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Manifiesto del Surrealismo

Miseria de la Cultura

Fuentes: Rebelión

Adaptación libre basada en la relación necesaria del surrealismo con la 4ª Internacional.

«no pueden pretender que nos traguemos con   gusto el desagradable pastel de carne humana que nos sirven.
No pueden exigir que nuestra nariz
temblorosa aspire con entusiasmo el hedor a cadáver.
No pueden esperar que confundamos con heroísmo el
embotamiento y
la insensibilidad que cada día se
revelan más funestos.
Tendrán que admitir que hemos
reaccionado de forma muy comedida, incluso conmovedora.
Los panfletos más penetrantes no han
alcanzado a arrojar suficiente desprecio y
sarcasmo
sobre la hipocresía generalizada».
Hugo Ball

Declaración Universal de los Derechos humanos
Artículo 27

1. Toda persona tiene derecho a tomar parte
libremente en la vida cultural de la comunidad,
a
gozar de las artes y a participar en el progreso científico
y en los beneficios que de él resulten.

2. Toda persona tiene derecho a la protección
de los intereses morales
y materiales que le
correspondan por razón de las producciones científicas,
literarias o artísticas de que sea
autora.

El surrealismo es una realidad.

Interrumpimos esta misa de difuntos para hacer sonar 13 campanadas de beligerancia que cambien la suerte de la Cultura, La Poesía, el Arte y la libertad de expresión toda:

1) Pretendemos combatir, sin dogmas, con autocrítica permanente, cuanto pensamiento y obra suministra la enfermedad y decadencia del capitalismo que, en su crisis, devastará a los que estén distraídos, desinformados y desorganizados.
2) La palabra Surrealismo está unida a la Revolución Permanente para luchar contra toda burocracia aun camuflada de «demócrata», «progre» o «humanista».
3) Nada, o poco, tenemos que ver con el «arte». Pero seremos, en caso necesario, muy capaces de servirnos de él, lo mismo que todos.
4) No haremos una maquinaria de expresión más «fácil», «linda», «divertida», tampoco una metafísica de la poesía. Haremos un arma, literalmente, para la liberación total del espíritu y de todo lo que pueda oponérsele.
5) Estamos completamente decididos a hacer la Revolución. Eso quiere decir contribuir con la revolución de los obreros y los campesinos.
6) Lanzamos contra la burguesía esta advertencia beligerante. Que ponga atención en cada uno de sus pasos porque no se librará de nosotros.
7) No hay un sólo medio de acción que no queramos emplear. Eso incluye el amor, la poesía, la palabra y los puños.
8) Somos enemigos a muerte de la muerte. Mejor la vida, pero no humillados, no hambrientos, no ignorantes, no explotados.
9) Tenemos derechos revolucionarios plenos para defendernos de los intereses bancarios, la plusvalía, las burocracias, los monopolios, las «buenas conciencias», los redentores, las sectas y los represores.
10) Denunciamos la barbarie que nos acorrala con sus noticieros, prestamos internacionales usureros, decretos presidenciales, rebajas salariales… Denunciamos el genocidio en los hospitales sin medicamentos, sin gasas, sin platos, sin solidaridad. Denunciamos la miseria en las escuelas públicas, las universidades públicas, los institutos de investigación. Denunciamos el crimen organizado en los recibos de teléfono, luz, agua, gas… Denunciamos a una sociedad que convierte en puentes de muerte lo que deberían ser puentes de libertad.
11) Con la alquimia de la revolución, y su poesía, transformaremos toda nuestra furia en alegría, humor, amor y lucha para darles su merecido mientras tomamos lo que merecemos. Salvaremos sólo lo que es salvable.
12) Queda el tiempo necesario. Y eso no es mucho.
13) La humanidad es reo de la miseria, entre otras cosas, porque estamos desorganizados.

¿Exageramos?

Hace falta unidad para debatir y construir abiertamente sin excluir los paradigmas que faltaron en muchas discusiones, pensar en conjunto, incluir lo que antes no pudimos, por ignorancia, prejuicio o atraso. ¿Será esta la hora?

Veremos : La realidad no es cosa del otro mundo. «Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal«. (Marx 18 brumario).

Considerando:

Que a estas alturas la vida se ha vuelto amasijo de cadáveres equilibristas bajo graznidos de revólveres. Que nos taladran las angustias aun cuando muchos resisten y luchan. Que cuando estemos del todo muertos no tendremos honores en los supermercados. Que la miseria es estanque de muerte que secuestra al cielo con su modorra de camposanto. Que la miseria anuncia sus deseos de violencia más obscenos. Que tiembla la tierra. Que sobre la mesa de ésta historia la bestia nos da por muertos y se prepara para la autopsia. Que ha sido muy costoso. Que hay que tomar el cielo por asalto.

Considerando:
Que a estas horas la revolución abre sus cajones llenos de pájaros tiernos. Que prepara su garganta y su voz de tempestad para insuflarnos bullicios de insurrección bien pensada. Que chapotea la revolución en todas nuestras palabras.

Considerando:
Que esta sociedad enferma produce enfermos, hambre y angustia para la dama y el caballero, para el bolsillo, para billetera… Que la angustia nos enloquece. Que nos condenan al patíbulo del silencio. Que se nos va la vida.

Considerando:
Que estamos hartos del hambre, del desempleo , de la vejez solitaria y náufraga, de la niñez desvencijada, del futuro ciego, del pasado amnésico. Que el capitalismo es una fábrica esquizofrénica de angustias y odio. Que estamos desesperados de rabia. Que no podemos entrar y salir de la noche, sin rabia, hasta para las cosas más pequeñas. Que hay que convertir la rabia tóxica en lucha militante y transformadora, como derecho y acción obligatoria.

Considerando:
Que el capitalismo es una noche sucia, noche de estertores, noche sorda cuya mano es veneno bandolero de ojos pétreos. Que la burguesía es un tiradero de huesos rotos y perlas machacadas, que hunde sus cuchillos televisivos en las cuencas de los ojos. Que hay fondos monetarios hambrientos como lagartos en esta noche a destiempo con sus dientes clavados como penurias. Que nos bañan con sus chorros de tinta periodística y su farándula de despojos. Que pagamos su orgía. Que la barbarie está de fiesta. Considerando: Que no tragaremos más odio. Que jamás tendremos sosiego si seguimos así. Que cambiaremos el rencor por justicia contra los templos de la «familia», la «patria» y el fanatismo… mercados de sensiblería sórdida con dioses institucionales. Que éste mundo en decadencia acelerada sólo perdurará santificando al crimen. Que habrá que cambiarlo todo con luz inmensa, sueños grandes, luchas enormes. Que urgen más brisas, más luchas rebeldes, más almas y también más fuerzas para reunir al viento, para zarandear el trapo de las banderas dormidas y levantar como soles nuestros brazos entumidos. Que debemos organizarnos. Que debemos levantar la revolución.

¿Cómo derrumbaremos ésta miseria? Pongamos nuestras manos sobre las piedras que estallarán contra los cristales de la farsa. Pongamos nuestras manos a que levanten las vidas y las casas nuevas para que las mismas piedras nos hagan nuevos.

Este documento es exclusivo de todos.

Declaramos:
Que allí donde otros proponen «reformas» nosotros no pretendemos otra cosa que proponer una guerra revolucionaria. Que la vida hoy consiste también en arder en guerras contra la miseria. Que no concebimos la vida separada de nuestras guerras. Que es necesario terminar con el espíritu blandengue. Que hay que comenzar una guerra nueva armados con poesía que trasforme a los hombres, los enamore y sea una puerta abierta que nos conduzca donde no hemos llegado… una puerta para entrar a la vida verdadera. Al cielo que nos pertenece. Queremos transformar este circo decadente en realidad fértil que sea para el corazón y los sentidos esa sacudida amorosa y concreta que acompaña a toda verdadera Revolución. Esto es una fórmula poética, una pócima. Giro del espíritu que se vuelve sobre sí resuelto a aplastar desesperadamente todas sus trabas. Y, llegado el caso, con verdaderos martillos.

