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Nuevamente, tambores de guerra

Fuentes: Contrapunto

Nuevamente, tambores de guerra. Nuevamente, el Medio Oriente. Nuevamente, Estados Unidos, que amenaza con embarcarse en un nuevo blitzkrieg contra otro país árabe. Esta vez son las armas químicas la causa que justificaría los ataques, y el blanco, Siria. Pero en esta ocasión Estados Unidos se lanza solo, más solo que nunca. En la Gran […]

Nuevamente, tambores de guerra. Nuevamente, el Medio Oriente. Nuevamente, Estados Unidos, que amenaza con embarcarse en un nuevo blitzkrieg contra otro país árabe. Esta vez son las armas químicas la causa que justificaría los ataques, y el blanco, Siria. Pero en esta ocasión Estados Unidos se lanza solo, más solo que nunca.

En la Gran Bretaña, la Cámara de los Comunes, convocada especialmente para discutir una acción militar contra Siria, no se dejó persuadir por los argumentos del primer ministro Cameron Michel que quería enredar a su país en una nueva aventura militar y votó en contra. Una decisión sin precedentes que dejó a la Administración de Barack Obama sin su aliado más fiel. Días después, la canciller alemana, Ángela Merkel, se excusó por no querer formar parte de una alianza para acompañar a EEUU. A diferencia de la campaña contra Irak, que sumó una gran colección de banderas (incluyendo la de El Salvador) y la de Afganistán, que también ha arrastrado a una pluralidad a una guerra sin victoria, el presidente Obama se ve en la incómoda posición de «llanero solitario». Las pistolas están cargadas y listas, el secretario de Estado John Kerry ha hablado con lenguaje de vaquero («nuestros aliados quieren ver que cuando los Estados Unidos dice algo, lo cumple») pero no hay quien haga de comparsa. Excepto Francia, una potencia a la que aún le quedan arrestos colonialistas, pero incapaz de llenar el hueco que deja la Gran Bretaña.

Estos reveses políticos han debilitado la posición de la Administración Obama, que le había cantado al mundo que un ataque contra el país árabe era inminente. Tan absoluta consideraba su posición EEUU, que desde el inicio de esta crisis se declaró indispuesto a esperar que el equipo de expertos de Naciones Unidas que todavía se encuentra en Damasco investigando el ataque, completara su trabajo.

Los días han pasado y Estados Unidos no puede abrir fuego. Forzado por la situación, el presidente Barack Obama ha entregado al Congreso la decisión de atacar a Siria, y no es por humildad, sino porque lo han dejado solo. Pero esta vía parlamentaria es un proceso largo. Para empezar, los congresistas salieron de vacaciones por el receso de Labor Day y no empezaron a discutir el asunto (la bola apenas acaba de pasar por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado) hasta esta semana. Y mientras más largo el proceso, más cosas pasan y se frena el impulso de la Administración Obama. Atacar en frío no parece ser una idea recomendable. Para entrar en combate hay que tener la sangre caliente, pero sobre todo calentársela a otros. Pero Obama no se topa sino con baldadas de agua y no podido torcer suficientes brazos amigos o casi amigos. Y el que más interés tiene en que EEUU bombardee a Siria, Israel, sabe que le conviene mantener perfil bajo.

Los propios ciudadanos estadounidenses no creen mucho en esta nueva empresa guerrera. Un sondeo del Washington Post arrojó que sólo 9% de los estadounidenses apoya una acción militar contra ese país árabe. Y por qué habrían de estar interesados en un nuevo conflicto. Tienen cosas más apremiantes que atender, rebuscarse para conseguir empleo, por ejemplo, o hacer malabares para que los bancos no les expropien sus casas, pues aún viven (y vivirán por muchos años) con las secuelas de la catástrofe inmobiliaria de 2007. Pocos, muy pocos estadounidenses saben quién es Bachar el Assad o podría ubicar a Siria en el mapa. Y quizá piensen que hay otras maneras de arreglar los conflictos. Así parece pensar también el resto de la humanidad.

Porque supongamos que sí, que el gobierno sirio utilizó armas químicas. Entonces, ¿la respuesta es ir a arrojar miles de toneladas de explosivos sobre un país que además ya se encuentra en guerra, en la que han muerto decenas de miles y por cuya culpa andan por toda la región cuando menos dos millones de desplazados? Siria no necesita más explosiones, sino menos.

Esto lo entiende bien el papa Francisco. Este jueves llamó a buscar, «con coraje y determinación una solución pacífica a través del diálogo y la negociación de las partes, apoyada unánimemente por la comunidad internacional». Habla con la conciencia de un hombre que parece genuinamente preocupado por la suerte del pueblo sirio, y que no desconoce las consecuencias de meterle candela a un polvorín. En Irak, que EEUU invadió en 2003 para liberar al mundo de armas superdestructivas que nunca aparecieron, han muerto al menos 115 mil civiles (www.iraqbodycount.org) desde que llegó la liberación estadounidense. Este miércoles 20 personas perdieron la vida en emboscadas o por cazabobos en distintas partes de Irak. Este jueves, quién sabe.

Si esta es también la solución para Siria, que Dios los ampare.

Fuente: http://www.contrapunto.com.sv/columnistas/nuevamente-tambores-de-guerra