EL GOBIERNO ARGENTINO enfrenta un nuevo embate del capital trasnacional que ha sentado sus reales en aquella nación sudamericana. Al comienzo del nuevo siglo fueron los corporativos financieros; poco después los consorcios eléctricos y ahora una de las grandes petroleras -Royal Dutch Shell- que utiliza la misma técnica en todos los países en que opera, […]
EL GOBIERNO ARGENTINO enfrenta un nuevo embate del capital trasnacional que ha sentado sus reales en aquella nación sudamericana. Al comienzo del nuevo siglo fueron los corporativos financieros; poco después los consorcios eléctricos y ahora una de las grandes petroleras -Royal Dutch Shell- que utiliza la misma técnica en todos los países en que opera, es decir, exprimir a los consumidores para incrementar su margen de utilidad.
EL PRESIDENTE NESTOR Kirchner ha hecho un llamado a los argentinos para que no le compren «ni una lata de aceite» a la trasnacional, luego de que ésta incremento 4.2 por ciento los precios de los combustibles en las 930 gasolineras que opera en aquella nación. «Que se den cuenta que los argentinos ya no soportamos más este tipo de acciones. No hay mejor acción que ese entre comillas boicot nacional; siempre en la Argentina ha habido un sector que se ha quedado con la renta de todos los argentinos. Cuando la ve peligrar, cuando ve que entra a participar otro conjunto de argentinos, trata de volver a adueñarse. Es como el aumento de la nafta que hizo una empresa que se llama Shell hace horas y que los argentinos no le tienen que comprar. Tenemos que decir: «a Shell, no».
TRAS LA CONVOCATORIA, los jilgueros del gran capital comenzaron a cantar en contra del mandatario argentino, calificándolo de «populista». A estas alturas, todo lo que afecte a las trasnacionales de inmediato es considerado de populista, pero lo que ha hecho Kirchner no es más que un acto desesperado ante la voracidad de las firmas internacionales que han convertido a Latinoamérica en su más sonora caja registradora.
LA COMISION ECONOMICA para América Latina (Cepal) contribuye a entender el tamaño del problema: en diciembre de 1996, las 50 mayores empresas de inversión extranjera presentes en las economías latinoamericanas registraron ventas superiores a 110 mil millones de dólares, monto mayor que el producto interno bruto de varios países de la región, incluso de algunos de tamaño intermedio, como Colombia, Chile, Perú y Venezuela.
EN 2003, LAS ventas de las 50 mayores empresas de inversión extranjera presentes en las economías latinoamericanas sumaron más de 222 mil millones de dólares. En este sentido, destaca la presencia de empresas transnacionales dedicadas a la extracción de hidrocarburos en América del Sur, entre las que sobresalen Chevron-Texaco, Royal Dutch/Shell y Exxon-Mobil, y de minerales, área en la que operan filiales de BHP Billiton y Anglo American, entre otras. En el periodo 1990-2002, sus exportaciones se incrementado 115 por ciento, sin beneficio alguno para las economías de los países originalmente dueños de los recursos.
EN 1996, JUSTO cuando comenzó el declive de la actividad económica en la región, los ingresos de las 50 principales trasnacionales en la región crecieron como la espuma. Por consorcio, dichos ingresos fluctuaron entre 7 mil millones de dólares (la filial de la Volkswagen en Brasil) y algo menos de mil millones de dólares (la de Mobil en Colombia). Las empresas de inversión directa que ocuparon los 10 primeros lugares en orden de tamaño obtuvieron ingresos operacionales por más de 3 mil 500 millones de dólares, lo que da cuenta del creciente grado de importancia que las firmas extranjeras en general, y de las 50 primeras en particular, están adquiriendo en la actividad económica de América Latina y el Caribe.
VARIAS DE LAS empresas consideradas entre las mayores 50 son filiales de un mismo consorcio trasnacional. Su localización en las principales economías latinoamericanas es determinada por el tamaño del mercado interno del país receptor, por su posición estratégica en la generación de corrientes internacionales de comercio -en el marco de los acuerdos de integración económica y comercial suscritos-, o bien por ambos factores.
TAL ES EL caso de General Motors, cuyas filiales en Brasil y México generaron ingresos por 11 mil 779 millones de dólares; Volkswagen cuyas operaciones en Argentina, Brasil y México le reportaron 9 mil 680 millones y Ford, con subsidiarias en Argentina, Brasil y México, que luego de recuperar terreno, anotó ventas por 9 mil 174 millones.
ESAS TRES EMPRESAS automotrices son las trasnacionales más importantes presentes en América Latina. Les siguen en importancia Shell, petrolera multinacional de origen británico y holandés, que registró ingresos por 6 mil 583 millones de dólares en Argentina y Brasil, casi el doble del monto obtenido por Exxon, su competidor estadunidense; Carrefour, cadena de supermercados franceses con filiales en Argentina y Brasil, cuyas ventas alcanzaron 6 mil 298 millones; Telefónica de España, la más recientemente integrada entre los principales consorcios foráneos que operan en la región, totalizó ingresos por 5 mil 340 millones en Argentina, Chile y Perú; Nestlé, por medio de sus filiales en Argentina y Brasil, recaudó 4 mil 791 millones; IBM, con subsidiarias en Brasil y México, generó ingresos en el rango de 3 mil 500 millones de dólares; la petrolera Exxon, por medio de su filial Esso, totalizó 3 mil 431 millones de dólares en Argentina y Brasil; y Cargil, empresa que ha realizado importantes inversiones en la agroindustria de Argentina y Brasil, obtuvo un total de 2 mil 583 millones de dólares de ingresos en la región.
SIETE AÑOS DESPUES, los ingresos se duplicaron y los países receptores no han recibido más que la voracidad de las trasnacionales.
EN 2003, PUNTUALIZA la Cepal, se realizaron diversas inversiones en los subsectores de la minería, el petróleo y el gas natural. Las crisis por la que atravesaron varios países de la región no tuvieron mayor incidencia en las decisiones de las empresas trasnacionales de invertir en dichos subsectores porque esta inversión está mayormente desvinculada de la actividad económica local. Sin embargo, estas empresas se han visto enfrentadas a crisis de otra índole, en las que se ha cuestionado su papel en el país huésped, tanto por no entregar recursos suficientes al Estado, como por provocar con sus operaciones un importante daño ambiental.
Las rebanadas del pastel:
LA TRASNACIONAL CARREFOUR se va de México y vendió sus instalaciones comerciales al Grupo Chedraui, una organización que sí tiene dinero para esa transacción, pero no para liquidar sus adeudos con el Fobaproa.