Declaramos:
Que la poesía debe ser primero ética que estética, que debe ser ciencia, técnica, artesanía, ancha e irreductible, un arma, una forma superior de lucha con sus imágenes… una «álgebra profunda». Un producto de cierto trabajo no alienado purificado y purificante… una alquimia del ser liberado. Trabajo que no es mejor o peor que otros, que no es beneficiario de «iluminaciones» o privilegios de especie o clase. Trabajo de exteriorización humana en que las formas vibran emocionalmente electrizadas. Poesía que no está sólo en las formas. Poesía que comienza en las ideas para la libertad, que es capaz de transformar la vida… cambiar al mundo. El poeta necesario debe ser primero revolucionario. ¿Por qué no?

Declaramos:
Que un poeta deberá ser militante de la libertad o será nada. Un poeta deberá ser investigador fantástico de la Imagen, rebelde en la práctica. Será un trabajador, obrero de la destrucción y la construcción dispuesto a transformar cuanto diagnóstico y pronóstico dicte la dialéctica del intelecto y la realidad para hacerse caminos a la libertad… cuanto antes. Militante que habrá de valerse de cuantos medios tenga al alcance para movilizar todos los ejércitos emocionales hacia el triunfo final de la humanidad en contra de todas las opresiones. Poeta militante transformador, revolucionario que expande e inaugura visiones y conciencia con el deber social de la creación que individualmente practica para regocijo suyo y de una humanidad sin clases, sin estado, sin propiedad privada. Poesía militante en la ciencia, la educación, la tecnología, la pintura, danza, cine, video, literatura… poesía de vivir y compartir la vida. Poesía magnética que encienda todas las máquinas amorosas, poesía para la resolución de los problemas en la vida práctica. ¿Será pedir mucho que todos nuestros poemas giren por la palabra Revolución. Por una Revolución que impulse para salir de los marcos desesperantes de la vida miserable, la debilidad y la impotencia? Saldrá de ahí.

Declaramos:
Que nacerá una revolución armada también con poesía para liberar a la humanidad de todo aquello que la hace prisionera en los límites de sus más elementales necesidades. Una revolución que siendo poesía en sí y poesía para sí hallará poetas militantes amantes de la vida. Revolución poética que gozará la vida por todos los poros como una música organizadora contraria a lo arbitrario, la estupidez y la gratuidad. Y si logramos algunas imágenes bellas esas serán las de la Revolución (no las de una secta, no las de una imposición dogmática, no las de una burocracia) que les da su valor y sentido (y por sentido hay que entender no lo que quieren decir sólo de una manera lúcida y clara sino su razón de ser…poética, emocional y amorosa) Será precisamente poesía donde toma parte otra especie de música intelectual desde el fondo del corazón. No se trata de tirar imágenes, como se tira el anzuelo, al azar. Será la historia vuelta conciencia en imágenes necesarias, imágenes exigentes y en acción.

Organizarse no es amontonarse.

ANTECEDIENTES

Esto es un llamado a los artistas, intelectuales, investigadores, peguntadores, estudiadores y enseñadores, que sueñan y trabajan por transformar el mundo, a unirse en un frente único mundial por la construcción de una revolución también poética permanente.

Aparece en un momento en que el imperialismo neo-nazi avanza, los gobiernos aplican políticas de superexplotación en todas partes. Las dos tercias partes del mundo son colonias. Los rebeldes sobreviven perseguidos, calumniados, encarcelados, o exiliados. Hoy más que nunca es importante agruparnos contra las amenazas y los enemigos: la prostitución imperialista del «mercado global», la guerra ideológica en los misiles y en los mass media, la persecución de los lebreles neoliberales en fábricas, aulas, oficinas, calles… realidad donde el arte, la ciencia, la creación, la inteligencia podrían servir a la Revolución con independencia y libertad relativas, contra toda imposición .

Organizarnos incluso para ganar espacios en la formación poética y política individual y social, hacia la transformación y resignificación del concepto poesía y su práctica rumbo a la liberación definitiva de la poesía de las connotaciones literarias que la restringen a menudo. Tarea que logrará identificar la poesía en la ciencia como en las artes, en el arado como en el microscopio. Tarea para quebrar todo exclusivismo de la poesía. Tarea y lucha que desde un campo específico busca ampliarse y tejerse con la lucha totalizante contra la explotación. Tarea y lucha en el campo técnico y en el campo ideológico. La poesía debe ser hecha por todos.

Nuestra beligerancia poética y revolucionaria abreva la certeza de lo mejor, la certeza de que es posible cambiar al mundo sobre la base de un plan mundial construido por el espíritu de una humanidad dispuesta a sacudirse la explotación, organizada de una vez por todas. Certeza del salto cualitativo que la conciencia da, dialécticamente, hacia un estadio superior, certeza que se moviliza, desde y hacia, programas del dicho al hecho. La certeza de Trotsky y Breton, certeza de poesía como estrategia de vida que escampa horizontes, revela territorios, expande el deseo. Poesía siempre sin ataduras.

Esa poesía revolucionaria no es poesía fabricada para el culto de la vanidad salivosa. No es engendro vomitado a destajo en trances de prostitución o cursilería negociables. No es palabrería santificada entre genitales insatisfechos ni resurrección de calenturas patrioteras. No retruécanos para esclavizar amoríos eyaculatorios de caballeros o niñas sensibleros, se llamen como se llamen, publiquen lo que publiquen o se premien como se premien.

La devoción por la poesía revolucionaria se profesa en categorías rigurosas. La ética como estética del futuro, la libertad como sentido central, lo maravilloso como conquista dialéctica… es decir, poesía necesaria, la poesía arma-herramienta de lucha y liberación capaz de iluminar con sus fulgores las zonas más intrincadas del la vida, de los universos interiores y exteriores, luz multi direccional, luz centrífuga y centrípeta hacedora de formas nuevas, venidas de la materia, del tiempo y el movimiento en la producción emocional de todos, la magnificencia misma de la humanidad estremecida con poesía para la poesía revolucionaria. Luz de metralla escalofriante, luz de repetición y turbulencia que agita corazones y espasmos. La belleza convulsiva. Luz magnética que atrae magnificencias al terreno de los hechos. Poesía lumínica que transforme al mundo… que transforme la vida.

El FMI tiene los más bajos intereses.

Sabemos que hay riesgos como nunca en las circunstancias presentes. Es imposible revitalizar el mundo en que vivimos, es inútil aferrarse a él, es preciso atreverse a cambiarlo desde sus logros mejores. Y eso tiene costos que son hoy por hoy ineludibles. La revolución poética conducirá a la humanidad a sus fuentes verdaderas. Pondrá a trabajar incluso los miedos todos en la construcción solidaria del futuro. Una vez que hayamos asumido un estado de visión semejante ya no será posible, como antes, confundir la mentira con la verdad. Habremos visto lo que poesía y revolución son juntas, de dónde proceden y ya no habrá dudas.

No consideramos a la poesía revolucionaria como un medio para acceder a un mundo «ideal», «perfecto» dogma de sectarios, sino para salir de uno falso. A condición de pensar una revolución poética permanente nos proponemos una revolución aplicable a todos los estados del espíritu, a todos los géneros de la actividad humana, a todos los estados del mundo, a todos los hechos de moral establecida, a todos los órdenes del espíritu. Esta revolución apunta a una transformación general de los valores, apunta a la ruptura y la descalificación de la lógica explotadora a la que perseguiremos hasta la extirpación de todos sus reductos .

