Noruega pretende enseñar a países tan ricos en petróleo como ella, aunque pobres y corruptos, a mejorar la calidad de vida de la población con sus enormes tesoros subterráneos.
En teoría, las economías basadas sobre el petróleo corren con ventaja en la lucha contra la pobreza. Pero la realidad es bastante diferente. La extracción de crudo ha servido, de hecho, para enriquecer a pequeñas elites y engendrar corrupción, miseria y conflictos.
Países ricos en petróleo como Nigeria, Chad y Angola se ubican en puestos más bajos en materia de desarrollo humano, según la nómina que cada año elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Mientras, naciones que carecen de hidrocarburos, como Corea del Sur y Japón, están mucho mejor ubicados.
Chad recibió grandes préstamos del Banco Mundial, a condición de que las ganancias petroleras fueran usadas en el combate contra la pobreza. Pero el año pasado, el gobierno anunció que gastaría ese dinero en defensa y en armas. Como consecuencia, el Banco interrumpió los pagos en enero pasado.
En contraste, Noruega, que comenzó a producir petróleo en 1971, aprovechó con éxito sus riquezas para construir una de las sociedades más ricas y equitativas del mundo.
«Probablemente tenemos el sector petrolero más exitoso del mundo», dijo a IPS el ministro de Desarrollo de Noruega, Erik Solheim.
El modelo noruego atrajo particular atención por su «fondo de petróleo», que reserva parte de las ganancias del sector para las generaciones futuras. En marzo, ese fondo ascendía a 236.000 millones de dólares.
Noruega coopera desde los años 80 con la industria petrolera del Sur en desarrollo, y hoy asiste a una veintena de países. Por lo tanto, es la principal fuente bilateral de este tipo de asistencia. Al principio, la mayoría de las consultas de los países petroleros pobres se referían a cuestiones técnicas e institucionales.
Desde septiembre pasado, esos esfuerzos se concentran en el programa Petróleo por Desarrollo. Ahora, los técnicos de asistencia noruegos están más dedicados a cuestiones como la buena administración de los recursos petroleros, la transparencia, la lucha contra la corrupción y el ambiente.
En los últimos dos años, los mayores receptores de esa asistencia fueron Angola, Nigeria, Mozambique, Vietnam y Timor Oriental.
Tras una recorrida de Solheim por América Latina, Bolivia sumó puntos para convertirse en breve en beneficiaria del programa Petróleo para el Desarrollo.
El funcionario noruego atribuyó esa intención a «la revolución democrática hacia la izquierda que se ve en la región, país tras país. Queremos apoyar a estas revoluciones democráticas porque creemos que potenciarán el desarrollo».
«Pocos países donantes se involucran con la asistencia petrolera, pues para eso deben contar con un sector petrolero, experiencia y suficientes recursos», dijo a IPS el gerente de proyecto Petróleo para el Desarrollo, Leiv Lunde.
«Pero países como Canadá, Gran Bretaña, Holanda y Australia se están volviendo más activos», agregó.
El modelo institucional de Noruega distingue claramente las responsabilidades gerenciales clave del sector petrolero, tanto a través de regulaciones y políticas comerciales como por el combate contra la corrupción y la promoción de la transparencia, la eficiencia y la independencia de las empresas.
En la mayoría de los países a los que Noruega asistió no se cumplía con esos requisitos, pues las empresas petroleras estatales sumaban las funciones regulatorias con las comerciales.
La transparencia y la distinción de roles es una prioridad de la ayuda petrolera noruega. Pero algunos actores del sector en los países asistidos resultaron muy resistentes al cambio, dados los beneficios que logran en las actuales condiciones de centralización institucional.
La Agencia Noruega para el Desarrollo (Norad) concluyó en diciembre pasado que, en países como Angola y Bangladesh, donde «el sector petrolero produce importantes ganancias», es «casi imposible implementar cambios institucionales importantes».
El informe de Norad califica de «ingenuos» esos intentos, y recomienda poner en práctica mejores modelos institucionales antes de que Noruega acuerde involucrarse a través del programa Petróleo para el Desarrollo.
«La gobernanza es extremadamene importante», afirmó Solheim. «Está en el centro de todo el programa Petróleo para el Desarrollo. No es una cuestión técnica, sino de establecer instituciones e imponer una cultura.»
En la mayoría de los países, algunos sectores quieren combatir la corrupción, dijo Solheim. Otros muestran menos disposición al respecto.
«No estamos brindando esta asistencia porque creamos que es fácil. Es posible que sea lo más difícil, pero que también sea lo más importante», afirmó el funcionario.
El Banco Mundial prevé acordar con Noruega en las próximas semanas la creación de un programa y un fondo de asistencia a países petroleros pobres que incluya las operaciones del sector y de las ganancias, los desafíos ambientales y el desarrollo comunitario.
«El Banco Mundial tiene muchos más contactos que Noruega en muchos países. Semejante cooperación permitiría brindar asistencia en áreas en las que algunos podrían pensar que Noruega oculta intenciones de proteger sus intereses», dijo Solheim.
Fuentes anónimas del Banco Mundial y de países en desarrollo manifestaron en mayo al diario británico The Financial Times temor de que Noruega use el programa Petróleo para el Desarrollo para obtener información delicada y ventajas competitivas en el mercado petrolero.
Solheim insistió en que Noruega estará abierta en sus transacciones a través del programa.
«Claramente hay muchas áreas, países o situaciones en las que pueden verse conflictos de intereses. La única manera de manejar eso es una completa transparencia. Gobiernos, organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y cualquiera que desee mirar por encima de nuestros hombros serán bienvenidos», dijo.
Noruega también discute con el PNUD mecanismos de asistencia que complementen el programa con el Banco Mundial, según Lunde.
«El objetivo es establecer actividades más centradas en la gobernanza política, área en la que el PNUD es un actor importante», por lo que se dedicaría a «la sustentabilidad social y el rol de actores como el parlamento y la sociedad civil», explicó Lunde.