Recomiendo:
5

Entrevista al ex Secretario de Estado francés Mounir Mahjoubi

«No es el fin de la ‘uberización’, sino el fin de la ficción del lujo gratuito»

Fuentes: Sin permiso [Imagen: Joachim Beuckelaer | Le marché aux poissons (1601) | MutualArt]

Entrevista realizada por Lou Fritel para el semanario francés Marianne.

Marianne: La plataforma Uber podría cobrar a sus pasajeros a partir de ahora por el «tiempo que tarda en llegar». El gigante del «streaming» Netflix impedirá que se compartan cuentas gratuitamente en cien países, entre ellos Francia. ¿Por qué estas empresas, que se han hecho un nombre apostando por una política de «menor coste» para el consumidor, se alejan de este modelo?

Mounir Mahjoubi: Pues porque muchas de estas empresas mintieron sobre su valor. Se hacía creer a los consumidores -franceses, europeos o norteamericanos- que podían obtener un servicio de cuatro estrellas por nada. Todo el mundo pensaba que era normal, cuando en realidad no lo era en absoluto. Pero alguien tenía que pagar por ello. ¿Y quién pagó? En parte los fondos de inversión y, sobre todo, los propios conductores, lo cual resultaba inaceptable.

Con Netflix, estamos en una economía de contenidos. También aquí, para sobrevivir, las plataformas de «streaming» han pegado fuerte con precios muy agresivos. Pero si nos fijamos en los agentes tradicionales del sector, como Canal + en Francia, se aseguran de que el precio permita a la empresa sobrevivir a largo plazo. Netflix se enfrenta ahora a enormes inversiones y, por tanto, necesita aumentar su volumen de negocios. Ahora puede permitirse subir los precios porque los consumidores están cautivos y la competencia no está al mismo nivel. Sea esto inaceptable o aceptable, el hecho es que puede animar a la gente a pagar.

Sin embargo, aunque esta política ha funcionado en los Estados Unidos, no ha sido concluyente en España, donde el número de abonados ha aumentado muy poco. Los abonados de Canal + pagan mucho, así que se hacen la pregunta antes de comprometerse. No nos preguntamos por Netflix. Pero a 15 euros al mes, empieza a parecerse a medio paquete telefónico. Si sube más, los consumidores van a empezar a preguntárselo. En cualquier caso, estamos en un punto en el que la economía de plataformas se encuentra con la economía del mundo real.

A menudo asociamos estas dos empresas con Telsa y Airbnb, las cuatro comparten el acrónimo NATU. ¿Qué tienen en común sus modelos?

Todo lo que tienen en común es un enfoque macroeconómico. Son «love brands», es decir, marcas que gustan a la gente. Son importantes en su vida. Pero los modelos de negocio de estas empresas no tienen nada en común. Uber es un grupo de trabajadores de plataformas, Netflix es un grupo de trabajadores de contenidos y Airbnb es el más representativo de los «marketplaces». Para Airbnb, el nexo común con las otras dos es el precio. Al igual que con Netflix y Uber, sólo ahora estamos descubriendo el coste real del servicio, el verdadero precio de las cosas.

Las plataformas se enfrentan a la economía real con inversores que ya no subvencionan su conquista. Estos últimos solían dar dinero en cantidades suficientes para absorber sus déficits. Hoy, estas empresas son demasiado grandes como para permitirse vender con pérdidas. 

Airbnb cobra a los propietarios comisiones elevadísimas, que oscilan entre el 20 y el 30%, sin que esto se indique en su sitio digital. Aunque los propietarios sí han aumentado el número de días que alquilan, su rentabilidad ha caído. Para el inquilino, cuando entra en Airbnb, el precio al principio se anuncia sin las comisiones y se infla al final. Sin embargo, el valor del servicio de esta plataforma debería ser para el propietario y el cliente. Airbnb realizó una importante encuesta entre sus usuarios, quienes la criticaron por falta de transparencia en los precios. Tras esta consulta, el responsable de la plataforma, Brian Chesky, se comprometió a poner fin a esta práctica. Sin embargo, sigue negándose a mostrar claramente el porcentaje de comisión en la página de inicio. Pero muchos propietarios creen que no tienen otra opción. A los inquilinos les gusta esta marca. Todas estas plataformas crean dependencia, y eso no es aceptable. Un agente como Airbnb, que tiene la mayor cuota de mercado, casi toda ella con su competidor Abritel, cobra comisiones astronómicas, a pesar de que ni siquiera paga impuestos en Francia.

​​​​Los consumidores también deben preguntarse: ¿están obteniendo una buena relación calidad-precio? 

