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Nacionalizaciones en Venezuela: ¿Qué significan para los socialistas?

Fuentes: Rebelión

 El anuncio de medidas amplias de nacionalización debe ser saludado con entusiasmo por los trabajadores de todos los países. Representa un gran paso adelante para la revolución venezolana y un golpe serio contra el capitalismo y el imperialismo.El martes 15 de mayo, James Ingham, corresponsal de la BBC en Caracas, publicó un artículo titulado: La […]


 
El anuncio de medidas amplias de nacionalización debe ser saludado con entusiasmo por los trabajadores de todos los países. Representa un gran paso adelante para la revolución venezolana y un golpe serio contra el capitalismo y el imperialismo.

El martes 15 de mayo, James Ingham, corresponsal de la BBC en Caracas, publicó un artículo titulado: La nacionalización se extiende en Venezuela, y comienza así:
«Los inversores privados y la oposición política le odian, los seguidores del presidente Hugo Chávez le adoran. Un torbellino de nacionalizaciones y amenazas a empresas privadas está cambiando el clima económico de Venezuela, y amenaza con ampliar una división social tensa.
«Chávez está intensificando su campaña para convertir Venezuela en un estado socialista.

«Está tomando más control de los bienes del país y advirtiendo a las empresas que si no están de acuerdo con su visión entonces las tomará».

Inmediatamente después de llegar al cargo, el presidente anunció un programa amplio de nacionalizaciones: «Todo lo que fue privatizado será nacionalizado», afirmó. Y por ahora está cumpliendo su palabra.

Nacionalización del petróleo

El 1 de mayo, el Día del Trabajo, se tomaron las últimas empresas petroleras privadas que quedaban en el país. El presidente Chávez, en medio de las ovaciones de los trabajadores durante una ceremonia en la planta procesadora José Oil, les dijo: «Esta es la verdadera nacionalización de nuestros recursos naturales… Hoy estamos cerrando un ciclo perverso».

El Proyecto de la Cuenca del Orinoco, pretendía desarrollar una de las reservas más grandes del mundo, anteriormente estaba controlado por seis empresas extranjeras: las estadounidenses Cocono Phillips, Chevron y Exxon Mobil, junto con la británica BP, la noruega Statoil y la francesa Total. Estos gigantescos monopolios extranjeros estaban preparándose para recoger grandes beneficios de este negocio. Ahora la empresa petrolera estatal PDVSA controlará al menos el 60 por ciento de los proyectos, los beneficios de éstos regresarán a Venezuela. Continúan las negociaciones sobre el accionariado y la posibilidad de compensación para las refinerías.
¿Es permisible desde un punto de vista socialista llegar a acuerdos con los capitalistas extranjeros o pagar compensación por las empresas nacionalizadas? Esto depende de varios factores. A principios de los años veinte, Lenin estaba dispuesto a ofrecer concesiones a los capitalistas extranjeros para desarrollar Siberia porque la joven república soviética no estaba en situación de poder hacerlo. Incluso hubo negociaciones con capitalistas norteamericanos, principalmente organizadas por el rico empresario estadounidense Arnold Hammer. Pero no llegaron a nada porque los imperialistas querían destruir el estado soviético, no comerciar con él.
La cuestión de la compensación tampoco es una cuestión de principios. Marx planteó la posibilidad de pagar una suma de dinero a los capitalistas en Inglaterra. Trotsky también dijo que en EEUU sería posible pagar compensación a los capitalistas a cambio de la entrega pacífica de las fábricas y minimizar así la posibilidad de la violencia. Pero lo que no es permisible es la idea reformista de comprar las industrias por su valor de mercado, eso haría imposible toda la idea de la nacionalización. Una consigna posible sería: nacionalización con compensación mínima sobre la base de la necesidad comprobada. Esto equivaldría a pagar una cantidad determinada a los pequeños accionistas pero nada en absoluto a los «peces gordos».

Venezuela sólo debe considerar acuerdos basados en el valor contable de los proyectos y no en su valor de mercado que sería mucho mayor. En principio, esto sería aceptable, porque Venezuela tiene recursos considerables y es capaz de pagar, a condición de que las industrias sean entregadas sin demora y sin sabotaje . Pero es muy dudoso que estos términos sean aceptables para los imperialistas y las grandes empresas extranjeras. En cualquier caso, fuentes del gobierno han dicho que en algunos de los casos puede que no haya en absoluto compensación.

