El crecimiento económico a cualquier costo ha llevado a muchos países en desarrollo, en especial a los latinoamericanos, a concentrar su producción agrícola en una variedad limitada de cultivos, y con frecuencia a uno solo. A esto han sido forzados por la demanda de naciones industrializadas, poniendo en riesgo la soberanía y la seguridad alimentarias, […]
El crecimiento económico a cualquier costo ha llevado a muchos países en desarrollo, en especial a los latinoamericanos, a concentrar su producción agrícola en una variedad limitada de cultivos, y con frecuencia a uno solo. A esto han sido forzados por la demanda de naciones industrializadas, poniendo en riesgo la soberanía y la seguridad alimentarias, según el Informe de Social Watch 2012, titulado Desarrollo sustentable: el derecho a un futuro, que se presentará el 15 de diciembre en Nueva York.
El monocultivo en vastas áreas, las explotaciones extractivas y los grandes proyectos energéticos son algunos aspectos de la prioridad que asignan los gobiernos al crecimiento económico, escribió Roberto Bissio, coordinador de Social Watch, en el prólogo del informe.
«Los biocombustibles, frecuentemente considerados ‘verdes’, son una gran causa de perturbación ambiental en Colombia, donde el apoyo gubernamental al monocultivo agroindustrial (que suministra el insumo para los biocombustibles) es la causa del desplazamiento de poblaciones enteras de campesinos de pequeña escala», explicó Bissio,. «Sumando insulto a la injuria, esto ni siquiera es consecuencia de la demanda interna sino de las necesidades de Estados Unidos, y se subsidia con créditos de bancos multilaterales de desarrollo.»
«En Guatemala, el monocultivo es de caña de azúcar, también una gran fuente de biocombustibles, y su explotación industrial también ha conducido al desplazamiento de poblaciones, violaciones de derechos humanos y deforestación», agregó. «El café es el culpable en Nicaragua. El país depende de su exportación, y la expansión de este cultivo está agotando la fertilidad del suelo, contaminando los recursos de agua y promoviendo la deforestación, mientras los campesinos son desplazados de sus tierras tradicionales.»
Las explicaciones del crecimiento de este modelo agrícola en gran parte del mundo en desarrollo tienen un ejemplo acabado en el informe nacional de Finlandia en esta edición del estudio mundial de Social Watch: «Hay varios ejemplos de empresas finlandesas importantes que aducen ser líderes mundiales en sustentabilidad y han establecido monocultivos a gran escala de eucaliptos (Stora Enso, UPM) y plantaciones de palma de aceite (Neste Oil) en el Sur global, los que contribuyen al desplazamiento de comunidades y la apropiación de tierras a gran escala», indica el estudio escrito por Otto Bruun, del Service Centre for Development Cooperation Finland (KEPA).
A continuación se reproducen algunos pasajes de los aportes nacionales al Informe de Social Watch 2012 sobre las causas y consecuencias de los monocultivos:
Argentina: El reino de la soja y las oleaginosas
La agricultura es uno de los pilares principales de la economía argentina. El aumento internacional de los precios de productos del sector ha favorecido la profundización del modelo de producción agrícola a escala industrial, en el que actualmente impera el monocultivo de soja y oleaginosas. Pero en el presente se han vuelto evidentes las consecuencias negativas de ese proceso.
La agricultura es la segunda fuente en importancia de emisiones de gases de efecto invernadero después del sector industrial. Las emisiones de CO2 per capita son casi el doble del nivel promedio en la región. Además, el uso irrestricto de agroquímicos ha tenido un impacto negativo en el ambiente y en la salud de la población. El Atlas de riesgo ambiental de la niñez ha señalado que en Argentina «aproximadamente tres millones de niños viven en una situación de riesgo ambiental causada por los agroquímicos». De acuerdo al Informe Carrasco, el glifosfato -el agroquímico más usado en el país- puede causar deformidades y es peligroso para varias especies animales y vegetales.
Mientras tanto, la producción agrícola ha extendido su frontera, invadiendo los bosques nativos. Esta invasión ha afectado a las comunidades campesinas y agrícolas, que se ven obligadas a incorporarse a esquemas de producción que contradicen sus costumbres y tradiciones, sin que exista forma alguna de consentimiento previo e informado. [Informe nacional elaborado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, FARN.]
Brasil: Expandiendo la frontera agrícola
En los últimos años, Brasil ha defendido y ampliado un modelo de desarrollo que concentra los ingresos y el poder en una elite política y económica, vinculada a los grandes capitales agroindustriales y financieros. Este modelo está asentado en varias bases: la explotación agraria, especialmente de monocultivos como la soja y la caña (para la producción de azúcar y etanol) que utilizan semillas transgénicas y abusan de los agrotóxicos comercializados por empresas transnacionales. […]
En reiteradas ocasiones se ha intentado flexibilizar la legislación ambiental. La acometida contra el Código Forestal es el mejor ejemplo de la fuerza de los intereses vinculados a las explotaciones agropecuarias dentro de esta campaña de flexibilización, y de su estrategia de expansión de la frontera agrícola amazónica.