Apunta a la reclasificación espontánea de las cosas según un orden más profundo y más preciso e imposible de dilucidar mediante la razón de la miseria. Apunta a un orden, organización, sensible e inteligente. Entre el mundo burgués y nosotros, la ruptura está claramente establecida. Nosotros no hablamos de hacernos comprender bajo las maneras ordinarias, hablamos de explorar lenguajes nuevos no exclusivos ni excluyentes, con el filo de nuestra obstinación revolucionaria encarnizada, para que conmocionemos, desequilibraremos el pensamiento hegemónico. Y, sin negar los mejores logros, avanzar desde donde estamos.

Nada legitima la pretensión de fijar para la poesía definiciones terminales. Su límite se fija contradictoriamente entre la necesidad filosófica de ensayar proposiciones y la «naturaleza» de un fenómeno, en muchos sentidos, inaprensible, indeterminable, misterioso y complejo hasta nuestros días. Ya hay una tradición larga, hija del ensayo y el error, que ha intentado establecer plataformas, puntos de observación, miradores… armados con telescopios metodológicos, ideológicos y científicos variopintos. La suma de las partes sigue lejos del todo para tranquilidad de muchos y desesperación de otros. Desiguales y combinadas. Verdades profundas que saben lo que aprende a saber la poesía revolucionaria.

«La mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado»
Arthur RIMBAUD

No nos cabe la menor duda de que esta revolución poética se opone a la continuidad absoluta de la miseria que, entre otras calamidades, frena toda forma de desarrollo. No nos cabe la menor duda de que estamos contra la muerte impuesta impunemente por la decisión de los patrones y sus intereses. Estamos hablando de terminar con la propiedad privada y el Estado, con la miseria, el hambre, la ignorancia y la enfermedad. Terminar con la usurpación de las fuerzas y talentos expresivos y su sometimiento a la dictadura del «raiting»… se camuflen como se camuflen. Terminar con la destrucción de las fuerzas productivas el espíritu, del intelecto. Contra la muerte.

Unidad no es uniformidad.

En nuestros días es necesario sembrar la poesía revolucionaria por todas partes, impulsar términos nuevos hasta que el espíritu alcance la idea absoluta de la necesidad revolucionaria, en el sístole y el diástole, donde se pondrá en marcha la unidad, no uniforme, de todas las categorías poéticas. Esta revolución debe ser hecha por todos, no por uno, lo mejor es agruparse, no amontonarse, pero no para hacer triunfar pequeños intereses individuales, sino para cambiar la vida, las estructuras sociales y la realidad del individuo. En la revolución poética, la realidad exterior no es indiferente ni distinta a la interior.

Uno sabe que la conciencia revolucionaria se adquiere gracias al contacto con muchas experiencias concretas, que no es la conciencia la que hace a la realidad sino la realidad la que hace a la conciencia, y que así es como el desdoblamiento de la personalidad poética y el de la personalidad militante se efectúan simultáneamente. Es este sentido es necesaria una revolución total de las armas obreras y una revolución sobre nuestra concepción de ellas .

No serán los poetas quienes hagan la revolución, serán los obreros y los campesinos organizados bajo un programa en el que no estará ausente una táctica y estrategia poéticas aportadas por revolucionarios poetas llamados a sumarse en la lucha como un guerrero más, bajo crítica y autocrítica permanente, acompañante de los protagonistas y protagonista a su vez.


«Puede afirmarse sin exageración que jamás la civilización humana estuvo amenazada por tantos peligros como lo está hoy.
Los vándalos con la ayuda de sus medios bárbaros, es decir, harto precarios, destruyeron la civilización antigua en un limitado rincón de Europa. Actualmente es la civilización mundial completa, en la unidad de su destino histórico, la que se tambalea bajo amenaza de unas fuerzas reaccionarias armadas con toda la técnica moderna. No sólo pensamos en la guerra que se avecina.
Ya, desde ahora, en tiempos de paz, la situación de la ciencia y del arte se ha vuelto absolutamente intolerable
«.
Manifiesto por un Arte Revolucionario e Independiente.

Cualquier parecido con las coincidencias es pura realidad

Para hablar de la Cultura no hay que ponerse solemnes… hay que ponerse beligerantes. La Cultura es una de las tantas formas que tiene la vida para expresarse. Es una producción humana, vital y compleja que anida lo que somos, cómo estamos, que sentimos, gozamos y padecemos. No es una pose, no un desplante. En la Cultura está escrita nuestra realidad, para gusto o disgusto, para bien o para mal. La Cultura no es un «Dios» extra- terrestre afincado en limbos o palacios desde los cuales ilumina a unos cuantos elegidos. La Cultura es una producción humana concreta y determinada socialmente que se impulsa desde nuestras necesidades humanas más profundas y se produce (y reproduce) en las condiciones objetivas de nuestra existencia mundial, regional, local, individual y viceversa. Y la Cultura ha sido secuestrada por el capitalismo.

Cuanto debería servirnos para impulsar el desarrollo humano es usado para frenarlo y someternos. Los grandes logros convertidos en armas para el atraso. La Cultura secuestrada para detener su desarrollo… nuestro desarrollo. A estas alturas de su crisis el capitalismo que supo desarrollar formas de Cultura importantísimas para su beneficio es hoy por hoy obstáculo para cualquier forma de desarrollo incluido el Cultural. El problema de la Cultura es también un problema de clase. Nada de lo que le pasa a la Cultura es distinto a lo que le pasa a las sociedades en su totalidad. Es Cultura la producción artesanal y es Cultura la producción industrial, es Cultura la producción para la panza y es Cultura la producción para el espíritu. La Cultura es producción y fuerza de producción. Es decir la Cultura es trabajo. Trabajo sometido a las mismas calamidades y contradicciones a que es sometida toda forma del trabajo. Incluida la explotación, incluida la marginación, incluida la ignorancia, la miseria y la usurpación.

A las más importantes conquistas Culturales de la humanidad también ha ocurrido el saqueo, la malversación y el robo para beneficio de unos cuantos y la explotación de la mayoría. Muchos de los mejores logros de las ciencias y las artes viven secuestrados bajo el imperio de comerciantes que hacen pasar por logro moral su habilidad impune para beneficiarse con lo que en realidad es propiedad humana colectiva: la producción del saber… la Cultura. Maquinarias, medicamentos, tecnología, medios de comunicación, pinturas, esculturas, lenguajes… una arsenal de conquistas humanas al servicio de un sector o clase que con violencia administrada (Cultura bélica) saquea y destruye las fuerzas productivas de la Cultura a diestra y siniestra.

No soñemos una política Cultural plena en una sociedad enferma. Soñemos la transformación de la sociedad y además la transformación de su Cultura.

Nuestro método particular es totalizador. Nuestro método totalizador es particular.

Hay en el concepto Cultura una vocación aglutinante que comprende casi a la totalidad de las actividades humanas derivadas del trabajo e impulsadas por él. La ensalada de definiciones que se ha producido alrededor del concepto Cultura no alcanza para agotarlo. Ni por su definición ni por su función. En todos los casos los que hemos conocido hasta hoy como Cultura constituye una producción fetichizada, desigual y combinada, plagada por contradicciones de clase que (aun con logros extraordinarios) está lejos de contribuir efectivamente a la liberación definitiva de toda forma de explotación. Muchas veces ha sido todo lo contrario.

No se puede (o debe) pensar la Cultura al margen del estado que guarda objetivamente el desarrollo de las fuerzas productivas. Ella mismo lo es. Cultura es todo lo que produce el trabajo, alienado o no . No se debe pensar el trabajo (incluido el de la Cultura) sin los trabajadores, sus circunstancias, las calamidades que los marcan y las potencialidades liberadoras posibles. Para eso hay que confrontar críticamente a los nacionalismos cerrados, localismos, regionalismos, chauvinismos e individualismos que se agazapan tras ciertas «buenas voluntades» que quieren crear y difundir Cultura bajo un modo de producción vertical, sectaria, iluminista y enciclopédica. Detrás de muchos discursos pro-Cultura, pro-identidad… hay componentes reaccionarios, consevaduristas y burgueses que se oponen a otra producción cultural animada esta vez por un proyecto revolucionario.