El corresponsal de la BBC comenta mordazmente: «Mientras Chávez proclamaba en la ceremonia de transferencia que él había devuelto el petróleo al pueblo y liberado a Venezuela del imperialismo norteamericano, los escépticos observaban con preocupación. Los analistas predicen que PDVSA tendrá problemas para gestionar estos difíciles campos petroleros. Dicen que sin la experiencia y conocimientos de las empresas privadas, la producción caerá».
¡Es la misma vieja melodía que tan a menudo hemos escuchado! La burguesía nunca puede aceptar que es posible dirigir la economía sin la ayuda amable de los banqueros y capitalistas privados. Pero la historia demuestra algo diferente. La experiencia de los primeros planes quinquenales en la URSS demuestra que no sólo es posible dirigir un enorme país sin capitalistas privados, sino que además la economía nacionalizada y planificada, incluso gestionada en líneas burocráticas, puede dar unos resultados excelentes.

Durante años los propagandistas del Capital han extendido con asiduidad el mito de que el capitalismo funciona mejor que una economía planificada, y la historia de hadas de que las maravillas del mercado a largo plazo solucionarán todos los problemas, a lo que Keynes respondió con su famosa frase: a largo plazo todos estaremos muertos.
Un ejemplo histórico simple desmantelará inmediatamente la tesis central de los seguidores del mercado. En la Segunda Guerra mundial, cuando los ejércitos de Hitler se extendían por Europa y Gran Bretaña se encontraba sola contra la pared, ¿qué hizo la burguesía británica? ¿Acaso dijeron debemos dejar todo a la empresa privada y a la «mano invisible del mercado»? ¡No! Centralizaron la economía, introdujeron elementos de planificación, racionalización, la dirección del trabajo e incluso nacionalizaron sectores de la industria necesarios para la producción de guerra. ¿Por qué hicieron esto? Porque daba mejores resultados.

La aplicación de la economía de mercado en América Latina ha demostrado ser un verdadero desastre para las masas, que no se beneficiaron del crecimiento económico de la década pasada, que sólo sirvió para aumentar los ingentes beneficios de los banqueros, de los capitalistas y, sobre todo, de los gigantes monopolios extranjeros como Exxon. La preocupación de estos caballeros no es que los venezolanos carezcan de la experiencia para explotar campos petroleros difíciles, sino que los propietarios de Exxon se vean privados de sus jugosos beneficios.

Incluso el corresponsal de la BBC se ve obligado a admitir que estas medidas ayudarán a los sectores más pobres de la población, la gente que votó a Chávez y que desea un cambio fundamental de la sociedad:

«Los pobres podrían beneficiarse ya que los beneficios se gastarán en proyectos sociales», pero inmediatamente añade: «pero existe preocupación en que esto ocurra a costa de la inversión a largo plazo en las empresas. Las multinacionales por supuesto pueden quedarse como socios minoritarios, pero si no consiguen un buen acuerdo en las negociaciones de compensación, ellos se irán».

¡Esto es realmente escandaloso! Estos monopolios extranjeros han estado saqueando durante generaciones la riqueza petrolera de Venezuela. Han extraído una enorme cantidad de riqueza a costa del pueblo venezolano. Durante la mayor parte del tiempo ni siquiera pagaron impuestos. Ahora, cuando el pueblo de Venezuela está tomando lo que es su propiedad, estos buitres consentidos están exigiendo una compensación. El que debería exigir una compensación es el pueblo venezolano por toda la riqueza que le han robado durante décadas.
Las grandes empresas extranjeras están utilizando la compensación para chantajear a Venezuela. Básicamente dicen: «no podéis detener que os robemos. Es nuestro derecho e insistimos en seguir así. Nos iremos de Venezuela, cancelaremos todos los contratos y cortaremos todas las inversiones exteriores. Organizaremos un boicot internacional contra Venezuela. Os arruinaremos. ¡Os privaremos de comida a golpes!»
La siguiente en la lista de nacionalización es la principal empresa de telecomunicaciones de Venezuela, CANTV, que fue privatizada en 1991. Desde entonces sus propietarios han conseguido cuantiosos beneficios pero su cobertura nunca ha llegado a los más pobres del país. La mayoría de los pobres venezolanos dependen de la red de locutorios de las empresas de telefonía que están llenos de cabinas telefónicas, o hacen llamadas desde puestos callejeros, donde hay teléfonos móviles atados a una mesa y los usuarios pagan por el préstamo del teléfono.
A partir de junio el Estado tomará el control de la empresa, convirtiéndola, en las propias palabras de Chávez, de «una empresa capitalista privada a una empresa estatal socialista». Las largas colas de personas esperando un teléfono en su casa serán cosa del pasado. Planea instalar más de un millón de nuevas líneas y reducir el coste de las llamadas. Según dijo: «Para 2011 cada zona con más de 500 residentes tendrá acceso a las líneas terrestres».

