El gobierno ha emprendido una campaña multimillonaria a favor del aumento de la gasolina. No sólo está en su legítimo derecho sino en el deber de informarnos las causas, las propuestas, las consecuencias y tal como se ha ofrecido, los espacios para la discusión y el debate franco sobre el tema. En cuanto al aumento […]
El gobierno ha emprendido una campaña multimillonaria a favor del aumento de la gasolina. No sólo está en su legítimo derecho sino en el deber de informarnos las causas, las propuestas, las consecuencias y tal como se ha ofrecido, los espacios para la discusión y el debate franco sobre el tema.
En cuanto al aumento per se, sin duda es necesario, ya que el rezago del precio subsidiado ya define una brecha muy grande que una economía en mal estado como la nuestra no puede soportar más, el asunto no es si se aumenta sino cuánto, cómo y para qué.
Sin embargo, hemos visto con sorpresa una serie de spot publicitarios en el marco de una campaña de «energía para el pueblo», que termina definiendo al subsidio a la gasolina y los subsidios en general como una «brutalidad», cosa que abre el espacio para la eliminación de todos los subsidios existentes en el país.
Una de esas piezas de publicidad tiene como protagonista a Carmen la «empanadera», que junto a sus amigas monta un puesto de empanadas y empieza a realizar un análisis de costo que le arroja como resultado que cada empanada le cuesta producirla 8 Bs. Ante la pregunta de sus compañeras de en cuánto deberían venderlas, ella responde «2 Bs.» Y de inmediato el grito colectivo de las compañeras antes de retirarse del puesto es «Nooooo, Carmen».
Tratar de homologar la discusión del subsidio de la gasolina a la fijación de precios de un puesto de empanadas, es el planteamiento más torpe y aberrante que he visto en años en una campaña emprendida por el gobierno a favor o en contra de algo.
El «Nooooo, Carmen», se convierte en el hecho concreto a un «Nooooo, Chávez», ya que quién mantuvo la política de subsidio durante todos estos años del precio de la gasolina fue el Presidente Chávez. El propio gobierno del «hijo de Chávez» pareciera descalificar con argumentos neoliberales, decisiones que en lo político, para bien o para mal, tenía razones de carácter socialista.
Un país petrolero, con la ausencia de vías de transporte ferroviarias, cuya estructura de comunicación territorial está basada en el parque automotor, no sólo tenía sino que debía subsidiar la gasolina mientras pudiese hacerlo. Sin duda el error estuvo en las magnitudes, y la ausencia de políticas efectivas de transformación de la realidad aún a pesar de las constantes demandas de Chávez al respecto: sustitución de la gasolina por gas, construcción de más vías ferroviarias, mejora del transporte público, etc., sin embargo, los que hoy en una serie de spot publicitarios señalan esto como una brutalidad (Nooooo, Carmen), en su momento nuca dijeron nada sobre el tema, siendo corresponsables de dicho desacierto (debo aclarar que tengo años clamando por el aumento proporcional y justo de la gasolina).
Una campaña de este tipo, más que una caracterización de hechos simplistas, que subestiman al pueblo venezolano y que no convocan al debate, deberían estar abriendo el debate sobre la cantidad de gasolina que consumimos, la que se deja de exportar, los ingresos que se dejan de percibir, las deformaciones que se generan en frontera, las consecuencias del aumento y propuestas de magnitud y tiempo de aplicación del modelo, todo esto junto a convocatorias públicas a espacios abiertos de debate sobre el tema, de hecho, hemos perdido mucho tiempo en el cual pudimos haber convocado un referéndum sobre el tema.
Pero no, al final se ha preferido cuestionar el subsidio de manera despreciativa, cosa que fácilmente podría aplicarse al precio de nuestras divisas, lo que vale adquirirlas para después adjudicarlas a 6,30 Bs, y sobre este argumento terminar afirmando que no tiene sentido el control de cambio y nunca lo ha tenido y por tanto Chávez siempre estuvo equivocado, lo que al final nos lleva al neoliberalismo. Cuidado con los argumentos, porque «lo que es bueno pal pavo también es bueno pa’ la pava».
Una campaña tan superflua, trivial, carente de contenido y mediocre como esta lo que hace es atentar contra Chávez, su legado y su impronta, separando cada vez más al gobierno del legado del Comandante, ojalá se rectifique, como en tantas cosas donde hemos clamado que se haga. Golpe de Timón.
evansnicmer.blogspot.com
@NicmerEvans
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