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Namibia, estabilidad política y económica

Fuentes: Rebelión

    Se ha convertido ya en una práctica habitual que los medios de información occidentales, cuando se refieren a las naciones africanas solo reflejen problemas o vicisitudes que padecen, pero cuando estas alcanzan avances económicos, sociales y estabilidad política como ocurre con Namibia, esos logros son ignorados o minimizados.   Esa nación del sudoeste […]


 

 

Se ha convertido ya en una práctica habitual que los medios de información occidentales, cuando se refieren a las naciones africanas solo reflejen problemas o vicisitudes que padecen, pero cuando estas alcanzan avances económicos, sociales y estabilidad política como ocurre con Namibia, esos logros son ignorados o minimizados.

 

Esa nación del sudoeste africano acaba de efectuar elecciones presidenciales y parlamentarias en un amplio ambiente de tranquilidad y estabilidad en las que obtuvo el triunfo con el 86 % de los votos, el hasta ahora primer ministro, Hage Geingob, representante del South West Africa People Organisation (SWAPO), partido que desde el 21 de marzo de 1990 (cuando se alcanzó la independencia de Sudáfrica) dirige los destinos del país.

 

El Doctor Hage Geingob tiene una amplia trayectoria en la lucha de liberación de su país, fue representante de la SWAPO en Estados Unidos y América en general, y tras el triunfo ocupó el cargo de Primer Ministro durante 12 años; más tarde ministro de Industria y Comercio; vicepresidente del Partido y hasta su reciente elección se desempeñaba como Primer Ministro.

 

El esfuerzo de los dirigentes de la SWAPO en estos 24 años ha sido enorme pues durante más de cinco siglos el país sufrió las colonizaciones inglesas, alemanas y sudafricana, esta última con la implantación del régimen del apartheid mediante el cual las poblaciones autóctonas no tenían ningún derecho político, económico ni social.

 

Antes de la independencia, la mayoritaria población nativa vivía concentrada en los llamados bantustanes, especie de campos de concentración donde para salir se necesitaba un pase de las autoridades racistas sudafricanas, a la par que se le negaba la educación, la atención sanitaria y hasta el derecho a la vida.

 

Desde hace 24 años, la SWAPO (sin experiencia de gobierno anterior) ha realizado un esfuerzo extraordinario para tratar de resolver las grandes necesidades que dejaron a sus habitantes las prolongadas colonizaciones.

 

Tradicionalmente la economía, con un Producto Interno Bruto de 15 500 millones de dólares, ha dependido de la minería. El país cuenta con enormes recursos entre los que se destacan diamante, carbón, oro, plata, plomo, estaño, cobre, zinc, tungsteno, tierras raras y una de las mayores reservas de uranio del mundo. Además, su flora y fauna son abundantes.

 

La pesca ha sido un eslabón importante aunque las capturas han disminuido desde los años setenta, mientras el turismo toma cada vez más fuerza por sus bellezas naturales, la extensa fauna con leyes para mantener su protección y sobre todas las cosas, la tranquilidad y la seguridad de que gozan sus visitantes.

 

El esfuerzo para llevar mejoras a la población ha sido encomiable debido a la enorme desigualdad, insalubridad y analfabetismo que había al declararse la independencia.

 

Una de las principales políticas sociales en estos años de independencia ha sido la de expandir la educación como vía fundamental para crear los cuadros profesionales que necesita el desarrollo futuro del país. Más del 85 % de la población ya esta alfabetizada.

 

La atención de salud es otro relevante aspecto que ha beneficiado a los habitantes del extenso territorio, al facilitárseles atención básica gratuita.

 

No obstante los éxitos obtenidos, aun persisten dos problemas que afectan el mejor desempeño de la economía: el alto desempleo (alrededor del 35 %) y la tenencia de la tierra.

 

El país realiza grandes inversiones en la rama minera como forma de crear puestos de trabajo e impulsar sus entradas de divisas, además de establecer nuevas empresas de producción y de servicio. Se prevé que en 2015 se convertirá en el primer exportador mundial de uranio.

 

La tenencia de la tierra debido a la posesión por la minoría blanca del antiguo régimen de grandes extensiones, afecta a la mayoritaria población nativa, dificulta la creación de empleos y disminuye la producción agrícola.

 

Como todo país en desarrollo que además ha sufrido la explotación colonial, casi la mitad de la población depende de la agricultura, principalmente de subsistencia, y el Estado tiene que importar alimentos y productos variados.

 

Esta es una de las principales tareas que tiene por delante el nuevo presidente y el Parlamente recién elegidos ya que es un punto neurálgico al que se debe buscar solución.

Entre las acciones a tomar que ha enumerado en su programa Hage Geingob, aparecen la de buscar formas de mejorar las condiciones de vida de la población; la entrega y distribución de tierra; la disminución del desempleo y reducir las diferencias económicas que subsisten.

 

Innegablemente que las gobernaciones encabezadas por el Partido SWAPO han encaminado con buen rumbo al país y que sus dirigentes cuentan con el apoyo del pueblo. Sus dirigentes conocen las dificultades aun existentes y realizan los mayores esfuerzos por superarlas.

 

Hasta el Banco Mundial, un organismo no muy adicto a reconocer los avances que alcanzan algunas naciones africanas, ha declarado que en Namibia existen «estabilidad política, medidas macroeconómicas prudentes, un crecimiento moderado y excelentes resultados en la conservación de los recursos naturales».

 

El impulso de la economía namibiana en beneficio de la mayoría de la población nativa será el principal reto que deberá encausar la nueva presidencia para que la SWAPO siga marcando el derrotero a seguir en los próximos años.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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