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Nicolás Maduro o la tercera guerra mundial

Fuentes: Rebelión

El título pareciera deslizarse o tomarse entre jactancioso y escandaloso; más si nos atenemos a la actual realidad mundial en estado catatónico complejo, peligroso y desafiante, veremos que algo o mucho de acertado hay en la propuesta titular. Comencemos: El poder hegemónico imperial aplicado a la humanidad por la cofradía de estados y corporaciones mercantilistas, […]

El título pareciera deslizarse o tomarse entre jactancioso y escandaloso; más si nos atenemos a la actual realidad mundial en estado catatónico complejo, peligroso y desafiante, veremos que algo o mucho de acertado hay en la propuesta titular.

Comencemos: El poder hegemónico imperial aplicado a la humanidad por la cofradía de estados y corporaciones mercantilistas, a la que se adosan las corporaciones mediáticas, ha fijado como objetivo supremo permanente, y a perpetuidad, la imposición del modelo capitalista neoliberal. EEUU es cabeza dominante a la que se le subordinan una serie de potencias segundonas.

La propuesta imperial se subsume en pocos objetivos pero potencialmente muy remunerativos e igualmente irrenunciables: el dominio del comercio mundial, la energía y las finanzas por parte de las potencias occidentales. Para ello requieren, insoslayablemente, de la inexistencia de la multipolaridad. Ello implica destruir o impedir la aparición de factores contrapuestos a la visión capitalista depredadora dominante.

Para tales efectos, a occidente le resulta una meta obligatoria detener y destruir los descomunales proyectos que comienzan a dibujarse mediante la alianza de influyentes y poderosos Estados, en especial dos: La federación Rusa y la República Popular China. Dos importantísimos factores/objetivos de los países hegemónicos consisten en detener el despliegue de esas dos nuevas e inesperadas potencias en los predios considerados como santuarios de dominio exclusivo por parte de Estados Unidos y sus aliados incondicionales.

La Ruta de la Seda; el Petroyuan; la alianza Rusia-China para surtir descomunales cantidades de gas a la potencia asiática. La presencia activa de ambos países en el continente africano y Latinoamérica. El resurgimiento de Rusia como potencia militar; la emergencia de China como gran potencia económica. La poderosa respuesta de China a los EEUU en materia comercial y un conjunto de iniciativas de todo orden fuera de las fronteras y del dominio occidental han comenzado a equilibrar el estado de situación geopolítico mundial y esto trasluce, en cierto sentido, el declive del concepto monopolar.

Para destruir las bases de la multipolaridad, occidente se ha propuesto detener a Rusia, China, incluyendo en este objetivo a la República Islámica de Irán y la República Popular de Corea. A la luz de las realidades y del convulso clima prebélico global, la única opción disponible es el detonar un tercer gran conflicto mundial. Para ello necesitan formidables cantidades de petróleo, que hoy, a diferencia de la segunda guerra mundial, no están disponibles.

Los Estados Unidos necesitan asegurar su provisión interna y en esta meta, los yacimientos del Golfo de México no alcanzan. 50 mil millones de barriles en yacimientos en las costas usamericanas y mexicanas es una cantidad insignificante ante una necesidad bélica de más de 300 mil millones. En el otro extremo del Atlántico, para una confrontación global, Europa necesitaría una reserva superior a los 200 mil millones en yacimientos y sabemos que esas reservas, en el Mar del Norte alcanzó un zenit de producción en la década de los años noventa y a partir de entonces ha estado en un declive sostenido.

También las torpezas geopolíticas de occidente han retrotraído su influencia sobre los ricos yacimientos en Medio Oriente y el Magreb . La destrucción de los Estados en Irak y Libia respectivamente, se ha convertido en un boomerang que golpea los intereses de las potencias. Misiles rusos, chinos y coreanos barrerían las refinerías en Europa y Medio Oriente en un tris.

Vistas así las cosas, el único gran yacimiento del planeta situado fuera de la convulsa zona meso oriental, del cual pudieran surtirse Washington y sus aliados se encuentra en Venezuela. Pero, bien sabemos que rige en el país bolivariano un proyecto de independencia y soberanía, no disponible para energizar las carnicerías fomentadas históricamente por la alianza USA/Europa.

Para acceder con dominio pleno sobre los yacimientos venezolanos, las potencias occidentales requieren deponer al Presidente Maduro y arrasar con el proyecto político de Hugo Chávez, haciendo imposible el retorno de la opción socialista al poder y en consecuencia, la imposibilidad de ejercicio soberano sobre los yacimientos.

Es de Perogrullo afirmar, que el acuerdo de entrega del petróleo venezolano a Estados Unidos y Europa ha sido acordado con los personajes que conforman la ultraderecha nacional. Sólo la torpeza de los líderes neoconservadores y la tozuda y digna respuesta de Nicolás Maduro y de las clases populares ha impedido tal atropello. Y mientras persista y domine una clara conciencia nacional, respecto que el petróleo es nuestro, será muy difícil para los Estados Unidos y las potencias segundonas detonar el tercer gran conflicto .

* Arévalo Méndez Romero es Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Chile.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.