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Nos colocamos en un nuevo tiempo

Fuentes: Aporrea/CEPRID

La desaparición del comandante y compañero Hugo Chávez, el asesinato de un amigo y hermano de lucha, cacique Sabino Romero casi al mismo tiempo, con ellos se van dos grandes referencias de movilización, creación de conciencia y movilización liberadora del pueblo en lucha. Mas allá de sus lugares concretos de vida y pasión luchadora, más […]

La desaparición del comandante y compañero Hugo Chávez, el asesinato de un amigo y hermano de lucha, cacique Sabino Romero casi al mismo tiempo, con ellos se van dos grandes referencias de movilización, creación de conciencia y movilización liberadora del pueblo en lucha. Mas allá de sus lugares concretos de vida y pasión luchadora, más allá de su rol que lo recojen millones y millones por el mundo en lo respecta a Chávez, y unos miles por el otro sintetizado en Sabino Romero estando dentro de los lugares más intensos de la lucha de estos años, ambos quedan como referencia central de dinámica revolucionaria por la cual hemos atravesado en los últimos 24 años. Es obvio que en dimensiones muy distintas los dos dejan un legado extraordinario que nos servirán por generaciones y por siempre a nosotros venezolanos, a los pueblos nuestramericanos, en su disposición libertaria e inatrapable por todas aquellas maquinarias de la opresión económica, burocrática, militar que aún siguen reproduciéndose.

Mueren asesinados, uno por las tensiones de la vida protocolar y vertical de la maldición estatal-burguesa en la cual se hundió por catorce años, probablemente por la innoculación de cualquier cantidad de venenos de todo orden en su cuerpo por parte de redes invisibles del gran imperio mundial occidental y sionista contra su cuerpo y finalmente la máquina química y radioactiva de la medicina que se forjó con el capitalismo y la conversión de nuestros cuerpos en objetos mercancías y que lo trató por dos años hasta reventarlo, independientemente de la buena voluntad de sus médicos cubanos y venezolanos. El otro sencillamente asesinado por los aparatajes de la muerte que se combinan entre entes militares estatales y paraestales o paramilitares aliados al capital terrateniente y transnacional. Uno muere presidente y homenajeado por millones aquí y en el mundo entero por el legado que le deja a la humanidad unida a la circunstancia de poder que le tocó vivir y asumirse a su manera y en todos sus errores, como parte de un proceso popular de liberación (paradoja contradictoria que absorben inmensas figuras como Bolívar, Lenin, Mao, el Che, Tito, Fidel, Ho Chi Ming, y tantos y tantas que vivieron esa paradoja pero que solo en los hombres que fueron verdaderos perdura…y Chávez ya se sabe que perdurá). Otro desde el lugar contrario, en su campo, su tierra, al lado de su esposa igualmente tiroteada, odiados por propietarios. Uno nos desborda y son los mismos poderes constituidos quienes se pelearan su legado para eternizarse utilizándolo porque saben de su fuerza descomunal en la memoria viva del pueblo, el otro por unos unos cuantos miles que fuimos su retaguardia solidaria en lo que pudimos, y que perdurará en la «otra memoria» de la tierra, en otro tiempo y dimensión, la de unas comunidades indígenas Yukpas y de la sierra de Perijá que aún en su humildad y pobreza aún así han sido ejemplo de resistencia para todo el pueblo venezolano.

Ellos idos comienza entonces un nuevo tiempo. Mucho más complejo y lleno de incertidumbres donde tendremos que ponernos realmente a la altura de circunstancias en las cuales se va a intensificar la lucha de poder ya no entre pedazos de la política burguesa expresada a través de candidatos y campañas, sino el poder estructural y profundo de las decisiones claves respecto al devenir de lo que hasta ahora se ha llamado la revolución bolivariana y la rebelión nuestramericana. Nicolás Maduro como heredero por designación personal de Chávez, independientemente de cualquier criterio, será el próximo presidente de la república muy probablemente elegido con mayor número de votos que el propio Chávez, ya que se trata de un voto de lealtad hacia la última decisión política de envergadura que tomó el comandante Chávez. Ese por tanto no es el problema, la lealtad a Chávez hoy se multiplica maravillosamente. La oposición y amplios sectores de la burguesía seguirá su derrotero conspirativo en jugarretas cuya fuerza ya no será el voto o la movilización de las clases medias aunque lo intenten, sino el saboteo político, financiero y alimentario además de la presión por arropar cada vez más personeros e instituciones de gobierno que no tienen ningún otro compromiso que no sean sus tratos con banqueros, capitalistas y transnacionales. Ese mando combinado tiene ya una síntesis que por obligación o deseo el propio Nicolás lo ha llamado «dirección político-militar». Así ha inaugurando nominalmente la nueva era de mando colectivo por arriba, donde de hecho reconoce su subordinación a él y no un «otro mando» obrero,popular, campesino, indígena -mando del poder popular- que al menos estaba en el lenguaje radical de Chávez. Cogoyo que estará permeado totalmente por esta síntesis entre burocracias y burguesías o protoburguesías «bolivarianas». Cuyos efectos ya lo podemos ver en el desfalco completo que han hecho a través del Banco Central, bonos, etc, de las fuentes de recursos financieros del país (expresado contra nosotros en devaluación, inflación, sueldos y trabajos de miseria, como también represión, cuidado a la gran propiedad, continuidad de los asesinatos a dirigentes campesinos, bloqueo a la territorialidad indígena, etc) y todas unas circunstancias precisas que ya se viven en todas las gobernaciones y entes institucionales donde el estado burgués en su versión corporativa-burocrática y militarizante, ratifica su vigencia y dominio.

