Desde hace un par de meses decenas de jóvenes reunidos en el colectivo Midia Ninja practican el «periodismo ciudadano» para cubrir las manifestaciones sociales en Rio de Janeiro a través de las redes sociales y «mostrar lo que ocultan» los medios tradicionales. «Estamos en Botafogo», exclama un joven brasileño, delgado y de barba castaña, mientras […]
Desde hace un par de meses decenas de jóvenes reunidos en el colectivo Midia Ninja practican el «periodismo ciudadano» para cubrir las manifestaciones sociales en Rio de Janeiro a través de las redes sociales y «mostrar lo que ocultan» los medios tradicionales. «Estamos en Botafogo», exclama un joven brasileño, delgado y de barba castaña, mientras camina en círculos, inquieto, apuntando su voz a un celular y con la mirada congelada en la multitud. Es uno de los 200 periodistas independientes que trasmiten en directo y desde adentro las protestas en Brasil. Son parte de Midia Ninja (Narraciones Independientes Periodismo y Acción, por su sigla en portugués), que nació en San Pablo en 2012 para divulgar eventos culturales pero con el auge de las manifestaciones fue ganando terreno entre los brasileños más descreídos con respecto a los medios tradicionales.
Aseguran mostrar la realidad de lo que pasa en la calle y buscan denunciar lo que los medios tradicionales no muestran, como el arresto de dos de ellos mientras trasmitían una manifestación cerca del sitio donde el papa Francisco se reunía con la presidenta Dilma Rousseff, el 22 de julio en Rio de Janeiro. Afirman haber sido los primeros en publicar imágenes de policías infiltrados activando bombas molotov en las manifestaciones, presionando de esta manera a los grandes medios y a la justicia para que este tipo de acontecimientos sean investigados.
«¿Cómo suenan nuestras manifestaciones en Uruguay?», pregunta el reportero que se pasea con su celular y un discreto foco de luz entre cientos de personas, a pocas cuadras de la costa de Rio de Janeiro. La respuesta es interrumpida por el grito de un transeúnte: «¡Cuidado!». Los jóvenes corren en distintas direcciones. La movilización, iniciada hace unas cinco horas, amaga con difuminarse.
Un autobús distraído casi pisa a un manifestante, generando pánico entre quienes se encontraban alrededor. Sus gritos provocaron inquietud entre los que estaban más lejos, que sin saber lo que sucedía temieron la posibilidad de un enfrentamiento con las tropas de choque que acababan de llegar. Muchos manifestantes cargan con la experiencia de junio, cuando sus protestas en plena Copa Confederaciones culminaron en enfrentamientos violentos con la policía, que en varias oportunidades reprimió las marchas con gases lacrimógenos. Pero todos vuelven a sus puestos y los uniformados bloquean el paso, rígidos con sus escudos y la mirada sin rumbo claro. Los cantos suben el tono en esta tarde de fines de julio. Exigen mejores servicios públicos y denuncian el gasto del Estado en estadios para la Copa del Mundo de 2014, los Juegos Olímpicos de 2016 y en la visita del papa Francisco. «Este fenómeno es increíble, hay 23 mil personas mirando la manifestación por Internet», exclama orgulloso un joven brasileño que se acerca a la marcha luego de verla en vivo en Facebook, donde los «ninjas» tienen más de 160 mil seguidores.
La protesta fue convocada en la tarde en las redes sociales. La cita fue en el barrio Leblon, el más codiciado de la ciudad, y donde vive el gobernador Sergio Cabral, cuya popularidad es la más baja de Brasil, con 12 por ciento de aprobación. Los primeros en llegar fueron unos jóvenes menudos y enmascarados. Uno con la careta del Hombre Araña y otro con un pasamontañas. Aseguran que se tapan la cara por miedo a la represión y se quejan de que los miembros de la policía no lleven una identificación en su uniforme. Dicen que es ilegal y que si sucede algo no saben a quién denunciar. Por la misma razón rechazan revelar sus nombres. Se dejan cachear por los policías, que les advierten que sólo quieren ayudarlos para «que las cosas se hagan pacíficamente», y sin darles muchas explicaciones les piden que abran sus mochilas. Pero antes los rodean, provocando la ira de los demás manifestantes que alzan carteles en los que se lee «Fuera Cabral» y gritan «aquí están los pequeños perros de Cabral», en alusión a las tropas de choque que pasean sus camiones como para intimidar a la multitud.
Indignados El sol golpea y las olas se vuelven fuertes. Algunos surfistas salen del agua y se acercan al encuentro, de traje y cargando sus tablas. Se mezclan entre los manifestantes, muchos de los cuales aprovechan la oportunidad para recaudar alimentos y vestimentas para la familia del albañil Amarildo de Souza, padre de seis hijos y habitante de la favela La Rocinha, desaparecido el 14 de julio tras ser interrogado por la policía.