Otras empresas que serán nacionalizadas son la principal empresa suministradora de electricidad del país, Electricidad de Caracas. Las fábricas de cemento y acero que exportan la mayoría de sus bienes también ha dicho que serán expropiadas si no comienzan a vender más a los venezolanos. Pero lo más importante de todo, los bancos, que hasta ahora se creían inmunes, también se enfrentan a la nacionalización.
Chávez ha dicho recientemente que: «La banca privada debe dar prioridad a la financiación de los sectores industriales de Venezuela a bajo coste (…) Si los bancos no están de acuerdo en esto será mejor que se vayan, que me entreguen los bancos, que los nacionalizaremos y conseguiremos que todos los bancos trabajen para el desarrollo del país, no para especular y producir enormes beneficios».

Los bancos en Venezuela han conseguido en el último período ingentes beneficios. The Economist (8/5/07) comentaba lo siguiente: «Los bancos tendrían dificultad para protestar o resistirse, especialmente porque han registrado un importante crecimiento de sus beneficios, más del 33 por ciento en 2006, gracias al boom de la demanda de crédito interno, en medio de una rápida expansión económica (una media superior al 12 por ciento en los últimos tres años). Incluso sin nacionalización, el gobierno podría estar contemplando otras reformas del sector, que podrían incluir una restricción de los beneficios bancarios (el exceso iría a desarrollar proyectos sociales), y bastante control directo sobre el ajuste de los tipos de interés y la asignación del crédito».

Incluso si Chávez retrasa la nacionalización de los bancos e introduce estos controles, esto haría imposible la gestión de los bancos sobre bases capitalistas y por tanto terminaría llevando a la nacionalización. La nacionalización de los bancos es absolutamente esencial si Venezuela finalmente rompe con el capitalismo. Los bancos son un instrumento esencial de la política económica y una palanca poderosa. El control del crédito es un elemento esencial en una economía socialista planificada y debe estar en manos del Estado. Esto permitirá al Estado distribuir los recursos e invertir de acuerdo con las necesidades generales de la sociedad, no para el beneficio de un puñado de parásitos adinerados.

Una cuestión de clase

Ingham resume la reacción a los anuncios de nacionalización: «Es un momento de nerviosismo para los inversores y las empresas privadas. En cambio, para los millones de personas en las que se basa el presidente y su ayuda financiera, estarán contentas con que el dinero se traspase de los ricos a los pobres». Estas palabras de un enemigo de la revolución bolivariana y el socialismo, expresan adecuadamente la realidad del conflicto de clase que se ha estado desarrollando en Venezuela durante más de una década y ahora ha alcanzado un punto de inflexión crítico. La cuestión de la nacionalización es el punto central en esta etapa crítica, y de la resolución de esta cuestión depende el futuro de la revolución.

Los trabajadores, los campesinos y los pobres de Venezuela recibieron las noticias con júbilo, ellos están mirando a Hugo Chávez para que cumpla su promesa de hacer irreversible la revolución venezolana. Esto sólo se puede hacer desafiando directamente el sacrosanto derecho de la propiedad privada. A menos que el poder económico sea arrebatado de las manos de la oligarquía contrarrevolucionaria, la revolución bolivariana nunca podrá triunfar y las conquistas de la revolución nunca estarán a salvo.

Igualmente predecible fue la respuesta de los imperialistas de todos los países. Se ha producido un aullido de protesta procedente de todas partes. Los medios de comunicación están llenos de historias espeluznantes sobre la amenaza de la «dictadura comunista» en Venezuela. Omiten el pequeño detalle de que el presidente Hugo Chávez en la última década ha ganado más elecciones, referendos y otras consultas populares que cualquier otro líder político del mundo. En las elecciones presidenciales del pasado mes de diciembre consiguió la mayor victoria electoral de la historia venezolana.

«Demócratas» como George W. Bush y Tony Blair, sólo están a favor de la democracia cuando ésta no amenaza los intereses de los banqueros, terratenientes y capitalistas. Pero en el momento en que el pueblo elige un gobierno que intenta cambiar la sociedad y desafía la riqueza y privilegios, su actitud cambia inmediatamente. En abril de 2002, la CIA organizó un golpe de estado en Venezuela que habría instalado una dictadura sangrienta como la de Pinochet en Chile. Al día siguiente Washington reconoció al nuevo gobierno, dirigido por el empresario Carmona, al que nunca nadie había elegido. Esas son las credenciales «democráticas» del imperialismo norteamericano.

Lo que realmente les preocupa es que para llevar adelante la revolución bolivariana, Hugo Chávez está comenzando a adoptar medidas audaces contra la propiedad privada, nacionalizando empresas y tierra que pertenecían a la oligarquía venezolana y a las grandes transnacionales extranjeras. Están aterrorizados ante la posibilidad de que este ejemplo sea seguido por otro países (ya está ocurriendo) y que los trabajadores de Europa y EEUU, comiencen a exigir medidas similares contra las grandes empresas que explotan a sus trabajadores para extraer enormes beneficios, dañando el medio ambiente con fugas de petróleo y otras formas de contaminación, con cierres de fábricas como si fueran cajas de cerillas para ganar más beneficios saqueando a los países pobres.

