El neoliberalismo desarrolla una nueva «acumulación de capital» centrada en el capital financiero. No la que Marx nos describió en El Capital sobre el funcionamiento del capitalismo liberal y su concentración en el desarrollo de las fuerzas productivas. Ni tampoco la del capitalismo apoyado en la alianza del «fordismo» y el «keynesianismo» luego de la […]
El neoliberalismo desarrolla una nueva «acumulación de capital» centrada en el capital financiero. No la que Marx nos describió en El Capital sobre el funcionamiento del capitalismo liberal y su concentración en el desarrollo de las fuerzas productivas. Ni tampoco la del capitalismo apoyado en la alianza del «fordismo» y el «keynesianismo» luego de la segunda guerra mundial del siglo XX. Sino una acumulación centrada en el desarrollo de tecnologías y fuerzas destructivas. Se trata de una verdadera guerra de exterminio contra el planeta y sus habitantes.
Hay que recordar que el neoliberalismo puede ser dividido en varias etapas con algunas diferencias importantes en sus contenidos programáticos y orientaciones. Que fueron variando en las últimas cuatro décadas y media de economía política internacional neoliberal. Esto ha sido una de las dificultades que ha presentado su caracterización para las corrientes que se le oponen. Pero lograr formular con precisión qué es el neoliberalismo es imprescindible para enfrentarlo.
Etapas del neoliberalismo
La primera fue la de su fundación por los austríacos Friedrich von Hayek y Ludwik von Mises y la constitución del Mont Pelerin Society en 1947, y duró hasta fines de los 60. Allí se proponía promover el bienestar humano por medio de la plena libertad empresarial del individuo y se definía un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada, fuertes mercados libres y libertad de comercio. A esa reunión fundacional en un balneario de Suiza también concurrió Milton Friedman que luego asumiría el liderazgo internacional de la corriente. El papel del Estado debía ser impulsar el desarrollo de estas prácticas incluso en áreas donde no existiera el mercado: la tierra, el agua, la educación, la atención sanitaria, la seguridad social o la contaminación medioambiental, etc.- Allí había que imponerlo. Estas intenciones se mantienen hasta ahora como aspectos programáticos básicos neoliberales. Pero en su fundación y hasta la década del 70 el neoliberalismo era una corriente económica casi ignorada.
La segunda etapa del neoliberalismo es cuando a fines de la década del 60 y principios de los 70 entra en crisis la economía política de alianza entre el «fordismo» *y el «keynesianismo» ** que había conducido la economía de pos guerra en las décadas de 50 y 60, generando altas tasas de crecimiento económico. A fines de la década del 60 ese liberalismo comenzó a desmoronarse. En todas partes se hacían evidentes los signos de una grave «crisis de acumulación de capital». Hasta allí el neoliberalismo permaneció en los márgenes de influencia tanto política como académica. La teoría neoliberal empezó a ganar respetabilidad gracias a la concesión del «Premio Nobel de Economía» a F. von Hayek en 1974 y a M. Friedman en 1976. En realidad no eran parte de los Nobel originales sino un premio de economía en «honor a Nobel» creado por la banca sueca utilizando el prestigio de los premios originales. Esta premiación coincidió con golpes militares en Chile (1973) y en Argentina (1976) donde la teoría neoliberal se aplicaría sin ninguna resistencia o negociación con los pueblos de esos países sumidos en una represión sangrienta bajo dictaduras miliares. Y sobre todo al imponerla se comprobara que era eficiente en términos de restauración del poder de clase del Capital aumentando los porcentajes de ingreso empresarial a costa de los trabajadores. Entonces se explayó a todo el continente y luego al «tercer mundo» en general
La tercera etapa del neoliberalismo fue después que se extendiera la infiltración en las universidades de los «institutos» privados y thing thang neoliberales y se realizara una purga total de las influencias keynesianas en el FMI en 1982. Y en 1984 Reagan impusiera a México una refinanciación de su deuda externa a cambio de exigir la aplicación de profundas «reformas neoliberales» en su economía. Usándose desde ese momento las usureras deudas del «tercer mundo» como puente para imponer sin resistencia la concepción neoliberal a gobiernos colaboradores. A pesar de denuncias tardías y parciales de esta estrategia, las corrientes de «izquierda» del siglo XX en el mundo llegaron con retraso a entender en toda su magnitud la ofensiva neoliberal. Cuando llegaron… El stalinismo internacional y sus aliados contestó esta brutal ofensiva con la «coexistencia pacífica» de Jrushchov -iniciada en 1955- y que se mantuvo hasta 1984. Y la Socialdemocracia europea fue cediendo al «atlantismo» estadounidense hasta encaminarse sin restricciones con el neoliberalismo.
