Las barreras al trabajo de Michael Moore en su propio país se demuestran cada día más altas. Primero fue el veto de Disney a la distribución de Fahrenheit 9/11 por motivos políticos. Ahora, una vez superado ese escollo –en gran parte gracias al irrefrenable impulso del triunfo del documental en el festival de Cannes–, el […]
Las barreras al trabajo de Michael Moore en su propio país se demuestran cada día más altas. Primero fue el veto de Disney a la distribución de Fahrenheit 9/11 por motivos políticos. Ahora, una vez superado ese escollo –en gran parte gracias al irrefrenable impulso del triunfo del documental en el festival de Cannes–, el popular cineasta se enfrenta a las dificultades del éxito en taquilla en Estados Unidos que le ha impuesto la Motion Picture Association (MPAA) al clasificar la película R, lo que significa que ningún menor de 17 años puede verla si no va al cine acompañado de un adulto. Las cintas clasificadas R –salvo en casos excepcionales como el de La Pasión de Cristo de Mel Gibson– obtienen por lo general menos ingresos al restringir las audiencias.
«Lamentablemente, es muy posible que muchos chicos de 15 y 16 años sean reclutados para servir en Irak los próximos dos años. Y si son lo suficientemente mayores para ser reclutados, ir a combate y arriesgar sus vidas, sin duda merecen el derecho de ver lo que está ocurriendo en Irak», ha dicho en respuesta Moore, el hombre que hizo que el género documental pueda ser sinónimo de éxito comercial.
Las dos distribuidoras que llegaron al acuerdo con Miramax para estrenar Fahrenheit 9/11 el 25 de junio en 1.000 pantallas de EEUU –Lions Gate e IFC– ya han anunciado que recurrirán la decisión de la MPAA. El organismo ha argumentado que el documental incluye «imágenes violentas e inquietantes y fuerte lenguaje».