El clamor sobre la «libertad de prensa»

Particularmente repugnante es la reacción de los medios de comunicación occidentales. En el momento de escribir este artículo estoy en Ciudad de México, aquí todos los canales de televisión han estado emitiendo cada media hora de ruidosas protestas contra la cancelación de la licencia de emisión a RCTV, presentándolo como un ataque a la «libertad de expresión». La empresa de televisión en cuestión durante años ha llevado a cabo una propaganda atroz y mendaz contra el gobierno, incluidos los ataques personales contra el presidente, al que se calumnia continuamente como un lunático y cosas peores. Han hecho reiterados llamamientos al derrocamiento violento del gobierno y al asesinato de Hugo Chávez.
No se trata de un grupo inocente de periodistas televisivos por la defensa de la libertad. Todo lo contrario, esta empresa durante mucho tiempo ha sido el centro de un complot contrarrevolucionario para desestabilizar y derrocar un gobierno elegido libremente por el pueblo. En abril de 2002, fue el verdadero centro organizativo del golpe, apelando a los venezolanos a que apoyaran el golpe, publicando noticias falsas sobre una masacre del gobierno. Se negaron categóricamente a permitir que los ministros defendieran sus argumentos en televisión.

En otras palabras, fue uno de los puntos neurálgicos de la preparación de un golpe que tenía como objetivo instalar una dictadura en Venezuela que habría costado innumerables vidas. Fue uno de los principales instrumentos de la oligarquía y la CIA. En cualquier otro país, la emisora se habría cerrado hace tiempo y sus directores llevados a juicio. En Venezuela nadie fue arrestado, por supuesto esto debería haber ocurrido, y se ha permitido a la emisora emitir hasta que su licencia ha expirado. Las autoridades correctamente negaron la renovación de su licencia, legalmente tienen el derecho. Eso es todo. Por tanto, todo el ruido y la furia azuzada por la prensa amarilla sobre el supuesto ataque a la libertad de prensa en Venezuela deberían ser rechazados con desprecio por falso e hipócrita.
La llamada prensa libre del mundo occidental en realidad es la propiedad privada de un puñado de magnates de los medios de comunicación super-ricos como Rupert Murdoch. Lejos de ser los campeones de la libertad de expresión, estos empedernidos reaccionarios son los portavoces del imperialismo, los bancos y los grandes monopolios. Defendieron celosamente el status quo, es decir, la esclavización de los pueblos de todo el mundo por un puñado de ricos parásitos. Son los enemigos más implacables de la libertad y el progreso en todas partes.

Con esta campaña estridente de los medios de comunicación no conseguirán engañar a los trabajadores del mundo. Comprenderán qué está en juego, una lucha a vida y muerte entre clases antagónicas que se está desarrollando a escala mundial. Inmediatamente entenderán el hecho de que la misma prensa amarilla que sistemáticamente miente y calumnia a los trabajadores siempre que van a la huelga por la defensa de sus intereses contra los empresarios, tiene sus propias razones para atacar a Chávez y Venezuela, y que estas razones no tienen nada que ver con lo que aparece en los periódicos.

Revolución latinoamericana

Por toda América Latina las masas están despertando. En Ecuador tenemos la elección de Rafael Correa, que dice seguir el modelo de Chávez. Está inmerso en una batalla contra el congreso y cuenta con el apoyo del 80 por ciento de la población. En Bolivia, Evo Morales, animado por las nacionalizaciones en Venezuela, están planteando la cuestión de la nacionalización de los recursos del país:

«Los gobiernos neoliberales entregaron colinas, ríos y concesiones mineras. Debemos empezar a recuperar esas concesiones», esto es lo que dijo Morales antes de comenzar el proceso de nacionalización de la industria del gas. Como en Venezuela, el gobierno boliviano se enfrentó a la feroz resistencia de la oligarquía, con Washington y las grandes empresas transnacionales detrás. El corresponsal de la BBC en Caracas expresa los temores de los imperialistas:

«Los cambios en Venezuela se están reflejando por toda América Latina. Los aliados de Chávez en Bolivia y Ecuador están haciendo movimientos similares».