La cuarta etapa del neoliberalismo que se centró en la financiarización mundial de la economía comenzó siendo conducida desde la Reserva Federal (Fed) por Alan Greenspan que sustituyó a Paul Volcker en 1987 bajo el gobierno Reagan. En una continuidad y profundización del neoliberalismo de Volcker, Greenspan se mantuvo en la institución hasta enero de 2006 impulsando con las autoridades estadounidenses y el apoyo de demócratas y republicanos un cambio radical en el contenido del neoliberalismo.
En esos años la intervención de Alan «burbujas» Greenspan desde la presidencia de la Fed fue decisiva. Entre 1995 y mediados de 1999 mantuvo sin elevar los tipos de interés en EUA y auxilió a los inversores en Wall Street con inyecciones de crédito para superar cualquier amague de inestabilidad financiera. Para contrarrestar el aumento del dólar y las restricciones presupuestarias de Clinton, la Fed facilitó el crédito a las empresas y las familias para estimular la inversión y la demanda de consumo, en gran medida suntuario. Esto es lo que se conoció como efecto riqueza que consistió en las elevaciones de las cotizaciones bursátiles durante toda la segunda mitad de los noventa. Se inició allí la gran «burbuja bursátil» en la bolsa de valores que a corto plazo terminó en el 2000 con la desaparición d el 90% de las empresas Puntocom y un torrente de quiebras -Enron, Worldcom, Vivendi-Universal, etc.
Esta burbuja no se trató de un efecto inesperado sino deliberado de Greenspan, lo prueban sus declaraciones al Comité Económico Conjunto del Congreso de junio de 1998. Al final de la década de los 90, cuando la burbuja bursátil se aproximaba a su apogeo, el inicio de la burbuja inmobiliaria ofreció al sector financiero otro exorbitante campo de ejercicios con múltiples oportunidades para obtener cuantiosos beneficios a partir de la especulación con el capital ficticio con que la Fed inundó el mercado internacional.
Mientras tanto desde el gobierno Clinton, su Secretario del Tesoro, Robert Rubin -que provenía del núcleo de la aventura financiera de Goldman Sachs- impuso una amplia desregulación bancaria que permitió los supermercados financieros integrados (holdings) que podían combinar, con gran aumento de sus beneficios, las tareas hasta entonces separadas de la banca comercial y la banca de inversiones y seguros anulando la Glass-Steagall Act (de 1933) que separaba estas bancas porque se había comprobado que las maniobras de esos holdings habían sido los principales culpables de la gran Depresión iniciada en 1929.
El nuevo capitalismo monetario
En 2001 se inició también una multiplicación de escándalos de manipulación contable de las corporaciones -para inflar las cotizaciones de las acciones- con la complicidad de las compañías auditoras y de los bancos de negocios. Esto es demostrativo de que las burbujas de capital ficticio siempre transportan en su seno el fraude y la estafa especulativa. Y significó, en aquel momento, la pérdida del trabajo para medio millón de estadounidenses.
A mediano plazo la segunda burbuja de Greenspan desembocaría en el colapso económico mundial de 2007-2008. La mundialización y predominio del capital financiero se expandió antes y continuó con más intensidad luego de esa crisis. En esos años la Europa socialdemócrata se transformó en un sirviente de la financiarización económica.
En 2008 para enfrentar la crisis financiera que se había expandido a todo el mundo, la Reserva Federal lanzó su Quantitative Easing (Flexibilización Cuantitativa) comenzando con una emisión de U$A 600 mil millones sin respaldo en la economía real -emisión que a la Fed le cuesta los costos de impresión de los billetes- por ser el dólar aún la moneda internacional por excelencia-. La emisión se realizó para comprar títulos públicos y poner dinero a disposición de las grandes corporaciones sin interés o con interés negativo, para que especulen sin control en los mercados financieros del mundo.
Pero esto fue la mínima parte de la denominada con el eufemismo «flexibilización cuantitativa». Al mismo tiempo que cubría las necesidades más acuciantes de los fondos y corporaciones financieras especulativas, la Fed en total secreto imprimía 16 billones de dólares (millones de millones o trillones en inglés y portugués) para repartir entre los grandes bancos estadounidenses y europeos en pleno apogeo de la crisis.
