoría por gobiernos cuya política económica ha sido definida por los tecnócratas, es de tal manera gigantesca que para recuperar el crecimiento es muy probable que se requiera alguna forma de restructuración. Cuando esto ocurra, el antecedente argentino será de un gran valor. Si fue posible superar esas condiciones tan difíciles, con mayor razón lo será en nuestro país. Y será más fácil que los acreedores cooperen, después de la citada experiencia.

La restructuración de una deuda puede darse en muchas formas. El ejemplo citado puede considerarse, por lo menos en cierto sentido, como un extremo, en el sentido de que hubo una suspensión prolongada de los pagos de deuda. Otro ejemplo, más tranquilo, es el de consolidar todas las deudas, convocar a los bancos y demás organismos financieros a ofrecer préstamos, por ejemplo, a 10 años de plazo, por todo el monto de la deuda consolidada. Esto será muy atractivo para quien presta el dinero pues, aunque la tasa de interés sea relativamente baja, el monto de dinero a ser recibido por intereses es enorme. En este mismo proceso, se selecciona la oferta que incluya una menor tasa de interés, y con el dinero de ese gran préstamo se pagan todas las deudas anteriormente existentes. Esto requiere de preparativos, de elección de un momento apropiado, de todo un trabajo, y muy probablemente la reducción de los pagos de deuda no llegará a menos de la mitad para tomar como referencia a Argentina. Sin embargo, seguirá siendo muy atractiva en comparación con la situación anterior, y no es algo que nos sea ajeno. Los intereses que se paguen serán muy inferiores a los anteriores, y no se tendrá la presión del vencimiento de créditos en el corto plazo. Existen, claro, muchas otra variantes.

Los tecnócratas, a pesar de sus discursos contra el endeudamiento, han estado elevando más y más la deuda, incluso sin reconocerla como tal en los casos de Pidiregas (grandes empresas energéticas) y rescate bancario (Fobaproa-IPAB). El proyecto alterno, en cambio, señala el camino para evitar que ese endeudamiento actúe como freno total del desarrollo económico nacional. Como lo hemos dicho al hablar de las fuentes de financiamiento para ese desarrollo, como la austeridad con el gasto de los funcionarios públicos y la racionalización del gasto en general, reanudar el crecimiento económico de México es perfectamente posible. Claro, sobre la base de un proyecto diferente del actual.