«¿Dónde está Amarildo?», preguntan con indignación. Además de reclamar por los abusos policiales, piden más inversión en salud y educación y la renuncia de Cabral, a quien acusan de tener vínculos con empresarios corruptos y de utilizar helicópteros del gobierno para transportar a miembros de su familia. A pocos metros, en la playa de Copacabana, donde la tradicional escultura de arena en la que se veía a una mujer tomando sol boca abajo y en biquini viste ahora una pollerita «por respeto al papa» -según dice el artista-, el pontífice da inicio a la Jornada Mundial de la Juventud, a la que asisten un millón y medio de peregrinos del mundo entero, aunque principalmente latinoamericanos.
Cerca de las protestas pero lejos de las causas que inquietan a estos jóvenes brasileños, los peregrinos entonan el himno del evento: «Cristo nos invita, vengan mis amigos, Cristo nos envía, sean misioneros». Con gritos y llantos, reciben al primer papa latinoamericano, quien está empeñado en limpiar la imagen de la Iglesia Católica -afectada por casos de paidofilia y corrupción- pidiéndoles a los jóvenes que salgan a las calles a evangelizar al resto.
Lejos de estos cantos están los ninjas, que optan por mostrar la otra cara de Rio pues aseguran que los grandes medios se ocupan de filmar al papa, en el país con más católicos del mundo (64,6 por ciento, según el censo de 2010). Midia Ninja tiene más de 18 mil seguidores en Twitter, muchos de los cuales participaron en las protestas contra la televisora Globo, la mayor del país, y han incendiado un vehículo de la tv Récord y otro del canal de televisión sbt. Los ninjas, cuyas reuniones de redacción son abiertas, no dudan en mostrar su apoyo a las demandas de los manifestantes, que también piden una democratización de la información. Y aseguran, al igual que los demás jóvenes, que en esta ocasión la reivindicación no es contra el papa, sino contra los 53 millones de dólares gastados por el gobierno para la ocasión. «No es contra el papa, pero la jmj dificulta la vida de los cariocas, es mucha plata de los cofres públicos utilizada para esto», explica el manifestante Luis Felipe Godinho, de 19 años.
Además quieren aprovechar que los medios internacionales están allí «para divulgar lo que sucede en Rio», cuenta el enfermero Leandro Costa (21), quien asiste a la protesta para atender a quien lo necesite en caso de enfrentamientos con la policía u otro tipo de incidentes.
Bandidos «Vamos para Copacabana», anuncia un ninja a través de su celular. Detrás de él, una maestra carga un muñeco con la figura de Cabral lastimada por una bala de goma policial, en alusión a una herida que ella misma recibió en otra de las marchas. Al muñeco le cuelga una mamadera y un cartel en el que se lee «¿Quién es el bandido?». La manifestación empieza a sumar más causas y gente. Se unen quienes piden el aborto legal y también los defensores del matrimonio homosexual. Espontáneamente y ayudados por el rol de los ninjas -que buscan ser el vehículo de comunicación más directo entre la gente en la calle y el pueblo en la red-, la marcha va cambiando de rumbo.
«Papa, papa, abrí la mano que quiero dinero para salud y educación», cantan los jóvenes mientras caminan por las calles en dirección a la playa. Reciben el apoyo de los vecinos que prenden y apagan la luz de sus apartamentos en señal de complicidad. Algunos peregrinos gritan desde las ventanas de los restaurantes: «Esta es la juventud del papa», y los manifestantes responden: «Esta es la juventud libre». Escena similar a lo sucedido en la última noche de la jmj, una semana después, cuando cientos de manifestantes entraron a la playa Copacabana mientras los católicos compartían una vigilia improvisada entre sobres de dormir, guitarras y rezos. Este encuentro estaba programado para llevarse a cabo en Guaratiba, en un terreno baldío en el norte de la ciudad, pero el lugar se inundó con las lloviznas y a último momento las autoridades decidieron cambiar el destino de la peregrinación, provocando angustia entre los lugareños, que invirtieron miles de reales en comida, bebida, baños y alojamiento, y no sólo no recibieron ni un centavo sino que también se perdieron al papa.
Con el argumento de que la marcha ya estaba programada y que pagaban impuestos por su costa, los manifestantes se mostraron empecinados en mezclarse con los peregrinos. Provocaron el hartazgo de los militares que en principio bordeaban la playa, hasta que los dejaron pasar. Mientras unos entonaban oraciones, otros pedían a gritos la legalización del aborto, una mujer mostraba sus senos y un manifestante lucía un grafiti en su espalda en el que se leía «menos Biblia y más orgasmos». Entre ellos, Midia Ninja paseaba sus celulares con cámara, fotografiaban y entrevistaban sin respiro, pese al vocerío in crescendo de los peregrinos que rezaban un avemaría, de rodillas y dando la espalda a quienes un español de unos 17 años tildó de enviados de Satanás.
* Periodista uruguaya de la agencia France Presse, enviada especial a Rio de Janeiro a cubrir las Jornadas Mundiales de la Juventud.