En total, los préstamos más grandes fueron hechos a una pequeña cantidad de instituciones. Durante esos tres años, Citigroup pidió prestados un total de 2,5 billones de dólares, Morgan Stanley, pidió 2 billones; Merrill Lynch, que fue adquirido por el Bank of America, recibió préstamos por 1,9 billones y el Bank of America pidió 1,3 billones. También recibieron dinero de la FED bancos extranjeros, como el Barclays del Reino Unido, Grupo Royal Bank de Escocia (Reino Unido), Deutsche Bank (Alemania), UBS (Suiza), Credit Suisse Group (Suiza), Bank of Scotland (Reino Unido), BNP Paribas (Francia), Dexia (Bélgica), Dresdner Bank (Alemania) y Societe General (Francia). A pesar de estas operaciones estar prohibidas sin autorización del Congreso y el presidente. Y entre otras cosas ayudó a rescatar empresas quebradas como Bear Stearns y American International Group (AIG) y compró hipotecas basura sub-prime sin ningún valor. Al mismo tiempo que se impulsaron grandes ajustes fiscales en Europa para que cayeran sobre la población todos los costos de la crisis.
De esto se trata principalmente la financiarización de la economía mundial.
El neoliberalismo con la financieaización de la economía está centrado en la acumulación de capital monetario. Y este capital monetario ha subordinado al capital industrial y al mercantil en nuevas corporaciones, luego de un proceso de quiebras y fusiones que unificaron la producción, la comercialización y los intereses financieros. Lo que se expresa en el neoliberalismo -como bien remarcó David Harvey- en que pasó a ser central la cotización de las acciones de las corporaciones en las bolsas de valores y no la acumulación de plusvalía que como precio de la mercancía se realiza tan solo en la circulación de éstas. Como bien expresa D. Harvey «En definitiva, la neoliberalización ha significado la financiarización de todo. Esto intensificó el dominio de las finanzas sobre todas las restantes facetas de la economía, así como sobre el aparato estatal…» «Indudablemente, se produjo un desplazamiento del poder desde la producción hacia el mundo de las finanzas.»
Fetichización del capital que devenga interés.
La financiarización económica no se trata más que de una fetichización del capital que produce interés. La baja de la tasa de ganancia de las décadas posteriores a principios de los 70 hizo buscar atajos absurdos por fuera de la producción industrial o agrícola, que condujeran a obtener plusvalor. Pero el plusvalor sólo proviene de la capacidad del Capital de transformarse en medios de producción y de esa forma movilizar constantemente trabajo impago, convirtiendo al proceso de producción y circulación de mercancías en la producción de plusvalor para su poseedor. Sin trabajo ajeno impago no existe plusvalor. Antes de El Capital, ya en Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse), Marx había afirmado:
«El propio interés empero, ya implica que el capital surge de la producción como plusvalía, pues el interés mismo es tan sólo una forma de la plusvalía.»
No fue Marx quien descubrió que el interés es sólo una parte de la ganancia bruta; fueron los propios economistas burgueses quienes lo determinaron: Joseph Massie (?-1784) primero, y luego de él, David Hume (1711-1776), a mediados del siglo XVIII.
En El Capital Marx se explayó con más claridad sobre este concepto:
«En el capital que devenga interés, la relación de capital alcanza su forma más enajenada y fetichista»
Según Marx, cualquier capital prestado, sea cual fuere su forma y como quiera que se haga el reintegro, por la naturaleza de su valor de uso, siempre es sólo una forma particular de capital dinerario. Es decir, todas las formas del capital dado en préstamo derivan del capital dinerario. En el proceso de reproducción del capital, la forma dineraria es evanescente, no es más que una fase de transición. En cambio en el mercado dinerario el capital siempre existe en esa forma.
En el caso de las restantes mercancías, al llegar a las manos de su último poseedor se consume el valor de uso, y con ello desaparece la sustancia de la mercancía, y con dicha sustancia el valor mercantil. En cambio la mercancía capital tiene la peculiaridad de que en virtud del consumo de su valor de uso, su valor y su valor de uso no sólo se conservan, sino que se incrementan. De esta forma se procesa el fetichismo del capital dinerario: con la apariencia de «dinero que incuba dinero».
«…en el capital que devenga interés queda consumada la idea del fetiche capitalista, la idea que atribuye al producto acumulado del trabajo, y por añadidura fijado como dinero, la fuerza de generar plusvalor en virtud de una cualidad secreta e innata, como un autómata puro, en progresión geométrica, de manera que este producto acumulado del trabajo (…) ya ha descontado desde hace muchísimo tiempo toda la riqueza del mundo y a perpetuidad como perteneciéndole y correspondiéndole por derecho.»
A mediados de siglo XIX, Marx había advertido sobre lo absurdo de una transformación del capital total en capital dinerario, anulando la intervención de capitalistas que compren y valoricen los medios de producción: «Esto encierra la insensatez aún mayor de que, sobre la base del modo capitalista de producción, el capital arrojaría un interés sin actuar como capital productivo, es decir sin crear plusvalor, del cual el interés sólo constituye una parte; que el modo capitalista de producción seguiría su curso sin la producción capitalista.»