Ya hemos visto que a la Cultura se la usa como Caballo de Troya . En las escuelas, los espectáculos, los círculos intelectuales y científicos… para desembarcar ejércitos ideológicos y doctrinas domesticadoras que «elevan» al espíritu de los pueblos y lo alejan de esos de hábitos «ignorantes» que afean el decorado burgués. Ya hemos visto, bajo todas sus variantes, el ataque modelizador de conductas que se visten con lentejuelas «cultas» para esconder discursos donde sólo los valores dominantes tienen cabida. Ya hemos visto el circo oligárquico de los empresarios que ven en la Cultura ese toque de «gran estilo» que hace pasar por «culto» cualquier ardid para llenar teatros, hoteles, aviones… destinos turísticos. Ya hemos visto lo que las burocracias son capaces de hacer con la Cultura para hermosear, con dadivas tramposas, el ejercicio de su poder y de sus presupuestos. Desde el capitalismo hasta el stalinismo.

No hay tesis coherente sobre Cultura, si se omiten las condiciones concretas donde se produce y de quienes la producen. Aunque en la concepción burguesa de Cultura se den cita enunciados con apariencia pluralista, democrática e incluso «revolucionaria»… es necesario establecer que en una sociedad dividida en clases el debate sobre la Cultura es ineludiblemente un debate de clase. La Cultura no es un acontecer abstracto que puede despegarse de las condiciones concretas y las necesidades colectivas. No son (aunque lo crean) los artistas, los científicos ni los intelectuales dueños o hacedores únicos de la Cultura . Lo que hasta hoy conocemos como Cultura sigue siendo forma prehistórica que reproduce ampliadamente, en hechos, la conciencia (ideología) hegemónica. La Cultura sólo se desarrollará sobre sus mejores conquistas, dialéctica y colectivamente, cuando la sociedad logre su emancipación definitiva. Y permanezca armada para defenderse. Mientras tanto los logros impulsados desde las ciencias, artes o tecnologías, hasta hoy privilegio de pocos, son sólo índices de un grado importantísimo pero parcial del desarrollo humano total. Si un programa político de Cultura no se pone por eje modificar semejante encrucijada, simplemente es extensión de lo mismo que ya nos ha mostrado su incapacidad para impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas bajo un plan distinto que sea hecho desde una humanidad en sí y para sí.

En general el esmero, detalle, pulcritud y palabrería con que se elaboran los planes y plataformas Culturales desde los gobiernos al servicio de la burguesía, son púlpitos para un clientelismo disfrazado de erudición que extorsiona a los pueblos con la jugarreta de un saber burocrático concentrado en su vanidad de poder . No les faltan especialistas, títulos ni argumentos de clase, son impecables en la logística de las prebendas y canonjías. Son suficientemente escolásticos y eclécticos, y, sobre todo, son eficientemente demagógicos. Rinden informes detallados, hacen pasar por riqueza Cultural una red miserable de auto-proclamaciones llenas de aplausos para un rey tuerto que gusta de tragar ojos de súbditos. Algunos ganan premios internacionales.

Muchos intelectuales hoy convertidos en sepultureros de utopías, proclaman sin rubor el paraíso terrenal de las economías de mercado y festejan la libre competencia mercantil de la Cultura. El discurso neoliberal que apetece gobiernos «ahorrativos» y «esbeltos», mantiene en la más vergonzosa miseria a la producción Cultural que no le es funcional incluyendo a la educación. Terrorismo oficialista de la ignorancia. Los yupies intelectuales aplauden.

Somos testigos, protagonistas y víctimas de una guerra ideológica virulenta empeñada en imponer los valores éticos, estéticos y morales burgueses más nocivos y aberrantes. Padecemos el gran embrollo de las reorganizaciones mercantiles trasnacionales que, en sus rebatingas, se esmeran para adoctrinar a las sociedades con moralejas empiriocriticistas, pragmatistas y tecnocráticas. Se asesina al espíritu rebelde, sus creaciones, enseñanzas y comunicaciones a cambio de criterios post modernos neoliberales que entienden al Estado como hoobie gerencial.

En América Latina los recortes presupuestales más violentos son en materia de gasto social, Cultura y educación salud. Recursos fiscales malversados.

Existe una escalada terrorista gubernamental empeñada en devastar el trabajo intelectual o artístico populares, desde la investigación científico-tecnológica, hasta los salarios de los docentes. Hay cada vez menos recursos económicos asignados para equipar escuelas, universidades, institutos y museos si no son complacientes con el aplauso a la indiferencia y a saqueo. Se publican sólo libros de autores conniventes con el sistema, se crean sólo centros Culturales para desplantes individualistas y mafias intelectuales y se fortalece cierta satanización ideológica que tilda de aburrido todo lo que es, invoca y sostiene críticas. Los niños, adolescentes, jóvenes y adultos escriben y leen menos y peor.

Hoy domina la idea de que todo proyecto Cultural debe ser «rentable» y se le somete a leyes de comercialización desleales. Hay que ver los estragos ocasionados por la televisión, la radio, el cine y los medios impresos burgueses. Específicamente por ese modo de producir mensajes domesticadores para el consumismo como filosofía central de toda razón de existir en cualquier ámbito y concepto. Hay que ver la vulgaridad, mediocridad, tergiversación y manipulación impunes de las industrias massmediáticas y el «cuarto poder» que se cree propietario de la opinión pública. Cultura de la miseria.

Retrato de una Cultura occidental judeocristiana en crisis que declina en paralelo con la crisis general del capitalismo. Cada cambio Cultural del estado burgués, cada ajuste, es maquillaje disimulador de estertores agónicos. Crisis que se convierte en arremetidas calculadas para precipitar el domesticamiento grupal con proyectos cada vez más represivos. La Cultura se ha convertido en herramienta de seguridad nacional en una guerra ideológica de intensidad variable que se regula según los imperativos de control de conciencias más urgentes y caros al régimen de explotación.

Es impensable una transformación Cultural sin una transformación social profunda. Es necesario un programa de transición Cultural atado a un programa de transición general que tenga por ejes principales la lucha antiimperialista y la destrucción del capitalismo. La emergencia de una Cultura nueva supone la emergencia de condiciones sociales concretas donde estén saldadas primero las deudas históricas en materia de alimentación, hábitat y salud… Eso sólo es posible con una revolución obrera y campesina.

En todos sus significados la producción de una Cultura no alienada supone la existencia del trabajo no alienado y la posibilidad de participar libremente que en cada momento. Supone un pie de igualdad en las condiciones de producción Cultural, un acceso irrestricto a las herramientas de producción y la construcción de espacios, medios y modos para la exhibición libre de las propuestas y logros. Pero especialmente supone conciencia de las necesidades Culturales puesta en programas legitimados colectivamente para una praxis no sectaria, no iluminista y no burocrática de la creación y recreación de la Cultura.

En circunstancias así la división del trabajo Cultural debe desaparecer y debe desaparecer todo halo fetichista. Un trabajador de las artes, las ciencias o la educación es un trabajador más, igual que todos, sus posibilidades de desarrollo están determinadas por el desarrollo de todos y sus producciones, incluso con las peculiaridades más innovadoras, deberían ser contribución al desarrollo general de los seres humanos liberados de la explotación.

Arte no es lo mismo que Poesía.

Los poetas, pintores, músicos, teatristas, vídeo astas, intelectuales, bailarines… no son más dueños ni más hacedores de Cultura que los obreros, los panaderos, los electricistas… La idea de creación Cultural restringida a inteligentes o genios reproduce la separación clasista de la sociedad y la fetichiza. Los talentos individuales, que son innegables, deben explicar históricamente a qué intereses sirven.

Estamos sometidos a un modo de producción Cultural oligarca y burocrática porque estamos desorganizados. Hay vicios no poco esnobistas en muchos productores de Cultura envenenados de vanidad que impiden su autoconciencia de trabajadores necesitados de una organización política para una lucha emancipatoria. Se trata de una soberbia indvidualista paralizante y repelente a la crítica y la autocrítica. ¿Podrá cambiarse?

