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Movimientos propagandísticos en Irak

Fuentes: Rebelión

Las semanas anteriores, la situación en Irak ha estado marcada por varios movimientos de claro carácter propagandístico. Primero el supuesto traspaso de poderes, y posteriormente, la «entrega» de Saddam Hussein al nuevo gobierno iraquí. En ambos casos hay que reconocer que los dirigentes norteamericanos han sabido jugar sus bazas en defensa de sus propios intereses. […]

Las semanas anteriores, la situación en Irak ha estado marcada por varios movimientos de claro carácter propagandístico. Primero el supuesto traspaso de poderes, y posteriormente, la «entrega» de Saddam Hussein al nuevo gobierno iraquí. En ambos casos hay que reconocer que los dirigentes norteamericanos han sabido jugar sus bazas en defensa de sus propios intereses.

El adelanto en dos días en el traspaso de poderes puede haber obedecido a varias causas. En primer lugar, en atención a las demandas del nuevo gobierno, que quería evitar a toda costa una «celebración» de la resistencia. Pero también Bush y los suyos jugaron sus bazas. Para el presidente norteamericano y su fiel aliado Blair, ese movimiento les otorgó una ventaja muy importante de cara a la reunión de la OTAN que se celebraba esos días en Turquía. De esta forma marcaron la agenda de la misma, y centraron el debate en torno a Irak, ocultando las importantes divisiones que han marcado las últimas reuniones, la más cercana, hace tres semanas, la del G-8.

También ha supuesto un golpe de efecto ante las elecciones estadounidenses. Así, Bush ha dado la imagen de que cumple con su plan, y la entrega de Saddam, también puede interpretarse en esa dirección.

Y finalmente no podemos olvidarnos de los reveses que ha sufrido EEUU, y que han podido incidir en esa línea. El rechazo inicial del líder chíi al-Sistani al plan, la revuelta de al-Sadr, el fracaso de los ataques a Falluja o las torturas a prisioneros son un ejemplo de ello.

Propaganda

Es evidente que esa es la palabra que define mejor a todas estas maniobras. La ceremonia se celebró casi a escondidas y fue muy breve, incluso algunos miembros del nuevo gobierno se enteraron tras la celebración de la misma. La reacción en las calles de Bagdad ha sido de total indiferencia. No se escucharon las tradicionales salvas que el pueblo iraquí suele disparar para celebrar sus festejos.

Además el proceso está viciado desde su inicio. No es un traspaso de soberanía, ésta siempre ha residido en el pueblo iraquí; tal vez podamos hablar de un traspaso de poderes, pero si nos fijamos con detenimiento esto tampoco se va a cumplir. Estados Unidos va a continuar controlando y dirigiendo todos los hilos del país, para ello ha sabido dotarse de los mecanismos necesarios y ha diseñado las instituciones a su medida. El nuevo gobierno no tendrá poder en materia económica, militar o legislativa. Todo intento de llevar a cabo movimientos de peso choca con esa poderosa red tejida desde Washington.

Por un lado está la construcción de la mayor embajada norteamericana en el mundo. Al frente de la misma está la oscura figura de John Negroponte, quien contará con dos segundos; Ron Newman (embajador en Bahrain) y James Jeffrey (embajador en Albania) y ambos con una dilatada experiencia militar. Además, la embajada contará con 1200 empleados norteamericanos y 2000 iraquíes, lo que contrasta con los 1500 que ha tenido la Autoridad Provisional de la Coalición (APC).

Y por otra parte, desde esa misma instancia, antes de su reciente desaparición, se han creado una serie de «comisiones» que controlan los aspectos fundamentales en los campos de telecomunicaciones, policía, judicatura, asuntos exteriores o reconstrucción del país. El nuevo gobierno no tendrá autoridad sobre estas comisiones, y sus miembros nombrados y dirigidos por Washington, ejecutarán las órdenes de éste.

Muchas dudas

De momento este gobierno no ha sido elegido por el pueblo de Irak, y tampoco es independiente, todas sus actuaciones dependen de EEUU. Por eso, junto a la presencia militar extranjera, los obstáculos de este ejecutivo para ganarse el apoyo de la población se presentan casi como insalvables.

Los fracasos en casi todos los frentes, en seguridad, en lo militar, en la reconstrucción (aspectos como la comida y la electricidad son claves), añaden más pesimismo a la situación. El calendario pactado que recoge elecciones para una Asamblea Nacional en junio del 2005, un referéndum constitucional en otoño de ese año y elecciones para un nuevo gobierno en diciembre o enero del 2006, tiene todos los visos de no cumplirse, algo similar a lo acontecido en Afganistán.

La presencia de otros actores, como Irán, Turquía o Israel, también condicionan el desarrollo político en Irak. Y finalmente, otra fuente de problemas vendrá desde el propio gobierno. Las diferencias latentes entre sus miembros no han desaparecido. Y si hasta ahora la APC ha podido corregir o frenar esos enfrentamientos, este papel lo tendrá que asumir la nueva embajada norteamericana.

Tras las elecciones de noviembre en EEUU, la actitud de los dirigentes norteamericanos puede variar, y podrán actuar sin la presión que supone esa cita electoral. Por eso no nos debe extrañar que Bush y los suyos hayan logrado el cambio de régimen que tanto añoran, instalando en Irak un régimen como el de Egipto, Jordania o Kuwait, cuyos parámetros democráticos pueden dejar mucho que desear.

Txente Rekondo pertenece al Gabinete Vasco de Análisis Internacional.- GAIN