Y aquí Marx advertía cuales serían las consecuencias prácticas de un desatino de esa naturaleza: «Si una parte desproporcionadamente elevada de los capitalistas transformase su capital en capital dinerario, la consecuencia sería una enorme desvalorización del capital dinerario y una tremenda caída del tipo de interés; muchos quedarían de inmediato en la imposibilidad de vivir de sus intereses…»
Aunque esto pudiera retrasarse -como en efecto se está realizando- desde 2008 por medio de maniobras financieras sofisticadas y una onda de invenciones de nuevos papeles financieros para producir no sólo interconexiones mucho más enmarañadas en el nuevo mercado mundial surgido de la Globalización, sino también por la irrupción de supuestos servicios financieros basados en la titularización de instrumentos derivados de crédito y en toda una gran variedad imaginativa de operaciones basadas en el riesgo de apostar a cotizaciones de futuro de commodities. Que nada tienen que ver con la producción capitalista real, pero que intervinieron negativamente manipulando los mercados de materias primas -en especial minerales-, los mercados agrícolas -específicamente en el de granos- e incluso en la estabilidad del mercado de Seguros, entre otros. Y sobre todo que representan en la economía política mundial la amenaza de un desbocado y hoy imprevisible capital ficticio.
Describiendo la crisis inglesa de 1847-1848, Marx afirmaba que al valor aumentado del capital dinerario dedicado a la especulación le correspondía directamente, el valor dinerario disminuido del capital real (del capital productivo y el capital mercantil). «El valor del capital en una forma aumentaba porque disminuía el valor del capital en la otra.»
La economía estadounidense en declive es el ejemplo más destacado de este proceso llamado «financiarización» de la economía en la actualidad. El intento global de EUA de centrar su poder en el dominio del capital financiero internacional, ha hecho ingresar su economía en la estagnación secular -como afirma Larry Summers, uno de sus principales artífices-. En medio de una nueva burbuja de cotizaciones en Wall Street la economía real estadounidense denota su total decadencia.
La participación del PBI estadounidense en el PBI mundial caerá desde el 23% en 1980 a menos del 15% en 2021 -según el FMI- y esto hace afirmar a la mayoría de los economistas que se trata de un proceso irreversible e inevitable. En la balanza comercial respecto a China, EUA no tiene un saldo positivo desde 1975. En el segundo gobierno George W. Bush, de 2005 a 2008, el déficit comercial de EUA ultrapasó U$S 800 mil millones anuales. En ese período la participación de las exportaciones estadounidenses en el mercado mundial se desplomó para el 8% -la mitad del porcentaje de 1950-. Y los datos de 2016 indican que sigue cayendo. El 29 de Junio de este año el senador Bernie Sanders publicó un artículo en el New York Times donde destacó la situación del mercado de trabajo: en los últimos 15 años cerca de 60 mil fábricas fueron cerradas y se perdieron más de 4,8 millones de empleos industriales. Luego de cada recesión desde 1980, la recuperación subsiguiente fue cada vez menor. Pasó de 4,5% de 1982 a 1989, a 4,2% de 1991 a 1998, a 2,8% de 2001 a 2007 y al 2,1% luego de la crisis 2007-08. La agresiva liberalización financiera de EUA los ha llevado a una abierta decadencia en la economía real, que se encubre bajo tramposas operaciones encadenadas en los mercados de capital ficticio.
Neoliberalismo: la financiarización opuesta a la creación de «condiciones materiales de un nuevo mundo»
Para Marx la conquista de la India por Inglaterra tenía un doble objetivo: «Inglaterra tiene que cumplir en la India una doble misión destructora por un lado y regeneradora por otro. Tiene que destruir la vieja sociedad asiática y sentar las bases materiales de la sociedad occidental en Asia.» Al mencionar la «sociedad occidental» se refiere al capitalismo liberal que predominaba en los países más avanzados de occidente.
Y nos explicaba: «Los árabes, los turcos, los tártaros y los mogoles que conquistaron sucesivamente la India, fueron rápidamente hinduizados. De acuerdo con la ley inmutable de la historia, los conquistadores bárbaros son conquistados por la civilización superior de los pueblos sojuzgados por ellos. Los ingleses fueron los primeros conquistadores de civilización superior a la hindú, y por eso resultaron inmunes a la acción de esta última. Los británicos destruyeron la civilización hindú al deshacer las comunidades nativas, al arruinar por completo la industria indígena y al nivelar todo lo grande y elevado de la sociedad nativa. Las páginas de la historia de la dominación inglesa en la India apenas ofrecen algo más que destrucciones. Tras los montones de ruinas a duras penas puede distinguirse su obra regeneradora. Y sin embargo, esa obra ha comenzado.»
