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Recurrencia histórica y medias verdades-mentiras

Miopía de izquierdas y derechas

Fuentes: Rebelión

A mi modo de ver hay una exagerada inmediatez en el trato que se hace de las noticias, tanto por parte de la izquierda como de la derecha. Lo cual no permite interpretarlas en un contexto más amplio y profundo, comprender las verdaderas raíces de nuestra problemática y corregirlas, erradicarlas. No soy un idealista. No creo […]

A mi modo de ver hay una exagerada inmediatez en el trato que se hace de las noticias, tanto por parte de la izquierda como de la derecha. Lo cual no permite interpretarlas en un contexto más amplio y profundo, comprender las verdaderas raíces de nuestra problemática y corregirlas, erradicarlas.

No soy un idealista. No creo en la supuesta imparcialidad de intenciones ni en la tan promocionada libertad de opiniones, más que como postulación abstracta, ideal. ¿Cómo se puede ser imparcial y respetar sinceramente opiniones cuando todo tu modo de vida completo, el propio ecosistema peligra?

En la elevada torre de marfil intelectual que flota entre cómodas nubes de algodón eso suena muy bien. Pero cuando tu familia o nación está siendo agredida, calumniada, irrespetada, avasallada, cuando boicotean alimentos, combustibles, servicios básicos, cuando los mismos organizadores de manifestaciones populares disponen francotiradores para masacrarlas y luego culpar a otros…

Allí está el naciente proyecto de «T.V. del Sur» con sede en Caracas, que aún en el vientre y por ser parido ya recibía los ataques de los que reparten a manos llenas democracia y libertad de expresión por todo el mundo.

¿Creen uds. sinceramente que T.V. Sur puede nacer libre de intenciones y respetando los derechos de libre expresión de los sistemas de interés que se lo llevan por delante? Tal vez en alguna sociedad extraterrena, pero si no aprende a pelear desde chiquito por sus derechos, pues mejor ni nacer.

El ministro de educación superior de Venezuela, Aristóbulo Istúriz, reconoce abiertamente, (¡Aleluya!), que toda educación es intencional, lleva implícita una visión, un interés, una dirección. Podemos educar para competir en el libre mercado donde cada uno satisface sus necesidades como mejor pueda.

O podemos informar las mentes, las personalidades, para introducirlas al ejercicio de la participación y propiedad comunitaria, donde los bienes son sociales y la satisfacción de las necesidades son derechos inalienables, accesibles a todos. Parece muy diferente el modo de estar en el mundo de quien tiene sus necesidades garantizadas socialmente cual derechos inalienables, al de los que vienen al mundo en condición de animales, a luchar dentro de la escala zoológica por la supervivencia del más fuerte.

En Venezuela cuando se quieren buscar los motivos de la presente situación que nos toca vivir, se va hasta hace doscientos años atrás, la gesta liberadora, la primera república y los intereses que contra ella atentaron, traicionándola. En el mejor de los casos la visión extrema alcanza a la colonización Europea y como ello alteró el modo de vida grupal de los habitantes nativos de América.

No seré yo tan ingenuo como para poner en duda todo ello, y por otra parte estoy muy confortado con esta visión en comparación con la que predominaba hace solo diez años atrás. Hoy hay mayor sinceramiento de la historia consecuente con un genuino interés por hacer las cosas de otro modo.

Pero no por ello dejo de notar una visión simplista y corta de vista, aunque ampliemos su alcance a doscientos o quinientos años. Pregunto yo ¿no había guerras fraticidas, sacrificios de vida y esclavitud entre los naturales de América? ¿Fue acaso aquél el primero o último intento de expansión territorial, económica, cultural y religiosa?

Si realmente aspiramos a comprender la problemática de fondo del ser humano no podemos quedar atrapados en el villano de turno, ni por supuesto dejar de reaccionar defendiendo nuestro derecho soberano a elegir como deseamos vivir. Y en ese caso muchos tenemos los villanos dentro de casa aunque tengan estrechas asociaciones foráneas de intereses.

Como muchas veces escribo, la historia del ser humano es la de opresores y oprimidos que luchan por recuperar la libertad de decidir como quieren vivir. Y en esta larga historia todos los credos, razas, nacionalidades y clases sociales se han alternado en uno u otro rol. ¡Qué tire la primera piedra aquella facción cuyas manos estén libres de sangre!

Hoy el propio Fidel Castro pese a sufrir un bloqueo económico y acosos de todo tipo, deja en claro que si la revolución cubana tiene alguna posibilidad de revertirse, no ha de deberse a causas externas sino internas. Es decir, a los propios revolucionarios.

Agrega además que las nuevas generaciones han venido al mundo en circunstancias completamente diferentes a las del surgimiento de la revolución, por tanto hay que refrescar la memoria colectiva. No sea que olvidándose puedan ser engañados en su buena fe, tentados, y deseen coquetear con modas capitalistas y liberales de mercado, echando por la borda toda la sangre derramada por anteriores generaciones. Esto no lo dice cualquier idealista novato, sino el líder de una revolución que lleva más de cuarenta años enfrentando al campeón de los pesos pesados.