Es una pregunta difícil. Empresas como Heetch intentan introducir mayor transparencia, sobre todo para mostrar cómo se distribuye el dinero de los compradores. La gente suele pensar que Canal + está pasado de moda, pero la plataforma tiene razón al señalar que hay costes que no se pueden reducir, que no hay trabajadores gratis. Aunque a veces resulte desagradable oírlo, está haciéndole un favor al consumidor.

Una vez rotos los códigos del mercado, ¿estos retrocesos de las plataformas son sinónimo de vuelta a una economía «tradicional»?

Como decía antes, las plataformas se enfrentan a la economía real, ya que los inversores ya no subvencionan su conquista. Estos últimos solían dar dinero en cantidades suficientes para absorber sus déficits. Hoy en día, estas empresas son demasiado grandes como para permitirse vender con pérdidas. Tienen que demostrar que ganan dinero. En segundo lugar, las leyes de varios países han atacado la inseguridad laboral de sus empleados. Esto ha creado nuevos límites.

Volviendo a los «marketplaces», por el momento no han bajado sus precios porque todavía no han encontrado ningún obstáculo. ¿Podría ser la competencia un obstáculo? En cualquier caso, no podemos aceptar que intermediarios de este tamaño se lleven tanto de los consumidores.

¿No hay también un cambio en los hábitos de consumo y el deseo de una parte de la población de alejarse de la «uberización» de la sociedad?

Cuidado con el término «uberización» de la sociedad. Creo que tener servicios a la carta puede ser muy bueno, pero la cuestión es cómo se paga y se trata a los empleados. La gente quiere más servicios y plataformas a la carta. Nuestras vidas están cada vez más fragmentadas y son más complejas. En un entorno urbano, cuando eres madre soltera con dos hijos, pedir la comida a domicilio es muy práctico si te lo puedes permitir, hay que reconocer que es un lujo.

Pero lo que está mal -y sobre esto hice un informe durante mi último año en la Asamblea Nacional en 2021- es el trato que dan a los trabajadores algunas plataformas de reparto. Elaboramos una tabla clasificatoria que mostraba que algunas empresas habían pasado al 90% de contratos indefinidos para sus repartidores, mientras que otras habían adoptado una política de hiperprecariedad. Los agentes franceses no eran ejemplares, y las empresas extranjeras eran a veces mucho más virtuosas, algunas hasta compraban las bicicletas de sus trabajadores. No es el fin de la «uberización», sino el fin de la ficción del lujo gratuito.

Permítame decirlo de otro modo: ¿no exigen los consumidores una economía más virtuosa en lo que respecta a los derechos de los trabajadores? 

Por supuesto que sí. Lleva tiempo entender cómo funciona un sector, lleva al menos diez años. Ahora que todo el mundo ha entendido este sector, mucha gente -sobre todo la que puede permitírselo- se pregunta por su repercusión social. Esto repercute en el mercado. Sólo en el sector de las compras a domicilio, están quebrando una empresa tras otra y sólo quedan los gigantes. Es de esperar que sean más virtuosos.

En nuestro informe, Deliveroo no ocupaba un lugar muy destacado, pero hoy en día es un poco mejor para sus trabajadores. Desde un punto de vista puramente económico, creo que a la empresa le interesa continuar. Simétricamente, Getir estaba muy bien situada y tenía un modelo viable. Esto le permitió comprar a varios de sus competidores más pequeños, cuyo modelo se basaba más en la precariedad. Getir puso fin a este modelo. La integración de todas estas empresas ha conducido a una reorganización judicial del conjunto del grupo, obligando a una reorganización de los empleos [Getir anunció la semana pasada que estudiaba un plan de despido para 900 personas en Francia], pero en torno a contratos indefinidos.

La economía de bajo coste ya no es una opción, necesitamos normalización y mayor transparencia. Pero este proceso no ha terminado. No será mañana cuando paguemos el precio justo, y ese día no será necesariamente agradable para los consumidores. A veces significará pagar más cuando intervengan seres humanos. En cambio, cuando la plataforma esté automatizada al 100%, el consumidor tendrá que pagar necesariamente un precio más bajo : eso sería lo más justo.

Mounir Mahjoubi fue diputado y secretario de Estado de Economía Digital del gobierno francés entre 2017 y 2019. Técnico y empresario informático, participó como responsable de la parte digital en las campañas presidenciales de Ségolene Royal, François Hollande y Emmanuel Macron.

Texto original: Marianne, 29 de mayo de 2023

Traducción: Lucas Antón

Fuente: https://sinpermiso.info/textos/mounir-mahjoubi-no-es-el-fin-de-la-uberizacion-sino-el-fin-de-la-ficcion-del-lujo-gratuito