Para Marx la colonización burguesa de la India por Inglaterra, y el dominio supremo del Capital cumpliría un objetivo «regenerador» en el país ocupado porque:
«Los devastadores efectos de la industria inglesa en la India -país de dimensiones no inferiores a las de Europa y con un territorio de 150 millones de acres- son evidentes y aterradores. Pero no debemos olvidar que esos efectos no son más que el resultado orgánico de todo el actual sistema de producción. Esta producción descansa en el dominio supremo del capital. El período burgués de la historia está llamado a sentar las bases materiales de un nuevo mundo: a desarrollar, por un lado, el intercambio universal, basado en la dependencia mutua del género humano, y los medios para realizar ese intercambio; y, de otro lado, desarrollar las fuerzas productivas del hombre y transformar la producción material en un dominio científico sobre las fuerzas de la naturaleza. La industria y el comercio burgueses van creando esas condiciones materiales de un nuevo mundo del mismo modo como las revoluciones geológicas crearon la superficie de la tierra.»
La reflexión de Marx en que «El período burgués de la historia está llamado a sentar las bases materiales de un nuevo mundo» era válida en el siglo XIX pero hoy, con la nueva forma de acumulación neoliberal de capital financiero, el período burgués actual de la historia dejó de sentar las bases materiales de un «nuevo mundo». El desarrollo de las fuerzas productivas fue sustituido por el predominio de un acelerado desarrollo en todo el Planeta de las fuerzas destructivas contra el hábitat humano y contra la propia humanidad. Y el dominio científico y la tecnología en la producción de mercancías tienen como único objetivo maximizar los beneficios de la ultra-explotación de los bienes naturales, sin tomar en cuenta las consecuencias nefastas sobre el género humano y el planeta.
Esto tiene un reflejo directo en la llamada Globalización que se trata fundamentalmente de la creación de un mercado del trabajo a escala mundial. Tema que no abarcaremos en esta nota, pero es donde con más claridad se expresa el neoliberalismo en su desprecio sobre la vida humana, al hacer retroceder la explotación del trabajo a las condiciones que se imponían en el siglo XIX, como bien señala D. Harvey.
Neoliberalismo: la expansión del desarrollo de las fuerzas destructivas
Las nuevas tecnologías neoliberales de explotación de las riquezas naturales sólo expanden destrucción. En esta nota mencionaremos dos ejemplos destacados de esta orientación en nuestro continente: el método de la minería a cielo abierto que ha impuesto en la extracción de minerales una técnica que produce regularmente todo tipo de crímenes ambientales con consecuencias nefastas para la naturaleza y las personas. Y la generalización de las semillas bio-degradadas transgénicas acompañadas por volúmenes crecientes de agro-tóxicos envenenando el agua y los alimentos, los territorios agrícolas y poblaciones adyacentes.
A estos dos modelos podrían agregarse múltiples tecnologías actuales, como el fracking, la extracción de petróleo en el océano, en el Ártico o en el pre-sal, etc. E innumerables industrias que se convirtieron en las últimas décadas en una amenaza destructiva contra la humanidad, como gran parte de la farmacéutica.
Aunque la prensa burguesa habla de «accidentes mineros», en 2015 se produjeron los dos mayores crímenes ambientales comprobados, de grandes mineras en Latinoamérica. Nos referimos al desastre de la mina Veladero en la Provincia de San Juan, en Argentina y la ruptura de un dique de contención de residuos mineros contaminados de la empresa Samarco en Minas Gerais, Brasil.
Entre el 12 y 13 de setiembre de 2015, en la planta Veladero, de la minera canadiense Barrick Gold, hubo un derrame de un millón de litros de solución cianurada que contaminó una cuenca con cinco ríos -Potrerillos, Jachal, Blanco, Palca y Las Taguas- uno de ellos el Blanco con 320 km de longitud. Se trata de un atentado contra la producción agrícola de una amplia región provincial que obtiene sus alimentos por medio del riego proveniente de glaciares de la Codillera de los Andes.
Para el hidrogeólogo Robert Morán, «…el derrame estuvo contaminado con algo mucho más peligroso que el cianuro… los metales pesados y altamente tóxicos como uranio, zinc, arsénico, bario, cadmio, cromo o cobalto, caen en la solución.»