En Bolivia, la empresa estatal de energía YPFB dijo que tomaría el control de la producción y la distribución de petróleo y gas del país. En el 1º de Mayo de este año, Morales en su discurso prometió realizar un control mayor de la economía y las empresas extranjeras:

«Si realmente queremos vivir en una Bolivia dignificada entonces debemos tomar el camino del antiimperialismo, el antiliberalismo y el anticolonialismo».
El gobierno esperaba acabar la nacionalización de la industria de telecomunicaciones el 1º de Mayo, pero las conversaciones con Telecom Italia, que posee la mitad de la mayor empresa de telecomunicaciones, están actualmente paradas. Telecom Italia la semana pasada dijo que estaba considerando buscar un arbitraje internacional para la venta de Entel después de que Bolivia aprobara dos decretos destinados a renacionalizar la empresa. Los imperialistas recurren a cualquier truco y maniobra para frustrar la voluntad del pueblo y sabotear sus intentos de recuperar el control de sus recursos naturales. Pero el movimiento por la nacionalización continúa aumentando, estimulado por el ejemplo venezolano. Para Washington se trata de un intento de Chávez de exportar la revolución.

El lanzamiento de Telesur, un canal de televisión para toda América Latina que emite desde Caracas a millones de personas de todo el continente y más allá, fue una respuesta directa al control de las ondas que el imperialismo estadounidense ejerce a través de la CNN. Chávez también dijo que quiere sacar a Venezuela del FMI y del Banco Mundial.

El presidente dijo que había ordenado al ministro de economía, Rodrigo Cabezas, comenzar los trámites formales para la retirada de estos dos organismos internacionales. El presidente Chávez habló de su ambición de crear lo que llama un Banco del Sur, apoyado por las reservas de petróleo venezolanas, que financiara proyectos en América del Sur. Este paso también sería visto como una amenaza para el dominio completo que el imperialismo tiene sobre el continente mediante estas instituciones financieras. El ejemplo es contagioso. En Nicaragua, Ortega ha dicho que está negociando con el FMI para «abandonar el Fondo» y que esperaba «salir de la prisión» de la deuda del FMI.
Los estrategas del imperialismo han llegado a las mismas conclusiones que los marxistas: están maduras las condiciones para un movimiento revolucionario general en América Latina que tendrá enormes consecuencias en EEUU y a escala mundial. El ojo del huracán está en Venezuela donde, tras una década de lucha, la revolución está llegando a un punto de no retorno.

Aquí en México, las medidas anunciadas por Chávez han puesto nerviosa a la clase dominante, que ya se enfrentó a una rebelión de masas que no ha cesado desde el fraude electoral del año pasado. Un amigo mexicano me dijo: «Esto no es asombroso. Están atacando al gobierno de Chávez cada media hora en todos los canales y defendiendo los derechos de los periodistas venezolanos, como si estuvieran hablando de acontecimientos en México». Estas palabras van a la esencia de la cuestión. Hay una razón muy buena para la ferocidad de estos ataques contra Venezuela por parte de los imperialistas y sus títeres en América Latina. Correctamente temen que la revolución venezolana no se detenga en las fronteras sino que se extienda a todos los países. Las últimas nacionalizaciones representan un ejemplo que otros querrán seguir. Esto encendió las campanas de alarma en los pasillos del poder desde Washington a Ciudad de México y más allá.

En México, Calderón el año pasado llegó al cargo gracias al fraude electoral, después de unas protestas masivas en las que participaron millones de trabajadores y campesinos. El 31 de julio, tres millones de personas salieron a la calle para exigir el reconocimiento del candidato del PRD, López Obrador. En Oaxaca hubo una insurrección que duró meses, con la creación de un soviet (la APPO), una milicia popular y la ocupación de la televisión.
La insurrección de Oaxaca fue aplastada por la fuerza bruta con cientos de detenidos y un número desconocido de asesinados por las fuerzas de seguridad. Por supuesto, no apareció ni una palabra sobre esto en nuestra «prensa libre», que sólo comienza a hablar de «dictadura» cuando los intereses de los ricos están amenazados. Todo el mundo en México sabe que López Obrador ganó las elecciones y que Calderón no fue elegido democráticamente. Pero Washington y Londres reconocen a Calderón e intentan por todos los medios mantenerle en el poder, aunque no lo conseguirán.