Nuestras armas no son distintas a las armas comunes en función revolucionaria. Es decir, el arma no es una representación simbólica de lo que la lucha y el mundo son, sino herramienta de destrucción-construcción bajo la brújula de un programa revolucionario. Tatuado en las armas. Con la poética engendrada por la revolución toda arma es además relato de la gesta gracias a necesidades conscientes y a una imaginación colectiva no alienada. No son panfletos, no son pose y falacia. Las armas de la poesía revolucionaria son relato de una teoría y práctica transformadoras que recuerdan siempre sus objetivos como un reloj histórico que apunta, con sus manecillas, la hora del triunfo.

Nuestra revolución poética es violenta e intransigente, de ruptura, de grandes y aguerridos gritos que pronuncian un «no» un «ya basta» un «que se vallan todos» un «proletarios del mundo uníos». Nuestra beligerancia surrealista es vanguardia del espíritu, de la sensibilidad, de la poesía. Comunismo, comuna pues, para congregarse, unirse, participar, comunicarse… es insurrección, revolución, revolver, perturbar y sobre todo construir. Revolución permanente.

Esta idea de revolución unida a la poesía no es otra cosa que la poesía al servicio de la revolución. En el corazón de la revolución reposa el amor, la poesía, lo maravilloso. La vida no es un fluir lineal predestinado, fluye en estallidos hacia fuera gracias al amor con su erotismo, por eso los modos más elevados de comunicación deben ser acción y reflexión en el pensamiento poético revolucionario. La revolución, el acto de amor y el acto de poesía no son incompatibles. La comprensión de esta premisa complementa toda nuestra táctica y estrategia… mostrar al amor como una ceremonia (un lenguaje) que no se realiza a espaldas de la sociedad y que es una necesidad primordial para una vida que se dignifique en y con la lucha. Lucha en primera y última instancia con amor revolucionario en un mundo en transición hacia un amor revolucionario permanente. El amor es en nuestra definición guerrera, reconocimiento de la revolución en la persona amada, es la libertad, es ceremonia, purificación y piedra de fundación: el misterio de la persona libre. La poesía se hace en el lecho como el amor. Sus sábanas deshechas son la aurora de las cosas. La poesía se hace en los bosques y en las fábricas, en las escuelas y en los límites. Debe tener todo el espacio que necesite.

Para preguntar por la hora de la revolución la humanidad debe preguntar por sí. Entonces otro mundo puede nacer de la contradicción entre lo que vivimos y cómo queremos, debemos, merecemos vivir. Puede nacer una revolución ahí donde la conciencia se disponga a evitar toda caída en la miseria del mundo. Eso será también poética revolucionaria que, de la teoría a la práctica, y viceversa, contribuya, objetiva y subjetivamente, en la destrucción del imperio burgués y al ascenso del espíritu libre, hacia una humanidad plena. También la poesía, que es necesidad y realización humana, ha sido sometida a las calamidades a que se somete toda propiedad colectiva. Manoseada, denigrada y secuestrada para beneficio de un plan perverso fundado en destruir la fuerza emocional de la humanidad. Se hace pasar por poesía la payasada burguesa que produce adornos para la explotación. La idea burguesa de «poesía» con que se envenena al mundo, es «poesía» decorativa, masturbatoria o mercantil. Desplante de corrupción ideológica para desesperanzar al mundo. Aniquilamiento del entusiasmo dispuesto, con todos los recursos posibles, para decretar el fin de la historia y la muerte de las utopías. Pero la poesía está en otra parte. La poesía es revolución y la revolución es poesía.

Todos los instructivos ideológicos burgueses que se esmeran en embellecer la propiedad privada, la familia, las instituciones militares y el devenir de gobiernos ávidos de violencia rentable, se suponen dueños de las conciencias donde depositan sus deyecciones estéticas… su proyecto esclavista. Suponen que pueden hacerlo impunemente, que pueden hacerlo mesiánicamente y que uno deberá agradecerles eternamente eternidad. Siempre y cuando agradecimiento signifique plusvalía de algún género ).

Se hace pasar por poesía la basura decorativa de artistas dedicados a disfrazar estéticamente la miseria, y cuyo contacto con la realidad social, se reduce a mover la cola y hacen gracejetas al patrón que compra obra. Unos hacen monerías para ganarse becas o presupuestos y otros las hacen porque no les queda más re,medio, algunos viven amargados por la humillación. Se hace pasar por poesía el idealismo solipsista más enfurecidamente nihilista y la obscenidad más impunemente disfrazada de arte. Se hace pasar por poéticas las farándulas de los comerciantes mass mediáticos. La burguesía no produce su «poesía» por ocio. Nadie financia producciones poéticas inocentemente. La poesía burguesa es parte de un arsenal de guerra ideológica, puesto a fabricar jabones para lavar la sangre derramada por una civilización (globalización) que no encuentra dónde esconder los muertos que ha producido.

La poesía será revolucionaria o será nada.

¿Esto supone negarle la poesía y la poética a toda obra no revolucionaria? No. Supone cuestionarla, interpelarla, llamarla a cuentas sin inquisidores dogmáticos. A cuentas con la historia con la, lógica y la dialéctica. Con su lugar exacto en la lucha y su definición verdadera entre las verdades necesarias. Supone una interrogación sobre su ser poesía y sobre lo que entiende por poesía. Supone que la revolución y la poesía no son propiedad privada de alguien o algo. Que nadie tiene la «clave maestra» de semejante ser. Que no se puede o no se debe ser indiferente o ajeno a la poesía ni en los partidos, ni en los programas. Estos (y todos) si quieren la revolución deben construirla organizados. Porque no la tienen dada.

No la tienen ni en un santuario sideral extraterrestre ni en una secta mística desde donde son iluminados. No es táctica inútil la convocatoria por consignas, tareas y anhelos. En si la idea de poesía revolucionaria contiene un programa permanente que debe ser hecho por todos. La poesía misma. Hay que sembrar un debate donde sea posible interrogar que tan poesía es eso que, en plena barbarie imperial, conocemos como poesía en los momentos en la conocemos. Y si en última instancia probara ser la poesía del atraso convendrá impugnarla y preguntar por su desarrollo hombro a hombro con las luchas revolucionarias.

Seguramente lo que no avance con la revolución terminará disecado en alguna vitrina de la historia, acaso como testimonio de lo que hubo de morir para que naciera lo nuevo. Y la poesía no está exenta de semejante dialéctica. Hubo quizá gérmenes revolucionarios en toda obra que se propuso impulsar el desarrollo humano. Probablemente estuvo presente en todo salto cualitativo que implicó avance. Pero muchas afluentes revolucionarias en la cultura quedaron paralizadas, por razones endógenas y exógenas, de manera desigual y combinada, hasta el punto de impedir el desarrollo de sí y desde sí. Lo revolucionario cesó de serlo incluso en la poesía hasta romper con sus términos esenciales y cancelar incluso su definición. ¿Es posible la poesía en la obra no revolucionaria? ¿Cómo, formalmente, conceptualmente, metafísicamente? ¿Es sólo problema de definición? ¿Es poco el problema? Es tambien problema de praxis. Por ahora nadie tiene las respuestas individualmente. Oponerse a esa parálisis del desarrollo es un deseo y una necesidad históricos y transicionales que nos toca estudiar y afinar para ensayar a toda costa una reflexión, discusión y construcción colectiva urgentes .
Una poesía revolucionaria debe elevarse exponencialmente sobre el nivel de vida actual, de la cultura media y del tiempo libertado para asociarse a la construcción del comunismo. Esto incluye a la burguesía y a lo que de ella quede. Elevarse no significa desprenderse de la realidad social, enajenarse, ni olvidarse. Implica la comprensión de una humanidad nueva, de las leyes de su desarrollo, y la comprensión de todas las antinomias y contradicciones de la sociedad clasista y de la división social del trabajo. Implica poner toda capacidad de abstracción al servicio dialéctico de la concreción y viceversa. «No veo, en realidad, muy que les pese a algunos revolucionarios de espíritu limitado, por qué es que habríamos de abstenernos de levantar, siempre que los encaremos desde el mismo punto de vista que ellos encaran la Revolución – y nosotros también -, los problemas del amor, del sueño, de la locura, del arte y de la religión.[…] nuestro [destino] es dar, como damos, totalmente, sin reservas, nuestra adhesión al principio del materialismo histórico…»

«Transformar el mundo, dijo Marx; cambiar la vida, dijo Rimbaud: éstas dos consignas son, para nosotros, una sola.»