Menos de dos meses después -05 11 2015- se rompió un dique (barragem) de nombre Fundão de la empresa Samarco, propiedad de las grandes mineras Vale -Brasil- y BHP Billinton -australiana/británica-. Es considerado el mayor desastre minero en la historia de Brasil. Además de 19 muertes en la población Bento Gonçalves en el camino del desborde de residuos mineros, la marea de barro envenenado accedió a la cuenca del rio Doce, la tercera cuenca hidrológica de Brasil, expandiendo la contaminación y la muerte entre la fauna y flora de la región por los estados de Minas Gerais, Espírito Santo y desembocando en el Océano Atlántico en las cercanías delParque Nacional Marinho de Abrolhos, donde existe -o quizá debemos decir existía- el mayor banco de corales y la más amplia biodiversidad oceánica del Atlántico Sur.
En Veladero había por lo menos tres derrames anteriores al conocido, no declarados y cubiertos por el secretismo total de funcionamiento de la mina favorecido por el gobierno provincial de San Juan. Y volvió a repetirse una nueva ruptura de la cañería que traslada la solución cianurada a mediados de setiembre de 2016.
En el caso de Samarco, hoy se sabe por un informe independiente que la minera estaba enterada de la posibilidad de una catástrofe desde 2009, sin haber tomado ninguna medida para proteger a la población de Bento Gonçalves, que sufrió el sacrificio de 19 vidas en el desastre.
Lo que demuestra, tanto para Veladero en Argentina como para Samarco en Brasil, que la nueva tecnología de mineras a cielo abierto tan expandida en el continente es un ejemplo claro de desarrollo consciente de las fuerzas destructivas por parte del neoliberalismo.
El «progresismo extractivista»
Las corrientes políticas más o menos «contestatarias» al capitalismo que prevalecieron en nuestro continente en el siglo XX, mayoritariamente despreciaron el problema ambiental del planeta o lo trataron como algo secundario. Y cuando llegaron al gobierno en algunos países en el siglo XXI, en el momento de tomar decisiones que garantizaran el crecimiento económico y un superávit en el mercado exterior, directamente ignoraron las consecuencias de ese deteriorado componente ambiental victimizado por el neoliberalismo de la globalización y la financiarización.
Mencionaremos sólo dos ejemplos de nuestro continente: Brasil y Argentina. Sin profundizar en detalles, pero con la certeza de que se repiten en todo Latino América y el Caribe. Y que representan -en el caso minero continental un tercio de las inversiones destructivas mineras del mundo.
En Brasil el «lulismo» en sus planes económicos utilizó una combinación de «keynesianismo» por medio de los Proyectos de Aceleración del Crecimiento (PAC) para impulsar la expansión del mercado de trabajo, con construcción de obras públicas -carreteras, puentes, hidroeléctricas, etc.- y servicios estatales -transporte, puertos, aeropuertos, etc- ambos destinados a privatizarse, para lograr alianzas con la «burguesía nacional». A la vez que con respecto al mercado mundial adoptó un «extractivismo» neoliberal de los bienes naturales del país con gran expansión de la agricultura de semillas bio-degradadas y una amplia contaminación por agro-tóxicos. Y una agresiva desforestación de la Amazonia para expandir la ganadería y la minería a cielo abierto. Esta última utilizando un nutrido espectro de productos químicos contaminantes para la extracción de hierro, bauxita, oro y otros minerales.
De los múltiples extractivismos mineros en Brasil no podemos dejar de mencionar el complejo a inaugurar en este semestre por la Vale S.A. de Ferro Carajás S11D que abarca varios municipios del estado de Pará y que pretende extraer 230 millones de toneladas de hierro por año a partir de 2016 -lo que la ubica como la mayor mina de hierro del mundo-. Allí Vale ocupa cientos de miles de há de florestas nacionales y tierras reclamadas por indígenas y quilombolas. Entre los pésimos indicadores socio-económicos de toda esa región resalta, además de la violencia en la que sobreviven sus pobladores, que allí en ningún municipio la renta per cápita alcanza el salario mínimo.
El extractivismo lulista condujo a un retroceso productivo y tecnológico en la industria. Es decir intentó una mixtura entre «keynesianismo privatizador y neoliberalismo» que resultó un desastre. Y desembocó en un golpe institucional made in USA y un proyecto neoliberal extremo, conducido ahora por una cuadrilla de parlamentarios y gobernantes corruptos.
