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Nación Apache o la alegría de un baile de disfraces

Fuentes: Rebelión

Debo confesar que abrí mi primer blog en marzo de 2002, en la ya desaparecida Tripod (Lycos). Se trataba de una bitácora colectiva, eminentemente política, de agregación de noticias e intervención, de autoría anónima, generada por la crisis y la movilización de la sociedad argentina en 2001. En el momento de abrirla y trabajar sobre […]

Debo confesar que abrí mi primer blog en marzo de 2002, en la ya desaparecida Tripod (Lycos). Se trataba de una bitácora colectiva, eminentemente política, de agregación de noticias e intervención, de autoría anónima, generada por la crisis y la movilización de la sociedad argentina en 2001. En el momento de abrirla y trabajar sobre ella no tenía ni idea de qué era un blog, lo fui sabiendo a lo largo de mi trabajo como bloggero inconsciente… La teorización de algo es siempre como el vuelo de Minerva, sucede después que terminó el día. Aunque los blogs datan de principios de los años 80 (noticiarios en línea, diarios en línea, y las secciones What’s New de las homepages personales) comenzaron a popularizarse alrededor de 1998 (no lo digo yo, sino Rebecca Blood en We’ve Got Blog). Lo que hacían era ofrecer nombres de lugares y coordenadas en la red -como una bitácora. Proporcionaban, según Blood, «una valiosa función de filtro para sus lectores». Ese pequeño y acogedor mundo (que incluía los BBS, los boletines) estalló en 1999, el año en que apareció en Internet un puñado de herramientas reunidas por el lema «construya-su propio-blog» (LiveJournal, Diaryland, y la más importante, Blogger, ¡gratuita!, cortesía de la empresa Pyra Labs). Después de eso, cualquiera que tuviera una computadora (cada vez más baratas) y acceso a Internet era potencialmente un blogger. Simplemente buscabas un servicio como Tripod, mi caso, luego seguías las instrucciones: elija un nombre para su blog, considere qué tanto debe revelar en la página «About Me», decida si permitir o no comentarios de los lectores y escoja una plantilla, incluyendo el formato, la fuente y la pantalla de fondo. En esa época hasta me atreví a abrir un foro de discusión enlazado a la bitácora. Y todo con toscas nociones de HTML. Aprendí que el blog es esencialmente un diario o bitácora que aparece en un sitio de la red. Un daily log que se escribe en línea, se lee en línea, se corrige en línea. Está ahí para que cualquier persona conectada a Internet pueda verlo, leerlo y (en muchos casos) comentarlo y utilizarlo. Los textos que se suben a la red, o posts, se organizan en un orden cronológico inverso, como un montón de correos sin abrir, con los nuevos posts hasta arriba y los viejos debajo. La palabra «blog» es una palabra mixta para web-log o weblog. En 1997 Jorn Barger, el autor de Robot Wisdom, un sitio de la red curioso y lleno de textos sobre James Joyce, inteligencia artificial y el judaísmo como racismo (él mismo tiene fama de racista), acuñó la palabra-clave: weblog. En 1999 Peter Merholz, el autor de un weblog llamado «Peterme», la dividió en dos así: we blog, nosotros blogueamos, dando a luz, a la vez, un verbo y un sustantivo. Nació entonces «blog». Un tal Justin Hall, quien escribió desde 1994 su blog personal, mientras era estudiante de la Universidad de Swarthmore, es reconocido generalmente como uno de los primeros blogueros, es el San Agustín de la blogolaxia. Como premio a su carácter pionero terminó nada más ni nada menos que en la revista «Wired». En el Diccionario de Uso del Español de Moliner edición 2008 en la entrada «blog» (o bitácora o Weblog) lo define como «un sitio web (o parte de él) actualizado permanentemente donde se recopilan por orden cronológico escritos personales de uno o varios autores sobre temas de su interés, y en el que se recogen también los comentarios enviados por sus lectores». La decadente y anglosajona Technorati tiene otra muy interesante: «Un blog (contracción de ‘Web log’ [‘diario en la Red’]) es un sitio web, habitualmente mantenido por un individuo, con entradas regulares consistentes en comentarios, descripción