Ser profeta en tu país tiene sus riesgos. Retratar las miserias de la «mejor nación del mundo» y compararla además con la «enemiga comunista Cuba» tiene sus consecuencias. Así por lo menos se desprende de la última polémica suscitada en los EE.UU. ante el inminente estreno del cuarto documental de Michael Moore, quien, tras expiar […]
Ser profeta en tu país tiene sus riesgos. Retratar las miserias de la «mejor nación del mundo» y compararla además con la «enemiga comunista Cuba» tiene sus consecuencias. Así por lo menos se desprende de la última polémica suscitada en los EE.UU. ante el inminente estreno del cuarto documental de Michael Moore, quien, tras expiar los pecados cometidos por el Gobierno de George Bush en la guerra de Irak en Fahrenheit 9/11 y criticar la masiva utilización de armas por parte de los estadounidenses en Bowling for Columbine, arremete esta vez contra las compañías norteamericanas de seguros. Bautizada como Sicko, la película, que ya ha sido seleccionada para el Festival de Cannes y que pretende llegar al gran público a principios de junio, ha sido descrita por su director como «una comedia acerca de los 45 millones de personas sin asistencia sanitaria en el país más rico del mundo».
Estilo de vida americano
No sólo eso. El último trabajo de Moore supone además una afrenta directa a un sistema de vida incapaz de cuidar de sus ciudadanos, «mientras que países como Cuba exportan vacunas para el cáncer a California y ofrecen sanidad gratuita a todo el mundo».
Para demostrar la superioridad sanitaria de la isla, y en un acto claramente simbólico, cinco trabajadores afectados por los agentes tóxicos de la zona cero viajaron con el director a La Habana para ser sometidos a un tratamiento que no podían obtener en su país. Una provocación que no ha tardado en provocar reacción entre los sectores más conservadores. «Prefiero morir aquí que curarme con Castro», aseguraba hace unos días en The New York Post Joe Picurro, quien rechazó la propuesta de Moore por considerarla un acto antipatriótico.
Barras y estrellas aparte, no es la primera vez que la precaria situación de la sanidad estadounidense, en que ni siquiera tener un seguro médico puede garantizar la atención debida, llega a la gran pantalla.
También en el 2002 Denzel Washington conseguía llamar la atención sobre el problema tras interpretar a un hombre que secuestra a un equipo médico después de que un hospital deniegue un trasplante de corazón a su hijo. Para su última producción, Michael Moore rompe la barrera de la ficción con historias como la de un hombre que, tras fingir su propio funeral, logra finalmente ser sometido a un trasplante de hígado por su compañía de seguros. La acción, desarrollada en 1999 dentro del programa de televisión La horrible verdad , presentado y dirigido por Moore, servía además como simiente de Sicko. En el filme aparecen decenas de personas que cuentan su particular muerte en vida debido a las malas condiciones de la sanidad norteamericana.
Noticia original:
http://www.lavozdegalicia.es/se_cultura/noticia.jsp?CAT=106&TEXTO=5766977