En la revista The Economist, de fuerte tendencia neoliberal, hay un artículo -en el número de 4 de mayo pasado-, en el que es posible leer algunas interesantes verdades. Sin hacer referencia expresa a la propuesta Yasuní-ITT, curiosamente nos da la razón, comenzando desde su mismo título: Unburnable Fuel; es decir, combustibles fósiles que no […]
En la revista The Economist, de fuerte tendencia neoliberal, hay un artículo -en el número de 4 de mayo pasado-, en el que es posible leer algunas interesantes verdades. Sin hacer referencia expresa a la propuesta Yasuní-ITT, curiosamente nos da la razón, comenzando desde su mismo título: Unburnable Fuel; es decir, combustibles fósiles que no se deben quemar.
Haciéndose eco de la investigación realizada por la organización Carbon Tracker y del Instituto Grantham de la London School of Economics, asegura que la cantidad de dióxido de carbono que puede ponerse en la atmósfera (si no excedemos en dos grados de aumento a la temperatura del planeta) es nueve veces menor que la que produciría al quemarse las reservas de carbón, gas y petróleo ya declaradas por compañías privadas o estatales. Hay un consenso científico de que un aumento de más de dos grados centígrados a la temperatura promedio planetaria -por la excesiva quema de combustibles fósiles y la consiguiente emisión de dióxido de carbono, el gas que más contribuye al calentamiento global- sería catastrófico para la humanidad. Ese es el umbral.
Las compañías petroleras cargan de por sí unos activos tóxicos, en el sentido de que deberían abstenerse de extraer la mayoría de las reservas para quemarlas. Por tal razón, los balances financieros de las empresas están inflados, son falsos, pues es inviable que se extraigan todas las reservas, a menos que colapsemos como humanidad.
La reciente y lamentable decisión del Parlamento Europeo -de no apoyar el European Trading System de carbono, renunciando por ahora a retirar cuotas excesivas ya concedidas-, ha hecho que caiga el precio del carbono hasta niveles muy bajos, al tiempo que la crisis económica lleva a quitar subvenciones a las energías renovables. Según The Economist, esas son políticas equivocadas.
La mejor política es dejar en el suelo -y para siempre- una proporción muy grande de las reservas existentes de petróleo, gas y carbón. No podemos confiar en milagros tecnológicos (technological fixes) como el secuestro de carbono o los disparates de la geo-ingeniería, como son fertilizar el océano con partículas de hierro -sin pensar en efectos secundarios-, o poner dióxido de azufre en la atmósfera. La solución para no pasarnos del límite de dos grados de aumento de temperatura es, al menos, extraer y quemar los combustibles fósiles de manera mucho más lenta a lo largo del tiempo.
Y eso es lo que justamente Ecuador propone con la iniciativa Yasuní-ITT, no solo por razones de cambio climático sino también por respeto a los derechos de la gente y por la conservación de una biodiversidad única. Hasta The Economist nos está dando la razón, como pioneros, sin siquiera reconocer nuestra propuesta.
http://www.telegrafo.com.ec/opinion/columnistas/item/no-quemar-tanto-petroleo.html
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