Poesía de vida.

Poesía estremecimiento y palpitación devenida de la práctica toda, en el hacer del mundo una procuraduría permanente del estado poético. La felicidad misma. El desarrollo de la poesía es desigual y combinado. El punto donde deben encontrarse el trabajo poético y el trabajo político es la lucha revolucionaria. La diferencia entre el hacer político y el hacer poético revolucionarios, aun con su independencia relativa, es apenas una diferencia de grado.

En cualquier caso las diferencias tienen un polo de atracción importantísimo que pide en el hacer político una sensibilidad de artista y en el hacer poético disciplina militante. Nuestra voz bien puede ser la voz del otro que cohabita bajo el techo doméstico de la miseria desaforada. Nuestra voz bien puede tener armonía distinta, para que se oiga entre el bramido de las bestias, para que sobre ella se balanceen las esperanzas más fértiles y nuevas. No hay, pues, poesía sin ideología como no hay clase social sin producción cultural. Y estamos en guerra. La poesía es expresión del grado de desarrollo social y particular, material y espiritual, de sus productores… su clase. Y es el marco teórico con su práctica lo que fija, para el concepto poesía, como para todo concepto, sus definiciones. No existe la poesía por la poesía misma.

Importa mucho hacer y pensar la poesía como práctica… acción revolucionaria, trabajo, expresión de la lucha de clases y también como arma. La poesía contra la barbarie. Se acepte o no.

Unidad como salto cualitativo

Cada uno es libre de decir y escribir lo que le agrade, afirmaba Lenin en 1905, la libertad de prensa y de palabra debe ser completa. Tomemos el derecho de llevar adelante, tanto en literatura como en arte, en ciencia, en educación, en agricultura y en carpintería… la investigación de nuevos medios de expresión, como derecho de la humanidad de continuar profundizando el problema humano de la libertad y renunciar a juzgar la calidad de una obra por la actual vastedad de su público. Opongámonos a cualquier tentativa de limitación del campo de observación y de acción que la humanidad aspire a crear intelectualmente para atender sus necesidades cambiantes.

Logremos un acuerdo sobre las condiciones que, desde un punto de vista revolucionario poético faculte al arte, a la ciencia… a la poesía toda, a participar en la lucha emancipadora, permaneciendo enteramente libres, en su dominio específico. Sin que libertad implique indiferencia, sin que libertad suponga falta de solidaridad con la lucha obrera y campesina. Acordemos luchar contra quienes consienten que el arte, la ciencia y el pensamiento todo, sean sometidos a disciplinas incompatibles con sus medios, ratifiquemos nuestra voluntad deliberada de atenernos a la fórmula: toda la libertad en arte.

Coincidamos en que bajo las condiciones actuales de genocidio, en todas sus formas, la tarea suprema del arte, la ciencia y el pensamiento es participar conciente y activamente en la preparación de la revolución. Acordemos que ni científicos, ni intelectuales, ni aristas pueden servir a la lucha emancipadora a no ser que estén subjetivamente penetrados por la necesidad revolucionaria organizada, social e individual, que traduzca el sentido y drama de la revolución en sus nervios para que procure libremente dar una encarnación artística, científica etc. a su mundo interior y exterior.

Coincidamos en no someternos a burocracia o secta alguna . En no aceptar la felicidad por etapas o en un solo país. No esperemos de la burguesía y del estalinismo nada que no sea execrable. Coincidamos en que es necesario organizarnos, que si la organización es, en lo posible, expresión de avance, nuestra situación es francamente atrasada, poco inteligente y acaso miserable. Aunque nos cueste a muchos será necesario someter a crítica atenta ciertos pensamientos nuestros que nos impiden luchar juntos. ¿Queremos, podremos?

Seremos capaces de encontrar la poesía Revolucionaria si trabamos un conflicto universal contra la lógica de la miseria. Si nos oponemos a cuanto reduce La poesía revolucionaria a un marco literario o decorativo. Si reunimos fuerzas de sobra para dar fin a toda farsa siniestra, a esta pulsión burguesa delirante y enloquecida que nos explota, a este circo de bestias asesinas. Todo está aún por hacer, lo estará siempre. No hay obra acabada. No se admiten compromisos dubitativos. La historia de la humanidad renacerá de la noche bajo el pico de una cigüeña tartamuda. Es nuestra realidad.

Ataremos el viento a los cabellos de la poesía revolucionaria y al plan de los obreros en una batalla de arco-iris extremo donde se apoye todo pie para montar estrellas. Batalla arco-iris en las entrañas del cielo que tomaremos por asalto con el engranaje perfecto de pétalos a caballo galopando la risa de Marx, de Lenin, de Lón y de Federico.

Esa será, pues, la dirección flexible del corazón lámpara en el pecho melodioso de la historia que viaja ondulante para vestirnos de cielo sin desmayo y con las llamas de poesía que ilumine la bóveda aeronauta.

Quizá para eso debamos podar nuestras pretensiones hasta el límite de las posibilidades actuales, y sea necesario afinar métodos, hacia una producción poética dispuesta a admitir su provisionalidad, aventura y problematicidad contemporáneas. Poesía conciente de sus determinaciones histórico, culturales. Es decir una poesía revolucionaria como luz que busca el ojo hasta que lo encuentra, como balbuceo que busca su lengua astronómica y la encuentra, como luz de idioma magnético.

La poesía revolucionaria pastará ensimismada sobre las voces obreras nuevas. Algún día, lo sabremos sin secretos, saldrá un arco-iris como un tranvía, haciendo el amor y del amor saldrá una selva, una flecha, una liebre, una cinta, una catarata, una mirada nueva hoy escondida al fondo del ojo.

Cuantos se impongan la misión de construir una pensar y hacer poesía revolucionaria lucharán contra los sacerdotes de la «inteligencia» burguesa, y apuntarán, contra todas las miserias, las armas del marxismo de largo alcance. «Combatimos contra la indiferencia poética, la limitación del arte, la investigación erudita y la especulación pura, bajo todas sus formas, y no queremos tener nada en común con los que pretenden debilitar el espíritu, sean de poca o de mucha importancia». A excepción de raros individuos (…) todos convivimos tranquilamente con nuestras múltiples ignorancias (…) Hasta que alguna necesidad concreta no nos obliga a profundizar en nuestros conocimientos, dejamos tranquilamente que las cosas sigan tal como están. A eso se opone la poesía revolucionaria. A esta hora la poesía revolucionaria construye la dictadura de su luz.

Y nos urge organizarnos. Es necesario que se sepa, es necesario que alguien lo diga con voz de mariposa milenaria, profeta de constelaciones, mientras bailamos sobre el azar de la vida y empezamos los años y los siglos nuevos como cascada épica sobre el cielo. Después de tantos siglos y más siglos andará por la tierra la poesía revolucionaria con miríadas de frases proféticas que se convertirán en constelaciones. Como una ruta hacia el horizonte de la revolución ahora luciérnaga-volcán del futuro donde los astros crujirán las entrañas y el cielo cruzará la garganta del poeta que lo toma por asalto.

Esta es una lucha de los inconscientes (también).

La razón de los inconscientes.