Una de las medidas que pretenden los propietarios rurales, por medio del proyecto de reforma que se tramita en la Cámara de Diputados, es la reducción de 80% a 50% de la superficie de reserva forestal que debe mantener toda propiedad rural de la Amazonia. [Informe nacional elaborado por el Instituto de Estudios Socioeconómicos, INESC.]
Colombia: Producción de biocombustibles desplaza a poblaciones enteras
En Colombia, la producción de biocombustibles ha empeorado la economía campesina, desplazado poblaciones enteras y destruido ecosistemas naturales. […] En los últimos años se ha profundizado el apoyo gubernamental a las actividades basadas en monocultivos agroindustriales por encima de la agricultura campesina de pequeña escala, ocasionando el desplazamiento de poblaciones enteras. […]
La producción de biocombustibles requiere de grandes monocultivos de azúcar, maíz, palma aceitera o soja, y esta práctica productiva erosiona el suelo y agota sus nutrientes. Además se ven comprometidos los recursos hídricos debido a la contaminación producida por los procedimientos de extracción y refinamiento, y se ve disminuida la extensión de tierra cultivable dedicada a la producción de alimentos, lo que aumenta los precios de los mismos y agrava las carencias alimenticias de los sectores más pobres de la sociedad.
El uso de la soja y el maíz para la producción de biocombustibles, por ejemplo, está afectando el precio de estos productos en el mercado de alimentos. El impulso dado por EEUU al uso del etanol ha hecho que el maíz haya superado picos históricos de precios. [Informe nacional elaborado por la Corporación Cactus, Coordinación Nacional de la Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo.]
Guatemala: Caña de azúcar arrasa con las selvas
Desde comienzos del siglo XVI, cuando fue conquistada por España, la economía de Guatemala ha estado basada en la agricultura y la explotación intensiva de la tierra a través tanto de latifundios basados en monocultivos para la exportación como desde minifundios fincados en la producción de infrasubsistencia y subsistencia. […] La industria cañera, que depreda los bosques arrasándolos para dedicar los campos al cultivo de la caña de azúcar, es un ejemplo de la insustentabilidad del modelo implementado actualmente.
Basada en el poder económico y político que ejercen sus propietarios, esta industria ha logrado incluso desviar el curso de los ríos para garantizar la irrigación de sus cultivos. Entre las consecuencias medioambientales de esa intromisión se encuentra la mayor incidencia de inundaciones en invierno y de sequías en verano, así como también la liberación de gases de efecto invernadero: «cerca de un 90-95% de la caña cultivada en más de 200.000 ha, es quemado como parte del proceso industrial. A una razón de 50 kilos de dióxido de carbono por hectárea quemada, esto genera alrededor de 9 mil toneladas de dicho gas anualmente». […]
Esto ha llevado a la virtual desaparición de los bosques naturales: el ritmo de deforestación anual ronda las 82.000 hectáreas, lo que significaría que para 2040, de continuar esta tendencia, habrían desaparecido todos los bosques. [Informe nacional elaborado por la Coordinación de ONG y Cooperativas de Guatemala, CONGCOOP.]
Nicaragua: El café agota el suelo y contamina las aguas
El país no accederá a un modelo de desarrollo sustentable a menos que supere el actual empobrecimiento de recursos. Los suelos están siendo sobreexplotados, los recursos pesqueros están al borde del agotamiento, la deforestación es creciente debido a la tala indiscriminada y a insustentables prácticas agropecuarias, y la dependencia del cultivo del café daña, entre otros, los recursos hídricos. […] El principal problema del país en cuanto al deterioro medioambiental es su dependencia del cultivo de café. 26% de los establecimientos agropecuarios nicaragüenses se dedican a ello, ocupando un 15% de la tierra cultivable, y 25% del área dedicada a cultivos exportables.
Según América Economía: «El Centro de Trámite de las Exportaciones de Nicaragua (Cetrex) informó que el café ha generado USD 154 millones en los primeros cinco meses de la cosecha 2010-2011 (octubre-febrero), lo que representa unos USD 85 millones más que el mismo periodo de la cosecha 2009-2010».
El problema es que el cultivo intensivo de café es extremadamente agresivo para el medio ambiente, acarreando deforestación, pérdida de biodiversidad, contaminación agroquímica, erosión del suelo y sobre todo el agotamiento de los recursos hídricos, debido a la gran cantidad de agua utilizada en su cultivo y procesamiento. El medio ambiente nicaragüense, agredido y depredado desde hace más de un siglo por la explotación agrícola frutera, no puede soportar indefinidamente el crecimiento y expansión del cultivo cafetero si no se aplican políticas agrarias que regulen las técnicas de cultivo y permitan la recuperación del suelo. Ningún crecimiento sustentable puede esperarse de un terreno yermo y agotado. [Informe nacional elaborado por la Coordinadora Civil.]