El proceso sigue entonces su curso antagónico pero esta vez en una tensión creciente entre los dos grandes bloques de fuerza que se posicionan a nivel de clase, con políticas de parte de ellos e independientemente de sus diatribas internas, en forma muy clara. Falta entonces una claridad igual del «otro lado» del nuestro, de «otra política», los que recogemos los más significativo y verdadero de la herencia de nuestros hermanos Hugo Chávez y Sabino Romero. En ese sentido entendamos que en lo inmediato estamos en el deber de bloquear cualquier alternativa fascista que pueda moverse en la actualidad, promovida por fuera en la derecha oficial que ya empieza a presionar en ese sentido pero también por dentro del gobierno en lo que puede ser una intensificación del militarismo dentro del estado-gobierno y manifestado a través del acrecentamiento de la represión y el bloqueo comunicacional y burocrático. Por ello no siendo nuestro interés «tomar estados» para promover desde allí un idílico gobierno revolucionario desde un aparato de poder constituido que siempre será un enemigo, sino crear las condiciones de verdadero mando colectivo y autogobernante, sugerimos las siguientes líneas de acción.

Un estímulo a la comprensión, el diálogo, el encuentro, de todos los factores en lucha del pueblo, que yo no pueden reunirse solo en pequeñas asambleas de grupos aunque participemos y acogemos sus propuestas, sino en una dinámica intensa y desde abajo de toda forma de organización que en los últimos años se han reproducido por miles en toda una cantidad de ejes, corredores y lugares territoriales. Esto nos debe permitir un estado de movilización y luchas específicas permanentes desde las cuales se golpee con fuerza todo ese aparataje medio de la burocracia arrogante (ejercicio intenso de la contraloría y la presión social), del sicariato administrado por gremios de propietarios, de las estructuras capitalistas que impiden alcanzar justicia social, subvertir el orden de división social del trabajo que hoy se reproduce en las mismas empresas «socialistas», en la incrustación de nuevo de un sindicalismo patronal, las élites culturales y edicativas. Es hora de aclarar y concretar nuestras respectivas «cartas de lucha», disparar el proceso popular constituyente.

Nos encontramos por otro lado ante la necesidad de establecer un criterio muy claro, mientras ellos quieran que esto sea posible, de relación con las estructuras de gobierno de arriba a abajo. La herencia programática socialista, bolivariana, libertaria que deja Hugo Chávez les guste o no, y si no lo quieren que lo digan de una vez, es una ganancia en este proceso que ya es hora de poner en la mesa no en conversaciones para negociar recursos. Mecanismos que tanto han corrompido buena parte del movimiento popular convirtiéndose en un bufón administrado, sino poner en claro el lugar del gobierno y del mando colectivo necesario en espacios especifícos productivos, territoriales, proyectos de dimensión local pero también regional. Esto ya no puede ser una relación de sumisión sino de equivalencia. La ida de Chávez despersonaliza el mando de gobierno aunque se llame Nicolás Maduro el nuevo presidente hasta nuevo aviso. Nos dirigimos entonces al «mando político-militar» como ellos mismos lo han llamado. Si esto se multiplica por todo el país, las coordinaciones populares, los movimientos y unidades mayores, los colectivos y consejos locales, tienen que sentar en la mesa de cara a cara a ese poder estructurado como gobierno. Ya no hablamos con delgados del gobierno y por tanto de Hugo Chávez, hablaremos con el mando colectivo vertical que han creado o está en proceso de tal con todas sus divisiones y tensiones internas que en sí no nos interesan como tal, de hecho no son «los aliados» lo que van a garantizar nada aunque ayuden algo, sino nuestra firmeza y autonomía. A su decisión querer a no establecer un diálogo y acuerdo horizontal con lo que hemos llamado la «república autogobernante», las asambleas de militantes,, pero esto es sobretodo un hecho de claridad en las ideas y correlaciones de fuerza que tenemos que poner de nuestro lado y no de la buena voluntad de nadie. De allí la prioridad central en la tarea orgánica al interno de la vanguardia colectiva como las fuerzas de base, federaciones, consejos de trabajadores, etc.

Y tenemos un tercer horizonte fundamental dentro de la opción por «otra política». La línea estrictamente autogobernante y autogestionaria tiene en estos momentos retos fundamentales tanto de seguridad como de producción agrícola. La seguridad, nuestra capacidad de inteligencia, capacidad comunicacional interna como hacia afuera (el sistema integrado en el gran caracol de la guarura y todo el que quiera trabajar en común). El saboteo, la destrucción de la comunidad autogestiva, digna, es una línea central del imperialismo y las oscuridades de estado. Hoy va arreciar esto con la droga, el sicariato, para destruirnos en el alma, preparemos la situación que en suma de partes es nuestro aporte al conjunto de nuestro pueblo ante cualquier eventualidad incluso contra nuestro país. Pero al mismo tiempo estemos muy claros, la casi debacle económica que el esquema de capitalismo de estado importador nos ha creado a nivel alimentario es terrible ya que escasean cada vez más recursos de importación y reproducción del fatal modelo monoproductor petrolero. Necesitamos un plan de producción multiplicado en todas las zonas y territorios que podamos. De lo contrario esto puede convertirse en una situación de sumo peligro. No hay dólares para garantizar tanto alimento importado es hora de hacer de ello una ofensiva en función de retomar espacios y promover todo el programa agrícola socializante, colectivo, alterativo, que promueva al fin una socialización desde la tierra de los medios de producción y la creación de otro modelo económico de asociación horizontal de productores libres.

A organizar los pueblos en Lucha

Todo el Poder a la Calle

CHAVEZ Y SABINO VIVEN LA LUCHA SIGUE

Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1641