El movimiento en México no ha terminado. Acaba sólo de comenzar. El 2 de mayo hubo una huelga general que adquirió unas dimensiones enormes. Se ha creado un comité de huelga nacional para organizar otra huelga general. Hay fermento en los sindicatos, donde los dirigentes «charros» del ala de derechas son continuamente derrotados por la base. Toda la situación aquí es explosiva. ¿Resulta extraño que la clase dominante mexicana, y sus maestros en Washington, esté aterrorizada por lo que está ocurriendo en Venezuela?
Sin embargo, las opciones del imperialismo en Venezuela ahora son muy limitadas. El imperialismo estadounidense, con toda su riqueza y poder militar, se encuentra paralizado. En el pasado habrían intervenido directamente enviando a los marines. Pero en el momento actual esto no es posible. Están enredados en una guerra invencible e impopular en Iraq. Bush ahora es el presidente menos popular de la historia de EEUU. La oposición a la guerra crece a todos los niveles. Es impensable que incluso un zopenco como Bush pueda lanzarse en este momento a otra aventura militar en América Latina.
Aún está la opción del asesinato, que sin duda desde hace tiempo prepara la CIA. Pero incluso esto entraña serios riesgos para el imperialismo norteamericano. Provocaría una oleada de furia en América Latina y en todo el mundo, comenzando en Venezuela, donde el primer resultado sería cortar el suministro de petróleo a EEUU. Esto causaría una oleada de furia y repulsión por todo el continente. Probablemente no quedaría en pie ninguna embajada de EEUU en toda la región. El rencor contra EEUU duraría generaciones y llevaría a nuevas insurrecciones y explosiones.

«Comiendo entra el apetito»

Hay un viejo refrán que dice: «comiendo entra el apetito». Un número cada vez mayor de trabajadores en Venezuela está ejerciendo presión por el control obrero y la nacionalización. Este es el caso de Inveval, donde los trabajadores ya han ocupado la fábrica y la dirigen exitosamente bajo control obrero. Lo mismo ocurre con Sanitarios Maracay, como ya hemos informado en artículos anteriores. Estas y otras fábricas han organizado el Freteco, el frente de fábricas ocupadas, que está extendiendo su influencia y acelerando la campaña por la nacionalización. Las declaraciones del presidente darán un nuevo impulso a este movimiento.
SIDOR es la mayor acería de la región andina con una capacidad de 4,2 millones de toneladas al año. SIDOR produce cable y tuberías, incluido el tipo de tubería que necesita la industria nacional venezolana, y según informes de la empresa, el 63 por ciento de la producción va destinada al mercado venezolano y el 37 por ciento a la exportación.
La empresa fue propiedad del Estado desde su formación en 1952 hasta 1998, cuando fue privatizada. El 60 por ciento de las acciones fueron adquiridas por un consorcio llamado Amazonia, formado por la empresa argentina Techint como socio mayoritario, además de la mexicana Hylsamex, la brasileña Uniminas y la venezolana Sivensa como socios minoritarios. El gobierno venezolano mantenía el 20 por ciento de las acciones y el restante 20 por ciento fue entregado a los trabajadores de la planta.

Chris Carlson informaba en Venezuelanalysis.com que el 9 de mayo, los trabajadores en Mérida realizaron protestas fuera de la acería de SIDOR en Puerto Ordaz, exigiendo que el gobierno nacionalice la empresa. Los trabajadores del sindicato de SIDOR se reunieron ayer fuera de la planta, bloquearon el tráfico, impidiendo la entrada en la planta a primeras horas de la mañana.
Chávez avisó que nacionalizaría la empresa si no cumplía las necesidades de la industria doméstica en lugar de exportar a los clientes extranjeros, aunque parece que por el momento la empresa seguirá en manos privadas.

«Como trabajadores estamos exigiendo una respuesta definitiva a la situación», dijo Ulmaro Ramos, secretario del sindicato, en una emisora local de radio. Un portavoz del sindicato dijo que los trabajadores están a favor de la intención del presidente de nacionalizar la empresa.

«Estamos apoyando el anuncio del presidente sobre la posibilidad de liberar la empresa que ha estado sometida a la esclavitud del capitalismo neoliberal durante los últimos 8 años», estas son las palabras de José Meléndez, miembro del sindicato Alianza Sindical de Sidor. Meléndez dijo que cuando la planta fue privatizada había 11.600 trabajadores y que ahora sólo hay 5.700 que son «explotados y sin ningún tipo de beneficios».
«No estamos divididos y estamos completamente de acuerdo con que el presidente adquiera el control de esta empresa para que finalmente pueda ser puesta bajo control de los trabajadores», dijo Meléndez.

¿Y ahora qué?

Chávez ha demostrado que es posible para los revolucionarios utilizar las instituciones de la democracia formal burguesa para movilizar a las masas para la transformación. Ha realizado una política inteligente que le ha permitido ganar una elección tras otra, basándose en un programa de reivindicaciones democráticas revolucionarias y reformas que no han ido más allá del capitalismo pero sí sirvieron para reunir y organizar a millones de trabajadores y campesinos para cambiar la sociedad.
Estas victorias han desmoralizado y desmovilizado a las fuerzas contrarrevolucionarias. La oposición, que hizo un esfuerzo serio por movilizar sus fuerzas para echar a Chávez en diciembre, ahora está dividida y desorientada. El ambiente de la derecha es de abatimiento y derrota. Ahora la oposición no tiene representación en la Asamblea Nacional como resultado de su decisión de boicotear las elecciones en 2005. La aplastante victoria de Chávez (incluso los observadores internacionales no se atrevieron a cuestionarla) le da fuerza para impulsar un programa socialista. Lo está haciendo y merece el reconocimiento por ello.