Desafiaremos al silencio incluso con blasfemias y gritos hasta que caiga el rayo ansiado de esa alquimia de poesía revolucionaria que nos llevará al otro lado de la periferia consciente e inconsciente… Sonora como el fuego de una orquesta de sirenas. Como cuna de todas las lenguas nuevas de donde salga una flecha contra la barbarie higiénica, limpia, entre ruinas de humanos en los mercados plantados de preceptos. Poesía revolucionaria para escuchar la elocuencia de las estrellas y la oratoria del árbol, del alma y la luna almendra. Poesía protesta en gritos oceánicos y araño al destino de los miserables. El eco de voz que hace tronar el caos.

Mientras los astros y las olas tengan algo que decir será por boca de la poesía revolucionaria que hablará a los hombres como procesión de instintos que asciende en pos de la verdad a la hora de vivir la libertad como instinto contagioso de campanas con pies de arroyo.

Lo posible, mientras tanto sigue siendo extenso y desafiante. También lo imposible. A estas horas el sol tantea el último rincón donde se guarda la poesía revolucionaria. Y nace una selva mágica y sube un canto de mil barcos que llegan. Es hora de despertar en todas partes un sueño que saca al hombre de la tierra para que tome el cielo por asalto. Y lance pájaros con esperanza al amanecer de la bóveda como amor y paciencia de la poesía revolucionaria con que nos frotamos las manos y reímos, nos lavamos los ojos y jugamos. Cada tiempo tendrá insinuación distinta. Todo es posible en este mirar sencillo los subterráneos de la vida, nada será lo mismo. Esta poesía revolucionaria teje ya las noches y las mañanas para que el paisaje se llene de locuras frescas y el trigo vaya y venga de la tierra al cielo, del cielo al mar, buscando las cosquillas de las espigas.

Se trata del estado superior de las imágenes… su «álgebra profunda». Su realización purificada y purificante… la alquimia materialista del ser dialéctico. Por causa de heridas que nos atan las alas, la magia poética lima los barrotes y hurta la llave de los sueños encerrados bajo una certeza de raíces en cielo rebelde que no huye de nuestros mares íntimos. La poesía como estrategia de la vida, producción humana monumental que escampa horizontes, revela territorios, expande el deseo. Podemos creerlo, la poesía revolucionaria tiene el mismo poder que los ojos de la amada. Hace pensar en el comienzo del mundo que sigue su órbita concienzudamente.

Los verdaderos poemas revolucionarios son incendios cósmicos como el amanecer. Se propagan e iluminan sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía. Huyen de lo sublime externo. Hablan una lengua de corazones bajo las leyes del sol entre nubes comunicantes y colchones de neblina intermitente.

Las llamas de la poesía revolucionaria ven las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles. La noche y el día, eje en que se juntan el gran poeta y su caballo, que come alpiste, calientan su garganta con claros de luna.

Por cada gota de poesía revolucionaria la montaña hará suspiros que conocen los secretos de la noche, los martillos y los monederos falsos. Aquél que bebe el vaso caliente de la poesía revolucionaria conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los almacenes de recuerdos.

La poesía revolucionaria es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo, se levanta en el corazón y baja los párpados para hacerse la noche del reposo agrícola. Es cazadora de pájaros sin corazón. Está quizá al extremo de la canción próxima y será como cascada en libertad y rica como línea ecuatorial.

Todas las cobardías, las abdicaciones, las traiciones que quepa imaginar no lograrán impedir la erupción descomunal de la poesía revolucionaria . Por eso la fidelidad inquebrantable a las obligaciones que impone exige interés por el riesgo. La poesía revolucionaria vivirá incluso cuando no quede ni uno de aquellos que fueron los primeros en percatarse de sus promesas. Es demasiado tarde ya para que la semilla no germine infinitamente en el campo humano, pese al miedo y a las restantes variedades de hierbas de insensatez que aspiran a dominarlo todo. Si deseamos librarnos de la apatía ante la miseria hay que encuadrar la experiencia de la poesía revolucionaria en todos los frentes donde se libre una lucha real contra la ignorancia. Cada época padece de un mal concreto y la época actual padece de un imperialismo agudo.

La dictadura del espíritu.

No hay tiempo que perder, para hablar de la poesía revolucionaria como un agricultor que sale de los cruzamientos de la espera, urge una sinceridad nueva contra la miseria .

No hay tiempo que perder, todo esto como la letra cae al medio de pájaros anónimos que cantan como el rubí en el cerebro de las mariposas.

No hay tiempo que perder, el buque tiene los días contados, se abren las estrellas con sus banderas que estallan de semillas y alguien aprieta los pedales del viento, pasa el rebaño de estrellas en olas nuevas de materia desnuda. La revolución no viene de tan lejos a pesar del odio petrificado como un sombrero.

No hay tiempo que perder, nos hablan los horizontes aun imprecisos con su boca de selva montaña y noche. La lengua traza arpegios sobre el camino. Darse prisa, darse prisa. Están listas las semillas y esperan una orden para florecer por su escalera proletaria antes del viaje al cielo. La poesía revolucionaria hace temblar a la licantropía con sus garras viento.

No hay tiempo que perder, conocemos el camino sin límites obediente al instinto de los sentidos. En el tapiz del cielo se juega nuestra suerte y urge tomarlo por asalto

Un cortejo de horas golpea el futuro, se juega el alma, la suerte vuela todas las mañanas con los ojos llenos de fusiles refugio del cielo.

La poesía revolucionaria tiene los pies atados a su estrella propia que plantará continentes sobre los mares. Lo aprovechable sólo lo aprovechable para la vida que preparan los obreros con sus astros sonrientes color mundo y carne. Catarata libertad y río lleno de corazón sobre la tierra pájaro celeste tras los barcos magnéticos de las palabras que tienen sombra de astros. Poemas que tengan fuego de rayos e incendien donde caigan, que no se congelen en la lengua, poesía con imanes para el alma de luz y cascadas lujosas. La poesía revolucionaria será música de espíritu cítara, plantada en el cuerpo que estallará en luminarias dentro del sueño. Poesía revolucionaria mojada en mares no nacidos como un combate de estrellas y veleros que parten a distribuir el alma rebelde por el mundo .

Verdaderamente no se puede jugar con la poesía. La función de la poesía revolucionaria consiste en organizar de manera diferente ideas e intuiciones que tenemos medio esbozadas, hacernos ver mejor, hacernos ver «a través de», ponernos en sintonía con nosotros mismos, y con todo lo que nos rodea para organizarnos mejor, luchar mejor, buscar lo mejor en cada acción humana. Las anotaciones personales y los subrayados desde el primer momento deben tener una proyección hacia el futuro, de cara a la revolución. Cuanto más importante es el problema y más densa la problemática de clase, tanto más necesaria la poesía revolucionaria. Hay que trabajar sobre la poesía con la poesía para la revolución en caliente, desde una concepción de clase.

El meteoro de la militancia cruza por el cielo como aviador de estrellas cuidado por la aurora como aeronauta y estrella errante que los ojos han visto entre los pájaros. Ante la guerra sin cuartel, debajo de las luces y las ropas colgadas, la tierra y su cielo cantan en las ramas del cerebro la clave del campo inexplorado. Hay un espacio despoblado que es preciso poblar con poesía revolucionaria, con semillas abiertas, juegos y aerolitos de violín que nos traen el recuerdo del horizonte nuestro.

La imaginación al poder. El poder a la imaginación.

Si nos armamos con la poesía revolucionaria y la vivimos plenamente, desde el interior, aprenderemos a orientarnos en estos mundos. Las preguntas fundamentales no provocarán en nosotros el reflejo feo de hojear mentalmente el pasado, para «volver a ver» la página en la que está todo explicado, sino, más bien, el reflejo de «situarnos» con la imaginación concreta en una revolución plena, en una solución impregnada de amor geológico, y después al «mirar a nuestro alrededor», describiremos que vemos una humanidad para si.