de acontecimientos u otros materiales, como gráficas o vídeos. Las entradas suelen presentarse en orden cronológico inverso». He aquí desde visiones del mundo paralelas lo que podríamos llamar los disiecta membra del formato blog: ser una interfaz binaria (estar en la web), tener cierto tipo de «actualización» de parte de un humano, ser parte de la economía de la atención posmoderna, al mismo tiempo como en el viejo género autobiográfico que tenga huellas personales bien visibles. Finalmente es esencial a la lógica del blog (es parte intrínseca de su propia esencia) el feedback, el comment, la devolución, la voz del coro griego, la ilusión termodinámica del sistema que se retroalimenta, el eterno retorno de la lectura extraña y no deseada. El blog aparece empotrado en el tronco del narcisismo burgués más clásico. Pero tiene dos diferencias: primero su cronología inversa (como decía Cebrián «se consulta comenzando por el final, retrocediendo en el tiempo a partir de ahí»). La lógica del blog le encantaría a Proust tanto como las magdalenas. La segunda diferencia es que el blog nace y busca la difusión más imperiosa, es exhibicionista per se, busca y pretende la fama (aún la efímera). La tercera diferencia es un grado más de omnisciencia que permite el hipertexto: los vínculos de los blogs (subvalorados por autores y lectores según mi pobre experiencia) son los equivalentes a las notas a pie de página erudita, excepto que te llevan mágica y directamente a la fuente. Es que toda la Kultur del vínculo -composición on line, copy&paste lo que quieras, hacer extrañas e inexplicables relaciones y referencias- no entra fácilmente en el soporte libro (mucho menos en el soporte diario o revista). Alguien dijo que seguir vínculos es como ponerse lentes de tercera dimensión o botas de siete leguas. Lo cierto es que éste formato llegó para quedarse y las razones son muchas, todas ellas relacionadas con la necesidad de las nuevas subjetividades. Parece que después de la carta, el diario en papel y la autobiografía victoriana el fenómeno del blog es la más directa traducción de la vida de hoy en forma más o menos literaria. Podríamos parafrasear a un estudioso alemán del siglo pasado y decir que en el blog habla «inconsciente y conscientemente el hombre como hijo de la época, de modo inmediato». Es verdad: el bloggero como autor se encuentra en una situación de doble vínculo, paradójica: él es el sujeto y a la vez objeto de la historia; sujeto en tanto él es un autor que escribe sobre lo que acontece y es objeto, en cuanto que él, que vivió la existencia descripta (con sus opiniones, gustos, extravagancias), constituye su propio objeto. Como Rousseau, el bloggero auténtico sólo se siente obligado por su verdad «interior», no ante la exterior; el bloggero es esclavo de la cadena de sensaciones pero no de la cadena de acontecimientos. Ésta perspectiva de autonomía inédita y de difusión casi universal es la quinta esencia del blog, su ruptura tanto con el soporte en papel como sus ventajas comparativas con los medios tradicionales de prensa escrita. Su éxito fulgurante es que re inventa la información conversacional más básica y libre. «La esencia de un blog es informar» decía casi susurrando un bloguero chino censurado en las Olimpiadas 2008. No hay duda que el blog es una vuelta de tuerca, basada en la revolución de las fuerzas productivas (ordenadores, ARPANET, etc.) de la forma clásica magno-burguesa de la autobiografía de siempre. De ahí que, de algún modo, podamos deducir entre las formas burguesas de vida en cuanto tal como la sufrimos hoy y el blog alguna relación interna necesaria. La descripción de la propia vida, condensado de manera genial en el motto del microblogging de Twitter: What are you doing? en su banalidad y tosquedad, sólo es posible en el campo mental individualista-burgués del siglo XXI. Transponer nuestra cotidianeidad en forma literaria corresponde punto por punto al rampante neoindividualismo consumista como forma de vida. Incluso hasta podríamos encontrar en la blogósfera la misma división patógena que existe en la autobiografía altoburguesa de acuerdo a