¿Sabemos quiénes somos? ¿Nos miramos en el espejo e identificamos nuestros rasgos ancestrales? Algunas personas crean una imagen que no las representa pero que son aceptadas por la sociedad o a veces optan simplemente por romper el espejo y no encararse. La fotógrafa Marcela Bonfim, que tiene 33 años y es natural de la ciudad […]
Marcela tiene formación en economía y es militante de las causas del pueblo negro y de los pueblos ancestrales. Hasta los 25 años, Marcela se consideraba una persona negra emblanquecida y creía en el discurso de la meritocracia. Sus padres le decían que si estudiara tenía un buen trabajo y sería feliz. Marcela también criticaba las políticas de acciones afirmativas, como las cuotas raciales en el ingreso a las universidades en Brasil, decía que las cuotas expresaban el perjuicio y el racismo, que no lo veía en su realidad.
Vestía por encima de su piel algunos disfraces para ser aceptada en sus círculos sociales. Recibió el título de «la chica más jocosa de la clase», la más bufona, la más risueña y la vida siguió. Marcela creía en un mundo posible, de puertas abiertas y libre circulación, sin ningún impedimento. Pero se había equivocado y durante la búsqueda por el primer trabajo su mundo se desmoronó, los disfraces ya no funcionaban y el color de su piel se había expuesto.
Para enfrentarse a su negritud, cuando ya vivía en Rondônia, Marcela compró una cámara de fotos y empezó a fotografiar hombres, mujeres, niños, jóvenes y viejos afrodescendientes en la Amazonia, en comunidades afrobrasileñas [quilombolas], rituales de candomblé, festejos religiosos y centros penitenciarios. En el registro fotográfico también buscó retratar el negro en su trabajo, que en su mayoría está presente en las actividades domésticas. Los lentes también captaron la resistencia en la preservación de la cultura y costumbres y la estética y belleza negra. La fotografía representa el rescate de la propia identidad como mujer negra y fue en la Amazonia que ella se enfrentó a su color de piel. Las fotos están reunidas en la colección «Amazonia Negra», que hizo parte de la muestra (Re)conociendo la Amazonia negra: pueblos, costumbres e influencias.
Marcela Bonfim.- Este proyecto habla sobre negritud, de los flujos migratorios de las personas negras. Soy parte del flujo migratorio en la Amazonia y hoy veo que este proyecto de fotografía me ha salvado la vida. Cada retrato es también un autorretrato. Niños, personas mayores…fotografié lo que había en mí. No consideraba las personas negras bellas hasta los 25 años. Te puedo decir seguramente. ¿Es vergonzoso? Hoy no siento vergüenza, estoy lista para encararme a mi propia historia, no la puedo negar. Sentía vergüenza de mí y de mi pueblo.
Mi trabajo es un rescate de mi historia personal, es militante, la militancia que nunca hice. Es un proyecto militante que convoca la negritud. Ojo, necesitamos reconocer la negritud amazónica, la negritud olvidada. Ellos – negros y negras – construyeron la Amazonia, pero nadie lo habla. El proyecto a la vez es mi tabla de salvación conmigo misma. Busca ofrecer dignidad no solo a mí, sino a todos los negros de la Amazonia.
Lilian Campelo.- ¿Cómo fue el trayecto para llegar al proyecto?
Marcela Bonfim.- Para llegar al proyecto tuve que irme a Amazonia. Me gradué en 2008. En 2009 todavía estaba en São Paulo buscando trabajo, cuando recibí la invitación de una amiga para trabajar en la empresa de su padre, en Rondônia. Tenía que aprovechar esta oportunidad pues tenía muchas deudas, tenía el plazo de un año para pagar la mitad de mis estudios y así me fui a Amazonia.
Cuando completé dos años en Rondônia me presenté a las oposiciones en la Universidad de Rondônia para trabajar como docente en carácter temporal y empecé a dar clases de economía en una villa llamada Guajará-mirim. Después trabajé en el gobierno, en un bar, ocupé diferentes puestos pero me sentía vacía, no sabía qué hacer con mi negritud, solamente intentaba sobrevivir. Entonces empecé a pensar qué iba a hacer para encarar a mí color. Todavía no lo había hecho.
No me miraba al espejo, no tenía familiaridad conmigo y fue allí que tomé la decisión de comprar una cámara de fotos.
Lilian Campelo.- ¿La fotografía le ayudó a encarar su negritud?