Todos los lenguajes son un instrumento, no un fin. Sin poesía puede suceder que, si sólo sabemos los lenguajes, nada tengamos que decir. Hay que estudiar los lenguajes todos mientras se estudian otras cosas, no en lugar de estudiar. La poesía revolucionaria se baña en algún piano donde brotan las palabras como recuerdo de música en el silencio. Nadie impedirá que La poesía revolucionaria se clave en la eternidad para alumbramos con fuego la suerte. Y con nuestra carne florezca donde el aliento se corta para hinchar las campanas de todas las estrellas sobre los ríos desbordados como hoguera imperativa con olor de pasión que invadirá al orbe del futuro.

La poesía revolucionaria se ocupa y se ocupará constantemente, ante todo, de reproducir este momento ideal en que el hombre, presa de una emoción particular, queda súbitamente a la merced de algo «más fuerte que él» que le lanza, pese ciertas limitaciones de su realidad, hacia los ámbitos de la revolución permanente. Al salto magnifico de lo cuantitativo y lo cualitativo hacia su desarrollo en contra de todo lo que lo frena. Lúcido y alerta, sale, después, a enfrentar un paso nuevo. Lo más importante radica en que es ineludible semejante experiencia, plena de emoción, que no dejará de expresar su campanilleo misterioso, ya que, efectivamente, la humanidad comienza a auto-pertenecerse.

La poesía revolucionaria tiene un mirar de vértigos. Alborada que borda certezas sobre el cielo que tomará por asalto y del que todos tomaremos tinta sin nombre. Poesía lengua de obra y lucha que hablaremos para siempre vertiginosos. Belleza convulsiva que abrirá para siempre esta caja de mil fondos llamada humanidad.

Deberíamos re-inventar, con poesía revolucionaria y a partir de sus logros máximos, las obras todas dadas hace siglos. La hora de la poesía revolucionaria es también una hora de transformación de nuestras necesidades en rompecabezas bastante más refinados. Los conjuntos naturales de objetos y de fenómenos, tocados por la poesía revolucionaria, ya no coinciden con nuestros pensamientos ordinarios. La realidad impone problemas nuevos, exige luchas nuevas y estrategias nuevas. Dejemos de esquivar, levantemos la poesía revolucionara contra la vida miserable a que nos condenan a vivir. Levantemos unidos la poesía revolucionaria como ejército de luz, contra las emboscadas. Al lado (o detrás) de millones de obreros que levantan al cielo sus banderas de aurora, la única esperanza, la última esperanza contra el hambre eterna y el descorazonamiento, contra la angustia que cuelga de los pechos. Contra las alucinaciones de la angustia tantos siglos acumulada como lágrima inmensa. Contra la muerte infiltrada de rapsodias burócratas, infiltrada de pianos tenues y banderas camaleónicas con transfusiones eléctricas de pesadilla y fatalidad en nombre de un idiota.

Démonos la unidad, no uniforme, como flor de manos en acción y muchedumbres de aullidos rebeldes. Para que los mundos galopen en órbitas sin angustia. Para que se rompan los candados del cerebro y un huracán de poesía arrastre la podredumbre. Para que resuene otro violín gutural acompañando al piano de la revolución. Para que otra voz embrujadora traiga su gramática olorosa y triunfal como tempestad ardiente en nuestros cráneos.

Frente único es lo único que hay al frente.


«Cada palabra que se pronuncia aquí dice al menos esta única cosa:
que esta humillante época no ha podido ganarse nuestro respeto»

(H. Ball).

No hay métodos rápidos ni técnicas milagreras para Unidad ni para la poesía Revolucionaria. El poeta revolucionario debe saber que toda oficina, toda fábrica tiene su buena cuota de ritualistas obsesivos, de sádicos, de petulantes… El especial sadismo de la burguesía sabihonda a costa del ignorante tiene una larga historia, densa y amarga… Durante siglos, los profesores, los preceptores, los maestros de música y de canto eran, entre otros, en realidad, sirvientes… ¿Y hoy? ¿Dónde estamos parados? ¿Qué nos une? ¿Quién fabrica nuestra incapacidad organizativa, de unidad, de lucha, juntos… no revueltos?

La poesía revolucionaria está aquí ¿Se escucha? Está detrás del ruido siniestro en los pechos cerrados. Abrirá la puerta del alma con un suspiro de huracán. ¿Acudiremos?

No se aceptan sectarios.

Estrictamente prohibida la entrada a todo sectarismo. Y la tarea primera sigue siendo contribuir, sin dogmas, con la organización revolucionaria como un telescopio que apunta la cola de un cometa infatigable. No hay puerta de salida sin la revolución y sin su poesía . La unidad producirá grietas al fondo del infortunio, del tiempo y de nosotros mismos… por ahí se filtrará, a través de todos los espacios y todas las edades, el viento de la revolución que se enredará en la voz contra esta noche fría de gruta en huesos de miseria. ¿Eso es poco? Desorganizados somos como un barco que se hunde y apaga sus luces en las aguas de la impotencia, mientras, los perros burócratas ladran a las horas que se nos mueren.

Acordemos la unidad porque muchos siguen haciendo pasar por «poesía» una impostura decorativa de «artistas» dedicados a disfrazar, estéticamente, la miseria. Mueven la cola, hacen gracejetas al patrón que saca cheques para comprarles, rentarles, exhibirles obra. Siguen haciendo pasar por «poesía» el idealismo solipsista, más enfurecidamente nihilista.

Coincidamos en unirnos en un Frente Mundial revolucionario con lugar para disentir y construir. Frente que sea frente y no espaldas de algo o alguien. Frente que no nos diluya, que no nos corporativice. Frente para no dejar de ser lo que pensamos y somos y para dejar de serlo sólo si lo deseamos y acordamos. Frente para ganar, no para que nos ganen. Frente para acompañar la revolución obrera y campesina, no para ilustrarla ni usufructuarla. Frente para la unidad no para la uniformidad. Frente confiable, no rentable.

Coincidamos, porque es posible, para lo inmediato y lo mediato. Para lo de hoy y lo de siempre. Por lo legal y por lo legítimo. Por la esperanza y por la panza. Por la dignidad y por la espontaneidad. Por el humor y por el amor. Por el salario y por el ideario.

El caso es que una buen día quizá cuando el cansancio y la rabia nos antesalen a la noche, antes de caer dormidos, percibiremos nítidamente articulada, hasta el punto de que resulte imposible cambiar ni un solo elemento, la imagen de una revolución plena, no ajena al sonido de nuestra voz, de cualquier voz, como una frase nueva que llegará hasta nosotros sin llevar en sí el menor rastro de distancia y que, según ciertas revelaciones de la conciencia, nos ocupara el resto de la vida. Esa frase, la frase revolucionaria, parecerá, en un insistente, casi atrevida como el cristal. Aparecerá como un lenguaje nuevo de guerra poética, que no podrá entenderse más que hundiendo sus raíces en el humus revolucionario de los obreros y los campesinos para nacer como una planta nueva siempre. Grabemos rápidamente tal frase en la memoria, y, cuando nos dispongamos a pasar a otro asunto, el carácter orgánico de la frase retendrá nuestra atención. Y entonces poblaremos su vientre con una militancia nueva que se prolongara en la sangre a que responderemos sobre el surco de un arado de luz y ojos enaltecidos.

En el examen de la historia no sólo hay que saber, sino que hay que saber de una cierta manera poética. Tiemblen farsantes, uno conoce muy bien sus estrategias. Estamos en pie de guerra con nuestro cielo lleno de estrellas que esperan convertirse en poesía revolucionaria, con salpicaduras de astro que sopla sobre el pecho montañas a altura de los deseos. El entusiasmo intacto. Vivitos y coleando. Nos daremos la vida, desde esta muerte que nos dan y contra ella, si juntamos todas las frases revolucionarias, si las organizamos, aquí y allá, para tomar el cielo por asalto, hoy cercado con balas.

«No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar las banderas de la imaginación»