En Argentina el «desarrollismo» kirchnerista se desplazó por un camino similar. Impulsó la alianza con Monsanto iniciada por el neoliberal Carlos Menem para transformar las exitosas praderas trigueras de Argentina en campos de semillas transgénicas y abundancia perniciosa de glifosato. A fines del siglo pasado la antigua «izquierda» continental fue incapaz de formular un programa contra la «nueva» tecnología destructiva de Monsanto y no solo ésta se expandió en el país sino que cruzó las fronteras hacia Paraguay, Uruguay y Brasil e incluso hacia Bolivia, siendo recibida en esos países con entusiasmo por los gobiernos «progresistas» y logrando conformar el mayor enclave transgénico mundial. En la zafra 2014-2015 superó los 160 millones de toneladas, muy superior a los 108 millones de toneladas producidas por EUA. Las diez principales compañías productoras de semillas degradadas biológicamente -ahora 9 con la fusión de Bayer y Monsanto- y sus correspondientes agro-químicos(insecticidas, plaguicidas y fertilizantes) asociados, controlan casi el 70% del mercado mundial de organismos genéticamente modificados. Es una producción en su mayor parte dedicada a la exportación. Y regida por mercados externos -el mercado internacional de commodities, subordinado al mercado financiero- y no por necesidades soberanas de alimentación de la población del país o sus intereses económicos. Se trata de un oligopolio que disfruta de leyes y disposiciones permisivas y favorables a los pool sojeros, similares o iguales en los cinco países, aprobadas por los gobiernos.
Las relaciones sojeras con los gobiernos «progresistas y desarrollistas» en el Cono Sur impidieron hasta ahora cualquier intento amplio de investigar el envenenamiento de las personas y el medio ambiente y la mayoría de las tentativas populares en defensa de la salud de la población. Pero se sabe, por ejemplo,-según la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária (Embrapa)-, que Brasil es el mayor consumidor de agro-tóxicos del mundo. Con el ingreso de la soja transgénica hubo un aumento anual del 17,5% del uso de venenos lanzados sobre las plantaciones y poblaciones vecinas, mientras la producción creció 1,9% anual en el mismo período.
Las deficiencias programáticas frente a la defensa del medio ambiente de la «izquierda» del siglo XX y las ilusiones en el comportamiento que tendrían los gobiernos «progresistas y desarrollistas» provocó un gran retraso en la reacción popular contra los crímenes ambientales y permitió que en menos de tres décadas un puñado de corporaciones multinacionales haya creado un fulminante y feroz cerco corporativo en torno de las semillas, el primer eslabón de la cadena alimentaria, encuadrándolo en los patrones de acumulación neoliberal y amenazando todos sus ecosistemas y su población continental.
Como contrapartida, la resistencia social a la minería a cielo abierto y su envenenamiento del agua de los glaciares ha producido un enorme conflicto continental con éxitos significativos contra las mineras. Más aún ahora que la contaminación de Veladero, en San Juan dejó de ser un secreto celosamente guardado por la canadiense Barrick Gold y el gobierno provincial. En Argentina la minería soporta el enfrentamiento programático más firme y claro. Con las derrotas sucesivas al proyecto Pascua Lama (San Juan) y la expulsión de cuatro mineras del valle de Famatina (La Rioja) en menos de una década, el país se perfila como ejemplar contra los planes destructivos mineros. Con el nuevo gobierno de Mauricio Macri la ofensiva minera se ha centrado en Mendoza que aún resiste. Desde Argentina la resistencia se contagió a Chile en proyectos fronterizos en los Andes y con más fuerza aún a Perú en su defensa del agua.
Según el mapa del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina y el Caribe con una base de datos actualizada que consultamos en agosto de 2016, hay en esa fecha 215 conflictos en 225 proyectos de la región. Las comunidades afectadas por esos proyectos son 327. Del total de conflictos 6 son transfronterizos. Recordemos que un tercio de las inversiones mundiales de ésta minería destructiva está dirigido a nuestro continente. Perú tiene el mayor número de conflictos (38) y a partir de la fuerte resistencia al proyecto Conga se ha logrado un proceso de desinversión minera en la mayoría de las minas en funcionamiento. Le siguen México y Chile con 37 y 36 respectivamente y Argentina y Brasil con 26 y 20 conflictos cada uno. Uruguay, no dejemos de mencionarlo derrotó el único proyecto minero intentado -Aratirí-. Pero sigue amenazado por las corporaciones de la celulosa y una tercera planta ya anunciada mayor que las dos instaladas. Y por ser parte del enclave sojero sudamericano..