la descripción de la propia experiencia. Tendríamos blogs donde el que escribe es portador de algún rol (tecnócrata, periodista, consultor, político) y blogs donde el que escribe lo hace desde la vida desnuda, como persona privada, como aquelarre psicológico, como un Anarka jüngeriano (lo que era y en lo que está constituyendo día a día). Los primeros tienden a ser dirigidos exteriormente por la opinión pública, los jefes de redacción, las corporaciones, son especies de Felix Krull, el personaje de Mann, sin la mínima huella de una identidad firme, siempre dispuesto a saciar expectativas formadas por otros, «jugando» en el sentido literal del término. Aquí no hay cuestión de la identidad, ni desafío de lo interior a lo exterior, y no culmina en el logro de un autoconocimiento sino en un liso cambio de roles ejecutado virtuosamente. Aquí el concepto del Yo se ha transformado, bajo el influjo del mercado (fuerza misteriosa que sigue existiendo en Internet) en la significación de «yo soy tal como Ustedes quieren que yo sea». Es el blog que orienta su comportamiento literario según las señales que le dan los otros poderosos (mercado, gurúes, medios tradicionales, modas) y que con ello ve colmada la felicidad. El segundo tipo de blog es el canto del cisne, paródico sin quererlo, de la autobiografía ramplona que intenta llegar al autoconocimiento racional a través del post diario o semanal o la exhibición impúdica de «flujos de vida». Para muchos bloggers de esta categoría la infamia es mejor que nada de fama, casi como la vida misma. Ahora que la fama y los vínculos son una y la misma cosa, hay bloggers-reality que harían prácticamente todo (iniciar rumores, mentir, plagiar, crear personalidades falsas, pegar tags sexuales, hasta embeber videos incómodos) para llamar la atención y conseguir vínculos, ser blogebrities. Sus blogs buscan que los «indice», perdonen el neologismo, que los contabilicen los bots rastreadores y los motores de búsqueda. Son, en el lenguaje de la blogósfera, link whores.

Como variaciones del modo esquizoide del blog existen grises y medios tonos: blogs políticos, confesionales, de chismorreo, sexuales, sexópatas, para las mamás, científicos, para soldados, de parafernalia, de ficción, de video, fotográficos, de dibujos animados, de grupos afines, de acontecimientos puntuales, por mencionar algunos. La prensa tradicional llegó tarde (como a casi todo) pero hoy todo periódico (del The New York Times a Libération) o revista (de Vanity Fair a New Yorker) que se respete tiene a reporteros&críticos husmeando blogs, leyendo blogs, copiando blogs. Cada suceso, cada deporte, cada guerra (marginal o no), cada causa, cada principio, cada esperanza, incluso cada huracán hace surgir toda una floración de bloggers, que a menudo superan a los medios jurásicos con su escrupulosidad, alcance geográfico y su obsesión por los detalles. Hay 133 millones de blogs , según el State of the Blogosphere (Estado de la blogosfera) que Technorati, publica anualmente desde 2004. La progresión es impresionante -4 millones (2004), 20 millones (2005), 70 millones (abril de 2007)-, pero estos datos no lo explican todo. Apenas un 1,1% (1,5 millones) de ellos se actualiza al menos una vez por semana . Un curiosidad: el mayor número de posts en los blogs, un 37%, está ahora escrito en japonés, según un reciente artículo que publicó Blaine Harden en The Washington Post, y casi todos ellos son correctos y modestos («karaoke para gente tímida»). El 1,1% no es mucha gente, la verdad. Y si le sumamos el hecho de que la mayoría de los bloggers en realidad no escriben, el panorama utópico se oscurece. Technorati lo reconoce, diciendo que lo interesante hoy día es «la blogosfera activa», pero Marshall Kirkpatrick, de Read/WriteWeb, adopta una postura sustancialmente distinta: lejos de ser un fenómeno mainstream, como parece si no entramos en profundidad, bloguear es una actividad de nicho con frecuencia reservada a gente acomodada (sobre todo hombres, excepto en Estados Unidos) que no tiene un empleo fijo. Leer uno o dos blogs se ha convertido en una actividad cotidiana. Pero mantener un blog es cosa muy distinta, como lo sabemos los que tenemos uno . Durante las últimas 24 horas, se han publicado apenas 900.000 entradas de blog… en todo el mundo. Muy poca cosa…Esto nos lleva a otro tema: la decantación de los bloggers cansados por formas más fáciles de «estar» en la red: Flogger, Fotolog, Facebook, Bebo o Hi5… Los blogueros de fondo se toman tiempo para reflexionar o informarse, y para publicar lo que saben, lo que piensan o lo que opinan en una forma adecuada. Pero la masa crítica de surfers ya no lee. Y, ¿a quién le interesan los comentarios, el alma misma del blog?…