Sin embargo, la revolución todavía no ha pasado el punto crítico donde la cantidad se convierte en calidad. Hay en funcionamiento unas fuerzas poderosas que intentan detener la revolución, debilitarla y sabotearla desde dentro. Las fuerzas contrarrevolucionarias burguesas son demasiado débiles como para cumplir esta tarea. Pero la está realizando la burocracia bolivariana, el ala de derechas que representa la quinta columna de la contrarrevolución dentro del movimiento, que trabaja enérgicamente para aislar al presidente y sabotear sus decretos.
Venezuela todavía no ha roto con el capitalismo sino que está en una situación delicada a medio camino. En esto hay grandes peligros. Es imposible hacer media revolución. El peligro es que, introduciendo algunas medidas de nacionalización y otras reformas progresistas, Chávez consiga que el funcionamiento del capitalismo sea imposible, sin haber puesto en su lugar los mecanismos necesarios de planificación y control que son las condiciones previas para una economía socialista planificada.

Hay signos preocupantes de que no todo va bien en la economía. La inflación está aumentando, afectando más duramente a los sectores más pobres, hay escasez a todos los niveles. Los capitalistas están respondiendo con una huelga de capital y se ha extendido el sabotaje, la corrupción y la obstrucción burocrática . The Economist comenta lo siguiente al respecto:
«Con una cascada de ingresos por exportación de petróleo en los últimos años, el petróleo supuso casi 59.000 millones de dólares en 2006, y las divisas a revesar, la administración Chávez tiene dinero de sobra. Sin embargo, cuando se combina esto con otros gastos obligatorios, especialmente los costosos programas sociales y subsidios, esto ejercerá más presión sobre un déficit presupuestario ya grande. El déficit era equivalente al 1,8 por ciento del PIB en 2006, según el Economist Intelligence Unit, este crecerá al 4,9 por ciento del PIB este año. (El verdadero cuadro fiscal es aún peor, porque una parte del gasto se canaliza fuera del presupuesto, a través de la empresa petrolera propiedad del Estado y el fondo de desarrollo económico). El crecimiento del PIB es lento, un 5,8 por ciento este año y un 3,2 por ciento para 2008, según nuestras previsiones.
«La radicalización de la política con Chávez, combinado con signos de crecientes tensiones en la economía, se evidencian no sólo en el deterioro de las finanzas públicas y una ralentización del crecimiento, sino también en la persistente inflación de doble dígito, la tasa más alta de América Latina, lo que está generando temores entre los inversores. El índice de la bolsa de Caracas ha caído estos últimos días. La inversión privada directa también lleva años descendiendo, y esta tendencia se ha exacerbado desde enero. La inversión directa extranjera el año pasado fue negativa. A medio plazo la reducción de la inversión aumentará según disminuya el crecimiento del PIB.
«Además, el extra que se pagaba por el dólar en el mercado negro se ha disparado, el bolívar se ha debilitado aproximadamente en 2,950 bolívares por dólar (comparado con la tasa oficial de 2.150 por dólar), el punto más bajo fue en enero con unos 4.000 bolívares por dólar. Esto aumentará la presión sobre el gobierno para que devalúe la tasa oficial, aunque es reticente a ello dado que la inflación anual está próxima al 20 por ciento».
Damos nuestro apoyo incondicional a las medidas de nacionalización. Sin embargo, al mismo tiempo, debemos insistir en que la nacionalización debe ir de la mano con el genuino control y gestión democrática de los trabajadores. La economía debe ser dirigida por los trabajadores para los trabajadores y se deben adoptar medidas para detener el control de los burócratas.
También debemos señalar en esta etapa que el proceso está inacabado. Es totalmente falso decir, como hacen los burócratas y los reformistas, que debemos ir lenta y gradualmente para no ofender a la burguesía ni provocar al imperialismo. La burguesía ya está lo suficiente ofendida y los imperialistas bastante provocados.

Retrasar el inevitable enfrentamiento entre las clase, sólo puede dar tiempo a las fuerzas contrarrevolucionarias para que se reagrupen y organicen nuevos complots contra la revolución. Más serio aún, permitiendo que los capitalistas continúen con su sabotaje, creando escasez artificiales y desorganizando la producción, existe el peligro de que las masas finalmente se cansen de tantas privaciones y caigan en la apatía y la indiferencia. Eso es precisamente lo que quieren los reaccionarios. Cuando la correlación de fuerzas comience a ir en contra de la revolución, los contrarrevolucionarios golpearán de nuevo. Cuentan con muchos aliados ocultos en la dirección del movimiento bolivariano que quieren detener la revolución y están esperando la oportunidad de volverse contra el presidente. El peligro está aún presente. Por lo tanto, debemos actuar con urgencia y atacar el problema desde su raíz.