La novedad negativa minera en el continente es el proyecto del Arco Minero del Orinoco en Venezuela, que profundiza la condición rentista de su economía, pasando del recurso petrolero -ahora en crisis por la baja del precio del petróleo- al minero; considerado este último como comprobadamente contaminante además de violentar los derechos de las comunidades indígenas y del pueblo en general, poniendo en peligro de contaminación a toda la cuenca del Orinoco. Es un proyecto que había sido descartado bajo el gobierno del comandante Hugo Chávez en 2008 luego de pulsar la opinión de residentes en esas tierras ancestrales. Ahora con 150 empresas mineras de 35 países, un área de más de 111 mil km2 en el sur del país será afectada por la minería a cielo abierto. Con los mismos cuentos ilusorios con que se inician esos emprendimientos se establece ahora la ampliación de la frontera minera del país profundizando el modelo extractivo de desarrollo que condujo Venezuela hacia la crisis económica actual. Se trata de un proyecto de «fuga de naturaleza» encuadrado en los patrones de acumulación neoliberal y amenazando sus ecosistemas y pobladores.
«Quiero ver bailar las cenizas»
«Una vez Curtis LeMay, el general, compareció ante una comisión del Senado para pedir diez mil cabezas nucleares para la Fuerza Aérea, y uno de los senadores, Evere Dirksen, le dijo: ‘Pensaba que nos había dicho que con seis mil cabezas nucleares podrían reducir toda la Unión Soviética a cenizas. ¿Para qué quiere diez mil?’ Y LeMay le contestó: ‘Senador, quiero ver bailar las cenizas.» Tom Wolfe, A Man in Full.
Con los retrocesos democráticos del último quinquenio, la mayoría de las corrientes, partidos y organizaciones políticas en latino América ha sido incapaz de asimilar que la principal amenaza del neoliberalismo actual pasa por su ofensiva destructiva del planeta y sus habitantes. E ignorar que la mayor parte de sus nuevas tecnologías en múltiples industrias impulsan el desarrollo de las fuerzas destructivas.
En ese sentido, no es casual que hoy el único «keynesianismo» vigente en Estados Unidos sea el que se aplica a su industria armamentística. En primer lugar los gobiernos estadounidenses de ambos partidos tradicionales han logrado legitimar el destino militar de recursos presupuestarios tratando como un deber patriótico los desperdicios de dicho complejo militar-industrial. A la vez que aloca una parte creciente de recursos materiales y humanos de la sociedad a una forma de producción parasitaria que se auto consume, opuesta a las necesidades humanas y que tiene como finalidad última la destrucción de la humanidad.
La legitimidad ideológica-política del armamentismo se realiza a través de la fusión entre productor/comprador/consumidor que asume el Estado, liberando a esa industria de las incertidumbres del mercado, ayudado por la manipulación de la opinión pública y el control total de los medios de comunicación. Así, de la guerra fría se pasó a la «guerra contra el terrorismo» que comenzó por «justificar» la invasión a dos países (Afganistán e Irak) y el ingente consumo-por-la-destrucción de vidas, ciudades y armamentos. Y continuó con diversas agresiones en todas las regiones del planeta, desarrollando nuevas tecnologías de exterminio como los drones, la novísima serie de robots programados para matar y un nuevo y amplio desarrollo de armamento nuclear.
Tenemos que ser entonces conscientes de qué es lo que está en mayor peligro frente a la ambición desatada del neoliberalismo en nuestro continente. De los diez países con mayor biodiversidad mundial, cinco están en Latino América y el Caribe: Brasil, Colombia, Ecuador, México, y Perú. Estos países también son hogares de los Andes, la zona con mayor biodiversidad del mundo. Y recordar que alrededor del 27% de los mamíferos del mundo viven en América Latina y el Caribe, así como también el 34% de su vegetación. El 40% de la vegetación del Caribe es única de esta zona. Y por supuesto están amenazando también la vida de cada uno de nosotros, los 625 millones de personas que habitamos en 2016 Latino América y el Caribe.
Brasil, octubre de 2016.
*El fordismo apareció en el siglo XX promoviendo la especialización del obrero en una tarea, la transformación del esquema industrial con la línea de montaje y la reducción de costos. Implica también una estrategia de expansión del mercado. La razón es que si hay mayor volumen de unidades de un producto cualquiera (debido a la tecnología de ensamblaje) y su costo es reducido (por la razón tiempo/ejecución) habrá un excedente de lo producido que superará numéricamente la capacidad de consumo de la élite tradicional y única consumidora de tecnologías con anterioridad. Supone también la aparición de un obrero especializado en una tarea única, expropiando el capital a los trabajadores del ritmo y el tiempo de la producción industrial.
** La teoría económica impulsada por John Maynard Keynes se centró en el análisis de las causas y consecuencias de las variaciones de la demanda agregada desde el Estado y sus relaciones con el nivel de empleo y los ingresos salariales. El interés final del denominado «keynesianismo» fue dotar al Estado del poder de controlar la economía en las épocas de recesión o crisis.
Referencias
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