Marcela Bonfim.- A mí no me gustaba que me tomasen fotos, hoy lo sé que se debe a mi color. Compré una cámara fotográfica que me sirvió de agarradero. Fui al ritual candomblé con la cámara por primera vez, siempre lo había «demonizado». Cuando llegué al terreiro [sitio donde se practica el candomblé] percibí que no tenía ni idea de lo que ocurría allí. Entonces decidí conocer las comunidades ancestrales, fui al quilombo [comunidad afrobrasileña], visité la Villa Bella de la Santísima Trinidad, en el estado de Mato Grosso y empecé a percibir que en mi ciudad, Porto Velho, había una comunidad negra muy rica. Entonces conocí a la comunidad de inmigrantes de Barbados que vinieron a Amazonia para construir el Ferrocarril Madeira-Mamoré y fueron la primera mano de obra asalariada negra en Brasil. A partir de ese momento empecé a interesarme sobre la negritud y empecé a ver que Rondônia era una cuna de personas como yo, quizás, personas que no se reconocían en el sitio donde estaban y salieron para encontrar un nuevo lugar.
Fui a las periferias, a la calle, a los centros penitenciarios, trabajé mucho tiempo en esos centros. Los centros penitenciarios en Brasil son negros y jóvenes. El proceso fue muy doloroso, percibí que había perdido mucho tiempo pensando en otras cosas. Percibió que había pasado mucho tiempo mirando otras cosas, vislumbrando algo que no era mío, que era blanco y empecé a conocer la historia de la negritud, de mi historia.
Lilian Campelo.- ¿Cómo es plantear la negritud? ¿Cómo es la Marcela hoy?
Marcela Bonfim.- La Marcela hoy tiene consciencia de lo que ha hecho y de lo que hace. Es completamente diferente de antes, aunque haya renegado de sus orígenes, hoy no se exime de su responsabilidad.
Hoy una de las banderas de lucha del proyecto es resignificar y poner en discusión la enseñanza formal. Estudié en una escuela privada de personas blancas, era la primera chica negra del colegio. Nos quedamos solos, yo y mi hermano, que tenía la piel más clara que yo, fue aceptado más fácilmente, pero yo tuve que me transformar en la burlona de la turma, siempre tenía algo para decir, estaba siempre disponible para alguna aventura, para una buena charla, era la niña más sonriente del colegio. Me transformé en atracciones para ser aceptada en la escuela y lo logré.
Lilian Campelo.- ¿Quiénes son los negros en Rondônia?
Marcela Bonfim.- Los negros en Rondônia desde los primeros flujos migratorias hasta hoy son invisibles. Son figuras caso inexistentes. Si usted va a la capital de Porto Velho casi no verá a personas negras, hay algunos naturales de Barbados, los más famosos, porque tienen una historia muy linda, reconocida por el ex presidente Getulio Vargas en la época. Ellos implantaron el telégrafo, eran ingenieros, contribuyeron para la educación, pero son muy poco reconocidos. Hay algunas escuelas con el nombre de barbadenses [naturales de Barbados], hay algunas menciones, pero no se menciona a los negros que trabajaron en las minas, en la extracción de caucho, que construyeron la aspillera Príncipe da Beira [en el río Guaporé], porque cuando se habla de la construcción de la aspillera, un importante aparato de defensa militar que Portugal hizo en la Amazonia, se habla de los portugueses, pero no se habla de los negros.
En aquella época un gran contingente de negros fue llevado hasta Rondônia, para la Villa Bella de la Santísima Trinidad y hoy esta herencia se hace presente en la Fiesta del Divino, una celebración de 55 días en el Vale do Guaporé, localizado en la frontera entre Brasil y Bolivia, en que los fieles navegan por 55 días por cerca de 42 comunidades afrobrasileñas e indígenas, pero de eso no se habla, no hay un reconocimiento.
La historia de los negros tiene diversos flujos migratorios, hay los negros de Barbados, del caribe en general, de los negros de Nordeste, de Pará, de Maranhão.
Los negros de Maranhão y de Pará vienen de flujos muy importantes para Rondônia, construyeron el estado: las edificaciones, la extracción del caucho, la minería, la agricultura. Las regiones rurales son negras, no solo la tierra es del negro, sino que la mano de obra es negra. Son flujos migratorios importantes que no tienen reconocimiento, cuando se habla de la Amazonia se habla de los indios, que representan uno de los senos de la Amazonia, pero el otro es el negro, los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes construyeron la Amazonia juntos.
El principal motivo de esta invisibilidad es el racismo y el proyecto nace diciendo: ¡oye, aquí hay negros! Y nace con la propuesta de ofrecer dignidad, de mostrar la belleza que no la encontraba en mí, pero que hoy la reconozco en los negros y negras de la Amazonia. No me gustaba que me tomasen fotos, no me gustaban las fotografías ni el color de mi piel y es lo que hay en el proyecto.
Se pueden ver las fotografías de Marcela Bonfim en el sitio web https://www.marcelabonfim.com/.
Traducción: Luiza Mançano, para Brasil de Fato.