Recomiendo:
0

¿Crisis? ¿Recesión?

No hay crisis para los vendedores de armas

Fuentes: Foreign Policy in Focus

Los ejecutivos de la industria armamentística tienen casi cada semana del año plenitud de oportunidades para codearse con subdirectores con secretarías de defensa, funcionarios de Seguridad Nacional, personal militar retirado y el mejor y más brillante establishment de defensa. Una de tales oportunidades se dio en la conferencia ComDef 2008, celebrada el 3 de septiembre […]

Los ejecutivos de la industria armamentística tienen casi cada semana del año plenitud de oportunidades para codearse con subdirectores con secretarías de defensa, funcionarios de Seguridad Nacional, personal militar retirado y el mejor y más brillante establishment de defensa.

Una de tales oportunidades se dio en la conferencia ComDef 2008, celebrada el 3 de septiembre en el Club Nacional de Prensa en Washington patrocinada por gigantes armamentísticos como Boeing, Raytheon, y BAE Systhems. La conferencia, de un día de duración, versaba sobre Prioridades de defensa en una era de conflicto permanente. Hubo presentaciones desde un subsecretario de Marina, un subdirector en el Pentágono, diversos fabricantes de armas y representantes de defensa de Francia, Holanda, Canadá y de dondequiera. Con esta poderosa alineación, la conferencia cumplió probablemente la promesa de su reclamo: «donde la comunidad de cooperación en defensa internacional se convierte en negocio».

La siguiente en el calendario, a mediados de octubre, será la Conferencia Nacional de Women in Defense, en Crystal Gateway Marriott, cerca del Pentágono. Patrocinada por el gigante en consultoría Booz Allen Hamilton, la conferencia incluye un panel sobre Prioridades en Seguridad Nacional en la próxima administración, moderado por el vicepresidente de Lockheed Martin. Por un lado habrá asesores de política exterior de McCain y Obama y ─en un gesto hacia la inclusividad─ han sido también invitados representantes de las campañas de Bob Barr y Ralph Nader. El acto de clausura está patrocinado por Lockheed Martin, y Booz Allen Hamilton está pagando la cuenta por la cena en que participó la general retirada Jeanne Holm.

Y después, ¿quién querría perderse la oportunidad de volar al sur para el invierno? La conferencia sobre preparación de la defensa en Coronado Springs Resort de Disney en Florida a principios de diciembre ofrece a los ejecutivos de la industria militar la oportunidad de absorber los rayos y les formula la pregunta ¿Estamos preparados para proveernos de capacidad guerrera asequible?

Uno de los motivos recurrentes de esas y otras muchas conferencias sobre la industria armamentística es la preocupación que se avecina porque el presupuesto militar ─incrementado en dos tercios entre 2001 y 2008─ no puede mantener eternamente esa espiral de aumento. ComDef 2008 lo plantea así: «la guerra permanente está minando la capacidad de nuestras fuerzas armadas y deberán tomarse decisiones duras […] Es cada vez más improbable que pueda obtenerse más dinero para defensa». El año pasado, la conferencia Mujeres en Defensa planteaba esta cuestión en un panel intitulado agitando el árbol del dinero: la financiación de la defensa nacional, moderado por el vicepresidente para programas y presupuesto de Lockheed Martin.

Agitando el árbol del dinero

Lockheed Martin destaca sobre sus competidores como agitador de árboles profesional. Entre 2001 y 2008 la compañía vio saltar sus contratos con el Departamento de Defensa cerca del 130%, de 14.000 a 32.000 millones de dólares. En una economía en estagflación, sus beneficios marginales son más de la mitad. La compañía, afincada en Bethesda, informa de un aumento del 13% en rentabilidad para el segundo trimestre que sube de 778 millones de dólares el año pasado a 882 este año.

A pesar de la preocupación de la industria armamentística, es probable que el presupuesto militar mantenga su drástico crecimiento. El presupuesto base del Departamento de Defensa, que no incluye los fondos para armas nucleares o los 12.000 millones mensuales de la «guerra contra el terror» ha crecido cerca del 70%, de 316.000 millones en 2001 a pedidos de más de 515.000 para el año fiscal 2009 (que empieza en octubre). A pesar de que esas cifras representan cerca de lo que el resto del mundo junto destina al ejército, ni Barack Obama ni John McCain han adoptado la reducción del gasto militar como parte de su programa de seguridad nacional. De hecho, ambos hablan de modernizar el ejército para el siglo xxi y aumentar la talla de las fuerzas armadas añadiéndole miles de millones.

Así, las campanas de alarma de la industria armamentística están sonando prematuramente y el futuro ─particularmente para la venta de armas en el extranjero─ parece muy brillante. Tomemos a Lockheed Martin como ejemplo: la compañía, que se está expandiendo para adornos florales en la conferencia de Women in Defense el próximo mes, tiene más de 10.000 millones de dólares en contratos de armas propuestos o recientemente firmados con naciones extranjeras. El mayor negocio podría valer a Lockheed Martin 7.000 millones (eso es un montón de gladiolos y lirios para Women in Defense). Los Emiratos Árabes Unidos están interesados en el sistema THAAD (Defensa de Gran Altitud Aérea) de la compañía. El sistema móvil montado por camiones está diseñado para interceptar misiles dirigidos a lugares como aeródromos o centros de población.