La lucha contra la burocracia

El destino final de la revolución bolivariana se decidirá mediante la lucha interna para purgar al movimiento de elementos ajenos a la clase y transformándolo en un instrumento para el cambio de sociedad. El lanzamiento del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) da a los trabajadores, campesinos y jóvenes revolucionarios una posibilidad de hacer esto. Debemos fortalecer el partido y ganar a nuevas capas de revolucionarios, dedicarles a la causa del socialismo. Debemos desenmascarar y echar a los elementos corruptos, arribistas y burócratas que se han unido al movimiento sólo por sus propios intereses y que lo traicionarán tan pronto como se les presente la oportunidad.
El nuevo partido se puede convertir en un genuino partido obrero revolucionario sólo si es escrupulosamente democrático. La base debe decidir todas las cuestiones y la dirección debe ser elegida, revocable y compuesta de elementos de probada honestidad y dedicación a la causa del socialismo y la clase obrera.
Los sindicatos son el otro elemento clave en la ecuación. Los marxistas luchan por la unidad sindical, mientras que al mismo tiempo luchan por un movimiento sindical democrático y militante. Los sindicatos deben apoyar las medidas progresistas del gobierno, especialmente las nacionalizaciones, deben luchar por extender todas las medidas que mejoren los niveles de vida de las masas y que supongan un golpe contra la oligarquía. Pero los sindicatos deben tener una independencia total del Estado. Sólo los sindicatos libres e independientes pueden defender los intereses de los trabajadores, mientras que simultáneamente defienden al gobierno revolucionario frente a sus enemigos.

Los enemigos gemelos son el oportunismo y el sectarismo. La lucha contra el oportunismo consiste por un lado en la lucha contra la corrupción, el arribismo y el burocratismo, y por otro lado, la lucha contra ideas ajenas que han penetrado en el movimiento, y especialmente sectores de la dirección, que han sucumbido a la influencia del reformismo y abandonado la línea revolucionaria.

¿Qué significa esto?

Desde el punto de vista de la clase obrera, la importancia de estos acontecimientos es evidente. Incluso desde la caída de la Unión Soviética, la burguesía ha estado organizando una feroz campaña contra las ideas del socialismo y el marxismo. Han declarado solemnemente el final del comunismo y el socialismo. Como se pronunciaron sobre el fin de la historia. Pero la historia no ha terminado. Apenas acaba de comenzar.

Después de una década y media, los trabajadores del mundo pueden ver la cruda realidad de la dominación capitalista. Prometieron un mundo de paz, prosperidad y democracia. Ahora todas las ilusiones de la burguesía están en ruinas. Cada vez más personas son conscientes de que el capitalismo no ofrece un futuro a la humanidad.
Están los inicios del despertar en todas partes: trabajadores, campesinos, jóvenes están en marcha. La idea de que la revolución y el socialismo están fuera del orden del día ha demostrado en la práctica que no es real. La revolución ha comenzado en Venezuela y se extiende a toda América Latina, como cuando tiramos una piedra pesada a un estanque, las ondas de la revolución comienzan a dejarse sentir en EEUU y Europa. En Pakistán e India, en Rusia y Ucrania, la gente se pregunta: ¿qué está ocurriendo en Venezuela y qué significa?
No es necesario estar cien por cien de acuerdo con Hugo Chávez o idealizar la revolución bolivariana para comprender el significado colosal de estos acontecimientos. Aquí, por primera vez en décadas, un líder mundial importante ha proclamado la necesidad del socialismo mundial y condenado el capitalismo como esclavitud. Ha hablado públicamente ante millones de personas sobre la necesidad de leer a Marx, Lenin, Rosa Luxemburgo y Trotsky.

Sobre todo, Chávez ha movilizado a millones de trabajadores, campesinos y jóvenes bajo la bandera de la revolución socialista. Y está intentando llevar adelante un programa de nacionalizaciones que, si se lleva hasta el final, significará la victoria de la revolución socialista en un país clave de América Latina y la extensión de la revolución en todo el continente y más lejos.

El significado de todo no pasa desapercibido para los imperialistas, que está haciendo todo lo que está en su poder para destruir la revolución en su cuna. Están movilizando fuerzas poderosas para aplastar la revolución venezolana. Los trabajadores del mundo deben movilizar el poder del movimiento obrero internacional para detenerles.
 
¡Debemos defender la revolución venezolana!
¡Viva el socialismo!
¡Las manos fuera de Venezuela!