Un Premio Nóbel de Economía y el principal «laboratorio de ideas» de las Naciones Unidas sobre desarrollo dieron la alarma acerca de cómo los países del Sur podrían verse perjudicados por la firma de tratados de libre comercio (TLC) con países industrializados. En su reciente visita a Kuala Lumpur, el Premio Nóbel y ex economista […]
Un Premio Nóbel de Economía y el principal «laboratorio de ideas» de las Naciones Unidas sobre desarrollo dieron la alarma acerca de cómo los países del Sur podrían verse perjudicados por la firma de tratados de libre comercio (TLC) con países industrializados.
En su reciente visita a Kuala Lumpur, el Premio Nóbel y ex economista principal del Banco Mundial Joseph Stiglitz criticó fuertemente a los TLC en los que participa Estados Unidos asegurando que no han beneficiado a los países en desarrollo que los firmaron. «De hecho, esos países perdieron mucho, en especial en materia de acceso a la propiedad intelectual», declaró en una entrevista. «Les resulta más difícil acceder al conocimiento y en especial a los medicamentos genéricos. De ahí que haya miles de personas que están muriendo en los países en desarrollo como consecuencia de los acuerdos comerciales con Estados Unidos».
Según Stiglitz, quien también fue el principal asesor económico del ex presidente Bill Clinton, los aranceles de Estados Unidos son tan bajos (de tres a cinco por ciento) que los países en desarrollo no necesitan un TLC para exportar a ese mercado. «No se trata de la venta de mercancías, se trata de la pérdida de soberanía. Se trata de que Estados Unidos está imponiendo su agenda particular. (Los TLC) no han beneficiado a ningún país y obtiene ventajas a expensas de los países en desarrollo».
El comentario franco de Stiglitz de que «en general, los tratados bilaterales han sido un desastre para los países en desarrollo y para el sistema mundial de comercio», fue reforzado la semana pasada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que les advirtió que pensaran con mucho cuidado antes de negociar tratados bilaterales de comercio.
En su Informe sobre el Comercio y el Desarrollo de 2007, la UNCTAD dice que un país en desarrollo puede verse tentado a firmar un TLC con un país desarrollado porque tiene la expectativa de mejorar el acceso a los mercados para sus productos. Pero a menudo se ve defraudado en sus expectativas debido a impedimentos sistémicos (por ejemplo, la reducción de las subvenciones agrícolas no forma parte de los TLC), normas restrictivas de origen y obstáculos no comerciales. Por otro lado, el país en desarrollo tiene que suprimir sus obstáculos al comercio, lo que a menudo provoca un aumento de las importaciones y empeora el equilibrio comercial con el socio del TLC, a la vez que elimina los instrumentos de política necesarios para el desarrollo, dice el informe de la UNCTAD. Y añade: «Así pues, para los países en desarrollo las ventajas de un mayor acceso a los mercados no están ni mucho menos garantizadas mientras que es segura la pérdida de espacio de políticas. Ese espacio les hubiera servido para promover la creación de nuevas capacidades productivas, el mejoramiento industrial y el cambio estructural de sus economías».
En el informe se detallan cinco sectores no comerciales en los cuales los TLC con países desarrollados perjudicarán especialmente a los países en desarrollo. En primer lugar, en las compras del sector público, los países en desarrollo utilizan políticas que favorecen a empresas y ciudadanos locales e impulsan la economía nacional. Sin embargo, el TLC elimina esa herramienta al abrir el sector a los extranjeros, lo que provoca pérdida de divisas y de las cuotas de mercado de las empresas nacionales.
En segundo lugar, la liberalización de los servicios en el marco de un TLC puede alterar los planes nacionales de fortalecer los sectores nacionales de servicios tales como la banca, las finanzas, las telecomunicaciones y los servicios profesionales.
En tercer lugar, las normas de protección de inversiones de un TLC otorgan nuevos derechos a los potenciales inversionistas extranjeros, reduciendo así, de manera drástica, el margen que tiene el país receptor para decidir si aprueba o no una inversión extranjera o para imponer condiciones a dicha aprobación. Además, deben limitarse las medidas que favorecen a los inversionistas nacionales ya que se considera que son discriminatorias para con los inversionistas extranjeros. En el informe se menciona que varias de las medidas adoptadas exitosamente por Malasia durante la crisis financiera de 1997-1999, como restricciones temporales a las salidas de capital por parte de extranjeros en el país, hubieran estado prohibidas.
En cuarto lugar, en materia de propiedad intelectual, en el informe se critica a los TLC por reducir la posibilidad de los países en desarrollo de fijar sus propias políticas en materia de concesión de patentes, el uso de licencias obligatorias y los derechos de autor y reproducción.
En quinto lugar, la parte de las políticas de competencia de un TLC puede impedir el crecimiento de las empresas nacionales y reducir su capacidad de competir o sobrevivir frente a grandes empresas extranjeras, y esto puede provocar finalmente una disminución de la competencia.
La UNCTAD concluye en su informe que sería prudente que los países en desarrollo fueran cautelosos y no se precipitaran en la firma de TLC Norte-Sur bilaterales o regionales.
A la hora de evaluar los costos y beneficios, un país debería tener en cuenta no solo el impacto de las exportaciones, importaciones e inversión extranjera sino también su capacidad de utilizar opciones de políticas e instrumentos alternativos para una estrategia de desarrollo a más largo plazo.
En contraposición con los TLC Norte-Sur, la UNCTAD promueve el comercio y la cooperación regionales entre los países en desarrollo, que presentan mayores posibilidades de beneficiarlos en la medida que se encuentran en un grado de desarrollo similar y los ayudan en su proceso comercial y de industrialización.(FIN
Martin Khor es director de Third World Network