Otra enorme venta potencial puede ser Iraq, donde la combinación de cambio de régimen, ocupación e ingreso petrolífero ha creado un nuevo y leal cliente. A pesar de que aviones fighter estadounidenses hayan bombardeado ciudades iraquíes, el gobierno de Maliki ha anunciado que podría comprar 36 F-16 de la compañía. Ventas recientes de estos aviones de 100 millones de dólares en países como Marruecos, Pakistán y Rumanía han contribuido a un año boyante para la compañía de Bethesda. Pero Lockheed Martin no es la única compañía que cosecha recompensas en la era de conflicto permanente. La guerra y la inestabilidad son buenas para los negocios alrededor del globo. Jeanne Farmer, de la Agencia Seguridad y Cooperación, que procesa los pedidos para ejércitos extranjeros, observaba en el encuentro ComDef que «en el contexto actual todo el mundo lo necesita todo justo ahora. Esperamos seguir teniendo amplias, amplias ventas». «Nuestro programa», prosigue, «está creciendo a pasos agigantados», al describir cómo su agencia trabaja con más de 12.000 casos abiertos (en algunos casos las armas han sido transferidas, pero no se han utilizado todas las posibilidades o las licencias no han expirado) y suma beneficios totales de 270.000 millones de dólares.

Las ventas de armas estadounidenses a países extranjeros en 2008 están en camino de ser un 45% mayores que en 2007. Este año los Estados Unidos ofrecerán en torno a 34.000 millones de dólares en armas a Iraq, Pakistán, Arabia Saudí y otros países. En 2007 esa cifra era de 23.300 millones, apenas algo por encima de los 21.000 millones de 2006. En 2008, la agencia de Farmer ha procesado más de 12.500 millones en posibles ventas a Iraq, sin incluir el pedido de F-16 Fighter, aún no formalizado. En la lista de deseos de Iraq hay sistemas como los tanques Abraham, helicópteros de ataque, misiles hellfire, aviones de transporte pesado y demás armamento. Los promotores de ventas milmillonarias de armas arguyen que esas ventas reducirán la dependencia de Iraq respecto al ejército de los Estados Unidos, pero basta con mirar a Pakistán para ver que esas políticas crean disparaderos bien armados. Desde el comienzo de la guerra contra el terror, los Estados Unidos han transferido miles de millones de dólares en armamento y demás ayuda militar a Pakistán. Recientemente, el ejército estadounidense ha organizado ataques en territorio paquistaní contra los talibanes y demás elementos insurge ntes sin ni siquiera informar a Islamabad por adelantado. ¿La respuesta del parlamento paquistaní? Una declaración forzosamente apalabrada de que el ejército paquistaní ─armado, entrenado y equipado por los Estados Unidos─ está preparado para «repelar tales ataques en el futuro con plena fuerza». No sería la primera vez que fuerzas estadounidenses chocan contra adversarios armados por fuerzas estadounidenses.

Malas noticias para ellos: ¿buenas para nosotros?

Un comercio multimilmillonario, un mundo reluciente de armas y una industria bien organizada y poderosa destinada a mantenerse de esa forma: estos factores suponen grandes noticias para el comercio de armas. Quienquiera que asuma la presidencia en enero tendrá que escoger entre la política de Bush de seguir armando al mundo o establecer un nuevo recorrido contra a las pertinaces objeciones del complejo militar-industrial. Pero ninguno de los presidenciables ha dedicado ni siquiera unas pocas líneas a la política de venta de armas. Aún más, la industria parece preocupada por el vicepresidenciable de Barack Obama, Joe Binden. Loren Thompson, un analista proindustria en el conservador Lexington Institute, dijo al Defense Daily International que «el disco de Biden en cuestiones armamentísticas es el de un doctrinario […], siempre se alinea hacia el lado liberal. Así que eso no es una buena noticia para la industria de defensa».

Mientras ejecutivos, generales retirados y funcionarios del Pentágono, revoloteando de una conferencia financiada por la industria a otra, lamentando supuestos recortes y ajustes de cinturón, las malas noticias de verdad para sus negocios serían buenas para cualquier otra cosa, a saber paz, diplomacia, democracia y derechos humanos.

Frida Berrigan es una investigadora asociada al Instituto de Política Mundial del Arms Trade Resource Center . Sus principales áreas de investigación son las políticas de armamento nuclear, los crímenes relacionados con los beneficios empresariales, la venta de armas a zonas bélicamente conflictivas y los programas de entrenamiento militar. Es autora de buen número de informes del Instituto en que trabaja. El ultimo: Weapons at War 2005: Promoting Freedom or Fueling Conflict .

 

Traducción para www.sinpermiso.info :   Daniel Escribano