En 2005 decidí hacer una bitácora atípica: aborrecería la fragmentación posmoderna de la atención del lector, buscaría (¡utopía!) el lector lento (más cercano al libro, más filólogo como diría Nietzsche) y no repartiría como limosna ni autores de una sola línea, ni fragmentos de canciones, ni noticias resumidas ni juicios sumarios cínicos. También tuve en cuenta el rol nuclear del comentario: es decir, prometer una interacción en pie de igualdad, sin la cual el blog no es un blog. Debemos decir la verdad, o cierta verdad de la idea negativa de los blogs de nuestro dúo Feinmann&González: la mayoría de los bloggers no escribe mucho que digamos. Son más bien data entry, empresarios, curadores, comisarios o redactores acopiando cosas que encuentran on line, cayendo ocasionalmente en un titular gracioso o agregando un comentario sarcástico (léase: cínico-escéptico-irritable-chismoso). Si tuviera que clasificarlos en el mercado laboral serían algo así como Information Processing Workers. En muchos casos no ofrecen información pura y dura, sino «Pre-surfean». Bueno, lo cierto es que el producto de mi trabajo artesanal fue un blog más personal, pero más narcisista, lo pensé como una suerte de Nachlass (así le llaman los alemanes a las notas personales intelectuales que no se piensan para la publicación) donde podría ir publicando trabajos en progreso, fragmentos de ideas, pequeñas traducciones, artículos que nadie jamás publicará, una suerte de restos del naufragio intelectual. Lo cierto es que en un momento nuestro infatigable Guillermo Piro, con toda su generosidad, me convocó algo nuevo, un blog colectivo rizomático con un nombre evocador, y que cumplía con mis expectativas de la cultura crítica del blog. «Nación Apache» podía intentar ser un agregador novísimo que permitiera reunir en un solo sitio los distintos flujos de vida mediante los que nos expresamos, ‘centralizar nuestro yo’ de manera crítica con nosotros mismos y el mundo. Y aquí estamos. No tengo las estadísticas a manos, tenemos un excelente sismógrafo en Omar Genovese, pero la criatura pirianne hizo época y sigue cumpliendo las consignas que la vieron nacer: Cultura del link, información conversacional, razonamiento global, espíritu libertario, webacteurs. Y todo ello sabiendo que los blogs son demasiado humanos, tan sólo instrumentos imperfectos de comunicación. Los bloggers son superhéroes cuando están al fondo del basurero de la historia, dando patadas para salir, buscando el oxígeno de la esfera pública. En cuanto surge un cargo con salario, un contrato para un libro, o una credencial de prensa la cosa cambia. ¿Por qué? Cuando escribimos por dinero te preocupas por las demandas, la estructura de la frase, la elección de las palabras, tu jefe, el editor, la esposa/o, el mercado ABC-1 y tu superego asomándose sobre tu hombro casposo. Y esa no es la manera de hacer un blog. Es la muerte del blog. Creo verdaderamente que el blogging debe seguir siendo algo hecho de pequeñas cosas , de comunidades relativamente homogéneas, donde el autor esté presente y se dirija a un público reducido (Francis). De lo contrario, a menos que se haga uno profesional (lo cual es rara vez posible fuer de EEUU), la polución impide la interacción. Ahí estaba el motor inmóvil, aristotélico del blogueo . Tener un blog colectivo con toda la libertad es como asistir a un baile de disfraces. Y yo brindo por este baile de disfraces libre, social y anárquico llamado Nación Apache.

Site del blog colectivo de cultra «Nación Apache»: http://www.nacionapache.com.ar/