Pregunto yo ahora ¿habría habido revolución cubana sin opresor? ¿Podríamos asegurar que los avances sociales hubieran sido los mismos sin cerco económico y viviendo en abundancia de bienes? ¿Podría Cuba brindar a Venezuela ahora solidariamente todos sus avances acelerando la novel revolución, si hubieran sido y fueran otras las circunstancias? ¿Podría ser el semillero del ideario humanista para el continente que despierta?

Por otra parte vemos que toda generación desea cambios diferentes a las que la antecedieron, no porque los desprecie o minusvalúe. Sino justamente porque las condiciones que le toca enfrentar y superar son diferentes, gracias a que sus antecesores limpiaron ese camino y no es necesario repetirlo. De eso se trata la inteligencia, la evolución.

Si lo que proponemos como solución para esta «pérdida de memoria» generacional es un «refreshing», ahí tenemos a la vista los resultados de ritualizar el holocausto judío, tanto en las juventudes alemanas como en las judías, aunque lógicamente desde diferentes intereses.

¿No es toda esta actitud aún con la mejor de las buenas intenciones, una especie de sadomasoquismo generacional? ¿No es una carga demasiado grande para la vida joven obligarla a doblar su lomo sobre el sufriente pasado, convirtiéndola en temerosa prevención, evasión y venganza de ese temido pasado?

Creo que va quedando claro que cuando hablamos de la exagerada inmediatez con que se tratan las noticias, no negamos las respuestas necesarias para defender nuestra libertad de decidir como queremos vivir. Lo que decimos es que esa resolución de lo inmediato, como la historia testimonia, no garantiza la no recurrencia de las circunstancias. Decimos que hay problemas de fondo que se nos escapan y por ello repetimos los mismos errores.

Cuando decido romper con mi pareja tal vez resuelva mi sistema de tensiones inmediatas, pero no sucede así con la problemática emocional que sigo arrastrando, tal vez por toda la vida. Cuando me acerque a mi próximo compañero sexual probablemente estaré emocionalmente bloqueado, temiendo que el pasado sufrimiento se repita, no importa si lo reprimo o si actúo como un desinhibido pavo real.

Cuando creo que puedo desarrollar mi empresa al costo de quebrar otra, estoy concibiendo erróneamente el crecimiento y poniendo las bases para la lucha por la supervivencia, que tarde o temprano me alcanzará a mí.

Y aunque no lo reconozcamos, tanto en el caso de la pareja como de la empresa, se trata de las mismas visiones inmediatistas y limitadas que hacen que las problemáticas sean recurrentes. Convirtiéndonos en malos aprendices de la historia, repetidores una y otra vez los mismos errores. El recurso que nos queda es buscar villanos culpables e idealizar nuestra participación, pero eso no lo resuelve lamentablemente.

El modelo mental colectivo es lo limitado y erróneo, la educación para la participación social es la que mal orientada nos enfrenta al otro, al mundo. Impulsándonos a luchar por inmediateces, sin comprender que triunfos o derrotas circunstanciales no garantizan el fundamento sólido para el desarrollo sostenido.

Hasta que no comprendamos que las diferencias son complementables así como las diferencias y complementaciones sintetizables, viviremos en el ensueño de la inmediatez, de los beneficios de unos en detrimento de otros.

Solo cuando reconozcamos que lo cuantitativo ha de ser cualificado, y que la mayor eficiencia es el beneficio colectivo, pasaremos de la suma a la multiplicación y a la potenciación exponencial. Entonces podremos comprender que hay modos y modos de resolver lo inmediato, y dar un salto definitivo para apropiarnos del futuro dejando ya de temer y sufrir las recurrencias de nuestros errores.

No será necesario entonces esperar o suplicar que dioses, leyes de mercado o humanos, dejen de imponernos un destino que no deseamos. Bastará con reconocer, corregir nuestros hábitos y creencias para librarnos de sufrir en carne propia los mismos errores. Tales errores podrán originarse o no en el pasado, pero nadie ni nada nos obliga a repetirlos ni ganamos o corregimos algo con buscar culpables.

Hoy que la «misión milagro» se abre paso esperanzadora, humanizando los abandonados hacinamientos citadinos y campesinos, me despido con la humilde sugerencia de que en nuestros sitios noticiosos y/o educativos, creemos un espacio para la detección y corrección de esta recurrente limitación visual histórica de que hacemos gala. Tal vez podamos recuperar del baúl de los recuerdos y remozar aquél: «Deshaciendo o desandando entuertos».

Sin que esto se convierta en una de esas interminables despedidas de borracho, quisiera agradecer a mi querido amigo Josep de Viejoblues, así como a los amigos de La Jiribilla y Rebelión de los que lamento no conocer sus nombres, por la amplitud con que siempre han tratado mis poco convencionales artículos.